Los 23 Estados asociados miembros manifiestan su adhesión a la Constitución Nacional —regente de los principios como República— y gozan facultades de autonomía plena extensiva a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y a los municipios en que se subdividen. Preservan potestades como bandera, fuerza de seguridad y Carta Magna propias y el dominio de recursos naturales circunscriptos a su jurisdicción mientras delegan competencias exclusivas al Gobierno Federal. [10][11]
Es el segundo país con el mayor índice de Desarrollo Humano (IDH) de la región, detrás de su vecino Chile.[12][13]Aplica modelos de salud y educación pública que garantizan el acceso gratuito, universal y de calidad.[14]Posee una tasa de alfabetismo en personas mayores de 15 años superior al 99%[15][16]y su cobertura médica-hospitalaria está regularmente distribuida por cantidad poblacional.[17]
Tras su declaración de Independencia efectiva en 1816 y hasta mediados del siglo XX, la economía de las Provincias Unidas del Río de la Plata prosperó hasta convertirse en una de las más ricas del planeta y ser el mayor país exportador mundial de materias primas. Sin embargo, desde la década del 50' se vió inmerso en abruptas reconfiguraciones políticas, sociales y económicas con oscilaciones a corto plazo, padeciendo desde entonces recurrentes crisis financieras y un marcado descenso en los índices de crecimiento. No obstante, su economía es la segunda más desarrollada e importante en Sudamérica —detrás de Brasil—, la 24.º más rica del planeta por PIB nominal y es una potencia regional.[18]
Por su educación, su cultura, su gran extensión territorial, sus vastos recursos naturales y su calificado capital humano, Argentina posee una gran relevancia. Históricamente, ha sido reconocida por estar a la vanguardia del desarrollo científico-tecnológico en la región, y haber logrado capacidades de alto grado. Es el país latinoamericano más laureado con premios Nobel con cinco en total, —tres de ellos en ciencias— y el que más unicornios tecnológicos posee. Su dominio en materia nuclear y espacial le permitió ser —junto a Estados Unidos— el único certificado para diseñar, construir y exportar satélites, radares, reactores nucleares, aviones de combate, helicópteros, etc. También produce automóviles, software, biotecnología, equipamiento médico, maquinaria agrícola, etc. Produce alimentos para 800 millones de personas y es uno de los principales exportadores a nivel mundial.
Así mismo, Argentina destaca por tener personajes históricos y contribuciones en deportes, música, literatura, cine y política. El baypass coronario, las huellas digitales, la transfusión sanguínea, la birome, la jeringa descartable, los dibujos animados y el primer diseño funcional de los helicópteros modernos, son los inventos argentinos más reconocidos en el globo.[19][20][21]
Su territorio bicontinental abarca una superficie de 2 780 400 km²,[3] es el país hispanohablante más extenso del planeta, el segundo más grande de América Latina y octavo en el mundo, si se considera solo la superficie continental sujeta a soberanía efectiva. Su plataforma continental, reconocida por la ONU en 2016, alcanza los 6 581 500 km²,[23] convirtiéndose en una de las más grandes del mundo,[24] extendiéndose desde el continente americano hasta el Polo Sur en la Antártida, a través del Atlántico Sur. Si se cuentan las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y otras numerosas islas menores (administradas por el Reino Unido, pero de soberanía en litigio), más una porción del área antártica llamada Antártida Argentina al sur del paralelo 60° S, sobre la cual Argentina reclama soberanía, la superficie se eleva a 3 761 274 km².[25] Es una de las veinte naciones con presencia continua en la Antártida y posee la mayor cantidad de bases permanentes, con seis en total.
Su territorio reúne una gran diversidad de climas, causada por una amplitud latitudinal que supera los 30° —incluyendo varias zonas geoastronómicas—, una diferencia en la altitud que va de 107 m bajo el nivel del mar (Laguna del Carbón) a casi 7000 m s. n. m. y la extensión del litoral marítimo que alcanza 4725 km. Amplias llanuras húmedas limitan con extensos desiertos y altas montañas, mientras que la presencia de climas tropicales y subtropicales en el norte, contrastan con las nevadas y fríos extremos en las zonas cordilleranas y el sur.
El nombre oficial del país es República Argentina, literalmente, "República del Plata". Por elipsis, suele denominarse, "la Argentina". El uso sin artículo está muy extendido y no se considera incorrecto,[28] si bien la Academia Argentina de Letras lo ha calificado de "reprensible".[29]
Argentina es el femenino del adjetivo poético "argentino" que indica algo que tiene cualidades de la plata o relacionado con ella,[30] del latínargentum que significa "plata".[31] Argentum, a su vez, procede del protoitálico: *argentom, derivado del protoindoeuropeo: *h₂r̥ǵn̥tóm, sustantivo formado a partir del adjetivo *h₂erǵ- que significa: “blanco” o bien "brillante".[32][33][34][35]
El uso como topónimo, aunque con una declinación diferente, aparece por primera vez en 1554 en el mapa de Lopo Homem: donde los territorios de la región litoral son llamados: Terra Argentea.[38] Más tarde, Martín del Barco Centenera la eligió, a imitación de La Araucana (1569), como título de un poema épico sobre la conquista: La Argentina (1602).[28] Desde entonces y hasta finales del siglo XVIII, Argentina y argentino fueron denominaciones literarias del territorio y los pobladores de la región rioplatense.[28]
La Constitución de 1826, usó Argentina como nombre oficial del Estado y, desde entonces, a pesar del rechazo a dicha constitución, fue usado de manera habitual. A partir de la década de 1830, Rosas, formalmente gobernador de Buenos Aires, era el "encargado de dirigir las relaciones exteriores de la República Argentina".[37]
Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber: Provincias Unidas del Río de la Plata; República Argentina, Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del Gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras «Nación Argentina» en la formación y sanción de las leyes.
En 1860, en la ciudad de Paraná, entonces capital de la Confederación Argentina, el presidente Santiago Derqui decretó que para "uniformar los actos administrativos" se usaría siempre República Argentina.[39] Dos años más tarde, en 1862, Bartolomé Mitre, primer presidente del país reunificado, se refirió a su cargo como: presidente de la Nación Argentina.[40]
El primer registro poblacional del territorio actualmente controlado por la Argentina se encuentra en Piedra Museo (Santa Cruz) y se remonta al 11 000 a. C. Junto con los yacimientos de Monte Verde (Chile) y Pedra Furada (Brasil) constituyen, hasta el momento, los sitios de poblamiento más antiguos hallados en Sudamérica. Estos yacimientos sustentan la teoría del poblamiento temprano de América (pre-Clovis). Cerca de allí, también es posible ver las pinturas de manos y guanacos estampadas en el 7300 a. C. en la Cueva de las Manos (río Pinturas, provincia de Santa Cruz). Para el año 9000 a. C. ya había comenzado el poblamiento de la pampa, en tanto que la zona del Noroeste del país comenzó a ser habitada hacia el 7000 a. C.
Los primeros rastros de vida humana en este territorio corresponden a pueblos de un nivel cultural paleolítico que tres mil años atrás incorporaron los primeros aportes culturales mesolíticos y neolíticos.[43] Hasta la época de la conquista y de la colonización europea, el territorio argentino ha estado ocupado por diversos pueblos originarios, con diferentes organizaciones sociales que se pueden dividir en tres grupos principales:[44][45]
Cazadores avanzados y recolectores de alimentos como los pámpidos, en el centro-este: hets en las praderas y estepas de la región pampeana y norpatagónica; y chonks en la Patagonia ―invadidos desde el s. XVIII por los mapuches alfareros procedentes de la zona cordillerana de la Patagonia― y los qom y wichi en la región chaqueña.[46] También pertenecen a este grupo los pámpidos charrúas y minuanes, que habían incorporado la cerámica.
Los agricultores con cerámica como los guaraníes y las culturas andinas y derivadas. A partir del segundo milenio, los avá (un pueblo amazónido conocido desde el siglo XVII por los españoles como «guaraníes») invadieron el NEA y la Región del Litoral; eran cultivadores de mandioca y avaty o maíz en forma de roza (tala y quema de florestas) y por ello semisedentarios.[44] Las culturas centradas en la agricultura y ganadería del norte eran puramente sedentarias, y habían desarrollado redes comerciales englobadas en el conjunto actualmente llamado «quechua»; tras establecer un sistema cuasi estatal en torno a señoríos locales, fueron sometidos por el imperio incaico hacia el año 1480. Influidos por estas culturas andinas, otros pueblos como los diaguitas, calchaquies y huarpes desarrollaron una agricultura y ganadería de menor desarrollo, adaptada a las condiciones de las regiones llanas y serranas del centro de la actual Argentina y de Cuyo.[44]
Tradicionalmente, se atribuye la conquista al monarca inca Túpac Yupanqui. Varios señoríos de la región, como los quechuas, los likanantai (atacamas), los huarpes, los diaguitas y otros, intentaron resistir, pero los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio boliviano. Otros, como los sanavirones, los lule-tonocoté y los henia-kâmîare (popularmente llamados «comechingones»), resistieron con éxito la invasión incaica y se mantuvieron como señoríos independientes.[44]
La conquista y colonización española de Argentina refiere al período entre el siglo XVI y principios del siglo XIX en el cual una parte del actual territorio de la Argentina fue conquistado y colonizado por el Imperio español. En este período aparece por primera vez la expresión Argentina (país de la plata) para denominar un área sin límites definidos que se extendía del Río de la Plata hacia el noroeste. El período incluye también la llegada por primera vez de españoles a varias zonas del actual territorio argentino, momento en el cual en muchos casos adoptaron el nombre con el que los pueblos indígenas ya denominaban a esa región y en otros las designaron con nombres nuevos.
La época colonial en la Argentina se suele dividir en tres períodos: el descubrimiento y conquista, durante el cual se llevaron a cabo las exploraciones del territorio y la fundación de las ciudades mayores; el período de las gobernaciones, durante el cual los asentamientos españoles lucharon contra las poblaciones indígenas y trataron de consolidarse, registrando pocos cambios territoriales y económicos; y el período virreinal que se extiende hasta la Revolución de Mayo de 1810, en la cual fue expulsado el virrey español y nombrada una junta de autogobierno. La guerra de Independencia Argentina ya se cita usualmente como parte de la historia de la Argentina.
Los europeos llegaron por primera vez al actual territorio argentino en 1516, con la expedición de Juan Díaz de Solís por el Río de la Plata. Posteriormente la expedición de Fernando de Magallanes en 1520 fondeó sus naves en la Bahía de San Julián, hoy provincia de Santa Cruz. El fuerte Sancti Spiritus fue el primer asentamiento europeo, instalado en 1527 a orillas del río Paraná. La primera exploración del noroeste y centro del país fue la entrada de Diego de Rojas en 1543. Las ciudades de Asunción (1537),[k] Santiago del Estero (1553), Córdoba (1573) y Buenos Aires (1536/1580) fueron las bases del establecimiento colonial que se impuso en la mitad norte del actual territorio argentino, sujeto a la autoridad de la Corona Española (la Gobernación del Río de la Plata). El Imperio español fundó varias ciudades e impuso un dominio colonial sobre la población que habitaba una serie de regiones que se corresponden aproximadamente con las catorce provincias que se confederaron en 1860 para formar la República Argentina. Sobre el final del período colonial el Imperio español creó el Virreinato del Río de la Plata, que incluía a las catorce provincias mencionadas y los territorios de las actuales repúblicas de Bolivia, Paraguay y Uruguay.
Una gran parte del territorio actual de la Argentina y de los pueblos indígenas que lo habitaban no estuvo bajo el dominio colonial de España, principalmente las regiones chaqueña —incluyendo partes de Santiago Del Estero, y Santa Fe— permanecieron bajo dominio de indígenas de los grupos wichi, guaycurú y vilelas, mientras que la mayor parte de la pampeana, a excepción de partes de la Pampa húmeda, patagónica permaneció bajo dominio tehuelche, puelche y, posteriormente, mapuche. Entre 1560 y 1667, los señoríos diaguitas mantuvieron una larga resistencia conocida como las guerras calchaquíes en el actual noroeste argentino, antes de ser completamente absorbidos por la población criolla.
Durante la mayor parte del período colonial, el territorio argentino fue parte del Virreinato del Perú, hasta que en 1776 el rey Carlos III de España creó con parte de su territorio el Virreinato del Río de la Plata. La ciudad de Buenos Aires fue designada como su capital por su creciente importancia como centro comercial y con la idea de resistir mejor a un eventual ataque portugués, así como también para tener un acceso más fácil a España a través de la navegación atlántica.[50]
En el siglo XVIII la multiplicación natural del ganado vacuno y equino cimarrón en las llanuras pampeana, de la Banda Oriental del Río de la Plata y del sur de Brasil, provocó la aparición de un tipo especial de campesino independiente a caballo llamado gaucho —en el caso de los varones— y china —en el caso de las mujeres. Los gauchos desarrollaron una cultura de características propias, adhirieron y lucharían en la guerra de la Independencia y enfrentaron a los estancieros para garantizar su derecho al acceso al ganado y la tierra, hasta ser vencidos en la segunda mitad del siglo XIX. Esta riqueza en ganado salvaje también llevó a la aparición de indígenas de tradición ecuestre en el Chaco, la Pampa y la Patagonia, que entablaron una dinámica de lucha intermitente por los recursos ganaderos con la población española y criolla.
Hasta mediados del siglo XIX, gran parte de la Patagonia y las Pampas permanecieron bajo el control de diferentes pueblos indígenas: principalmente, chonks y luego también los mapuches en la Patagonia y ranqueles en la llanura pampeana hasta el último cuarto del siglo XIX. Asimismo, los territorios de gran parte de la región chaqueña no fueron colonizados por los europeos, exceptuando partes de Santiago Del Estero y Santa Fe, sino que permanecieron habitados por pueblos autóctonos como los qoms, moqoits (mocovís o, mocovíes), pilagás, vilelas, lules y wichis hasta principios del siglo XX. La población indígena sedentaria fue sometida a relaciones de dependencia permanente respecto de la población española. Aunque con el paso de las generaciones fue absorbida dentro una población étnicamente identificable como «criolla», este proceso de mestización no fue total, como lo demuestra la participación de poblaciones del Noroeste del actual territorio argentino en el gran levantamiento indígena de 1780 con epicentro en el Cuzco, dirigido por el incaTúpac Amaru II.
El inicio del período se establece el 25 de mayo de 1810, fecha de la creación del primer gobierno de las Provincias Unidas, y el final de este periodo fue el 11 de febrero de 1820, día en que renunció el último Director Supremo, José Rondeau quien fue derrotado en la batalla de Cepeda y se disolvió el Congreso Nacional.[51]
Mientras se desarrollaba la guerra de independencia, también tenía lugar una compleja disputa por la forma de organización del nuevo Estado, que generó en 1814 el inicio de una guerra civil que —con intermitencias— duraría más de medio siglo. El líder de la fracción federal, el orientalJosé Gervasio Artigas fue proclamado Protector de la Unión de los Pueblos Libres, una liga de provincias que se negaban a ser administrados por el gobierno unitario de Buenos Aires. La misma organizó el llamado Congreso de Oriente en Concepción del Uruguay, del cual aún se discute si alcanzó a proclamar —como se proponía— la independencia de España.[58]
[…] recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli […][m]
En varios puntos de Sudamérica los nuevos gobiernos debieron enfrentar la resistencia contrarrevolucionaria de los ejércitos realistas, que intentaban restaurar la autoridad de la monarquía española en la región. Comenzaron las guerras por la independencia. Algunos de los principales comandantes fueron Manuel Belgrano, al mando del Ejército del Norte, José de San Martín, creador del Ejército de los Andes, Martín Miguel de Güemes, organizador de la guerra gaucha y Juana Azurduy, comandante de la guerra de guerrillas en el Alto Perú. El Estado argentino considera a San Martín como el mayor héroe militar de su independencia y lo honra con el título de «Padre de la Patria». Junto a Simón Bolívar, fueron los máximos responsables de las gestas libertadoras que terminaron con la presencia española en el continente.
Las primeras décadas como país independiente fueron conflictivas: ante la hegemonía de los unitarios, los federales se alzaron repetidamente en defensa de la autonomía de las provincias, llevando —tras la llamada Anarquía del Año XX— a la división del país en provincias autónomas gobernadas generalmente por caudillos militares, mientras que el país —excepto un breve intervalo entre 1825 y 1827— careció de un gobierno nacional hasta 1852. Cada provincia asumió la plenitud del gobierno en el ámbito de su territorio.
El territorio restante —que había logrado aumentar en algo su control territorial con algunas exitosas campañas militares contra los indígenas— comenzó a usar el nombre de «Argentina» de manera oficial a mediados de la década de 1820. La denominación oficial «Provincias Unidas del Río de la Plata» continúa considerándose, constitucionalmente, un nombre alternativo para el país, aunque ha caído en práctico desuso.[61]
A principios de los años 1830, los federales lograron triunfar en todo el país, que adoptó el nombre de Confederación Argentina. Durante más de veinte años, el gobernador federal de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, asumió en los hechos la máxima autoridad nacional, aunque en teoría solo era el depositario de la representación externa del conjunto de las provincias.[62]
Pese a la paz que fue capaz de imponer y el crecimiento económico —al menos de las provincias del Litoral—, los enemigos de Rosas reclamaban libertades individuales, políticas y de expresión, que eran férreamente anuladas por el gobernador porteño; el núcleo de sus reclamos era la sanción de una constitución política que organizara formalmente el Estado nacional y garantizara los derechos de los ciudadanos.
Este período duró hasta la sanción de una Constitución en 1853, que con algunos cambios ha regido en el país hasta la actualidad. La misma adoptó un régimen federal, pero la provincia de Buenos Aires se separó de la Confederación Argentina, que debió establecer su capital en la ciudad de Paraná. En 1859, la Confederación derrotó a Buenos Aires en la batalla de Cepeda, forzándola a firmar el Pacto de San José de Flores, por el cual Buenos Aires se reincorporaba a la que desde entonces pasó a llamarse República Argentina. No obstante, la reunificación definitiva fue lograda bajo la dirección de Buenos Aires tras la batalla de Pavón (1861), durante la presidencia de Bartolomé Mitre.
En 1865, la Argentina se involucró nuevamente en una guerra civil en Uruguay, a lo cual el Paraguay respondió ocupando la ciudad de Corrientes. Tras firmar una Triple Alianza con el Brasil y Uruguay,[64] la Argentina tomó parte en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, que duró cinco años y requirió la participación de diez mil soldados argentinos.[65] El Paraguay resultó finalmente derrotado en 1870, quedando totalmente devastado y muerta una gran parte de su población masculina.[66] Pese a su enorme costo económico y en vidas humanas y a que fue causa de la continuación de las guerras civiles en la Argentina, este país logró consolidar sus límites en el noreste, ya que se fijó la frontera en los ríos Pilcomayo, Paraguay y Paraná.[66]
Durante las presidencias de Mitre y sobre todo de Sarmiento y Avellaneda, la Argentina se insertó en la economía mundial como un país agroexportador, sostenido por una amplia red ferroviaria y el avance del sistema educativo. Tras dos sangrientas revoluciones en 1874 y 1880, en este último año la ciudad de Buenos Aires fue federalizada y se estableció un equilibrio durable entre las provincias y la capital.
Gobiernos conservadores y primeros gobiernos radicales
Entre 1878 y 1884 se produjeron las llamadas Conquista del Desierto y del Chaco, con el objeto de dar por término a los constantes enfrentamientos entre indígenas y criollos en la frontera y apropiarse de los territorios indígenas, triplicando el territorio argentino. La primera conquista, impulsada por Julio A. Roca, consistió en una serie de incursiones militares a los territorios pampeanos y patagónicos dominados por los pueblos originarios, repartiéndolos entre los miembros de la Sociedad Rural, financiadores de las expediciones.[67] La conquista del Chaco duró hasta fines del siglo,[68] dado que su incorporación plena al sistema económico nacional solo tuvo lugar cuando se reemplazó la mera extracción de maderas y tanino por la producción de algodón. El gobierno argentino consideró a los indígenas como seres inferiores, sin los mismos derechos que los criollos y europeos.[69]
Entre 1880 y 1916, el Partido Autonomista Nacional (PAN) monopolizó el poder sobre la base de elecciones fraudulentas, propiciado por el sistema del voto cantado y durante 25 años, la figura excluyente fue el general Julio Argentino Roca. La llamada República Conservadora o República Oligárquica organizó un exitoso y moderno modelo agroexportador basado en la llamada división internacional del trabajo impuesta por el Imperio británico, orientado principalmente a la producción de carne y granos con destino al mercado británico. En el relato tradicional el país fue visto en esa época como «el granero del mundo».[70]
Este modelo económico generó una concentración de la riqueza en pocas manos y la exclusión social de las clases trabajadoras y de las poblaciones asentadas fuera de la región pampeana. La economía alcanzó altos niveles de crecimiento que atrajeron una gran corriente inmigratoria principalmente constituida por millones de italianos y españoles y en menor medida de seguidos de europeos orientales y asiáticos occidentales. La población argentina, que representaba el 0,13 % de la población mundial en 1869, pasaría a representar el 0,55 % en 1930, proporción en la que, aproximadamente, se estabilizaría desde entonces.[71]
La prosperidad de la economía impulsó el crecimiento de una considerable clase media, integrada mayoritariamente por inmigrantes o sus descendientes. Los inmigrantes europeos también introdujeron en el país ideas políticas nuevas como el socialismo y el anarquismo, así como participaron junto a la población local, especialmente la afroargentina, en la creación de organizaciones de ayuda mutua y sindicatos.[72][73] Surgieron partidos políticos modernos como la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS).
