La historia de la ciencia y la tecnología en España abarca la historia de la ciencia y la historia de la tecnología en España. Al no existir un consenso académico son igualmente usadas las designaciones historia de la ciencia en España, historia de la ciencia española, historia de la ciencia y la tecnología españolas o historia de la ciencia y de la técnica en España.[1]
El mismo deslindamiento de qué llamar ciencia, qué técnica y qué tecnología es un asunto delicado, del que se ocupan los estudios de ciencia, tecnología y sociedad, de reciente definición. Mientras que las actividades científicas y técnicas son tan antiguas como el ser humano, el establecimiento de una verdadera tecnología (entendida como la integración de conocimientos sistemáticos, recursos materiales, habilidades y procedimientos técnicos aplicados a la trasformación de un proceso productivo con una metodología consciente —que supere el nivel de lo artesanal—), ha de esperar a la Edad Contemporánea, momento que para el caso de España llegó con un notable atraso, en comparación con la precocidad y empuje con que entró en la modernidad.
Pocos científicos españoles (con excepciones como Servet o Cajal) fueron protagonistas de los cambios de paradigma que caracterizaron las sucesivas revoluciones científicas; por eso, buena parte de los estudios de historia de la ciencia consisten en el rastreo de su recepción en España, y lo mismo sucede con las transferencias tecnológicas. Hasta tal punto la ciencia y la tecnología han sido en España, hasta la primera mitad del siglo XX, una «realidad marginal en su organización y contexto social»,[2] que tal marginalidad se llegó a convertir por décadas en una especie de estereotipo nacional español difundido y celebrado por algunos medios extranjeros, unas veces rechazado por impropio o injurioso y menos veces asumido con orgullo y desdén, como en la lapidaria expresión de Miguel de Unamuno, cuyo repetido uso y abuso produjo por años un tópico o cliché utilizado con sentidos opuestos: «¡Que inventen ellos!»[3]
El uso del masculino ellos, tampoco es casual.[4] El predominio de varones en ciencia y tecnología como en otras naciones europeas, ha sido casi absoluto históricamente, y únicamente ha sido desafiado en términos cuantitativos desde la segunda mitad del siglo XX tratando de poner en valor y visibilizar las personalidades femeninas significativas en estos campos.
En los últimos años, España ha alcanzado una alta posición (la novena, con el 2,5 % de las publicaciones) en los rankings científicos internacionales,[5] pero se enfrentó a los fuertes recortes presupuestarios de la crisis de 2008-2013.[6] Una de las debilidades del sistema español de ciencia y tecnología (o sistema nacional de innovación)[7] era la carencia de inversiones en I+D+i de muchas empresas privadas y, consecuentemente, su dependencia de las inversiones públicas, una diferencia destacable con otros países industrializados.[8] No obstante, desde la segunda década del siglo XXI, la salida de las empresas privadas al exterior, obligadas por la crisis, ha tenido como consecuencia la necesidad de competir y sobrevivir en el mercado global, generando una mayor aplicación científica y tecnológica, y consecuentemente una mayor inversión privada en investigación.
Existe un Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación,[10] y una red de Organismos Públicos de Investigación (OPI), con el CSIC en su vértice, Grandes Instalaciones Científicas (GIC), Instalaciones de Tamaño Medio (ITM) y parques científicos y tecnológicos (Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España, APTE).
Ya en época plenamente histórica para el Próximo Oriente (pero protohistórica para Europa —Edad de los Metales—), el papel de las tierras del Extremo Occidente en el comercio de metales a larga distancia con las primeras civilizaciones fue fundamental para la incorporación de las técnicas metalúrgicas de la Edad del Bronce; mientras que las de la Edad del Hierro fueron introducidas a finales del II milenio a. C. y comienzos del I milenio a. C. simultánea e independientemente por los pueblos colonizadores mediterráneos (griegos y fenicios, en la costa oriental y meridional) y los celtas centroeuropeos (en el centro, oeste y norte). La llegada de otras manifestaciones técnicas como la rueda, el arado o la vela son aún más difíciles de constatar.
Por Cádiz pasaron algunos de los más importantes científicos de la época helenística, como Polibio, Artemidoro y Posidonio, que tuvo oportunidad de medir allí las mareas (fenómeno más visible en el Atlántico que en el Mediterráneo) y proponer sus causas.[15] Autores béticos como el algecireño Pomponio Mela o el gaditano Columela están entre los escasos tratadistas hispanolatinos de cuestiones científicas. El primero, geógrafo, con su De Chorographia; el segundo con Re re rustica y Liber de arboribus, de cuestiones agronómicas. Una lúcida reflexión de Columela representa claramente cómo el carácter especulativo de la actividad científica en el mundo grecorromano está desconectado de las técnicas y el trabajo manual; como corresponde a la radical separación entre el otium propio de los filósofos y el mundo del negotium y los esclavos.