Después de más de dos décadas de conflictos políticos y sociales, fraudes electorales y graves actos de represión, en 1912 fue sancionada la Ley Sáenz Peña, que estableció el sufragio secreto, obligatorio y universal para votantes masculinos. En la primera elección presidencial con sufragio secreto, los conservadores fueron desplazados del poder por los radicales dirigidos por Hipólito Yrigoyen, que fue presidente entre 1916 y 1922, y entre 1928 y 1930. Durante su primer gobierno se inició el movimiento estudiantil conocido como la reforma universitaria, que se extendió por toda América Latina y se produjeron las masacres obreras de la Semana Trágica y la Patagonia rebelde. Entre ambos gobiernos de Yrigoyen fue elegido presidente el también radical Marcelo Torcuato de Alvear.
Alternancia entre golpes de estado y regímenes democráticos
El 6 de septiembre de 1930 se produjo el primero de una serie de golpes de Estado en Argentina que llevó a un grupo cívico-militar a establecer una dictadura justificada por la Corte Suprema como «gobierno de facto», después de derrocar a Hipólito Yrigoyen. Este golpe de Estado inició una secuela de gobiernos fraudulentos conocidos como la Década Infame.[o]
El modelo agroexportador argentino entró en crisis por el cierre de los mercados internacionales causado por la Crisis de 1929. El país impulsó un proceso de sustitución de importaciones que desarrolló un amplio sector industrial.[74] La Década Infame fue derrocada por la Revolución del 43, un segundo golpe de Estado que instaló un gobierno militar en cuyo seno se produciría una alianza entre sindicatos y algunos militares que dieron origen al peronismo. A pesar de la presión de Estados Unidos desde que este país entró a la guerra a fines de 1941 cuando fue atacado por Japón, la Argentina se mantuvo neutral durante la mayor parte del resto de la II Guerra Mundial, uniéndose a los Aliados el 27 de marzo de 1945, durante el gobierno del general Edelmiro Farrell, poco antes de la terminación de la Guerra.
En 1946 fue elegido presidente Juan Domingo Perón con apoyo de los sindicatos organizados en el Partido Laborista. Perón, acompañado por su esposa Evita, encabezó un nuevo movimiento que puso el acento en la justicia social, la soberanía política y la independencia económica. Bajo su gobierno se estableció el sufragio femenino en 1947, la igualdad de hombres y mujeres en el derecho familiar, la igualdad de los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio, la gratuidad de la enseñanza universitaria, se erradicó el paludismo, etc.[75]
A través de la Fundación Eva Perón, se desarrolló una ayuda social sin precedentes en el país, brindando apoyo económico a los sectores más vulnerables. También se nacionalizaron los ferrocarriles y el comercio exterior, y se generó un fuerte proceso de industrialización, promoviendo la industria pesada.
En 1951 Perón fue reelegido para un nuevo período presidencial con el 63,40 % de los votos en lo que constituyó la primera elección con sufragio universal de hombres y mujeres en la Argentina. En 1952 murió Evita. Casi 60 años después, sería declarada la Mujer del Bicentenario, como el símbolo del protagonismo de la mujer en la historia argentina.[75]
El peronismo contó con una amplia adhesión de la población, pero también con un fuerte rechazo de los sectores opositores, polarizándose la sociedad argentina en peronistas y antiperonistas. Su política perjudicó a los intereses británicos, dominantes hasta entonces en la economía, que apoyaron a los opositores.[76]
El inicio de un conflicto con la Iglesia católica debilitó la lealtad al gobierno de vastos sectores y unificó a la oposición.[77]
El 16 de junio de 1955 una conjura cívico-militar, utilizando unos treinta aviones de la Armada y de la Fuerza Aérea, bombardearon y ametrallaron a la población de Buenos Aires en la plaza de Mayo y otros lugares.[78] Este ataque produjo 308 víctimas oficialmente identificadas —entre ellas 111 activistas sindicales que incluyen a 23 mujeres—, un número de muertos que no pudieron ser individualizados debido a las mutilaciones y más de 700 heridos.[79]
En septiembre Perón fue derrocado por un nuevo golpe autodenominado Revolución Libertadora, que proscribió al peronismo, muchos de cuyos partidarios fueron encarcelados o fusilados, lo que le valió al golpismo el mote de «Revolución Fusiladora». Perón se vio obligado a exiliarse hasta el final de la proscripción en 1973.[76]
Durante la proscripción, el peronismo continuará teniendo influencia en la política y el sindicalismo —ámbito en el que ganó la mayoría de las elecciones—, negando legitimidad a las autoridades instaladas por medios no democráticos y desarrollando una actividad opositora conocida por la Resistencia peronista.
En 1958 fue elegido presidente Arturo Frondizi (UCRI) en elecciones con el peronismo proscripto pero después de realizar un pacto electoral con Perón, siendo derrocado por un nuevo golpe militar en 1962. El golpe esta vez tuvo la particularidad de que el poder fue asumido por el civil José María Guido, nombrado presidente por la Corte Suprema de Justicia ese mismo día tras el derrocamiento y arresto de Frondizi, alegando para su nombramiento un vacío de poder. A pesar de que formalmente Guido ejercía la presidencia, el verdadero poder material residía en la esfera militar. Durante su mandato se agudizaron los enfrentamientos entre dos facciones del Ejército Argentino, conocidas como Azules y Colorados, llegándose a enfrentamientos armados. La victoria del sector «azul» permitió al general Juan Carlos Onganía reunificar al Ejército.
Con el peronismo todavía proscripto y el expresidente Frondizi detenido,[80] en 1963 fue elegido como mandatario Arturo Umberto Illia (UCRP), quien también sería depuesto por un golpe militar en 1966, que llevaría al gobierno a Onganía.
El 24 de marzo de 1976 se produjo un nuevo golpe militar que instaló una nueva dictadura permanente autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, que duraría casi ocho años y que estaría internacionalmente coordinada con las demás dictaduras sudamericanas mediante el Plan Cóndor, bajo el amparo de Estados Unidos. Durante la misma se implantó un régimen de terrorismo de Estado que llevó a cabo un plan sistemático de secuestro, tortura y eliminación de opositores, calificado por la justicia de genocidio, causando miles desaparecidos y cientos de niños que sufrieron la supresión de su identidad.
Como respuesta se formaron organizaciones de derechos humanos, como las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo, que desempeñarán un rol crucial en el «juicio y castigo a los culpables» y en la recuperación de los bebés secuestrados cuya identidad había sido suprimida. También el movimiento sindical opuso una fuerte resistencia, llegando a declarar varias huelgas generales, a pesar de las desapariciones que lo afectaron masivamente, la disolución de la CGT y la intervención de los sindicatos.
La dictadura contó con apoyo activo de los principales grupos empresariales, ocupando funciones claves del gobierno, así como del Fondo Monetario Internacional, las empresas multinacionales, los principales medios de prensa, junto a periodistas y comunicadores destacados. El plan económico siguió los lineamientos de la Escuela de Chicago —frecuentemente identificada con el neoliberalismo—. Un sector importante de la población apoyó la dictadura, en tanto que otro sector la resistió mediante la acción guerrillera, la creación de organizaciones de derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo, o la acción sindical y las huelgas.
La deuda externa, que condicionará a los gobiernos democráticos a partir de 1983, pasó de 7700 millones en 1976 a 45 000 millones de dólares en 1983, en muchos casos fruto de operaciones delictivas en beneficio de los grupos económicos y las empresas multinacionales. En 1978, se produjo una grave crisis con Chile por los límites en la zona del canal Beagle, que llevó a ambos países al borde de la guerra. En 1982 se desarrolló la guerra de las Malvinas con el Reino Unido; la derrota argentina fue uno de los factores que llevaron al colapso del régimen militar y al llamado a elecciones generales para el año siguiente.
La historia de la Argentina entre 1983 y 2003[n. 1] estuvo marcada por la recuperación de la democracia el año en que se inicia el período, el enjuiciamiento a los culpables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura anterior —rasgo que distingue la democracia argentina de las demás democracias recuperadas en Sudamérica—, la crisis de la deuda externa, el inicio de la globalización, las reformas neoliberales y la severa recesión económica iniciada en 1998 que terminó con la crisis generalizada de 2001/2002, durante la cual fueron asesinados decenas de opositores, incluyendo las masacres de Plaza de Mayo del 20 de diciembre de 2001 y de Avellaneda. El período abarca la primera vez en la historia argentina de dos décadas continuadas bajo régimen democrático y la primera vez en que presidentes democráticos entregan el poder a sucesores de otro partido político elegidos democráticamente.[83]
El gobierno democrático fue restablecido el 10 de diciembre de 1983. El nuevo presidente fue Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical, quien dispuso investigar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura creando la Conadep, ente que produjo un decisivo informe titulado Nunca más. Nueve de los diez miembros de las tres primeras juntas militares fueron enjuiciados y algunos de sus miembros condenados, aunque también bajo su mandato y por presión militar comenzaron a sancionarse las leyes de impunidad. En 1984 se puso fin a la disputa limítrofe con Chile sobre el canal de Beagle. En 1985 acordó con el nuevo presidente democrático de BrasilJosé Sarney, iniciar el proceso de integración regional que se concretaría en 1991 con el nombre de Mercosur.
Después de las elecciones presidenciales de 1989 y afectada la gobernabilidad del país por un proceso hiperinflacionario, Alfonsín se vio obligado a dejar la Presidencia y entregar el mando con seis meses de anticipación.[84] Asumió Carlos Menem del Partido Justicialista. Con un fuerte protagonismo del ministro Domingo Cavallo detuvo la inflación mediante un régimen de convertibilidad y llevó adelante un amplio proceso de privatizaciones, desregulación, apertura de la economía y endeudamiento externo, en consonancia con el Consenso de Washington de 1989 y apoyo del FMI. Socialmente apareció la desocupación masiva y la criminalidad se elevó bruscamente, convirtiéndose ambos en problemas centrales de la agenda política.[85] En 1991 la Argentina entró en guerra contra Irak sin autorización del Congreso Nacional, dentro de la coalición liderada por Estados Unidos.[86] En 1992 y 1994 sufrió dos grandes atentados terroristas, contra la embajada de Israel y contra la AMIA, con 23 y 85 muertos respectivamente, sin que se descubrieran los culpables, en investigaciones con muchas irregularidades.[87] Se resolvió la disputa limítrofe con Chile por 481 km² ubicados en la zona del Lago del Desierto. En 1994 un pacto entre Alfonsín y Menem permitió la reforma de la Constitución y al año siguiente Ménem fue reelecto. Una operación de tráfico de armas a Ecuador y Croacia causó la voladura de la fábrica de armamentos de Río Tercero, dañando la ciudad, causando siete muertos y afectando seriamente las relaciones con el Perú.[88] Los conflictos sociales y las huelgas aumentaron, estallando puebladas y cortes de ruta que dieron origen al movimiento piquetero.[89] En 1998 comenzó un período de recesión que duró cuatro años y desembocó en la peor crisis de la historia argentina.[90]
En diciembre de 1999 asumió la presidencia Fernando de la Rúa de la Unión Cívica Radical, que por entonces formaba parte de La Alianza. Tomó medidas para reducir el déficit público -entre ellas la reducción de las jubilaciones- y flexibilizar los derechos laborales, siguiendo las indicaciones del FMI.[91] La crisis económica y social se agravó y el gobierno designó al exministro del presidente Menem, Domingo Cavallo, quien dispuso la congelación de los depósitos bancarios (medida conocida como «el Corralito»), que culminó en una insurrección social generalizada, con decenas de asesinatos causados por las fuerzas de represión, que llevó a la renuncia del Presidente el 20 de diciembre de 2001.[92][93] Durante dos semanas de incertidumbre se sucedieron varios presidentes, entre ellos el breve gobierno de Adolfo Rodríguez Saá, durante el cual el país entró en default al declarar la moratoria de la deuda externa.[93][94]
El 2 de enero de 2002 la Asamblea Legislativa eligió a Eduardo Duhalde, del Partido Justicialista, como presidente provisional. Duhalde puso fin a la convertibilidad, estableciendo un régimen de pesificación asimétrica, conocido como «el corralón».[95] El peso se devaluó un 300% y los bancos no devolvieron los depósitos en dólares de sus clientes, provocando acciones en su contra de amplios sectores de clase media. En este período la pobreza trepó al 56% de la población y la desocupación al 26%, estableciéndose los subsidios llamados Plan de Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, que alcanzó un pico de dos millones de planes en mayo de 2003. La deuda externa llegó al 135% del PBI.[96] Ese año la inflación fue del 41% y el aumento de los precios de los alimentos llegó al 74,9%.[97]
El período se inició con la recuperación de la gran crisis de diciembre de 2001, causada por el estallido social debido a la convertibilidad económica entre el Peso Argentino y dólar estadounidense, dando paso al default de su deuda externa, generando así una enorme conmoción social, que puso a más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza, con casi un tercio de desempleo y salarios licuados por la inflación. En las elecciones presidenciales de 2003, Néstor Kirchner venció al menemismo representado por el propio Carlos Menem, cuando este último renunció a presentarse al balotaje.[100][101] Durante este período el Congreso inició el procedimiento de juicio político contra cinco miembros de la Corte Suprema, motivando la renuncia de tres y la remoción de otros dos.[102] Se anularon las leyes de impunidad, y se reabrieron los juicios por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, en los que cientos de represores fueron condenados a prisión.[103]
Se destacan el impulso a la desarticulación del ALCA, se canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional y se realizó una reestructuración de la deuda externa con una fuerte quita. El PBI creció de 97 000 millones US$ en 2002, a más de 329 000 millones US$ en 2007.[104] El desempleo se redujo del 17,9% en 2002 al 8,5% en 2007.[105] La política laboral restableció las paritarias anuales (negociaciones colectivas entre patronos y sindicatos), dispuso la fijación anual del salario mínimo por acuerdo tripartito, reduciéndose el trabajo no registrado de 50% en 2003 al 39% en 2007.[106] La inflación fue moderada, aunque con tendencia al ascenso: pasó del 5,3% de 2004[107] a un estimado en torno al 15 o 20% para 2007,[108] aunque las estadísticas oficiales informaban una tasa considerablemente menor.[109]
Durante su segundo mandato se aprobó la Reestatización del 51% de las acciones de la petrolera YPF, se extendió la jubilación para amas de casa y trabajadores precarizados, se aprobó las leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual, se sancionó la Ley de Identidad de Género, se entregó millones de computadoras portátiles a niños, niñas y adolescentes de las escuelas públicas en todo el país a través del programa estatal Conectar Igualdad, se aprobó un nuevo Código Civil y Comercial y se impulsó el desarrollo del sector industrial, destacándose la puesta en órbita el 16 de octubre de 2014 del satélite ARSAT-1, un satélite de comunicacióngeoestacionario por parte de la empresa estatal ARSAT, habiendo sido construido por la empresa argentina INVAP. Posteriormente, el 30 de septiembre de 2015, se lanzó el ARSAT-2, el cual al igual que el anterior fueron puestos en órbita desde la Guyana Francesa. Con el desarrollo y puesta en órbita de estos satélites, Argentina pasó a formar parte del selecto grupo de países de la industria espacial global.[110] Asimismo, estaba previsto dentro del Plan Nacional Espacial, el lanzamiento del satélite ARSAT-3, pero dicho desarrollo quedó en suspenso debido al cambio de administración política producida por el triunfo del macrismo en las elecciones del año 2015.
Durante los dos períodos de Cristina Fernández de Kirchner, a la par de que se redujo sustancialmente la pobreza, desocupación y el trabajo no registrado, se duplicó en buena medida la clase media argentina;[105][111] y también tuvo una fuerte confrontación jurídico-mediática entre el gobierno y el mayor conglomerado de medios de comunicación del país, el Grupo Clarín.[112]
En 2012 comenzó un período de dificultades económicas y deterioro de los indicadores sociales en el marco de la Gran Recesión mundial del año 2008, y especialmente la crisis económica en Brasil del 2014, con una inflación cercana al 30%; aunque los datos oficiales indicaron tasas menores.[113] Debido a la coyuntura mundial y regional, el Gobierno Argentino tomó medidas como el establecimiento de regulaciones para la compra de dólares, el aumento del gasto público, y diversos tipos de subsidios tanto a la industria como a los servicios públicos. Durante sus dos períodos el PBI creció de US$329.000 millones a US$548.000 millones en el 2014.[104]
Su presidencia inició una etapa de cambio completo de la orientación que habían tenido hasta ese momento las políticas de los gobiernos kirchneristas, porque no solo aplicó una serie de medidas como la desregulación del mercado financiero para la libre adquisición de moneda extranjera[115] sino también rebajas a las retenciones a las exportaciones de la soja y otros cereales,[116] así como a las exportaciones mineras; lo que condujo a un leve ascenso del PBI y la inflación; así como la actividad productiva del país y el aumento de la deuda externa.
En marzo del mismo año ocurrió el Tarifazo del 2016, en donde el ministro de transportes Guillermo Dietrich anunció el aumento de las tarifas de agua, energía eléctrica, combustibles y transporte público previo a los festejos del Bicentenario de la Independencia Argentina, siendo así el mayor aumento de las tarifas de la historia reciente, generando una amplia indignación en la población argentina.
En 2017, la presidencia de Mauricio Macri impulsó una reforma del sistema de jubilaciones y pensiones[119] conocida como la Reforma Previsional, siendo aprobada por el Congreso de la Nación Argentina el 19 de diciembre de ese mismo año. Esta reforma alcanzó a adultos mayores jubilados; pensionados, beneficiarios de las asignaciones sociales y familiares; de la Asignación Universal por Hijo, e inclusive a los veteranos de la guerra de las Malvinas.
Según sus proponentes, los objetivos de esta reforma fueron "aumentar la sustentabilidad del sistema jubilatorio y facilitar la reducción del déficit fiscal y la inflación", pero en contrapartida recortó las jubilaciones del 3 al 8%, así como el presupuesto a la seguridad social por unos AR$72.000 millones de pesos (aproximadamente 4100 millones de dólares). Esto desencadenó masivas protestas y movilizaciones con cacerolazos en rechazo a la nueva fórmula en todo el país, pero fueron reprimidos por Gendarmería Nacional, bajo órdenes de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. En 2018 los montos de las jubilaciones y pensiones perdieron 19,2% de poder adquisitvo, los haberes subían un 28,4%,[120] y el índice de precios al consumidor aumentó un 47,6%.[121]
El gobierno de Mauricio Macri decidió pagar a los especulativos fondos buitre, que estaban en litigio con la Argentina, por cifras mucho mayores a las demandadas por los mismos; Un primer pago fue de US$9300 millones, cuestionado en la Justicia,[122] diendo lugar a una «tercera generación», una nueva tanda de demandantes con bonos que no ingresaron a los canjes de deuda previos.[123]
En menos de dos años (entre diciembre de 2015 y junio de 2017) la deuda emitida por el gobierno de Mauricio Macri fue de casi US$100.000 millones de dólares,[124] alcanzando así la cifra de US$216.351 millones de dólares en diciembre de 2017.[125]
En 2018 se produjo una fuga de capitales, causando la devaluación del peso argentino en un 135%.[126] Esto llevó al gobierno a volver a negociar con el Fondo Monetario Internacional con deuda por un valor de US$55.000 millones de dólares, el mayor crédito otorgado por el ente en su historia, generando un aumento considerable de la deuda externa. En 2019 ocurrió una segunda fuga de capitales, reportadas como la más gigante de toda la historia argentina.[127] Esto ocasionó otra devaluación del Peso a un 50%, alcanzando una fuga total de US$26.870 millones de dólares, generando que el gobierno macrista volviera a establecer el «cepo cambiario», como modelo kirchnerista pero con mayores restricciones.
El período finaliza con la victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales de 2023, un candidato por fuera de las ideologías que dominaron la política argentina durante estas dos décadas.
El Gobierno de Argentina es una democraciarepresentativa, republicana y federal, regulado por la Constitución vigente. La Argentina se formó por la unión federativa de las provincias que surgieron después de la disolución del Virreinato del Río de la Plata, y por la incorporación de las que se fueron constituyendo a partir de los territorios nacionales establecidos a raíz de la conquista de amplios territorios indígenas. Desde el propio gobierno esta entidad gubernamental ejecutiva es comúnmente referida como Presidencia de la Nación.
Debido al carácter federal de su organización política, la Argentina posee dos estructuras paralelas de gobierno: por un lado la estructura nacional, con sus tres poderes; y por otro lado las 23 estructuras provinciales —que preexisten a la Nación— más la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que tienen autonomía y son gobernadas por tres poderes en cada caso.[129]
Las autoridades del gobierno federal tienen su sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que es actualmente la «Capital de la República» o «Capital de Nación», denominaciones utilizadas en la Constitución nacional y en la ley de federalización, pero llamada de manera habitual Capital Federal. La Capital Federal está regida por un sistema de autonomía y está subdividida en comunas, mientras que las provincias poseen subdivisiones («departamentos» o «partidos») y municipios (que pueden coincidir con el partido/departamento o no, dependiendo la provincia).