Y no puedo acabarme de admirar, cuando considero que escogiendo los que desean hablar bien un orador cuya elocuencia imiten; buscando los que quieren aprender las reglas del cálculo y de las medidas un maestro de esta enseñanza que tanto les agrada; procurando los aficionados a la danza y a la música con el mayor cuidado maestros de estas artes; llamando los que quieren hacer un edificio operarios y arquitectos; los que quieren confiar al mar una embarcación hombres que sepan manejarla; los que emprender guerras personas inteligentes en la táctica; y para decirlo todo de una vez, haciendo cada cual diligencia, para el estudio a que quiere aplicarse, del mejor director que pueda encontrar; y finalmente, eligiendo cada uno de entre el número de los sabios una persona que forme su espíritu y sea su maestro en la virtud: solamente la agricultura, que sin duda está muy cerca de la sabiduría, y tiene cierta especie de parentesco con ella, carece de discípulos que la aprendan y de maestros que la enseñen.
Los doce libros de la agricultura, De las cosas del campo (De re rustica), mediados del siglo I.[16]
La ciencia medieval, dentro de sus limitaciones inherentes, tuvo algunos de sus máximos desarrollos en la península ibérica, compartida por reinos cristianos y musulmanes, y con una influyente presencia intelectual hebrea. Antes incluso, la Edad Oscura de la Alta Edad Media tuvo en el reino visigodo de Toledo y en el monacato hispánico alguna de sus aisladas lumbreras (destacadamente, san Isidoro y sus Etimologías). Las transiciones entre distintos modos de producción implicaron transformaciones tecnológicas impulsadas o frenadas por las diferentes configuraciones económico-sociales, que en el caso español se sustanciaron en diferentes formas de renovar las técnicas agrícolas, ganaderas y de la industria alimentaria y otras ramas de la artesanía; a veces por iniciativa institucional (monástica o gremial) o por la dinámica propia de las actividades productivas, más o menos sometidas a secretos de oficio y desprestigiados socialmente en la sociedad estamental (incompatibilidad entre trabajo y nobleza, calificación de oficios viles y mecánicos).[18] Los ejemplos más aparatosos son las norias del sureste español y otras técnicas de regadío introducidas o perfeccionadas por la civilización árabe-hispana.
La importancia económica de la Carrera de Indias y la explotación minera del Nuevo Mundo hizo que la demanda científica y tecnológica impulsada desde el inmenso poder de la Monarquía Hispánica fuera de altísimo nivel, sobre todo en los ámbitos naval y metalúrgico. La prioridad indiscutible en cualquier programa científico que hubiera podido diseñarse era claramente la que marcaban las necesidades del inmenso Imperio ultramarino.
Una de sus más punteras manifestaciones tuvo lugar en 1598, cuando Felipe III convocó un concurso abierto a cualquiera que determinara la longitud geográfica en el mar. El propio Galileo Galilei optó al atractivo premio en 1616 (con un método inviable en un barco en movimiento, basado en la observación de los movimientos de las lunas de Júpiter).[21] La magnitud de la ambición del concurso quedó evidenciada con el hecho de que tal cosa no fuera posible hasta los relojes del siglo XVIII, cuando la primacía naval estaba pasando a Inglaterra (desde 1731 disponía de relojes, como el de John Harrison que, sin péndulos ni pesas, sino resortes, se alojaban en una caja con suspensióncardán para absorber los movimientos del barco), mientras que la tecnología relojera española había quedado retrasada (las colecciones regias de Carlos III y Carlos IV, a pesar de la existencia de la Real Fábrica de Relojes, en funcionamiento de 1788 a 1793, y la Real Escuela de Relojería (1770) recurrían a John Ellicott o a relojeros franceses) hasta las notables creaciones de José Rodríguez Losada, ya a mediados del XIX.[22] En otra dimensión, pero con no menor proyección en el futuro, se situó el certamen convocado en su corte por Felipe II y que puede considerarse como primer campeonato del mundo de ajedrez (1575). En aquella ocasión, el español Ruy López de Segura (considerado hasta entonces el mejor ajedrecista práctico y teórico —Libro de la invención liberal y arte del juego del axedrez, 1561-), fue destronado por el italiano Leonardo da Cutri.