El Poder Ejecutivo Nacional (PEN) de Argentina es el órgano ejecutivo del Estado central de este país. Se trata de un órgano unipersonal y piramidal que se encuentra en cabeza del presidente de la Nación Argentina, funcionario que es la máxima autoridad del país, que oficia tanto como jefe de Estado y jefe de Gobierno y que debe ser elegido cada cuatro años por sufragio directo, secreto, universal y obligatorio, en doble vuelta junto con el candidato a vicepresidente. La reforma constitucional de 1994 introdujo el mecanismo de segunda vuelta electoral, que se realiza entre las dos opciones más votadas si en la primera ninguna hubiera obtenido más del 45 % de los votos válidos o, si habiendo obtenido la opción más votada entre el 40 % y el 45 %, existiera una diferencia con la segunda opción menor al 10 %.[130]
El presidente y el vicepresidente duran cuatro años en sus mandatos y pueden ser reelegidos inmediatamente por un mandato más.[131] El gabinete de ministros del presidente de la Nación es dirigido por el jefe de Gabinete de Ministros, quien se encuentra a cargo de la administración del país y es responsable ante el Congreso.[132] A partir del 10 de diciembre de 2023 el titular del PEN es Javier Milei del partido Partido Libertario con mandato hasta el 10 de diciembre de 2027.[133] Es el décimo presidente desde la recuperación del orden constitucional en 1983.[134]
Al PEN le corresponde la jefatura del Estado y la representación internacional del país, el comando en jefe de las Fuerzas Armadas argentinas y la conducción de la Administración Pública Nacional, entre sus principales funciones. De él dependen la Jefatura de Gabinete de Ministros, así como los ministros y secretarios asimilados. Es el ámbito estatal en Argentina que tiene el mayor presupuesto y la mayor cantidad de funcionarios y empleados.
El Congreso de la Nación Argentina es el órgano que ejerce el poder legislativo federal de la República Argentina. Se encarga de la formación y sanción de las leyes federales. Además, tiene a su cargo la sanción de los códigos legales civil, penal, comercial, laboral y de minería, entre otros destinados a organizar la legislación común de fondo.[135]
El Congreso de la Nación Argentina sesiona entre el 1 de marzo y el 30 de noviembre de cada año, aunque el Presidente de la Nación Argentina puede convocar sesiones extraordinarias o prorrogar su extensión.[136] En el primer caso es el presidente quien determina los temas a tratar, mientras que en el segundo el Congreso de la Nación Argentina tiene libre iniciativa. Según la interpretación de las Cámaras, esta prórroga de sesiones también puede ser ordenada por el Congreso.
La Cámara de Diputados de la Nación Argentina se compone por una cantidad variable de representantes en función de la población que posee el distrito (cada una de las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), pero dicha cantidad nunca puede ser menor a tres, se eligen mediante el sistema de representación proporcional (sistema D'Hondt), duran cuatro años en su mandato y se renuevan por mitades cada dos años (cada distrito elige cada dos años aproximadamente la mitad de los diputados que le corresponden) pudiendo ser reelegidos indefinidamente. Son electos tomando como distrito único cada provincia y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se vota, por una lista de todos los candidatos de cada partido político o alianza electoral, a los puestos que cada distrito ponga en disputa en esa elección.[137] Por la Ley de paridad de género, establece que las listas de candidatos al Congreso de la Nación Argentina deben estar compuestas en un 50% por mujeres y el otro 50% por hombres.[138] Esta ley acentuó la participación de las mujeres en la política, vigorosa en Argentina desde la sanción de la Ley de cupo Femenino, de modo que la República Argentina es el país sudamericano con mayor cantidad de mujeres en el Poder Legislativo y estando, a su vez, entre los primeros diez a nivel mundial.[139]
El Senado de la Nación Argentina reúne a los representantes de las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Le corresponde a cada una dos senadores por la mayoría y uno por la minoría, para un total de 72 Senadores. Estos son elegidos por voto directo de los habitantes de cada distrito, mediante el sistema de lista incompleta, correspondiendo dos a la lista que mayor cantidad de votos obtenga y uno a la que le sigue. Su mandato dura seis años y se renueva por tercios cada dos años, correspondiendo realizar las elecciones de renovación por distrito alternados, pudiendo ser reelegidos indefinidamente.[140]
El Congreso de la Nación Argentina cuenta con un organismo constitucional autónomo de asistencia técnica: la Auditoría General de la Nación Argentina, a cargo del control de legalidad, gestión y auditoría de toda la actividad de la administración pública.[141] Además, en el ámbito del Congreso de la Nación Argentina funciona el Defensor del Pueblo de la Nación Argentina como órgano independiente, sin recibir instrucciones de ninguna autoridad. Su propósito es defender los derechos humanos y los derechos constitucionales y legales que puedan ser afectados por la Administración.[142]
Está regulado en la sección tercera de la segunda parte de la Constitución de la Nación Argentina. La corte suprema la integran cinco jueces abogados nombrados por el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado, que requiere para ello una mayoría de dos tercios.[143][144]
Los tribunales inferiores están encargados de resolver los conflictos regulados por la legislación federal en todo el país (tribunales federales) y, también, por la legislación común en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (tribunales nacionales). La designación de los jueces la realiza el presidente de la Nación con acuerdo del Senado, sobre la base de una terna integrada por candidatos seleccionados en concurso público por el Consejo de la Magistratura, órgano de composición multisectorial, a quien corresponde el control directo de los jueces y la administración del Poder judicial.[145] Los jueces permanecen en sus cargos «mientras dure su buena conducta» y solo pueden ser removidos en caso de infracciones graves, por un Jurado de Enjuiciamiento, integrado por legisladores, magistrados y abogados y senadores.
El Ministerio Público de Argentina es un organismo constitucional independiente y con autonomía funcional y financiera, con la función de promover la actuación de la justicia. El Ministerio Público es considerado por parte de la doctrina como un cuarto poder, en tanto que otra parte sostiene que se trata de un órgano extra poder.[146]
Se trata de un organismo bicéfalo, integrado por el Ministerio Público Fiscal, dirigido por el procurador general de la Nación y encargado de la acción de los fiscales, y el Ministerio Público de Defensa dirigido por el defensor general de la Nación y encargado de la acción de los defensores oficiales o públicos.[147] El Defensor del Pueblo no forma parte de este organismo, sino que constituye un órgano independiente en el ámbito del Congreso de la Nación, con autonomía funcional.
Los fiscales son los encargados de defender los intereses públicos en los procesos judiciales, instando la acción pública, en tanto que los defensores públicos son los encargados de defender los derechos de las personas perseguidas por los tribunales del país o que, por alguna circunstancia no pueden ejercer su defensa, como en el caso de los menores, incapaces o afectados por discriminaciones.
Debido al sistema federal adoptado por la Constitución, las provincias son autónomas y mantienen todo el poder no delegado explícitamente al gobierno federal.
Todas las provincias cuentan con una constitución republicana y representativa que organiza sus propios poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, y regula el régimen de autonomía municipal. Las provincias pueden sancionar leyes sobre cuestiones no federales, pero las principales leyes comunes (civiles, comerciales, penales, laborales, de seguridad social y de minería) están reservadas al Congreso Nacional (Constitución Nacional, artículo 75, inciso 12).
En todas las provincias, el poder ejecutivo está a cargo de un gobernador que dura en sus funciones cuatro años y que, en general, puede ser reelegido. El poder legislativo en algunas provincias está ejercido por una legislatura unicameral y en otras por una legislatura bicameral.[148] Todas las provincias cuentan con un poder judicial con su correspondiente Corte Superior provincial y tribunales encargados de resolver los conflictos regidos por la ley común (civil, penal, comercial, laboral, administrativo local).[149]
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un régimen especial de autonomía, de tal forma que sin llevar el título de "provincia", funciona igual a una provincia, similar a lo que pasa en México con la Ciudad de México, que siendo una ciudad tiene plenamente el rango de "Estado". Desde 1996 la Ciudad de Buenos Aires tiene una Constitución propia de rango provincial y elige a su propio gobernador, el cual lleva el título de "Jefe de Gobierno". Desde 2005, Buenos Aires está dividida en comunas y desde 2011 se eligen la mesa o junta comunal que rige en cada comuna. Una ley sancionada en 1880 la confirmó como capital de la República y la federalizó, separándola de la provincia de Buenos Aires. Su organización política cuenta también con una Constitución republicana que establece un gobierno dividido en tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y un régimen de descentralización en comunas. Las restricciones en materia de autonomía han influido para que hasta 2006 careciera de policía propia y un sistema judicial para resolver conflictos motivados en la aplicación de las leyes comunes. El titular del poder ejecutivo lleva el título de jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
A 2020, 16 de las 24 jurisdicciones de primer orden tienen Legislaturas unicamerales, en tanto todos los concejos deliberantes a lo largo de todo el país también son de cámara única.[150]
La Constitución Nacional pide a cada provincia la organización de un régimen municipal[151] y reconoce a los municipios su autonomía.[152]
Los municipios dirigen los destinos de cada ciudad o pueblo; por lo general, su jurisdicción se extiende a la zona rural aledaña y, en ocasiones, abarca localidades menores.
Las relaciones exteriores de Argentina son las relaciones que tiene dicho país con los demás países del exterior, tanto en el campo político, como en los campos económico, comercial, militar, jurídico, cultural, geopolítico y geoestratégico. Desde sus inicios, la Argentina ha sido un actor primordial en Sudamérica y ha jugado un rol importante en el escenario político global, aunque su orientación y alianzas han variado mucho a lo largo del tiempo y de los diferentes gobiernos. Aun así, la Argentina se ha caracterizado, en general, y con algunas excepciones, por un mayor nivel de autonomía respecto de las grandes potencias, y una política exterior más soberana, en comparación con otros países latinoamericanos, debido a su mayor nivel de desarrollo, a la percepción de tener un rol importante que jugar en el mundo, y al mayor peso que han tenido a lo largo de su historia ideologías, intelectuales y corrientes antiimperialistas. En ese sentido, su política exterior es comparable a la de otras potencias intermedias.
Participó en cada fase de la operación de Haití y también ha contribuido en operaciones pacificadoras en diversas zonas del mundo. En reconocimiento a sus contribuciones a la seguridad internacional y a la pacificación, el presidente estadounidense Bill Clinton designó a la Argentina como aliado importante extra-OTAN en enero de 1998.[153]
Las Fuerzas Armadas Argentinas (FF. AA) constituyen el instrumento militar para la defensa nacional de la Argentina. Las Fuerzas Armadas son exclusivamente el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.[156] Además de la defensa nacional, participan con apoyo a la comunidad en situaciones de emergencia, el despliegue de tropas en operaciones de mantenimiento de la paz bajo mandato de ONU y el apoyo logístico y de transporte a la presencia argentina en la Antártida.[157]
El presidente de la Nación es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y le compete la conducción del instrumento militar, conforme a las atribuciones conferidas por el Artículo 99 de la Constitución Argentina.[156][158]
La incumbencia de las Fuerzas Armadas en seguridad interior se halla limitada al empleo subsidiario de elementos militares en apoyo a la seguridad interior, para su propia preservación, o, de manera absolutamente excepcional, para el restablecimiento del orden en el ámbito interno por disposición del presidente y previa declaración del estado de sitio.[159]
Los jefes de Estados Mayores Generales ejercen la conducción con dependencia del Ministerio de Defensa por delegación del comandante en jefe, y con dependencia funcional del Estado Mayor Conjunto.[156]
Las fuerzas más antiguas son el Ejército y la Armada, nacidas en 1810, mientras que la Fuerza Aérea se creó en 1945. En conjunto, formaron uno de los mayores poderíos en toda América Latina debido a los conflictos bélicos que tuvo Argentina, pero este poder se redujo considerablemente a partir de 1983. La última dictadura destinó para gastos de defensa un promedio del 3,64% del PBI.[160] Los gobiernos democráticos que siguieron a la dictadura, redujeron las partidas correspondientes a las Fuerzas Armadas, a un promedio de 1,22% del PBI para el período 1984-2019.[160] El ministro de Defensa Oscar Aguad, durante la gestión de Mauricio Macri, consideró durante su gestión que las Fuerzas Armadas argentinas tenían «muy pobre equipamiento y muy bajos salarios».[161][162] La administración Macri destinó a las Fuerzas Armadas, un promedio anual del 0,78% del PBI, mientras que Cristina Fernández de Kirchner destinó un 0,80% en su primer mandato y un 0,83% en el segundo.[160]
En tiempos de paz, las fuerzas desarrollan actividades de adiestramiento, investigaciones aplicadas, desarrollo de sus propios equipos y realizan misiones de paz en todo el planeta. La edad mínima para ingresar es de 18 años, sin que exista un servicio militar obligatorio.
Desde 2016 se encuentran meramente autorizadas para derribar aviones hostiles que ingresen al espacio vital aéreo argentino sin permiso previo, siguiendo una serie de pasos protocolares como alertar a todas las fuerzas nacionales y al presidente, proceder a identificar la aeronave, advertirle, intimidarla y en caso de no ceder, tomar la medida de fuerza extrema. Estas medidas drásticas son con el fin de combatir el delito complejo, el crimen organizado y el narcotráfico que inquieta cada vez más al país.[163]
Desde 1980 se autorizó progresivamente la incorporación de mujeres a las Fuerzas Armadas y desde 2005 se implementó una política de género. El porcentaje de mujeres en las fuerzas armadas pasó del 7,6 %, en 2006, al 16,8 % en 2017.[164][165] En 2015 las tres fuerzas sumaban 77 000 efectivos aproximadamente.[166] En 2018, el número de efectivos informados alcanzó a algo más de 83 000.[167]
Cada provincia cuenta con su propia policía, que puede trabajar en conjunto con la PFA la fuerza de seguridad que se encarga de los delitos de ámbito exclusivamente federal o que involucran a más de una jurisdicción. La Policía Federal fue hasta 2009 la fuerza policial de la ciudad de Buenos Aires, cuando el entonces jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri creó la Policía Metropolitana de Buenos Aires, la misma fue creada en el marco de la ley n.º 2894, de Seguridad Pública, que fue sancionada el 28 de octubre de 2008 y promulgada por medio del decreto 1354 del 18 de noviembre de ese año. La reglamentación de la norma se registró el 20 de marzo de 2009 por medio del decreto 210.[169]
Derechos humanos
En su Constitución, Argentina establece la jerarquía constitucional de los tratados de derechos humanos.[170]
Firmado y ratificado, firmado, pero no ratificado, ni firmado ni ratificado, sin información, ha accedido a firmar y ratificar el órgano en cuestión, pero también reconoce la competencia de recibir y procesar comunicaciones individuales por parte de los órganos competentes.
La organización territorial de Argentina está conformada por varios niveles. En el primer nivel se ubican las 23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que es la capital de la nación en donde se encuentra la sede del Gobierno federal. En un segundo nivel existen 379 departamentos, 135 municipios o partidos y 15 comunas (localidades).
Las provincias tienen autonomía plena, forman parte de la Nación y son jurídicamente preexistentes a ella, según los principios del federalismo establecidos en la Constitución Nacional. Jurídicamente la Argentina se constituyó como una federación de provincias y mantiene por mandato constitucional los nombres históricos de Provincias Unidas del Río de la Plata y Confederación Argentina, además de República Argentina (el único usual).
Buenos Aires es la capital y ciudad más poblada de la República Argentina. Sus nombres oficiales son Ciudad de Buenos Aires o Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).[182] También es llamada Capital Federal, sede del Gobierno nacional.[183] Es uno de los 24 distritos, o «jurisdicciones de primer orden»,[184] que conforman el país. Desde 1996 es una ciudad autónoma, por lo que tiene sus propios poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Está situada en la región centro-este del país, sobre la orilla sur del Río de la Plata, en la región pampeana. La ciudad de Buenos Aires fue cedida en 1880 por la provincia de Buenos Aires para que fuera la capital federal del país; a partir de 2020 es considerada «capital principal», junto a 24 capitales alternas.[185] En virtud de la reforma constitucional de 1994, goza de un régimen de autonomía.
Su tejido urbano se asemeja a un abanico que limita al sur, oeste y norte con la lindante provincia de Buenos Aires y al este con el Río de la Plata. Oficialmente la ciudad se encuentra dividida en 15 comunas que agrupan a 48 barrios.[186]
La población de la ciudad, según el Censo de 2022, es de 3 120 612 habitantes.[187] Integra un aglomerado urbano mayor denominado área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) junto a cuarenta partidos-municipios de la lindera provincia de Buenos Aires, que en total suma una población de 13 395 796 habitantes.[187]
Buenos Aires es una ciudad cosmopolita y un importante destino turístico.[188][189] Su compleja infraestructura la convierte en una de las metrópolis de mayor importancia de América y es una ciudad global de categoría "alfa -",[190] dadas sus influencias en el comercio, finanzas, moda, arte, gastronomía, educación, entretenimiento y principalmente en su marcada cultura.[191] Su renta per cápita es de las más altas de la región.[192][193] En 2022, fue la ciudad más visitada de Latinoamérica.[194][195] Es considerada una de las veinticinco ciudades más influyentes del mundo.[196]
Las regiones para el desarrollo económico y social o simplemente regiones, son entidades de coordinación formalmente constituidas en Argentina por tratados interprovinciales,[198] que agrupan a un número de provincias que acceden voluntariamente. Entre sus principales objetivos está la mejora en la ejecución de políticas públicas, de la administración de los recursos económicos, y el favorecimiento del desarrollo económico y social de las provincias que las integran. La conformación de una región puede responder a aspectos históricos, geográficos, económicos, sociales, culturales y políticos, no existiendo ningún criterio establecido para su conformación.
Limita con Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Su geografía es muy variada, encontrándose mayormente llanuras en el este, serranías en el centro y montañas en el oeste. El país se encuentra atravesado, en su extremo occidental, de norte a sur por la cordillera de los Andes. El pico más alto de la Argentina es el Aconcagua, de 6960,8 m s. n. m.
El territorio argentino bajo soberanía efectiva tiene un gran desarrollo longitudinal: 3700 kilómetros entre el extremo norte y el extremo sur, de Santa Catalina (Jujuy) a Ushuaia,[199] lo que lo convierte en uno de los países más largos del mundo.
La superficie total, ascendería de este modo a los 3 761 274 km². Aun así, en esta cifra no están incluidas: la franja oceánica argentina de 200 millas náuticas correspondientes al mar Argentino, ni las aguas del río de la Plata. Por otra parte por causa de la pretensión del Reino Unido de extender su área marítima a 350 millas náuticas (unos 564 km) desde la línea costera de bajamar, partiendo de territorios reclamados por la Argentina, o que ocupa el Reino Unido pero que están en litigio con la Argentina, las reivindicaciones de extensión marítima de ambos países se sobreponen, tanto en las islas del Atlántico Sur como en la proyección desde el continente antártico y sus islas.
La República Argentina[203] es un país ubicado en América del Sur, más específicamente en el Cono Sur. Tiene 2 780 400 km² de extensión, lo que lo convierte en el octavo país más grande del mundo, el más grande de habla hispana y el segundo más extenso de Sudamérica, solo superado por Brasil. Si se contaran los territorios reclamados o en disputa, Argentina sería el séptimo país más extenso del mundo, superando a la India.
Las regiones geográficas de Argentina son cada una de las grandes divisiones territoriales, definidas por características geográficas e histórico-sociales en las que se divide la nación sudamericana.[212]
A lo largo de la historia se han propuesto varias regiones. Las más estables han sido las regiones Pampeana, Cuyana, la del Noroeste y la Patagonia. Algunas de ellas tienden a desaparecer, como la Mesopotamia. Por el contrario, la región del Noreste y la Metropolitana tienden a reconocerse. Varios autores relevantes han considerado las regiones Chaqueña y/o la de las Sierras Pampeanas. La separación de la Patagonia en Andina y Extra-Andina tiende a perder consenso. En el mismo sentido, la separación de la Pampa en Húmeda y Seca fue propuesta por un Difrieri, pero esto no fue retomado por otros autores. Varios autores relevantes han considerado regiones para la Antártida Argentina y para el Mar Argentino.[214] Así, en los últimos 50 años, la cantidad de regiones ha sido entre 8 y 6 regiones continentales; a las que se pueden agregar 1 o 2 marítimas/antárticas.
Las características generales de la orografía de la Argentina son la presencia de montañas en el oeste y de llanos en el este, configurando una planimetría que disminuye en altitud de oeste a este.[215]
El extremo oeste está conformado por la Cordillera Principal del sistema andino. Al norte se encuentran los sectores más altos de la cordillera, que son también los más altos del continente. Allí se encuentra el cerro Aconcagua, que con una altitud de 6960,8 m s. n. m.,[216] es el punto más alto del mundo fuera del sistema de los Himalayas. Otros picos prominentes son el monte Pissis (6882 m s. n. m.) en La Rioja, el nevado Ojos del Salado (6864 m s. n. m.) en Catamarca, el cerro Bonete Chico (6850 m s. n. m.) en La Rioja, el cerro Tupungato (6800 m s. n. m.) en Mendoza, el cerro Mercedario (6770 m s. n. m.) en San Juan, entre otros. El tramo patagónico de los Andes, que nace en Neuquén, es notoriamente más bajo que el sector norte: el volcán Lanín (3776 m s. n. m.) en Neuquén, el monte Tronador (3478 m s. n. m.) en Río Negro y el monte Fitz Roy o Chaltén (3405 m s. n. m.) en Santa Cruz, son sus mayores alturas.
Inmediatamente al este de la cadena principal, se encuentran una serie de cordilleras o sierras que, teniendo orígenes distintos o idénticos a la cordillera de los Andes en sí misma, forman con esta parte del sistema andino. Un primer grupo de éstas, son aquellas cordilleras que corren paralelas a la Cordillera Principal en su parte más elevada: Sierra de la Punilla (cerro Silvo, 4486 m s. n. m.) en San Juan, Sierra del Tontal (cerro Pircas 4366 m s. n. m.) en San Juan, Sierra de Uspallata (cerro Pelado 3452 m s. n. m.) en Mendoza, Cordón del Plata (cerro Blanco 5490 m s. n. m.) en Mendoza, a los que se puede agregar la Cordillera del Viento (volcán Domuyo 4709 m s. n. m.) en el norte de Neuquén.
Más espaciadas, al sur de las sierras subandinas y al este de las paralelas a la Cordillera Principal, se encuentran varias sierras y cordilleras separadas por llanuras. Ellas son la Sierra del Aconquija (Cerro del Bolsón 5550 m s. n. m., en Tucumán) en Catamarca y Tucumán, la Sierra de Fiambalá (cerro Morado, 4920 m s. n. m.) en Catamarca, la Sierra de Ambato (4407 m s. n. m.) en Catamarca, la Sierra de Famatina (cerro General Belgrano, 6201 m s. n. m.) en La Rioja, la Sierra de Velasco (cerro El Mela, 4257 m s. n. m.) en La Rioja, la Sierra de Valle Fértil (cerro Tres Mojones, 2537 m s. n. m.) en San Juan, la Sierra Pie de Palo (mogote Corralitos, 3162 m s. n. m.) en San Juan, las Sierras de Córdoba (cerro Champaquí, 2790 m s. n. m.) en Córdoba, la Sierra de San Luis (cerro Agua Hedionda, 2150 m s. n. m.) en San Luis y la Sierra del Nevado (cerro Nevado, 3810 m s. n. m.) en Mendoza.
La meseta patagónica es un conjunto de altiplanos y llanuras elevadas y áridas intrincada con escarpadas sierras, enclavada entre los Andes patagónicos y el océano Atlántico, donde cae abruptamente en altos acantilados que dan al Mar Argentino. Esta altiplanicie está salpicada por esporádicas sierras bajas y pequeñas y cerros aislados (cerro Anecón Grande, 2010 m s. n. m. en Río Negro, cerro Calfuquir, de 1885 m s. n. m. en Chubut, cerro Cojudo Blanco, 1335 m s. n. m. en Santa Cruz). En la Patagonia argentina también se encuentra la depresión más profunda de toda América: la laguna del Carbón a 105 metros bajo el nivel del mar.[218]
En la Mesopotamia oriental, sobre las estribaciones del macizo de Brasilia, el relieve se presenta como sierras bajas en la provincia de Misiones (sierra de Misiones o del Imán, 846 m s. n. m.), que hacia el sur, en las provincias de Corrientes y Entre Ríos, se transforman en cuchillas o lomadas de origen sedimentario más bajas aún, que constituyen una topografía ondulante (Tres Cerros, 138 m s. n. m. en Corrientes).[219]
La gran llanura Chaco-Pampeana constituye el ambiente geográfico emblemático de la Argentina. Constituyen llanuras con pocas ondulaciones (con excepción de sierras aisladas en el sur de la Pampa), subtropical al norte (Chaco) y templada al sur (Pampa). La pendiente, suave, de dirección noroeste-sudeste, es prácticamente imperceptible, por lo que los ríos surcan la llanura son sinuosos, formando esteros y pantanos en terrenos donde la pendiente casi se anula: río Teuco en Salta, ríos Salado y Dulce en Santiago del Estero, Formosa, esteros del Iberá en Corrientes, sur de Córdoba, sudeste de Buenos Aires. La monotonía del paisaje solo se quiebra con la presencia de algunos sistemas serranos:[220] el Sistema de Tandilia (cerro La Juanita, 524 m s. n. m.), el sistema de Ventania (cerro Tres Picos, 1238 m s. n. m.) en Buenos Aires, la Sierra de Lihuel Calel (500 m s. n. m.) y la sierra de Choique Mahuida (cerro Ojo de Agua, 297 m s. n. m.) en La Pampa.
El Nevado Ojos del Salado es el volcán más alto del mundo y la segunda cumbre más alta del continente. Los ocho volcanes más altos del planeta Tierra se hallan en la cordillera argentina.
La hidrografía de Argentina estudia los cuerpos de agua naturales del país, que incluyen ríos, lagos, humedales, campos de hielo y aguas subterráneas; además de los creados por la acción del hombre, como embalses y canales.
Los ríos argentinos se agrupan en tres cuencas o vertientes: los de la vertiente del Atlántico, que desaguan en el Mar Argentino, los de la vertiente del Pacífico y, por último, los pertenecientes a las diversas cuencas endorreicas del interior del país.[221]
Los esteros del Iberá, en Corrientes, abarcan entre 15 000 y 25 000 km² y son el segundo humedal más grande del mundo.
Los climas argentinos han sido clasificados por diversos autores. La más reciente de las clasificaciones es la del Instituto Geográfico Nacional (IGN) (Mapa 1) que actualiza una larga tradición de clasificaciones nacionales que, a su vez, se basan en la clasificación internacional de Köppen y Geiger.
El clima de Argentina está fuertemente relacionado con sectores importantes de su economía. Los distintos tipos climáticos permiten y favorecen distintos tipos de cultivos y de ganado. También está implicado en ciertos tipos de turismo.
El cambio climático en Argentina se refiere a las causas, efectos y políticas para la mitigación y adaptación al cambio climático en Argentina. Según los científicos, se predice que el calentamiento global tendrá efectos significativos en el clima de Argentina.[225] Aunque las temperaturas han aumentado a un ritmo más lento que el promedio mundial, estos impactos se han producido en muchas áreas. Si estas tendencias continúan, se predice que el cambio climático exacerbará los desastres naturales existentes, como el aumento de la intensidad y la frecuencia de las inundaciones o creará nuevas áreas de inundación.
En diciembre de 2013 se registró una ola de calor muy prolongada en Argentina desde que se comenzaron las mediciones en 1906,[226][227] afectando por lo menos 52 ciudades de todo el país.[228] Por primera vez desde la creación del sistema de alarma por calor, rigió una alerta en nivel rojo.[229]
El Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) señaló a fines de noviembre de 2014 que desde 1964 aumentaron un 10 % (casi 200 mm) las precipitaciones en casi todo el país, pero disminuyeron las lluvias en las regiones de Cuyo y de los Andes patagónicos. Por otra parte en toda la Patagonia argentina la temperatura promedio ascendió 1 °C lo cual ha hecho retroceder glaciares y ascender el nivel inferior de las nieves eternas montanas.[230]
Según un informe dado a conocer a fines de marzo de 2014 por el Grupo Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU si se continúan con los niveles actuales de emisión de GEI habrá más lluvias y posibles inundaciones en el centro y norte de la Argentina continental americana, y más sequías en el oeste y sur de la Argentina continental americana.[231]
En el 2016, Argentina presentó su primera Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que fue considerada "altamente insuficiente" por el sitio web Climate Action Tracker[232] para alcanzar la meta de 1,5 °C de calentamiento propuesta por el Acuerdo de París. En diciembre de 2020, se presentó una nueva NDC, con objetivos más ambiciosos, mayor claridad en los mecanismos de transparencia y un plan de seguimiento de las estrategias de mitigación y adaptación. Esto le valió un cambio en la categoría de "altamente insuficiente" a "insuficiente" en la calificación del Climate Action Tracker.[232]
En el verano de 2023 las temperaturas en gran parte del país alcanzaron niveles extremos considerándose a esta última ola de calor la más brutal impulsada por el cambio climático.[233]
Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, mandela hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E.
Fue creado por el grabador cuzqueño de origen peruano, Juan de Dios Rivera Túpac-Amaru (1760-1843).[249][250]Según el historiador Diego Abad de Santillán, se trata de una representación del diossolarinca, Inti.[251] La versión que figuraba en la primera moneda argentina y en su actual bandera contiene dieciséis rayos rectos y dieciséis rayos flamígeros (32 en total) intercalados que salen de un sol con rostro humano.[242] Mientras que la versión que utiliza la bandera de Uruguay cuenta con ocho rayos rectos y ocho flamígeros, también intercalados.[252]
La denominación «de Mayo» hace referencia a la Revolución de Mayo, ocurrida en la semana del 18 al 25 de mayo de 1810, y que marcó el inicio del proceso de independencia de España de los actuales países que en ese momento formaban el Virreinato del Río de La Plata.[253][254][255]
El escudo de Argentina tiene la forma de una elipse en la proporción 14:11. La elipse en el eje principal se divide entre celeste (azul claro) y plata o argén (blanco) y, por lo tanto, se mantiene en los colores nacionales.
La Asamblea del Año XIII comisionó al diputado por San Luis, Agustín Donado para que se encargara de la confección del sello con el cual se autenticaría la documentación del Gobierno, el grabado definitivo de tal sello fue realizado por el orfebre peruano Juan de Dios Rivera (1760-1843), quien parece haberse inspirado en un escudo usado por los jacobinos durante la Revolución francesa.[256]
En el AGN se halla el decreto del 12 de marzo de 1813 firmado por Hipólito Vieytes y Tomás Antonio Valle, secretario y presidente respectivamente de la Asamblea por el cual se ordena:
Que el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano con la sola diferencia de que la inscripción del círculo sea la de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El hecho de que Manuel Belgrano lo usara como símbolo central del gallardete de las tropas emancipadoras consagró el emblema, siendo adoptado por pueblos y gobiernos como símbolo de la nacionalidad argentina.
Tras algunas modificaciones en el diseño del escudo, finalmente fue sancionado el diseño actual el 24 de abril de 1944 mediante decreto ley N.º 10.302 del Poder Ejecutivo Nacional, estableciéndose que se use exclusivamente el diseño original.
El Himno Nacional Argentino es el himno oficial de Argentina, y uno de los símbolos patrios de ese país. Fue escrito por Vicente López y Planes en 1812 y compuesto por Blas Parera un año más tarde. Originalmente fue denominado Marcha patriótica, luego Canción patriótica nacional y posteriormente fue una Canción patriótica. Una publicación en 1847 lo llamó «Himno Nacional Argentino», nombre que ha conservado y con el cual es conocido.
El Día del Himno Nacional Argentino es el 11 de mayo.[257]
La escarapela es un distintivo que acompaña a los símbolos nacionales de Argentina. Fue instituida por un decreto del 18 de febrero de 1812 del Primer Triunvirato de la Argentina, quien determinó que:[258]
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El logo de Argentina (o Marca Argentina) es el logo oficial del estado y es usado para representar a la Marca País, creada para impulsar el turismo, principalmente, desde el exterior.[266]
En julio del año 2021 se seleccionó el último (y actual) logotipo mediante el Decreto 460/2021. En la selección del mismo participaron compañías nacionales como el CONICET, Aerolíneas Argentinas, también la Cámara Argentina de Turismo y la Organización Mundial del Turismo.[269]
En el mismo decreto, el logotipo que representa a Argentina en el exterior se hizo oficial.[270]
Artículo 1 - Créase la "Marca Argentina", cuyo Signo Oficial será el isologotipo que luce en el Anexo que forma parte integrante del presente, la que permitirá homogeneizar la imagen nacional en el mundo.
Las plantas subtropicales dominan el norte del país, como parte de la región del Gran Chaco. El género Aspidosperma de árboles está bien diseminado y se halla representado por el palo de rosa y el árbol del quebracho; también son predominantes los árboles blancos y negros del algarrobo (Prosopis alba y Prosopis nigra). La sabana existe en las regiones más secas, cerca de los Andes. Las plantas acuáticas prosperan en los humedales que dotan a la región.[273]
En la zona central del país se encuentra la Pampa húmeda, una gran pradera. Originalmente, la pampa no tenía virtualmente ningún árbol; pero debido a la intervención humana se encuentran presentes ciertas especies importadas como el sicómoro americano o el eucalipto. Uno de los árboles nativos de la zona es el ombú, un árbol de tipo perennifolio.[273]
Los suelos superficiales de la llanura pampeana poseen una gran cantidad de humus. Esto hace que la región sea muy productiva para la agricultura.[273]
La pampa occidental o pampa seca recibe menos de 500mm/año de precipitaciones, y es una llanura de hierbas duras o estepa. En gran parte su tussok es el mismo del Comahue, la región central de la pampa occidental, y se halla recubierta de «montes» o bosques del árbol caducifolio llamado caldén. El mismo se distribuye en una diagonal que va desde los límites meridionales de las provincias de Córdoba y San Luis hasta los límites meridionales de las provincias de La Pampa y Buenos Aires.[273]
Árboles foráneos presentes en plantaciones de la silvicultura son la Picea, el ciprés, y el pino. Las plantas comunes son el copihue y el colihue. En Cuyo, abundan los arbustos espinosos semiáridos y otras plantas xerófilas. A lo largo de varios oasis, las hierbas y árboles de río crecen en números significativos. El área presenta las condiciones óptimas para el crecimiento a gran escala de las vides de uva. En el noroeste de la Argentina hay muchas especies del cactus. En las elevaciones más altas (sobre 4000 m s. n. m.), no crece ninguna vegetación importante debido a la altitud extrema, y los suelos están virtualmente desprovistos de cualquier vida de plantas.[273]
La mayor parte de la Argentina se encuentra dentro de la región fitogeográficaNeotropical (Cabrera, 1976), hallándose 4 dominios representados en esta región. La mayor riqueza florística de la Argentina se halla en selvas subtropicales del dominio Amazónico situado en el norte del país. El dominio Chaqueño es a su vez la formación más extensa, con bosques subtropicales caducos, estepas y sabanas desde el océano Atlántico a la región andina, y desde los límites con Bolivia y Paraguay hasta el norte de la provincia de Chubut. Al sur y oeste de Argentina se encuentra el dominio Andino patagónico, que comprende los desiertos de altura de los Andes, la Puna y las estepas patagónicas, y el dominio Subantártico que comprende una angosta franja de bosques templados caducifolios y perennifolios a lo largo de los Andes patagónicos.
El territorio argentino incluye una gran variedad de biomas y biotopos, debido a su extensión y variedad climática condicionada por factores tan diversos como la latitud, altitudes, condiciones edafológicas, etc. Esta variedad tiene como consecuencia una importante diversidad en la fauna autóctona. Para entender la existencia de las especies animales es necesario entender cómo es la red trófica de cada ecosistema y dentro de ella, la de cada biotopo, pero en el caso de Argentina una explicación en detalle resulta casi imposible precisamente debido a su gran diversidad ecológica.
De este modo el territorio argentino (como el de todo el Cono Sur) es señalado como parte de la región faunística y la ecozonaneotropical, el clima templado y frío de gran parte del territorio han generado endemismos y evoluciones convergentes y han permitido rápidas aclimataciones de especies provenientes de la región holártica, ya sea de las debidas desde hace ca 9 millones de años por el Gran Intercambio Americano o a las producidas hace medio milenio y hasta el presente.
En la zona subtropical de la Argentina existen muchas aves como el águila harpía (la mayor ave predadora del continente), decenas de especies de diminutos colibríes, tres especies de flamencos, cinco especies de tucanes y diversas especies de loros. Las praderas centrales están pobladas por los tatúes, el colo colo, y el ñandú o avestruz sudamericana. Los halcones, diversos patos así como las garzas y las perdices, también habitan la zona, al igual que varias especies de ciervos y zorros. Algunas especies se extienden hacia la Patagonia.[274]
Las montañas occidentales son el hogar de diversos animales. Entre ellos están la llama, la taruca, el guanaco y la vicuña, que son algunas de las especies más reconocibles de Sudamérica. También en esta región están el gato andino y el cóndor. Este último es el ave voladora de mayor tamaño del mundo, así como también una de las que vuela hasta mayores alturas.[274]
En la Argentina meridional habitan el puma, el huemul, el pudú (el ciervo más pequeño del mundo) y el introducido jabalí. La costa de la Patagonia es rica en vida animal: el elefante marino, el lobo marino, el león marino, y diversas especies de pingüinos. En el extremo sur se encuentran los cormoranes, que se alimentan de peces.[274]
Las aguas territoriales de la Argentina tienen abundante vida oceánica; están los mamíferos como los delfines y las ballenas. Una de las ballenas más destacadas es la ballena franca, junto con las orcas son el gran atractivo turístico de península Valdés y Puerto Madryn. Los peces marinos incluyen las sardinas, las merluzas, los salmones, y los cazones; también está presente el calamar y la centolla en Tierra del Fuego. Los ríos y las corrientes en la Argentina tienen muchas especies de peces de agua dulce como las truchas y un pez sudamericano como el dorado.[274] Según la cultura general, el pez Nacional Argentino es el Surubí.
Argentina y el subcontinente sudamericano en general se caracterizan por su abundante y extraordinaria avifauna, existiendo en la Argentina continental americana unas 1400 especies de aves de todo tipo, aunque cuantitativamente se destacan mucho solo algunas decenas y muchas de ellas (a causa del ser humano) bajo riesgo de extinción.[275] A inicios del presente siglo XXI hay unas 400 especies de mamíferos en el país, (En el año 2019 tras casi una década de estudio se descubrieron 15 nuevas especies de mamíferos argentinos)[276] más de un cuarto (98 especies) está en peligro de extinguirse, casi todas por causas humanas.[277] Las especies de ofidios que habitan en la Argentina incluyen a la boa constrictora, a la venenosa yarará y a la serpiente de cascabel.[274]
La Argentina es el noveno país con mayor riqueza y biodiversidad natural, la mayoría de la cual se encuentra en sus bosques.[285] Los bosques de Argentina prestan numerosos servicios ambientales, y contienen 25.928.636 Gigagramos (Gg) de CO2.[286] Las provincias que concentran la mayor parte de los bosques nativos son Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Salta, Misiones, Santa Fe y La Pampa.[279] Santiago del Estero es la provincia con más superficie de bosques, con 7.7 millones de hectáreas.[287]
Argentina cuenta además con 1.287.232 hectáreas de bosques implantados (casi en su totalidad con especies alóctonas), según datos actualizados del Inventario Nacional de Plantaciones por Superficie.[288] De estos bosques implantados, el 79% se encuentra en las provincias de Misiones, Corrientes y Entre Ríos.[289]
La principal causa de la deforestación en Argentina es la extensión de la frontera agrícola (para el cultivo de soja y la ganadería).[290][291] Se estima que en el período 1930-2005 la masa forestal se redujo en un 66%.[292]
La economía de Argentina es la segunda más grande de América del Sur según datos de 2023, solo superada por Brasil.[293] Junto con este, son los únicos países sudamericanos en integrar el G-20, que reúne a la mayoría de las economías más grandes, ricas e industrializadas del planeta. Argentina cuenta con grandes recursos naturales y se beneficia de ello —especialmente de sus extensas llanuras de tierras fértiles—,[294] tiene un sector orientado a la explotación y exportación agrícola de avanzada tecnología, con exportaciones de los servicios basados en el conocimiento (SBC) y tecnología con una proyección de exportaciones por más de 7.000 millones en 2022.[295][296] considerable desarrollo de su industria nuclear[297][298] y satelital,[299] una base industrial diversificada sustitutiva de importaciones,[300] un desarrollo científico-tecnológico considerable por no tratarse de un país desarrollado,[301] y una población alfabetizada virtualmente en su totalidad,[302][303][304][305] con una considerable tasa de afiliación sindical.[306][307] Según el índice de clasificación de mercados por país de la MSCI, la economía de Argentina pasó de ser considerada «mercado emergente» a ser parte de la categoría «standalone» en 2021.[308][309][310][311]
A principios del siglo XX, Argentina era uno de los países con mejores perspectivas,[312] pero al mismo tiempo con una economía rural con poca industrialización,[313] basada en grandes latifundios denominados "estancias",[314] muy concentrada social y territorialmente,[315][316][317] Hacia la misma época la economía argentina representaba poco menos de la mitad de los de Australia y Estados Unidos.[318] Entre 1975 y 2002, varias depresiones económicas afectaron su desenvolvimiento.[319] En el año 2016, el Banco Mundial calificó a la Argentina como una economía de ingresos medios.[320] En ese mismo año, el país tenía una renta per cápita de más de 16 000 dólares estadounidenses en paridad de poder adquisitivo (PPA).
Según un informe anual de la ONU sobre el Desarrollo Humano para el año 2021, Argentina es la cuarta nación iberoamericana con más alto índice de desarrollo humano detrás de España, Chile y Portugal, y por delante de Uruguay.[321]
En exportaciones e importaciones, en 2020, Argentina fue el 46.º mayor exportador y el 52.º mayor importador más grande del mundo.[322][323][324] En términos industriales, el Banco Mundial enumera los principales países productores cada año, sobre la base del valor total de la producción. Según la lista de 2019, Argentina tiene la 31.ª industria más valiosa del mundo (US $ 75,4 mil millones).[325] Es uno de los mayores productores de soja del mundo, después de los Estados Unidos y Brasil, con 48 millones de toneladas en el año 2011.[326] El país es uno de los mayores exportadores de carne en el mundo y su producción se ha reconocido numerosas veces como la de mejor calidad. Es el primer productor mundial de yerba mate, y es uno de los 5 mayores productores del mundo de soja, maíz, limones, pera y semilla de girasol,[327] el más grande productor de trigo y lana[328] en Latinoamérica,[329] entre otros cultivos. Es el mayor productor de vino en América Latina, quinto en el mundo y el principal productor de biodiésel a nivel global.[330] A nivel continental, en 2014 se encontraba en cuarto lugar en producción de petróleo (después de Brasil, Venezuela y Colombia)[331] y posee la tercera reserva de gas más grande del planeta.[332] El Yacimiento Aguilar en Jujuy es la mayor concentración de minerales de plomo y zinc de Sudamérica y el Bajo de la Alumbrera en Catamarca es uno de los yacimientos para la extracción más grandes de oro y cobre en América Latina, siendo la Argentina el decimotercer mayor productor de oro del mundo.[333] Argentina es el más importante productor de software de Sudamérica y ocupa el segundo puesto en cuanto a fabricación de autopartes, después de Brasil.[334]
El país mantiene una deuda externa de aproximadamente 120 000 millones de dólares (2009), equivalente al 38,7% del PIB. El monto de la misma se debe principalmente a las operaciones realizadas durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983),[335] período en el cual la deuda creció un 364% y a una toma masiva de préstamos externos durante los dos gobiernos sucesivos de Carlos Menem, debido a la política de dólar barato llevada adelante por la ley de convertibilidad.[336] En este último el crecimiento de la deuda fue del 123%. La relación entre el PIB y la deuda externa alcanzó su punto crítico en enero de 2002 cuando representó el 190% del PIB. Desde entonces una combinación de reducción de la deuda, moderación en la toma de nuevos créditos y aumento considerable del PIB, redujeron la deuda externa a poco menos del 41,5% del PIB.