La universidad medieval se renovó con el humanismo; mientras que la contrarreforma supuso un cierre a las influencias exteriores y un anquilosamiento generalizado de la institución, que pasa a cumplir la que de hecho siempre había sido su principal función: la reproducción de las élites (véase Colegio Mayor). No obstante, algunos extremos de este cierre al exterior no han de ser magnificados, como la famosa Pragmática de Felipe II de 1559 que impedía a los estudiantes castellanos salir a universidades de fuera del reino (ampliado en 1568 a los estudiantes de la Corona de Aragón) cuya aplicación fue en la práctica poco rigurosa, y cuya motivación es cuestionada por la historiografía (posiblemente no era tanto una defensa contra el protestantismo como un ataque a la Compañía de Jesús y la Universidad de Lovaina, significativamente no exceptuada —como sí lo estaban Bolonia, Roma, Nápoles y Coímbra—).
Que es lastimosa y aún vergonzosa cosa que, como si fuéramos indios, hayamos de ser los últimos en recibir las noticias y luces públicas que ya están esparcidas por Europa. Y asimismo, que hombres a quienes tocaba saber esto se ofendan con la advertencia y se enconen con el desengaño. ¡Oh, y qué cierto es que el intentar apartar el dictamen de una opinión anticuada es de lo más difícil que se pretende en los hombres!
La conciencia del mal estado de las ciencias y las técnicas en España surge a partir de la introspección negativa de los arbitristas del siglo XVII, y sobre todo desde el siglo XVIII, que a las luces de la razón buscaba el progreso en las ciencias útiles. Tras el debate generado por la provocativa pregunta ¿Qué se debe a España? de Masson de Morvilliers (véase Pan y Toros) pasó a ser un tópico que la ciencia española mostraba un atraso considerable frente a la de los demás países europeos, al contrario que la literatura española (entendida como literatura artística) o el arte español. De hecho, el tópico pasó a ser de tan extendido uso que provocó la queja por la queja en autores como Cadalso o Larra (Cartas marruecas, En este país —véase Ser de España—).
En realidad, los conceptos de ciencias y letras o humanidades no estuvieron deslindados hasta la Ilustración (e incluso hasta mucho más adelante no se tomó conciencia de lo hondo de la brecha entre ambos campos del conocimiento con el debate de las dos culturas de mediados de siglo XX). En ese contexto se debe entender el famoso discurso de Don Quijote sobre las armas y las letras: frente al ejercicio militar propio del caballero (y que en la Edad Media era el único que le era propio), desde el Renacimiento quedó evidenciado que la alta alcurnia no estaba reñida con la formación intelectual.[24] Letras en esa época eran tanto las letras divinas (teología) como las letras humanas,[25] recientemente emancipadas de ellas como saberes autónomos: gramática, derecho y cualquiera de las denominadas artes liberales, incluidas la medicina (habitualmente denominada física, y físicos los médicos), las distintas ramas de las matemáticas (entre las que la astronomía no se había deslindado de la astrología) y la filosofía (indistinguible de lo que hoy llamaríamos ciencia, sobre todo cuando se adjetivaba como filosofía natural o historia natural).[26]
Independientemente de la coyuntura adversa que presidió el tránsito del siglo XVIII al siglo XIX (denominada crisis del Antiguo Régimen por la historiografía), la clave de lo que cada vez más se percibía como el atraso español era la pervivencia de unas estructuras socioeconómicas preindustriales, justo en el decisivo momento en que Inglaterra inicia su Revolución industrial y Francia su Revolución francesa; que es también el contexto crucial en que se inició en los países más avanzados la coordinación entre ciencia y técnica (mundos hasta entonces sustancialmente ajenos) que llevará con el tiempo a la formación de una verdadera tecnología y a los procesos de retroalimentación, originados por la demanda social de innovaciones, que han dado en denominarse ciencia-tecnología-sociedad (CTS).
La expresión intelectual de la resistencia a la modernización en España fue la fortísima oposición entre afrancesados y casticistas, que se radicalizó con la atribución de todo tipo de heterodoxias religiosas a los ilustrados (jansenismo, masonería, panteísmo, librepensamiento, volterianismo, agnosticismo, ateísmo —ejemplificado en el proceso inquisitorial a Pablo de Olavide—). Paradójicamente, en el lado del clero, también las víctimas que cayeron fueron los más preparados científicamente: los jesuitas,[27] expulsados en 1767 al ser culpados del Motín de Esquilache. Sus colegios y bibliotecas fueron confiscados y sus miembros dispersados (muchos de ellos, desde Roma, continuaron su producción científica y literaria en español). Los escolapios[28] pasaron a ser la orden más dedicada a la enseñanza en entornos extrauniversitarios, aunque en niveles mucho más elementales (los jesuitas se centraban en la élite social e intelectual). La Compañía de Jesús se reintrodujo en España en el siglo XIX, volvió a ser suprimida durante la Segunda República y se restauró con el franquismo. En cualquier caso, los recelos anticientíficos no fueron monopolio español: en la Inglaterra y la Holanda de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII hubo fortísima oposición médica al uso de la quina (polvo de los jesuitas[29]).