La inflación es otro de los problemas que ha enfrentado la economía argentina. En el año 2023 cerró con la inflación más alta de América con 211,4% de inflación,[337] en el año 2022 fue de 94,8%,[338] el año 2020 se registró una inflación anual de un 36,1%, mientras que la de 2019 fue de un 53,8%.[339][340][341] Entre los años 1945 a 1975, la tasa anual promedio fue de dos dígitos, con un gran pico de tres dígitos en 1959 (129,5%), y picos superiores al 30% en 1948 (31%), 1951 (36,7%), 1952, 1966 (31,9%), 1971 (34,7%), 1972 (58,5%) y 1973 (60,3%).[342]
La población argentina, en cierta forma, se encuentra acostumbrada a los altibajos que de vez en cuando afectan a la economía nacional. Sus ciudadanos saben cómo actuar frente a nuevas situaciones desfavorables que luego vuelven a retornar a la normalidad.[343] Diversas irregularidades en las estadísticas han propiciado que el Fondo Monetario Internacional, en una medida sin precedentes, haya recomendado suspender al país del derecho al voto y otros derechos relacionados dentro del organismo.[344][345]
En 2002 durante el momento más crítico de la crisis, los valores de pobreza estaban cercanos al 54% y los de desempleo del 21,5%. Durante los años siguientes estos indicadores sociales lograron reducirse muy considerablemente. En el país, los índices de indigencia y la pobreza se miden a partir de la información del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que realiza el INDEC a partir de la estimación de la Canasta Básica de Alimentos y la Canasta Básica Total. En el primer semestre de 2012, el índice de pobreza se ubicó en el orden de 6,5%, siendo la más baja de América Latina para ese año, por debajo de Uruguay (6,7%). Según la Cepal (que realiza la medición a partir de la Encuesta Permanente de Hogares del propio INDEC) la pobreza en la Argentina en 2012 fue la más baja de América Latina para ese año, por debajo incluso de Uruguay (5,7%).[346] En octubre de 2013, el INDEC decidió discontinuar la publicación de los indicadores de pobreza e indigencia debido a discrepancias en la metodología. En enero de 2016, tras el cambio de gobierno, el INDEC fue intervenido y modificó la metodología de medición, lo cual dio como resultado que en el segundo trimestre de 2016 se calculaba un índice de pobreza del 32,2%.[347][348][349] Este índice colocó al país levemente por encima del promedio de población en condiciones de pobreza en Latinoamérica, 28% según Cepal. La metodología fue criticada por diversos sectores, que señalaban que por razones políticas se mostraba una sobreestimación de los índices de pobreza e indigencia, atribuyendo la situación a la gestión previa.[350][351][352][353]
El Banco Mundial considera de «clase media» a aquellas personas que reciben un ingreso por día y per cápita de entre 10 y 50 dólares; con este parámetro, el Banco Mundial estableció a fines de 2012 que Argentina había duplicado su clase media desde 2003,[354][355] representando un aumento de 9,3 millones de personas (25% de la población) siendo el mayor crecimiento de la Región.[356]
La Argentina forma parte del bloque regional conocido como Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, en tanto que Bolivia se encuentra en proceso de adhesión. Dicho bloque constituye el mayor productor de alimentos del mundo, tiene un PIB de 3,3 billones de dólares, lo que representa el 82,3% del PIB total de toda Sudamérica y cuenta con más de 270 millones de habitantes (cerca del 70% de América del Sur), lo que lo convierte en el bloque más grande, más poblado, económicamente más poderoso y mejor integrado de Latinoamérica.[357][358] Como consecuencia del tamaño del bloque económico Mercosur, las relaciones comerciales entre la Argentina y Brasil aumentaron hasta volverse de primera importancia para ambos países. Argentina y Brasil son los dos socios más grandes, influyentes y económicamente más poderosos del bloque,[359] y desde la formación del Mercosur se han dado numerosos choques entre ambas potencias sudamericanas:[360][361] la balanza comercial entre ambos países comenzó a tornarse deficitaria para la Argentina desde junio de 2003, lo que constituyó motivo de preocupación para empresarios y funcionarios de ese país.[362] Dicho déficit fue revertido brevemente en mayo de 2009 y nuevamente revertido en 2012 lográndose superávit con Brasil.[363] En 2006, los gobiernos de la Argentina y Brasil firmaron una serie de acuerdos bilaterales, entre los que se encuentra la cláusula de adaptación competitiva y los acuerdos referidos a los intercambios comerciales del sector de los automotores para reducir las asimetrías presentes en el bloque.[364] Dichas asimetrías han sido motivo de queja de los países más pequeños como Uruguay y Paraguay, quienes se ven en desventaja frente a los socios económicamente más grandes de Sudamérica, Argentina y Brasil, y han criticado el tutelaje que ejercen estos últimos sobre el bloque.[365]
La agricultura de Argentina se basa principalmente en la producción de granos (cereales y oleaginosas) y la cadena de la soja en conjunto (porotos, semillas, aceite, pellets alimenticios, harina y biodiésel), uno de los principales encadenamientos productivos del país.[368] La producción de alimentos agropecuarios es, tradicionalmente, uno de los puntales de las exportaciones argentinas. Argentina es uno de los líderes en el mercado mundial de granos, aceites y subproductos.[369] La agricultura y ganadería en Argentina son intensivas y en 2018 el sector representaba el 6,14 % del PIB.[370] Hacia julio de 2016, el sector agrario empleaba, junto a la silvicultura, la caza y la pesca, a 337 196 personas,[371] sobre una fuerza laboral de 17,47 millones de personas, lo que representaba a menos del 2 % del total.[372] Al 2023, el 7,54 % de la población argentina vivía en áreas rurales, uno de los porcentajes más bajos del mundo.[373][374] El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca es la organización del gobierno nacional a cargo de la supervisión de la agricultura.
Argentina es el primer productor mundial de yerba mate, es uno de los 5 mayores productores del mundo de soja, maíz, limones, pera y semilla de girasol, uno de los 10 mayores productores del mundo de uva, cebada, alcachofa, tabaco y algodón, y uno de los 15 mayores productores del mundo de trigo, caña de azúcar, sorgo y pomelo.[375] Argentina es el tercer productor más grande de soja en el mundo, con 37 700 000 de toneladas producidas (está por detrás de Estados Unidos y Brasil); el cuarto mayor productor de maíz en el mundo, con 43 500 000 de toneladas producidas (por detrás de Estados Unidos, China y Brasil); el duodécimo productor de trigo en el mundo, con 18 500 000 toneladas producidas; el undécimo mayor productor mundial de sorgo, con 1 500 000 de toneladas producidas; el décimo productor más grande de uva en el mundo, con 1 900 000 toneladas producidas; además de haber producido 19 000 000 de toneladas de caña de azúcar, principalmente en la provincia de Tucumán.[376] Argentina produce cerca de 2 000 000 de toneladas de azúcar con la caña producida. En el mismo año, Argentina produjo 4 100 000 toneladas de cebada, siendo uno de los 20 mayores productores de este cereal en el mundo.[377] El país también es uno de los mayores productores mundiales de semillas de girasol: en 2010, fue el tercer productor mundial, con 2 200 000 toneladas.[378] En 2018, Argentina también produjo 2 300 000 toneladas de patata, casi 2 000 000 de toneladas de limón, 1 300 000 toneladas de arroz, 1 000 000 de toneladas de naranja, 921 000 toneladas de maní, 813 000 toneladas de algodón, 707 000 toneladas de cebolla, 656 000 t (seiscientas cincuenta y seis mil toneladas) de tomate, 565 000 t (quinientas sesenta y cinco mil toneladas) de pera, 510 000 t (quinientas diez mil toneladas) de manzana, 491 000 t (cuatrocientas noventa y un mil toneladas) de avena, 473 000 t (cuatrocientas setenta y tres mil toneladas) de frijoles, 431 000 t (cuatrocientas treinta y un mil toneladas) de mandarina, 302 000 t (trescientas dos mil toneladas) de yerba mate, 283 000 t (doscientas ochenta y tres mil toneladas) de zanahoria, 226 000 t (doscientas veintiséis mil toneladas) de melocotón, 194 000 t (ciento noventa y cuatro mil toneladas) de mandioca, 174 000 t (ciento setenta y cuatro mil toneladas) de aceitunas, 174 000 t (ciento setenta y cuatro mil toneladas) de plátano, 148 000 t (ciento cuarenta y ocho mil toneladas) de ajo, 114 000 t (ciento catorce mil toneladas) de pomelo, 110 000 t (ciento diez mil toneladas) de alcachofa, además de producciones menores de otros productos agrícolas.[379]
En ganadería, Argentina es el 4.º productor mundial de carne de vacuno, con una producción de 3 millones de toneladas (solo por detrás de Estados Unidos, Brasil y China), el 4.º productor mundial de miel, el 10.º productor mundial de lana, el 13.er productor mundial de carne de pollo, el 23.er productor mundial de carne de cerdo, el 18.º mayor productor de leche de vaca y el 14.º productor mundial de huevo de gallina.[380]
Argentina es uno de los 10 productores de vino más grandes del mundo (fue el quinto productor más grande del mundo en 2018).[381] A lo largo de los años, la producción de vinos finos ha dado grandes saltos de calidad. Mendoza es la región vinícola más grande, seguida de San Juan.[382]
En el año 2002, el Censo Nacional Agropecuario realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos estimó que en las explotaciones agropecuarias residen 1 233 589 personas, siendo las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Misiones y Santa Fe las que concentran la mayor cantidad de establecimientos agropecuarios.[383]
Una parte sustancial de la producción agrícola se exporta sin manufacturación en forma de granos (soja, maíz, trigo y girasol), representando el 15% de las exportaciones totales.[384] El resto se destina como materia prima, principalmente a la industria de la alimentación. La soja se diferencia sustancialmente del resto de los productos agropecuarios por el hecho de que no se consume en el mercado interno y por lo tanto prácticamente la totalidad se exporta. Por el contrario, los cereales, lácteos y la carne vacuna constituyen la base de la dieta alimentaria de la población, razón por la cual una parte considerable se destina al consumo en el mercado interno.
Argentina se ha caracterizado lo largo de todo el siglo XX por ser uno de los principales exportadores de carne vacuna del mundo. Asimismo la carne argentina sigue siendo reconocida como la de mejor calidad en el mundo.[385]
Fuera de la economía agro-ganadera de la región pampeana, la economía argentina cuenta con las denominadas economías regionales, sistemas productivos locales generalmente apoyados en la producción especializada de un grupo limitado de cultivos. Entre ellas se encuentran la economía cuyana apoyada en la vid y la industria del vino derivada; la ganadería ovina en la Patagonia, los valles patagónicos dedicados a la manzana y la pera; la región noroeste, dedicado al azúcar, cítricos y tabaco; la provincia de Misiones y nordeste de Corrientes orientadas a la yerba mate, té y la madera; el algodón en la región chaqueña; el arroz, principalmente en Corrientes; el olivo en las zonas áridas de montaña; y el ganado ovino en la Patagonia. Por el clima subtropical de muchas de las zonas del país, Argentina también produce sus propios cultivos tropicales, tales como banana,[386] ananá,[387] mango,[388] maracuyá,[389] palta, papaya[390] y café,[391] aunque la mayoría de lo producido de estos cultivos es para el consumo interno, ya que no son fáciles de producir en el país.
En la actualidad, el petróleo en Argentina, junto con el gas natural y los productos petroquímicos, son el segundo mayor producto de exportación, responsables de un 20 % del total, de las cuales solo el 4,6% se exporta en bruto, sin industrialización. Argentina posee una considerable riqueza petrolera y gasífera, que le permite organizar una cadena de producción petroquímica que, junto a la cadena de la soja y la industria metal-mecánica, constituyen la base de la economía nacional.
Los principales yacimientos se encuentran en el este de la provincia del Neuquén, el golfo de San Jorge y el noreste de la provincia de Salta. Otras cuencas significativas son la cuenca marítima del norte de Tierra del Fuego, el centro de la provincia de Mendoza, la provincia de Santa Cruz en inmediaciones de Río Gallegos, el noroeste de Formosa y el extremo norte de Río Negro. La provincia del Neuquén concentra cerca de la mitad de toda la producción de hidrocarburos. Una red de oleoductos y gasoductos transporta los productos a Bahía Blanca, donde se encuentra el principal polo petroquímico, y a la conurbación industrial que se extiende entre Rosario y La Plata, y que tiene como núcleo principal el Gran Buenos Aires.
Argentina posee la tercera reserva de gas más grande del planeta.[392] Según estimaciones del Departamento de Energía de los Estados Unidos, la Argentina ocupa el cuarto puesto mundial en reservas de petróleo no convencional y el segundo en gas pizarra. El país cuenta con reservas por 27 000 millones de barriles de petróleo no convencional.[393]
En la última década se produjo un proceso de renacionalzación del negocio de hidrocarburos. En 2012 se produjo la estatización de YPF, la más importante empresa de hidrocarburos del país; en 2013 el grupo argentino Bridas compró los negocios de la estadounidense ExxonMobil en la Argentina, Paraguay y Uruguay, incluyendo 530 bocas de expendio en Argentina.[394] En 2015 la argentina Pampa Energía oficializó la compra de Petrobras Argentina por u$s 892 millones y alrededor de 100 estaciones de servicio.[395][396]
Hacia el año 2015 YPF alcanzó un 62.5 % de participación de mercado argentino de naftas prémium y 55.7 % de nafta súper.[397][398] Durante el primer cuatrimestre de 2016, YPF mostró una caída en sus ganancias operativas del 63.8 por ciento.[399] En el primer semestre de 2017 la producción de petróleo y gas en Argentina fue la peor en 25 años y estuvo apenas por encima de 1981, retrocediendo su nivel de producción 36 años.[400]
Se han perforado 260 pozos en la zona de recursos no convencionales de Vaca Muerta, con una inversión de 3000 millones de dólares; para este emprendimiento, YPFse ha asociado a empresas como Chevron, Dow Chemical Company y Petrobras. YPF aumentó su producción en un 5,6 % en 2014 con respecto a la producción de 2011, mientras que la producción de gas se elevó al 31 % para el mismo periodo. Para ello se adquirieron el triple de equipos de perforación, pasado de 25 que había en 2011 a 75 para 2014.[401]
La extracción de crudo disminuyó en un 1,44 % durante 2014, según datos de la Secretaría de Energía. No obstante, si se pone el foco en la producción por provincias, Chubut es la mayor productora, con un incremento de un 2,8 %, pero en Santa Cruz hubo un retroceso del 3,18 %. La producción de la provincia de Neuquén creció un 2,24 % gracias a los recursos no convencionales. En Mendoza la extracción de crudo también bajó en un 3,7 %. Las cuatro provincias citadas anteriormente representan poco más de ocho de cada diez metros cúbicos que se extraen. YPF fue la empresa que experimentó un mayor crecimiento en producción de hidrocarburos, con un alza del 8,85 % (gracias también a la adquisición de activos de Petrobras), mientras que Pan American Energy que explota en Cerro Dragón, provincia de Chubut registró un aumento del 2,69 %, mientras que Pluspetrol y Sinopec registraron bajas del 4,7 % y 15 %.[402]
Para 2018, la extracción de crudo disminuyó un 8,1% con respecto al 2014. No obstante creció un 2,1% con respecto al año pasado, siendo el primer año de crecimiento desde más de una década. En Gas Natural, la extracción superó la de 2014 en 13,5% (y en un 5,3% la del año anterior). El incremento en los montos extraídos, se explica fundamentalmente por el desarrollo de Vaca Muerta y la incorporación de nuevos yacimientos en la Cuenca Austral y fueron el resultado de la aplicación de importantes incentivos por parte del Estado Nacional.
La producción de petróleo de Argentina en 2017 fue de 580 000 barriles por día,[403] cayendo a 469 000 barriles por día en 2020 por falta de inversiones. La producción de gas natural también cayó entre 2015 y 2020, a poco menos de 798 000 barriles de petróleo equivalente en 2020. Después de casi veinte años como exportador de energía, una combinación de producción de petróleo en caída y consumo de energía en aumento ha causado que Argentina se convirtiera en un importador de energía en 2011. Aunque Vaca Muerta tiene cerca de 16 000 000 de barriles de petróleo de esquisto técnicamente recuperable y es el segundo depósito más grande de gas natural de esquisto en el mundo, el país carece de la capacidad para explorar el depósito: se necesitan capital, tecnología y conocimientos que solo pueden provenir de las empresas energéticas offshore, que ven a la Argentina y sus erráticas políticas económicas con considerable recelo, sin querer invertir en el país.[404]
Diversas cuestiones, desde que el precio del barril de crudo no convencional ronda los 30 dólares y no es rentable para Vaca Muerta, la reducción del consumo de combustible durante la pandemia de COVID de 2020, la devaluación del peso y la escasez de dólares, llevaron la valuación de YPF para marzo de 2021 a solamente mil quinientos millones de dólares, sin contar que la empresa tiene deudas por seis mil doscientos millones de dólares y juicios aún vigentes. Cabe resaltar que –en su momento– el gobierno de Cristina Kirchner pagó a Repsol una cifra de cinco mil millones de dólares por el 51% de YPF. Pese a que la empresa cuenta con el segundo yacimiento del mundo de gas no convencional y el cuarto de petróleo ubicado en la Patagonia –por lo que existían grandes expectativas en torno a los ingresos de divisas gracias al yacimiento– ni ella, ni su sucesor Mauricio Macri, tuvieron políticas activas para activar su potencial.[405]
La minería en Argentina se beneficia de características geológicas que favorecen la explotación minera. La parte argentina de la Cordillera de los Andes media y austral ―unos 3500 km de norte a sur, aproximadamente la mitad de la longitud total de la cadena montañosa― que constituye su límite occidental, el ensanchamiento montañoso de la zona de la precordillera en las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca, los valles longitudinales entre ambas formaciones y los valles transversales, escasos en otros sectores del macizo andino, poseen un notable potencial para el desarrollo de la minería, en gran parte aún sin explotar.[406]
La minería ha sido una actividad tradicionalmente poco importante en Argentina (en comparación con países como Estados Unidos, Canadá, Rusia, China, Australia, Chile y Perú, ejemplos significativos en los cuales la minería tiene gran influencia en sus economías), pero hacia finales del siglo XX el sector de la minería metalífera a gran escala empezó a experimentar un fuerte desarrollo, luego de que la Nación y las provincias firmaran un acuerdo federal minero y un conjunto de leyes que impulsaron la actividad; esas normas generaron las condiciones de promoción y estabilidad que demandan las actividades intensivas en capital. A partir de esto y sumado a sus particularidades geológicas, Argentina comenzó a ser atractiva a la inversión extranjera directa (IED) minera.[407] Se ha impulsado la apertura de nuevas minas y la continuidad de las explotaciones ya existentes, a veces con oposición social por el costo ambiental de las actividades extractivas.[408]
El segmento más relevante en valores corrientes es el de la minería metalífera, seguido por el de minerales no metalíferos y, por último, el de rocas de aplicación. Es el sexto complejo exportador argentino para el año 2020, con más del 90% de las exportaciones mineras con origen en solo cuatro provincias: Santa Cruz, San Juan, Catamarca y Jujuy.[407]
Para el año 2019, las exportaciones del sector minero metalífero alcanzaron los USD 5.106 millones, representando un 7,8% del total de las exportaciones argentinas. El complejo de mayores ventas al exterior fue el de oro y plata, con una participación sobre el total exportado por el sector del 55,6%, le siguienron el siderúrgico (22%), aluminio (16%), litio (3,6%), plomo (1,9%) y otros minerales metalíferos (0,9%).[407]
Argentina fue el cuarto productor mundial de litio,[409] el noveno productor mundial de plata,[410] el decimoséptimo productor mundial de oro[411] y el séptimo productor mundial de boro.[412]
La minería a gran escala cuenta con la activa promoción de varios sectores, incluso en algunos casos las máximas autoridades de algunas provincias. Este tipo de minería a gran escala hace viables proyectos en zonas que son prácticamente inaccesibles para el común de las personas, de carácter muy remoto y con poca o nula infraestructura. Esto es así dado que este tipo de proyecto permite incluir en sus costos a toda la infraestructura para el acceso y la producción en esas zonas, y seguir siendo rentables.
Sin embargo, continúa en debate el tema de su sostenibilidad o sustentabilidad,[413] la cual, si se considera una de las primeras definiciones del concepto es «el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, para satisfacer sus propias necesidades».[414][415]
Entre 2007 y 2012, la IED (inversión extranjera directa) orientada a la minería creció a una tasa anual del 47 %. En 2003, la minería generaba 79 000 puestos de trabajo ―directos e indirectos―, contra los 505 000 de 2013. En el caso de las exportaciones de minerales, que en 2003 equivalieron a 2900 millones de pesos, en 2013 crecieron a 23 059 millones. La minería presenta superávit en su balance cambiario para todos los años y todos los meses desde enero de 2003 hasta
octubre de 2021, con un aporte total de US$ 53.813 millones netos[416]. Entre 2003 y 2013, los proyectos de inversión en ejecución pasaron de 18 que había en 2003 a 614 en 2013, mientras que la producción de minerales que se multiplicó por diez.[417][418] Desde 2014 el país produce 1 000 000 de toneladas anuales de mineral crudo, y 400 000 de hierro concentrado, de las cuales exporta 50 000 toneladas a Estados Unidos.[419]
Argentina posee la tercera reserva mundial de litio y se sitúa en la cuarta posición en cuanto a producción de este mineral,[423] esto se debe a que parte de su territorio se encuentra en una zona denominada Triángulo del Litio, que concentra el 85% de las reservas mundiales.[424] Argentina posee el 32 % de las reservas de litio de Sudamérica.[425] Diferentes analistas indicaron que Argentina será el segundo mayor productor mundial de litio en 2022 con una capacidad de producción proyectada de 290.000 toneladas anuales.[426]
El Banco Mundial enumera los principales países productores cada año, basándose en el valor total de la producción. Según la lista de 2020, Argentina tiene la 31.ª industria más valiosa del mundo (53 094 millones de dólares), detrás de México, Brasil y Venezuela, pero por delante de Colombia, Perú y Chile.[427]
La industria manufacturera argentina es el sector que más valor aporta al PIB, con un 23 % del total en 2005, aunque su participación se redujo de un 17,5% en 2007 a un 15% en 2019.[432] El sector industrial manufacturero también es uno de los sectores principales de generación de empleo (junto con el comercio y el sector público), con 13% en 2007.[433] Hacia 2017 la actividad industrial representaba el 25,6% del PBI y generaba 22,4% del trabajo registrado, conformada por más de 115 000 establecimientos industriales que generaban 1,38 millones puestos de trabajo formales.[434]
En la industria argentina se distinguen dos grandes sectores, de tamaño similar, que aportan cada una, aproximadamente un tercio de las exportaciones totales:[435] la agroindustria, denominada manufactura de origen agropecuario (MOA) y la industria de origen no agrario, denominada manufactura de origen industrial (MOI)
Entre las industrias de manufacturas de origen agropecuario se destaca la industria aceitera, integrante de la cadena de la soja, la de mayor crecimiento en las últimas dos décadas, concentrando el 31,8% del total del sector alimentos y el 20% de las exportaciones totales del país. Luego le siguen la de la carne (11,1%), la de la leche (7,7%), la del café y chocolate (7,5%), la del vino y otras bebidas alcohólicas (5,7%), la del pan, pastas y galletas (4,5%), la de la harina de trigo (4,5%), la de la cerveza (4,1%), etc.[436]
Las principales ramas de las industrias de origen no agropecuario, son la fabricación de automotores que aporta el 8,7% de las exportaciones, química (5,6%) y metalúrgica (5,3%), maquinaria (3,4%) y plásticos (2,6%) (porcentajes correspondientes a 2006).[437] También son importantes las industrias del papel, de las piedras preciosas, caucho y textiles.
A partir de 2003 la industria ha tenido un proceso de revitalización competitiva, movido principalmente por la política económica de dólar alto. Aunque la actividad industrial está mayormente orientada a sustituir importaciones, la industria de los automotores aporta el 7 % de las exportaciones, mientras que el sector siderúrgico aporta el 3 % del total. Otros sectores industriales importantes son el textil y calzado, alimentario, químico, papelero, maderero y cementero. En el caso particular del sector industrial alimentario, en los últimos años se han desarrollado, en muchas provincias, economías de tipo agroindustrial, mediante la creación de industrias de procesado y envasado, sobre todo de productos frutícolas, hortícolas, lácteos,[438] vitivinícolas y cárnicos. La producción local de línea blanca creció fuertemente desde el 2003 a 2013, la producción de heladeras creció un 402 % y la de lavarropas y la de cocinas un 201 % cada una.[439][440]
Históricamente el país tuvo importantes sectores industriales como la industria naval relacionada con la Flota Mercante de Argentina,[441] que se redujo considerablemente a partir de los años noventa a raíz del proceso de privatizaciones[442] y que en la actualidad se ha recuperado.[442]
El Gran Buenos Aires es el área industrial más importante del país, donde se concentra la mayor parte de la actividad fabril de la Argentina. Otros centros industriales importantes se ubican en Córdoba, Rosario, Tucumán y Mendoza, San Luis, Santa Fe y Tierra del Fuego, muchos de ellos fomentados para descentralizar la industria. Entre 2009 y 2013, en Tierra del Fuego la producción de aires acondicionados creció de 0,57 a 1,5 millones; la de hornos microondas de 0,23 a 0,67 millones; la de televisores de 1,2 a 3 millones y la de celulares, de 0,4 a 14 millones.[443] En línea blanca, Argentina marcó récords de producción, con aproximadamente 1,1 millones de lavarropas, 1,1 millones de heladeras y frízeres, y 0,6 millones de cocinas.[444]
El período 2003-2012 se destaca por el avance de la producción de vehículos, de minerales no metálicos, de los insumos de la construcción, y de metalmecánica, la industria automotriz en la última década creció en promedio un 17 % anual. La producción metalmecánica tuvo un incremento del 7,5 % entre 2003 y 2012. En el caso del rubro textil, creció 3,8 % anual en los últimos años. Otros rubros que mejoraron en última década fueron la producción de papel y cartón, que pasó de un crecimiento anual promedio del %; la de caucho y plástico 5,2 %; y la de edición e impresión al 6 %.[445]
En lo que respecta al sector industrial, cabe señalar que durante el período comprendido entre los años 2003 y 2013, la Argentina ha experimentado una tendencia opuesta al resto de la región en relación con la participación del PIB Industrial sobre el PIB Total. Mientras que para el conjunto de América Latina y el Caribe y para Brasil, la participación del PIB industrial ha disminuido a lo largo del período, en la Argentina se ha incrementado.[446]
También hubo un fuerte crecimiento en la producción de electrodomésticos, se espera que en 2013 una producción de 1 056 000 lavarropas automáticos, y unos 380 000 semiautomáticos, lo que marca un nuevo récord histórico.[447]
La producción de automóviles se incrementó desde los 169 621 vehículos fabricados en 2003 al récord histórico de 828 771 unidades solo en 2011, lo que representó un crecimiento del 388 %, y que se ajusta al 350 % de incremento a lo largo de los últimos diez años. La industria automotriz es el segundo sector industrial más relevante en términos de IED (inversión extranjera directa). En el período 2008-2013 se registraron inversiones por 16 900 millones de pesos en empresas automotrices, orientados a la producción de nuevos modelos, ampliación de plantas, desarrollo de proveedores y capacitación.[448] El sector automotriz experimentó durante la década 2003-2013 un crecimiento exponencial de producción de casi el 400%.[449]
Desde el 2003 se duplicó el PIB industrial, al registrar un aumento del 105%, con una fuerte suba de la productividad laboral. Se logró además un crecimiento diversificado, en especial en sectores de alto valor agregado: el sector automotor creció en este período un 409%; el de minerales no metálicos un 177 %; la metalmecánica un 175%; el textil, 158%; el de caucho y plástico 102%.[450]
Desde el año 2003, hasta el 2013, se registró un crecimiento de las exportaciones industriales del 274 %; incrementándose la participación de los productos de mediana y alta tecnología en las exportaciones: en el 2003 la participación fue del 17,4 %, y en el 2013 alcanzó el 25,3 %.[451]
En 2015, Argentina se consolidó como el quinto exportador mundial de camiones. Las exportaciones de camiones aumentaron un 18 % por encima del mismo período de 2014, superando así a grandes productores mundiales como China, Brasil, Canadá y Rusia.[452]
El turismo en Argentina es, con 6 759 000 turistas en 2017 según la Organización Mundial del Turismo, el país más visitado de Sudamérica y el segundo más visitado de toda América Latina después de México,[454] siendo superados en América también por Estados Unidos (82,9 millones) y Canadá (27,3 millones).[455]
Dotada de un inmenso territorio con grandes atracciones turísticas, una variedad de climas, maravillas naturales, cultura, costumbres, gastronomía reconocida a nivel internacional y una infraestructura adecuada, Argentina es receptora de turistas.
El país presenta toda la gama de climas posibles: templado, cálido seco, cálido húmedo, frío seco, frío húmedo, semiárido, estepario, subantártico, subtropical, frío de montaña y una enorme variedad de microclimas.[456] El territorio argentino se extiende desde las más elevadas cumbres de los Andes en el oeste hacia los grandes ríos y las extensas playas y acantilados del Mar argentino en el este, desde la selva tropical de las yungas al norte hasta los valles, glaciares, lagos y bosques fríos de la Patagonia Andina en el sur hasta la Antártida. Las gigantescas distancias exigen en la mayoría de los casos viajes en avión.
La valuación de la moneda local tras la devaluación de 2002 favoreció el arribo de grandes cantidades de turistas extranjeros,[457] haciendo al país comercialmente más accesible que en la década de 1990.[457] Al encarecerse los costos para viajar al exterior, muchos argentinos también se volcaron al turismo nacional.[457] El repunte del sector es muy notorio: los ingresos por turismo receptivo ocupan el tercer lugar en el ranking de entrada de divisas como equivalente de exportaciones. En 2006, el sector representó el 7,41 % del PIB,[458] aunque hay que tener en cuenta que la salida de residentes argentinos con fines turísticos supera las entradas y equivale a un 12 % del PBI.[459] En 2010, el país recibió unos 4930 millones de dólares de ingreso de divisas.[460] Los extranjeros reconocen a la Argentina como una zona libre de conflictos armados, terrorismo o crisis sanitarias.[461] Los turistas extranjeros provienen principalmente de Brasil, Chile, Perú, Colombia, México, Bolivia, Ecuador, Puerto Rico, Uruguay, Costa Rica, Venezuela y Paraguay de entre los países latinoamericanos; los países europeos de España, Italia, Francia, Países Bajos, Alemania, Irlanda, Portugal, Reino Unido, Bélgica y Suiza; y de Estados Unidos, Canadá y China[462] de los países del resto del mundo.
El crecimiento del turismo fue muy importante en los últimos años, la llegada de turistas extranjeros se duplicó entre 2003 y 2011. En 2011 Argentina se destacó como el país con mayor crecimiento del turismo a nivel mundial.[463][464] Como consecuencia, los ingresos en dólares registraron un aumento cercano a 270 %. En 2012 ingresaron al país 5211 millones de dólares gracias al turismo.[465] Mientras que el turismo interno movilizó a más de 25.6 millones de viajeros, generando ingresos por 35 228 millones de pesos en las economías regionales.[466]
Argentina cuenta con una importante variedad de sitios montañosos, en varios de ellos se practica el montañismo y otros basan su atractivo turístico en el contacto con la nieve o en sus paisajes característicos. Los principales se encuentran en el oeste del país, en la Cordillera de los Andes, aunque también hay formaciones montañosas en las Sierras de Córdoba. Entre los sitios utilizados para el alpinismo se encuentra el cerro Aconcagua, la montaña más alta de América. Los parajes turísticos más importantes por su nieve son Bariloche y Las Leñas. Una formación conocida internacionalmente es la Quebrada de Humahuaca. El Tren a las Nubes es uno de los tres ferrocarriles más altos del mundo. Parte desde la provincia de Salta, y cruza la Quebrada del Toro pasando por Tastil ―considerada como uno de los principales centros urbanos prehispánicos de Sudamérica― donde se hallan ruinas arqueológicas.
En los últimos años ha tenido importancia la implementación del turismo enólogo, un turismo temático basado en la vitivinicultura con la iniciativa de la denominadas «Rutas del Vino» en las provincias de San Juan y Mendoza así como en los Valles Calchaquíes salteños, turismo que atrae numerosos turistas extranjeros para degustar los vinos argentinos.[469]
El turismo invernal tiene su máximo exponente en la región de los Lagos, ubicada al pie de la Cordillera de los Andes en las Provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego Antártida e Islas del Atlántico Sur; además de la práctica de deportes de montaña, la zona tiene como atractivos lagos de origen glaciar y Parques Nacionales rodeados de frondosa vegetación. En el centro de la misma, la ciudad de San Carlos de Bariloche a orillas del lago Nahuel Huapi y a pocos kilómetros del cerro Catedral, se posiciona como el principal centro invernal de Sudamérica, atrayendo a la mayor parte del turismo tanto nacional como extranjero.[470]
Durante la época estival una buena parte del turismo interno argentino se dirige a diversas ciudades de la costa atlántica de la provincia de Buenos Aires, siendo Mar del Plata la mayor de ellas. La mayor parte de dichas ciudades concentra su actividad económica en la temporada veraniega. El segundo destino en cuanto a captación del turismo interno lo constituyen las Sierras de Córdoba, siendo su principal centro turístico Villa Carlos Paz en el Valle de Punilla. El Litoral argentino con sus playas fluviales, los complejos termales y los carnavales en la provincia de Corrientes y en la provincia de Entre Ríos, entre otros, constituye el tercer destino del turismo nacional.[471] Tradicionalmente, el mes de enero es el que genera la mayor demanda de alquileres.
Buenos Aires es la ciudad más visitada por el turismo internacional de América del Sur.
El transporte en Argentina está basado en una compleja red de carreteras, cruzado frecuentemente por autobuses y por camiones de carga. Buenos Aires y todas las capitales provinciales (excepto Ushuaia y municipios de tamaño medio) se encuentran interconectados por los 37 740 km de rutas asfaltadas. Argentina también tiene 600 000 km de calles municipales. En las ciudades el principal medio de transporte es el colectivo (autobús), con líneas que transportan millones de personas todos los días. Buenos Aires ofrece a sus habitantes el subte, el único de toda Argentina. En 2021, el país contaba con alrededor de 2.800 km de carreteras duplicadas, la mayoría saliendo de la capital Buenos Aires, conectándola con ciudades como Rosario y Córdoba, Santa Fe, Mar del Plata y Paso de los Libres (en la frontera con Brasil), y también hay carreteras duplicadas que salen de Mendoza hacia la capital, y entre Córdoba y Santa Fe, entre otras localidades.[472] A las históricas Autopista Buenos Aires - La Plata y Autovía 2 se han incorporado la Autopista Córdoba - Carlos Paz, Rosario - Córdoba, Villa Mercedes - Mendoza, Autovía Mesopotámica, entre otras. Además varias ciudades tienen circunvalaciones de cuatro carriles. Se estima en 8 527 256 el número de vehículos que forman el parque automotor argentino, distribuido en 5 325 231 de automóviles, 1 370 312 de vehículos livianos, 417 042 de carga y 62 785 para transporte de pasajeros, sin contabilizar 517 449 unidades no especificadas.[473]
La importancia del tren en trayectos de larga distancia es menor hoy en día, aunque fue prioritario en el pasado. El sistema ferroviario fue privatizado a comienzos de la década de 1990, comprendiendo tanto el transporte de carga como el traslado urbano de pasajeros. A la fecha del 2006 cuenta con alrededor de 31 902 kilómetros operativos de líneas férreas.[474] En total existen unos 40 245 km de ferrovías, pero muchos tramos han quedado abandonados en las etapas 1963, 1977 y los años 1990.
El transporte marítimo es muy usado para el transporte de mercancías. Argentina cuenta con alrededor de 11 000 km de vías navegables.[475] La red de hidrovías está compuesta por los ríos de La Plata, Paraná, Paraguay y Uruguay. Los principales puertos fluviales son los de Zárate y Campana. La mayoría de los productos importados por la Argentina llega al país por vía marítima. Los principales puertos son los siguientes: Buenos Aires, La Plata-Ensenada, Bahía Blanca, los puertos del Up-River, Mar del Plata, Quequén-Necochea, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado, Puerto Madryn y Ushuaia. El puerto de Buenos Aires es históricamente el primero en importancia individual, pero la zona conocida como Up-River, que se extiende a lo largo de 67 km de la porción santafesina del río Paraná, reúne 17 puertos que concentran el 50 % del total de las exportaciones del país.[476]
El país contiene numerosos aeropuertos internacionales y nacionales. El gran Buenos Aires dispone de 2 terminales aéreas dada la gran demanda que existe. El Aeropuerto Internacional de Ezeiza, a unos 35 km del centro de Buenos Aires, es el más grande del país y uno de los más modernos del continente. Dispone de instalaciones para manejo y almacenaje de carga. La entrada directa a la capital argentina es el aeroparque Jorge Newbery, donde recibe gran cantidad de vuelos de cabotaje y regionales, principalmente de países vecinos. La compañía Aerolíneas Argentinas, que fuera privatizada en 1990 y ahora nuevamente en manos del estado argentino; realiza vuelos nacionales e internacionales. Existen, también, diversas líneas aéreas domésticas. Las principales compañías aéreas internacionales utilizan Buenos Aires como destino final o escala obligatoria en sus rutas.[477]
En 2020, Argentina fue el 18.º mayor productor de gas natural del mundo (44,6 millones de metros cúbicos);[479] el 28.º mayor productor de petróleo del mundo (440 000 barriles/día);[480] el 21.er mayor productor de energía hidroeléctrica del mundo, con 11,3 GW de potencia instalada; el 27.º mayor productor de energía eólica del mundo, con 2,6 GW de potencia instalada; y el 42.º mayor productor de energía solar del mundo, con 0,7 GW de potencia instalada.[481]
El potencial eólico de la región de la Patagonia se considera gigantesco, con estimaciones de que el área podría proporcionar suficiente electricidad para sostener el consumo de un país como Brasil solo. Sin embargo, Argentina tiene deficiencias de infraestructura para llevar a cabo la transmisión de energía eléctrica desde áreas deshabitadas y con mucho viento hacia los grandes centros del país.[482]
La generación de energía eléctrica alcanzó los 129 815 GWh en 2014, lo que representa un crecimiento de algo más del 40 % respecto de los 91 845 GWh registrados en 2004. El 64 % se generó en plantas térmicas, el 31 % hidráulicas, el 4 % nucleares y solamente el 1 % eólicas y solares.[483]
El desarrollo de instalaciones de generación de energía a partir de recursos renovables se encuentra en pleno desarrollo. Hacia finales del año 2014, existía una potencia instalada de 187 MW de generación de energía eólica en la región patagónica y noroeste argentino y 8 MW de generación de energía solar en la región cuyana.[484]
Argentina cuenta con gran potencial de generación de energía mareomotriz, dadas las condiciones de las corrientes y la amplitud de mareas de la costa patagónica.[485] En diciembre de 2014, se instalaron en la provincia de Santa Cruz los primeros dos equipos para la obtención de datos sobre la potencialidad de este recurso.[486]
Esta Nación fue la primera en América latina en construir una central nuclear, actualmente cuenta con tres campos nucleares (Atucha I «Juan Domingo Perón», Atucha II «Dr Néstor Kirchner» y «Embalse») y una cuarta en período de construcción.[487]
El transporte de energía eléctrica se desarrolla a través de una red de líneas de alta tensión y distribución troncal de 33 453 km de longitud lo que representa un incremento de más del 65 % en la longitud del sistema de redes existente en 2004.[483]
La distribución de energía eléctrica está a cargo de empresas que, a fines del año 2014 sumaban más de 40 entidades, cubriendo un área de 2 262 664 km², lo que representa algo más del 80 % de la superficie del país y proporcionando el servicio a 13 496 085 usuarios de pequeños consumos (demanda menor a 4000 kWh/bimestre), la mayoría usuarios residenciales.[489]
En 2014, se produjeron 30 880 627 m³ de petróleo y 41 483 811 millones de metros cúbicos de gas natural.[490] Paralelamente, durante los últimos años cobró notoriedad el hallazgo de grandes volúmenes de hidrocarburos en reservorios no convencionales (I.e: gas de lutita). Según un informe, Argentina estaría en el segundo puesto a nivel mundial en cuanto a este tipo de reservas.[491]
La ciencia y tecnología en Argentina constituye un conjunto de políticas, planes y programas llevados a cabo por el Estado, las universidades e institutos nacionales, las empresas, y otros organismos y asociaciones nacionales e internacionales orientadas hacia la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en Argentina, así como las infraestructuras e instalaciones científicas y tecnológicas. El país, según datos de 2021, invierte el 0,52% de su PBI en investigación y desarrollo, siendo el 59% de esta inversión realizada por el sector público.[493] Según el Índice mundial de innovación, a cargo de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, en 2024, Argentina se ubicó en lugar 76 en innovación entre 133 países del mundo y el lugar 8 entre los países de la región de Latinoamérica y el Caribe;[494] mientras que en 2023 ocupó el lugar 73 y el lugar 69 en 2022.[495][496]
La actividad científico-tecnológica pública es coordinada y planificada principalmente por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCyT), aunque se pueden encontrar entes y organismos de investigación en otros ministerios. El MinCyT traza sus lineamientos a través de planes estratégicos como Argentina Innovadora 2020. Una de sus principales políticas durante las primeras décadas del siglo XXI es el Programa Raíces que permitió repatriar a más de 1000 científicos,[497] revirtiendo la tendencia de fuga de cerebros que existía en la Argentina.[498] La actividad científica del país se concentra fundamentalmente en el CONICET y las universidad nacionales, mientras que la producción tecnológica tiene como eje a diversas instituciones estatales sectoriales como la CNEA, el INTA, el INTI y la CONAE, entre otros.
El principal organismo de investigación científica en la Argentina es el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Es una institución dependiente del MinCYT que abarca todas las áreas del conocimiento y es considerada una de las más prestigiosas en América.[499] El CONICET está organizado en institutos, que gozan de autonomía temática y científica y su personal supera las 20.000 personas entre investigadores, profesionales, técnicos y becarios doctorales y posdoctorales.[500]
Entre algunos de los más eminentes avances en materia de desarrollo armamentístico se cuenta el misil AS-25K, uno de los últimos desarrollos de CITEFA y que se presentará en versiones aire-mar y aire-superficie. También construye helicópteros, aviones y radares militares y civiles para el control del tráfico aéreo y lucha contra el narcotráfico.
Las telecomunicaciones en Argentina se brindan en forma telegráfica, telefónica, postal, emisión de canales de televisión, radios y provisión de conexión a internet abarcando todo el territorio nacional.
El servicio postal, que cubre todo el país, es de propiedad mixta (privada y estatal). El principal exponente del sector es el Correo Argentino.
Hay casi 1500 estaciones de radio, de las cuales 260 son AM y 1150 son FM.[516]
El diario más antiguo del país que continúa publicándose es La Capital, de Rosario (Santa Fe), por lo que se lo denomina el decano de la prensa argentina.[520][521]
La población de la República Argentina, según el resultado del censo que fuese realizado el miércoles 18 de mayo de 2022, asciende a 45.892.285 habitantes.[522]
Argentina es un país con baja densidad de población (16,5 hab/km²), muy concentrada en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde reside un 35,7% de la población total,[523] mayoritariamente urbana (un 92% al 2011),[524][525] y con una gran proporción de personas mayores de 60 años (14,3%). Tiene altas tasas de esperanza de vida (76,58 años)[526] y alfabetización (99%).[527]
A esta población, que formó la totalidad de la población argentina hasta aproximadamente 1860, se le sumó el flujo proveniente de la gran ola de inmigración europeo/asiática, mayoritariamente italiana y española. Esta ola inmigratoria sucedió en la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX,[530] aunque la inmigración más importante, cuantitativamente hablando, se produjo entre 1880 y 1930.[531]
Desde mediados de siglo XX, la composición étnica estuvo influida por las grandes migraciones internas del campo a la ciudad, y del norte y el litoral hacia las grandes urbes del país. Finalmente, el territorio argentino siempre recibió una considerable corriente migratoria procedente de otros países sudamericanos, destacando principalmente las comunidades procedentes de Paraguay y Bolivia; y, en menor medida, las de Chile, Uruguay, Perú, Colombia y Venezuela.
Como resultado de la continuidad de los pueblos originarios y los flujos inmigratorios, la población argentina cuenta con considerables comunidades étnicas. Particularmente, se encuentran comunidades qom, wichi, aimara, coya, mapuche, napolitana, calabresa, lombardesa, murciana, extremeña, asturiana, vasca, leonesa, catalana, gallega, castellana, navarra, valenciana, balear, andaluza, canaria, riojana, cántabra, aragonesa, francesa, alemana, árabe, ucraniana, croata, polaca, judía, armenia, chilena, uruguaya, inglesa, peruana, japonesa, china y coreana, entre otras.
El mestizaje ha desempeñado un papel en la composición étnica de la población argentina. Las corrientes inmigratorias durante la época colonial y luego en la época de la gran inmigración ultramarina (1850-1930) estuvieron integradas mayoritariamente por varones solos que en varios casos se mezclaron en Argentina con mujeres indígenas o de origen africano o sus descendientes.[535][536]
Diversos estudios genéticos concuerdan en términos generales que la proporción del componente genético amerindio es considerable, así como el indicio cierto de aporte africano, habiendo un grueso poblacional cuya genética se corresponde con la mixtura latinoamericana en grados variables.[537][538][539][540][541]
El proceso de mestización registra una inusitada intensidad en Argentina, no solo con amplios intercambios sexuales entre las tres grandes ramas étnico-culturales (euroasiáticos, indígenas y africanos), sino también entre las decenas de etnias particulares que integran a cada una de ellas (italianos, españoles, polacos, árabes, alemanes, irlandeses, franceses, rusos, turcos, ucranianos, británicos, suizos, galeses, croatas, neerlandeses, belgas, checos, libaneses, sirios, judíos, mapuches, diaguitas, collas, guaraníes, bantúes, yorubas, etc.). Territorialmente, la composición genética varía entre las distintas regiones, provincias y ciudades, influenciada en gran medida por las grandes migraciones internas del campo a la ciudad, del norte hacia la región pampeana y hacia la Patagonia desde el resto del país.
En el siglo XIX, Argentina estableció una política estatal de integración, orientada intencionalmente a diluir las identidades étnicas particulares. Este hecho ha sido denominado en la cultura nacional con el término «crisol de razas» (equivalente al melting pot «crisol de fundición» estadounidense) y ha sido sostenido de modo más o menos variable por los gobiernos sucesivos, las instituciones educativas y los medios de comunicación más influyentes.[529][542] Diversos estudiosos han cuestionado la visión tradicional del crisol de razas, considerándola un mito y poniendo de relieve la existencia de una gran brecha étnica y social entre descendientes de europeos y no europeos,[543] en la que aparecen mecanismos de racismo y discriminación étnica, invisibilización y asimilación forzada, presentes en la sociedad argentina.
Argentina fue un país de inmigración considerable, fundamentalmente en el período comprendido entre las décadas de 1880 y 1930, donde inmigrantes principalmente españoles e italianos protagonizaron el último aporte a la composición étnica del país. Los argentinos tuvieron un aumento como emigrantes a partir del último tercio del siglo XX. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicó en 2012 en 971.698 el número de argentinos en el exterior. Por lejos, los dos destinos favoritos de los argentinos son España (30,0 %) y Estados Unidos (23,3 %) en el 1° y 2° puesto, respectivamente, que juntos concentran más de la mitad del total de argentinos en el exterior (53,3%). Considerando datos a 2020 del Portal de datos mundiales sobre la migración, existen 1.1 millones de emigrantes argentinos en el mundo (no necesariamente se cuentan los de segunda generación y posteriores).[544] Esto supone un incremento del 54.9% frente a los emigrantes que había en el 2010 e implica que los emigrantes representan el 2.5% del total de personas nacidas en Argentina.[545]
La emigración argentina se concentró sobre todo en varios períodos históricos, el primero después del golpe de Estado de 1966 que produjo una emigración muy cualificada de técnicos y científicos, luego durante la dictadura militar de 1976 a 1983, después durante el año 1989 y 1991 durante un proceso de hiperinflación hubo una masiva emigración a EE. UU. y Europa[546] y el segundo durante la crisis de diciembre de 2001, que ocurrió en el gobierno de Fernando de la Rúa, Argentina se convirtió en uno de los países de mayor emigración en la región, siendo la mayoría de los argentinos que se van profesionales altamente calificados.[547]
A pesar de esto, Argentina presenta un porcentaje bajo de ciudadanos residiendo fuera de sus fronteras en proporción al total de la población, siendo al 2017 del 2,22% según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y comparado con otros países de la región (en perspectiva, Paraguay, una nación limítrofe de Argentina, tiene un 12,56% de sus ciudadanos viviendo en el exterior, una de las mayores tasas en toda América Latina).[548][549]
De acuerdo con dos sucesivos informes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al 2015, Argentina contaba con 2 086 302 inmigrantes y, al 2017, con 2 164 524, equivalentes a un 4,6 % y 4,9 % de la población, respectivamente, asentando esta tendencia creciente.
La tasa de extranjeros en proporción a los nacidos en el país es muy pequeña en comparación con otras naciones (121.º), pero medido en términos absolutos, Argentina es el mayor receptor de inmigrantes de toda América Latina, así como el que más cantidad tiene en la región y se ubica 28.º en el ranking mundial.[550][551][552][553][554]
Las 20 mayores comunidades inmigrantes según los censos nacionales de 1991, 2001, 2010 y 2022
Los indígenas, aborígenes u originarios de Argentina son el conjunto de comunidades, familias e individuos que se autorreconocen o reconocieron descendientes de los nativos americanos que habitaban en los límites del actual territorio argentino al momento del primer contacto de los europeos con el territorio en el siglo XVI.[556][557] Por extensión, esos nombres pueden referir también a los de igual condición que migraron hacia el actual territorio argentino desde países limítrofes y a sus descendientes, una vez integrados al conjunto indígena nacional.
Según la lista en línea actualizada a 23 de febrero de 2024 que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas publica en su sitio web, ese organismo público reconoce la existencia de 1878 comunidades indígenas en Argentina, pertenecientes a los 39 pueblos indígenas que a su vez reconoce.[558] Esos números, sin embargo, no cuentan a otras comunidades indígenas que por distintos motivos no están aun registradas o en contacto con los organismos nacionales o provinciales, por lo que a cada actualización trimestral de los datos los números han ido en aumento, e incluso se han producido en los últimos años nuevos autorreconocimientos de pueblos indígenas.
La Salud en Argentina está garantizada por el sistema de salud público, el sistema de obras sociales y el de la salud privada. Alrededor de un 37,62 % de la población se atiende por el sistema público y un 62,38 % por obras sociales y prepagas.[559] Argentina cuenta además con un abarcativo calendario de vacunación y tratamientos de VIH y de fertilización asistida a su población.[560]
La regulación del sistema de salud está a cargo del Ministerio de Salud, dependiente del Poder Ejecutivo. El porcentaje del gasto en salud correspondiente al PBI fue de un 8,9 % en 2003 y a 2015 había aumentado a 10,2 %.[561] Esta cifra es considerablemente mayor que el promedio de América Latina y está cerca de los valores de países europeos,[562] se encuentra en el puesto 49 entre 191 países.[563] Además, el país cuenta con una proporción favorable de 4,06 médicos por cada mil habitantes.[564]
La medicina argentina es prestigiosa a nivel global por haber sido inventora de diversas técnicas y descubrimientos que hoy son utilizadas en todo el mundo[565] y por las investigaciones que se mantienen constantemente en todas las especialidades médicas.[566]
Las enfermedades que más afectan a la población son la enfermedad de Chagas, la principal enfermedad endémica de la Argentina, que se estima en dos millones de infectados,[567] el sida, que afecta 5.000 nuevas personas cada año,[568] y la tuberculosis.[569]
La Administración Nacional de la Seguridad Social, el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, la Obra Social del Personal Rural y Estibadores de la República Argentina, el Sindicato de Empleados de la Ex Caja de Subsidios Familiares para el Personal de la Industria, el Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires y la Unión del Personal Civil de la Nación son miembros pleno y participante de la Conferencia interamericana de seguridad social (CISS).
Discapacidad
En 2018, el Indec llevó a cabo una encuesta nacional en localidades de más de 5000 habitantes, de la que surgió que el 10,2 % de la población total padece algún tipo de discapacidad.[p]
De ese total, un 48,8 % tiene alguna discapacidad motora, con un 30,0 % con dificultades para caminar, un 6,1 % con dificultades en los miembros superiores, y 12,9 % con ambas. Otro 25 % del conjunto de las personas con discapacidades tiene dificultades visuales, de las cuales el 3,6 % —casi uno de cada mil habitantes— son completamente no videntes. Del total de personas con discapacidad, el 20,8 % tiene dificultades en la audición, de los cuales el 49 % no pueden oír sin audífono —un 1 % de la población total. Del total de personas con dificultades, el 7,9 % tiene dificultades en el habla y de ellos el 10,6 % —algo menos de uno de cada mil habitantes— no puede hablar en absoluto. Un 12,3 % tiene dificultades para comprender lo que oye o aprender lo que estudia o se le enseña —un 1,25 % del total de la población—, de entre los cuales uno de cada ocho afirma no poder aprender nada.[571]
El mismo estudio detalla también que el porcentaje de personas de más de catorce años de edad con alguna discapacidad que desempeña alguna tarea remunerada es del 35,9 %, pero alcanzando al 64,3 % para el grupo de edad de entre 30 y 49 años, y disminuyendo al 13,3 % para 65 años de edad y más.[572]
La urbanización en Argentina es el reflejo en Argentina del proceso de aglomeración de población que se pronunció en el mundo a comienzos del siglo XIX donde la concentración de la población mundial en sistemas urbanos con una población mayor a 20 000 habitantes pasó del 2,4% en 1800 a 9,2% en 1900.[573] Hacia 2011 el 92% de la población argentina vivía en ciudades.[574]
En 1869, Argentina tiene al 11% de su población en aglomeraciones de más de 100.000 habitantes, concentración cinco veces superior al promedio mundial, similar al de Estados Unidos y aproximadamente el doble de la concentración de la población europea.[576]
En 1914 la población urbana superó por primera vez a la rural. Uno de los principales factores del rápido crecimiento de las zonas urbanas fue la gran inmigracióneuropea que fue desarrollando los principales centros urbanos del país como Buenos Aires, Córdoba y Rosario.[577]
En 1960 quince ciudades tenían una población que superaba a los 100.000 habitantes, representando estas ciudades el 71% de la población urbana. Por entonces, las zonas urbanas de la Argentina constituían el 59 % de la población, igual que en los Estados Unidos, en forma ligeramente superior a Oceanía (53%) y por debajo de Inglaterra, país que lideró el porcentaje de conglomeraciones urbanas desde los inicios del siglo XIX, con 69%.[578]
En 1970 la Argentina alcanza al 78,5% en su índice de urbanización y en 1975 supera el 80% al alcanzar los 80,7%. En 1990, la población en zonas urbanas alcanza el 86,9%, siendo un factor importante desde los años 50, al igual que en toda América latina, el flujo de inmigración interna de zonas rurales hacia zonas urbanas debido a condiciones económicas y sociales desfavorables[579]
En 2001, la urbanización del país alcanza al 89,3% de la población total.[580] Hacia 2011 el 92% de la población argentina vivía en ciudades[574] siendo junto a Bélgica, Dinamarca y Singapur uno de los países más urbanizados del mundo.[581] En 8 aglomeraciones urbanas se concentraba el 47.6% de la población total de Argentina,[582] en el Área Metropolitana de Buenos Aires vivian 12.806.866 personas, el 31,9% de la población total, en el Gran Córdoba 1.454.536 el 3,6%, en el Gran Rosario 1.237.664, el 3,1% en el Gran Mendoza 937.154 el 2,3%. Gran San Miguel de Tucumán 800.087 personas el 2%, La Plata 643.133 el 1,6%, en Mar del Plata 593.337 el 1,5% y en Gran Salta 539.187 el 1,5%.
En contraste existen 2.000 pequeños pueblos en la Argentina, de los cuales hay unos 800 en crisis por despoblamiento y 90 que desaparecieron en los últimos años.[583] En 1991 vivían en zonas rurales algo más de 4 millones de personas, cifra que cayó a 3,4 millones en 2020[584] a pesar de que aumentó la población (más de 7 millones) durante ese período, según una investigación de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) El 40% de los pueblos rurales estaban en riesgo de extinción en 2010.[585]
Las ciudades de Argentina varían su definición en la Argentina de acuerdo a cada provincia. De acuerdo a la Ley Orgánica de Municipios de la Provincia de Santa Fe 2756, una localidad adquiere el estatus de municipio al superar los 10.000 habitantes. En Provincia de Buenos Aires, se requieren más de 30.000 habitantes para las localidades ubicadas en los partidos-municipios pertenecientes al área metropolitana de Buenos Aires (que son 40 partidos-municipios tocados por o adentro de la ruta provincial 6), y 5.000 habitantes en el resto de los partidos-municipios, además de otras condiciones, según ley provincial 10.806.[586]
Aproximadamente, más del 92% de la población argentina vive en ciudades.[587] Habiendo 91 aglomerados urbanos que superan los 100.000 habitantes. Este crecimiento se debe a los grandes flujos migratorios que tuvieron lugar a principios del siglo XX, y a la industrialización.
La Argentina es, a menudo, descrita como un país macrocefálico,[588] debido a la enorme influencia de su capital, Buenos Aires, en casi todos los aspectos de la vida nacional. Con un área metropolitana de más de doce millones de habitantes, es el principal centro urbano del país, concentrando un 31 % de la población y un 40 % del producto bruto en apenas un 0,14 % del territorio. En un distante segundo lugar se encuentra el Gran Córdoba, cuya población es casi diez veces menor.
El escritor argentino Ernesto Sabato ha reflexionado sobre la naturaleza de la cultura argentina del siguiente modo:
Fracturada la primitiva realidad hispanoamericana en esta cuenca del Plata por la inmigración, sus habitantes venimos a ser algo dual, con todos los peligros pero asimismo con todas las ventajas de esa condición: por nuestras raíces europeas vinculamos de modo entrañable el interior de la nación con los perdurables valores del viejo mundo; por nuestra condición de americanos, a través del folclore interior y el viejo castellano que nos unifica, nos vinculamos al resto del continente, sintiendo de algún modo la vocación de aquella Patria grande que imaginaron San Martín y Bolívar.
La cultura argentina tiene como origen la mezcla de otras que se encontraron durante los años de las inmigraciones. En cuanto a sus ideologías se destacan sus pensamientos y lenguajes liberales o socialdemócratas, mucho valor a la libertad, también la democracia y el respeto a los derechos humanos.
Existe en el país una gran diversidad de actividades culturales y una importante actividad artística, en el teatro, la pintura, la escultura, la música, la literatura. Se ofrecen en todas las ciudades más importantes del país y fundamentalmente en Buenos Aires, diariamente, conferencias, conciertos, exposiciones, museos, cursos, funciones de teatro y ballet. Las salas de cinematografía y espectáculos abundan en todas las ciudades más grandes. La música popular como el tango, el folclore (inicialmente el tango era puro folclore urbano de las ciudades de Buenos Aires y Rosario pero con el fin de la "Guardia vieja" y el inicio de los tangos canción de Pascual Contursi y Carlos Gardel dejó de ser estrictamente parte del folclore argentino al dejar de ser folclore stricto sensu al ya tener autores y protagonistas conocidos, en todo caso el tango siempre se ha mantenido, pese a su difusión internacional, como una de las músicas típicas de Argentina junto con las otras músicas folclóricas argentinas) y el rock nacional argentino (denominado entre los 1960 y 1980 «Música progresiva» y «Nueva música urbana argentina») es interpretada y bailada en ámbitos especializados y en lugares de asistencia masiva.
Buenos Aires es la principal elegida para los conciertos de artistas extranjeros al realizar sus giras, y suele ser escenario de la música electrónica en América Latina, con importantes fiestas como la South American Music Conference, la Creamfields que con su convocatoria de más de 60 000 personas,[597] se convirtió en una de las más importantes del mundo y el Ultra Music Festival Buenos Aires. La ciudad, junto con Mar del Plata y Bariloche, tienen también su propio estilo de música electrónica, con artistas como Hernán Cattáneo y Fuerza Bruta.
Entre las creaciones inclasificables de la música argentina se destaca la obra de María Elena Walsh —orientada en gran medida pero no exclusivamente al público infantil— y los espectáculos humorísticos-musicales del conjunto Les Luthiers.
El teatro argentino, aunque con aislados antecedentes en ritos indígenas, manifestaciones africanas y representaciones coloniales y poscoloniales de origen español-americano, tiene su origen como tal del circo criollo en las últimas décadas del siglo XIX, con un carácter eminentemente popular, combinando elementos provenientes de diversas disciplinas dramáticas, como la pantomima, la farsa y el monólogo crítico. El teatro argentino tomó identidad a través de expresiones particulares como el sainete —principalmente—, la pieza cómica, el grotesco, y la revista criolla. Una variedad dramática de gran importancia para la cultura popular han sido el radioteatro y el teleteatro.
La pintura de Argentina es toda la producción pictórica realizada en territorio de la Argentina a lo largo del tiempo. Al igual que su escultura, la pintura de Argentina se nutre de estilos novedosos con influencias europeas y amerindias.
La tercera década del siglo XX representó una etapa fundamental para el desarrollo de la pintura, realizándose grandes acontecimientos relacionados con nuevas orientaciones estéticas. Es por este motivo que el lapso comprendido entre 1920 y 1930 es considerado como el de formación de la pintura moderna argentina, teniendo exponentes como Antonio Berni, Gyula Kosice ―fundador del Movimiento Madí, el movimiento de la Nueva Figuración Argentina―, Raúl Soldi y León Ferrari; y exponentes de pintura popular como Florencio Molina Campos y Benito Quinquela Martín.
La historieta argentina también tiene importantes representantes de fama internacional; al menos durante todo el siglo XX, el humor gráfico argentino ha ocupado un lugar preeminente en el género, gracias a artistas como Quino, con su famoso personaje de Mafalda, Guillermo Mordillo y Roberto Fontanarrosa. En la historieta de ficción se destacan Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López con la obra El eternauta. En la historieta infantil es relevante la obra de Manuel García Ferré, con personajes como Hijitus y Anteojito, así como revistas y películas de dibujos animados.
También es de destacar la importante tradición de publicaciones de revistas de historietas que han sido muy importantes dentro del mundo de la historieta en español, como es el caso de Fierro.[609]
Las lenguas de Argentina comprenden tanto el castellano como las lenguas autóctonas históricamente habladas por pueblos indígenas, o las lenguas alóctonas habladas de manera estable y por generaciones por comunidades de migrantes y sus descendientes, que las han conservado o usaron durante períodos históricos prolongados.
Actualmente, el castellano es la lengua predominante, entendido y hablado como primera o segunda lengua por casi toda la población de la Argentina, que según el censo de 2022 llega a 45,89 millones de habitantes.[611] Es el único idioma de uso en la administración pública a nivel nacional. De todos los países del mundo donde el español o castellano tiene estatus predominante, la Argentina es el de mayor extensión territorial. La amplitud del país, la existencia de distintos sustratos lingüísticos producidos por la variedad de lenguas amerindias y las diferentes aportaciones de las lenguas vernáculas de los inmigrantes europeos de finales del siglo XIX y comienzos del XX, han dado lugar a varias modalidades dialectales diferentes.
El inglés es la segunda lengua más conocida en el país, y su enseñanza es obligatoria desde la escuela primaria en varias provincias. Argentina es el único país latinoamericano calificado como país de «alta aptitud» en el inglés,[612] ubicándose en el puesto 28 a nivel mundial y primero de Iberoamérica, según un informe del Índice de Aptitud en Inglés (EF EPI, 2024).[613]
El guaraní y el quechua tienen más de un millón de hablantes en el Norte Grande. El idioma guaraní especialmente en el interior de la provincia de Corrientes, que en 2004 declaró su cooficialidad para la enseñanza y los actos de gobierno, aunque la ley no se encuentra reglamentada. Por su parte, el quechua cuenta con un elevado número de hablantes en la provincia de Santiago del Estero, donde se utiliza un dialecto muy diferenciado denominado quichua y también en zonas de la provincia de Jujuy, donde se usa una variedad de este idioma más similar a la que se habla en el suroeste de Bolivia. En la periferia de las grandes aglomeraciones urbanas, producto de constantes migraciones del noreste argentino, del NOA, de Paraguay, Bolivia y Perú, hay hablantes del guaraní, quechua y aimara.
El mapudungun, lengua de los mapuches, también se considera vernácula pues hay testimonios etnohistóricos de su presencia al este de la cordillera de los Andes desde el siglo XV. Hoy cuenta con hablantes en las provincias de la Patagonia, reflejando la larga y fuerte influencia de los mapuches, o araucanización, sobre los nativos argentinos de las áreas patagónicas y la llanura pampeana.
Otra lengua nativa es la lengua de señas argentina (LSA), lengua señalada por las comunidades sordas que surge claramente a partir de 1885 e influencia a muchas otras lenguas de señas de países limítrofes.
Por otra parte, la Argentina es uno de los países de la región que cuenta con una gran población irreligiosa, es decir, que no adhiere a ninguna religión o creencia en particular. De acuerdo con una encuesta hecha por Gallup, Argentina tiene la tercera población que declara una menor importancia a la religión en su vida en Latinoamérica, después de Cuba y Uruguay. Solo el 63% de los argentinos estuvo de acuerdo con que la religión es algo importante diariamente en su vida.[619]
La Primera Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina realizada en 2008 había establecido que el 91,1% de la población creía en Dios en ese año, reduciéndose ese porcentaje al 85% en la franja de personas de 18 a 29 años de edad. La Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina llevada a cabo en 2019 mostró que la creencia en Dios se redujo hasta el 81,9%[620] en 11 años. El mismo estudio del CONICET reveló cambios en la religión del país: católica 62,9%, evangélica 15,3%, testigos de Jehová/mormones 1,4%, agnóstica 3,2%, atea 6,0%, sin filiación religiosa 18,9%, ninguna 9,7%, otras 1,2% y Ns/Nc 0,3%[621].
La reciente encuesta de IPSOS 2023 considera que los católicos son el 48%, los protestantes 10%, otros cristianos 5%, los sin religión 25%, otras religiones 5%, y los que prefieren no decirlo 8%.[622]
El sistema educativo de Argentina se compone de cuatro niveles: inicial, primaria, secundaria y superior. La educación argentina está regida por la Ley de Educación Nacional 26.206 que establece que la educación es un bien público, un derecho personal y social de las personas, del cual el Estado es quien debe garantizarla. Además determina que es obligatoria entre los cuatro y los 17 o 18 años de juventud.[629] La Ley de Educación Nacional N.º 26.206 establece que el país debe destinar el 6 % de su PBI a la educación,[630] un índice acorde con otros países de la región pero muy por debajo de los países desarrollados.
En 1869, cuando Domingo Faustino Sarmiento era Presidente, se llevó a cabo el Primer Censo Nacional[631] que arrojaba las siguientes cifras: 82 % de la población era analfabeta. De allí que fue el mismo Sarmiento quien inició una lucha muy persistente con la creación de escuelas y formación de docentes; las primeras vinieron de Estados Unidos para unirse a la infatigable lucha por la educación. En el caso de las mujeres, el índice de analfabetismo era aún más alto, pues comprendía al 81,8 % del total de mujeres en tanto que en los varones era de 74,9 %. Este estado de cosas, lo llevó a impulsar la Ley de Educación Común N° 1.420,[632] promulgada en 1884 durante la presidencia de Julio Argentino Roca. En esa ley se estableció por primera vez la obligatoriedad, la gratuidad y la laicidad de la educación para todos los niños de 6 a 14 años, y se instauró el derecho a que todos los habitantes del país que residieran en localidades de más de 300 habitantes pudieran contar con una escuela pública a su alcance. El uso del delantal blanco[633] como uniforme escolar, se transformó en paradigma de un ideal de igualdad o unidad, ha caracterizado siempre a la educación argentina. Esa Ley fue el inicio del camino hacia la educación en la Argentina.
Argentina fue el segundo país de América Latina (luego de Uruguay) en establecer la educación primaria, secundaria y universitaria pública y de calidad. En 1945, durante el gobierno dictatorial de Edelmiro Farrell, se sancionó la Ley de Enseñanza Secundaria y Superior, que estableció la gratuidad de la educación secundaria y superior en Argentina.[634] La histórica lucha por tener una población alfabetizada, llevó al país a tener algunos científicos e intelectuales reconocidos mundialmente.[635][636]
Según estudios de la Unesco, la educación en Argentina garantiza igualdad al poseer características institucionales que impiden la mercantilización de la educación, así como la de Finlandia tiene características que favorecen la educación en población multiétnica y en la modalidad de enseñanza especial,[639] la educación de la Argentina favorece la equidad. Finalizada la secundaria —cuya graduación es en el mes de diciembre— los alumnos pueden continuar su formación ya sea en una institución de educación superior universitaria o terciaria.[640] Según datos del último censo de 2010, la tasa de analfabetismo es del 1,9 %, siendo la segunda más baja de Latinoamérica.[641][642] En Argentina existen 55 universidades públicas nacionales en todo el territorio.[643] y 49 privadas.[644] La Universidad de Buenos Aires es la más grande del país y una de las 10 más prestigiosas de América Latina,[645] con más 250 000 alumnos en 2011.[646]
Museos, espacios de memoria y salas de espectáculos
Por otro lado, se destaca la actividad cultural veraniega en Mar del Plata y Villa Carlos Paz; y las fiestas y festivales populares como el Festival de Cosquín o el de Jesús María en la provincia de Córdoba. El Carnaval de Gualeguaychú es el espectáculo teatral a cielo abierto más grande de la Argentina y considerado el tercer carnaval más importante del mundo.[647]
Cientos de fiestas nacionales se desarrollan en el país durante todo el año.
En Buenos Aires existen alrededor de 100 cines y 90 teatros, con una abundante cartelera de espectáculos. La capital de Argentina también se distingue en la presentación de espectáculos o artistas de renombre internacional. Se encuentran, entre otros, los centros culturales como el Borges, el Recoleta o el San Martín.
Un factor determinante para su gastronomía es que Argentina, debido a la extensión y fertilidad natural de sus amplias llanuras, ha sido tradicionalmente un importante productor agrícola y ganadero. Entre los principales productos alimenticios se encuentran el trigo, poroto, maíz, girasol, carne (vacuna, ovina, avícola), leche y derivados, huevos, té, arroz, azúcar, aceitunas, embutidos, cítricos, manzanas, uvas, melones, sandías, duraznos, tomates, frutillas, limones, miel (tercer productor mundial), aceites comestibles (maíz, girasol, oliva), etc. En los últimos años el principal producto rural del país es la soja, destinada principalmente a la exportación y usado como alimento para animales.
La gran producción de carne vacuna determina que sea esta la de mayor consumo en el país. Argentina es uno de los países con mayor consumo per cápita de carne en general y de carne vacuna en particular, situación que no sufrió cambios significativos a lo largo del tiempo.[654][655] Una comida típica argentina es el asado o parrillada (carne y entrañas de vaca cocinadas a las brasas), además de las empanadas (especie de pasteles rellenos de carne u otros ingredientes). Además, es muy habitual el consumo de un sándwich de chorizo, denominado choripán.
De modo semejante, las enormes producciones trigueras hacen que el pan más común sea el pan blanco de harina de trigo y explican en gran medida el éxito de ciertas comidas difundidas por el gran número de inmigrantes italianos, entre ellas la pizza argentina, extremadamente popular, caracterizada por tener mayor grosor de masa que las italianas.
La producción y consumo de leche es muy importante, consumiéndose alrededor de 240 litros por persona por año.[656] De la existencia de grandes disponibilidades de leche se ha derivado un alto consumo de alimentos derivados como quesos (el país cuenta con 8 quesos propios) y dulce de leche, entre otros.
Entre los dulces, el alfajor es un producto ampliamente consumido y producido con múltiples variables regionales. Lo mismo sucede con los helados, en especial con los de tipo italiano, aunque ya desde el tiempo de la colonia española existía alguna afición a los helados de tipo sorbete. Hoy en día se mantiene el consumo de alfeñiques, típicos del Noroeste Argentino.
La bebida característica que Argentina comparte con otros países vecinos es una infusión precolombina de origen guaraní preparada con hojas de yerba mate (planta originaria de la Cuenca del Plata) llamada mate. El mate también puede ser preparado como un té, siendo denominado en este caso mate cocido. La colonización española introdujo el consumo del café, que se ha hecho masivo, generalizándose desde los tiempos coloniales los «cafés» como lugares de encuentro. Existe también un amplio consumo de té, ya sea de su variedad clásica introducida por influencia de la inmigración británica, como de hierbas digestivas de provenientes de antiguas tradiciones precolombinas como el boldo y la peperina. En menor medida, existe la costumbre de consumir infusiones de chocolate, también por influencia colonial.
Entre las bebidas alcohólicas se destaca el vino, del cual Argentina es el quinto productor mundial, elaborado principalmente en Mendoza, San Juan y en otras provincias cordilleranas.[657] Entre los vinos característicos del país se destaca el malbec. Otras bebidas alcohólicas, mayormente conocidas en las zonas rurales del norte, como lo son la caña y algunas de origen precolombino, como la aloja, la chicha y el guarapo (una variedad de hidromiel).
El desayuno clásico es pan con manteca y dulce, acompañado de café, leche y, eventualmente, mate; este último suele reemplazar totalmente al desayuno. La cena se suele realizar después de las 21:00 h. Existe la tradición de dedicar el almuerzo del domingo al asado o las pastas, en reuniones familiares o con amigos.
Además de las diferencias regionales, existe una distinción muy importante entre la gastronomía netamente urbana, la de zonas menos urbanas y la de zonas rurales, más tradicionales. Otro conjunto de diferenciaciones está dado por los estratos socioeconómicos. Aunque existen comidas argentinas comunes en toda la extensión del país (asados y el chimichurri, los churrascos y milanesas, el dulce de leche, los alfajores, las empanadas de carne, el locro, el puchero, el guiso carrero con fideos,[658] el guiso de arroz y el mate —especialmente el amargo—, se pueden distinguir cuatro regiones gastronómicas principales.
Los días festivos en la Argentina se clasifican en días feriados y días no laborables. Estos pueden ser nacionales, provinciales o municipales, o ser exclusivos de una rama laboral o educativa. Los feriados nacionales son de observancia obligatoria para todos los empleadores, mientras que un día no laborable es facultativo del empleador si quiere otorgárselo a sus empleados. Además pueden ser fijos, trasladables por motivos turísticos, o caer en distintos días de año a año debido a que se establecen por otros calendarios. Los feriados se rigen por el Decreto 1584/2010[661] y su modificatoria Decreto 923/2017.[662] Asimismo, existen diversos aniversarios no tipificados como feriados, en los cuales se recuerdan acontecimientos generalmente de tipo contemporáneo y que pueden incluir actividad social o cobertura mediática, pero que permanecen como días laborables.
Los feriados nacionales incluyen festividades de la Iglesia católica, fiestas cívicas, conmemoraciones y feriados turísticos. Existen feriados que caen siempre en el mismo día de cada año y otros que son móviles. Algunos feriados son trasladables a un día lunes por motivos de promoción turística. Los días no laborables nacionales incluyen al Jueves Santo y días específicos para los habitantes judíos y musulmanes. Así mismo se han implementado desde 2011 mediante el Decreto 1585/2010 los denominados feriados puente con fines turísticos.
Los feriados trasladables cuyas fechas coincidan con los días martes y miércoles serán trasladados al día lunes anterior. Los que coincidan con los días jueves y viernes serán trasladados al día lunes siguiente.
En este artículo se tratará solo de los feriados y días no laborables correspondientes al ámbito federal (es decir, a todo el país), pero existen también feriados provinciales, municipales y días no laborables según distintas instancias administrativas o institucionales.
↑Es un lema que nunca ha sido declarado oficialmente como tal. Fue utilizado desde 1813 hasta 1841 en la acuñación de moneda junto al Escudo Nacional. Véase «Asamblea General Constituyente - Sesión del 12 de marzo de 1813». Ministerio de Economía de la Nación. Archivado desde el original el 4 de enero de 2014. Abandonado posteriormente, fue reincorporado en la numismática argentina desde 1992 hasta la actualidad. • Pezzano, Luciano. «En Unión Y Libertad». Jornario de las XXIV Jornadas Nacionales de Numismática y Medallística, Vol. II. Santiago del Estero. Archivado desde el original el 4 de enero de 2014. Consultado el 6 de junio de 2016. • Instituto de Estudios Iberoamericanos, Documentos para la historia de la bandera argentina. Página 134. • Fernández, Sebastián Martín (6 de junio de 2016). «La Cultura como Factor de Poder de un Estado». Centro Argentino de Estudios Internacionales. p. 17. Archivado desde el original el 4 de enero de 2014.
↑Existe una conjetura no comprobada, avalada por una línea historiográfica, que sostiene que las provincias bajo protección militar de José Gervasio Artigas (Liga Federal) proclamaron la independencia nacional en el denominado Congreso de Oriente el 29 de junio de 1815.
↑Si bien, la constitución fue sancionada en 1853, no fue hasta 1861 que se promulgó en todo el territorio nacional, puesto que en 1852, la Provincia de Buenos Aires se declaró independiente de la Confederación y no fue sino hasta 1861 que se incorporó a la República Argentina
↑Argentina cuenta con otra moneda en curso legal, el Peso Oro Sellado, creada en 1881 mediante la Ley 1130. A pesar de que se dejó de emitir en 1929, nunca fue derogada. Actualmente su uso es limitado, y el Banco Central publica trimestralmente su valor, medido en pesos argentinos.
↑ abcEn carácter de Asociado en la CAN y CAF. Como Observador permanente en la Alianza del Pacífico.
↑Desde 2020 Argentina tiene 25 capitales federales, de las cuales la ciudad de Buenos Aires es la «capital principal»; las restantes son «capitales alternas», que se ubican una en cada provincia, salvo la Provincia de Buenos Aires donde están ubicadas dos capitales alternas. Ley 27589.
↑Las ciudades de Asunción y Santiago del Estero comparten el título de «madre de ciudades», ya que diez de las quince ciudades que existían en el actual territorio argentino al finalizar el siglo XVI fueron fundadas por expediciones partidas de estas dos ciudades; debido a un proceso ocurrido en el siglo XIX, Asunción terminaría por quedar fuera del actual territorio argentino.
↑Las provincias del Litoral argentino y la Provincia Oriental (unidas en la Liga Federal bajo el protectorado de José Artigas) no estuvieron representadas. Tampoco lo estuvieron el Paraguay —ya independiente de hecho desde 1811— ni la mayor parte del Alto Perú.
↑Al ser jurada el 21 de julio de 1816 y para disipar rumores sobre una intención de someterse a Portugal, se retocó en una sesión secreta el acta aprobada el 9 de julio y se usó en la fórmula de juramento la siguiente frase: "[…] independencia del rey de España Fernando VII, sus sucesores y metrópoli y toda otra dominación extranjera." Véase «19 de julio: El acta se modifica». Ministerio de educación. Archivado desde el original el 31 de mayo de 2011. Consultado el 27 de junio de 2008.
↑En sentido estricto, no todos los enemigos de Rosas propugnaban un sistema de gobierno unitario, pero la propaganda rosista logró exitosamente confundirlos a todos en un mismo nombre, que repugnaba a los federales de las provincias interiores.
↑En 1945, José Luis Torres escribió un libro titulado La Década Infame, en el que analiza críticamente este período. El término fue desde entonces tomado de manera generalizada para denominar al período.
↑Esta encuesta fue realizada a instancias de la entonces vicepresidenta Gabriela Michetti, que es una discapacitada motora.[570]
↑Cualquier división de la historia argentina es arbitraria, y existen al menos tantas como historiadores que la hayan intentado. En este artículo se utiliza una división en tres etapas históricas de duración relativamente similar desde la Revolución de Mayo hasta la actualidad: una etapa formativa, durante la cual se estableció la estructura política y geográfica de la Argentina actual y el modelo económico agroexportador; una segunda etapa, en que ese modelo no fue puesto en duda más que en aspectos marginales, y los conflictos fueron generalmente de tipo político-ideológico; y una tercera etapa, en que el modelo agroexportador fue puesto sistemáticamente en cuestión, y durante el cual estuvieron vigentes los tres partidos que hasta la fecha han dominado la escena política: el radicalismo, el peronismo y el liberalismo, que durante la mayor parte de este ciclo sólo pudo acceder al poder por medio de gobiernos de facto. En este esquema, esta última etapa se ha dividido en cuatro períodos de veinte años cada uno —una división por razones de simetría, casi completamente arbitraria— más un período que refiere a la historia actual, desde el triunfo de La Libertad Avanza, un partido económicamente libertario y socialmente conservador.
↑Cualquier división de la historia argentina es arbitraria, y existen al menos tantas como historiadores que la hayan intentado. En este artículo se utiliza una división en tres etapas históricas de duración relativamente similar desde la Revolución de Mayo hasta la actualidad: una etapa formativa, durante la cual se estableció la estructura política y geográfica de la Argentina actual y el modelo económico agroexportador; una segunda etapa, en que ese modelo no fue puesto en duda más que en aspectos marginales, y los conflictos fueron generalmente de tipo político-ideológico; y una tercera etapa, en que el modelo agroexportador fue puesto sistemáticamente en cuestión, y durante el cual estuvieron vigentes los tres partidos que hasta la fecha han dominado la escena política: el radicalismo, el peronismo y el liberalismo, que durante la mayor parte de este ciclo sólo pudo acceder al poder por medio de gobiernos de facto. En este esquema, esta última etapa se ha dividido en cuatro períodos de veinte años cada uno —una división por razones de simetría, casi completamente arbitraria— más un período que refiere a la historia actual, desde el triunfo de La Libertad Avanza, un partido económicamente libertario y socialmente conservador.
↑«El INDEC difundió los resultados provisionales Censo 2022: 4 datos claves sobre la población argentina». Página/12. Consultado el 31 de enero de 2023. «La población argentina tiene actualmente 46.044.703 habitantes, es decir, 5.927.607 de personas más que las relevadas en el último censo, en 2010. En mayo de 2022, pocos días después del relevamiento, el INDEC había difundido los primeros resultados preliminares, que indicaban que la población argentina tenía 47.327.407 habitantes. Sin embargo el dato fue corregido esta tarde.»
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La Argentina, desde el siglo XIX, al igual que Brasil, Australia, Canadá o Estados Unidos, se convierte en un «país de inmigración», entendiendo por esto una sociedad que ha sido conformada por un fenómeno inmigratorio masivo, a partir de una población local muy pequeña.
↑El antropólogo brasileño Darcy Ribeiro incluye a la Argentina dentro de los «pueblos trasplantados» de América, junto con Uruguay, Canadá y Estados Unidos. Ribeiro, Darcy (1985): Las Américas y la civilización. Buenos Aires: Eudeba, p. 449 y ss.
↑El historiador argentino José Luis Romero (1909-1977) define a la Argentina como un «país aluvial», es decir, una sociedad que ha sido influida decisivamente por uno o más fenómenos inmigratorios masivos. Romero, José Luis (1951): «Indicación sobre la situación de las masas en Argentina (1951)», en La experiencia argentina y otros ensayos. Buenos Aires: Universidad de Belgrano, 1980, p. 64.
↑Las tasas de masculinidad de los extranjeros en los censos de 1898 y 1914 fue de 172, lo que implica un 63,1 % de varones y un 36,9 % de mujeres.
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↑Tal cual lo expresara la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al establecer en el fallo "Villacampa" que el culto católico no reviste el carácter de religión oficial del Estado; Villacampa, Ignacio c/ Almos de Villacampa, María Angélica. (fallos 312:122)
↑El 20 de junio de 1949, finalmente el presidente Juan Domingo Perón decretó que las universidades nacionales de la Argentina serían gratuitas para los habitantes del país. Esa ley se mantiene hasta la actualidad, sin embargo las universidades privadas, como ocurre en otros niveles educativos, toman recursos del sistema.
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