La guerra de Independencia española (1808-1814) supuso un verdadero desastre para la ciencia y la técnica en España, que en algunos sectores habían llegado a ser punteras (significativamente, de los veintiún elementos descubiertos en el siglo XVIII,[30] dos —platino y wolframio— lo fueron con intervención española; de los cincuenta y uno descubiertos en el siglo XIX, sólo el vanadio, pero justamente en 1801). Más decisiva incluso que los destrozos sistemáticos de infraestructuras clave (telares de Béjar,[31] porcelana del Buen Retiro — por los ejércitos francés e inglés)[32] fue la fuga de cerebros causada por los exilios sucesivos de afrancesados y liberales. Es significativo que el cierre de las universidades (cuya reforma, pretendida por los ilustrados, había demostrado ser tan imposible como cualquier otra reforma que amenazase con alterar las bases estructurales del Antiguo Régimen) fuera compensado con la apertura de la Escuela de Tauromaquia de Pedro Romero (Sevilla, 1830-1834).[33] Al menos, la recopilación de los fondos dispersos tras los saqueos permitió la apertura del Museo del Prado en el edificio que iba a ser sede del Gabinete de Ciencias, la Biblioteca Nacional y otras instituciones propias del academicismo. Lentamente, la universidad fue reconstruyéndose sobre una nueva planta (traslado de la vetusta universidad de Alcalá de Henares a Madrid como Universidad Central). Las enseñanzas media y primaria se vieron establecidas como base de un ambicioso plan educativo (Ley Moyano) que, no obstante, no tuvo implantación eficiente y generalizada hasta la Segunda República (1931-1936).[34]
La vida económica de la revolución liberal estuvo lastrada por las guerras carlistas y la desamortización, que impusieron un grave retraso a una precaria industrialización que se había iniciado muy precozmente (indianas catalanas, siderurgia malagueña). Los programas liberales, especialmente los progresistas del bienio (1854-1856) y el sexenio democrático (1868-1874), aunque también los moderados, supusieron un impulso a la construcción de los ferrocarriles y a la explotación minera, que abrió España a la inversión extranjera (francesa, belga e inglesa). Posteriormente, el final de siglo significó un cierre proteccionista. La ciencia económica de cada época iba respondiendo a las demandas suscitadas por los intereses opuestos de los grupos agrario (oligarquía terrateniente castellano-andaluza) o industrial (burguesía textil catalana).[35]
Hoy las ciencias adelantan / que es una barbaridad / ¡Una bestialidad! / ¡Una brutalidad!
La conciencia del atraso era cada vez más evidente, especialmente entre las élites liberales, entre las que se reproducían tópicos extremados provenientes de la denominada leyenda negra, denunciada a su vez como propaganda antiespañola a partir del estudio de Julián Juderías (1914), que recoge una amplia reivindicación de personalidades científicas españolas de los Siglos de Oro.[37]
Si, prescindiendo de aquellos siglos en que la civilización arábiga hizo de España el primer país del mundo en cuanto a la ciencia se refiere, sólo nos fijamos en la época moderna, y comenzamos a contar desde el siglo XV, bien comprenderéis que no es ésta, ni puede ser ésta en verdad, la historia de la ciencia en España, porque mal puede tener historia científica pueblo que no ha tenido ciencia. La imperfecta relación que habéis oído, es resumen histórico de la ciencia matemática, si; pero en Italia, en Francia, en Inglaterra, en Holanda, en Alemania, en Suiza...; no es la historia de la ciencia aquí donde no hubo más que látigo, hierro, sangre, rezos, braseros y humo
En los tiempos que corremos, en que la investigación científica se ha convertido en una profesión regular que cobra nómina del Estado... pasaron aquellos tiempos de antaño en que el curioso de la Naturaleza, recogido en el silencio de su gabinete, podía estar seguro de que ningún émulo vendría a turbar sus tranquilas meditaciones. Hogaño, la investigación es fiebre: apenas un nuevo método se esboza, numerosos sabios se aprovechan de él, aplicándolo casi simultáneamente a los mismos temas, y mermando la gloria del iniciador... En España, donde la pereza es, no ya un vicio, sino una religión, se comprenden difícilmente esas monumentales obras de los químicos, naturalistas y médicos alemanes, en las cuales sólo el tiempo necesario para la ejecución de los dibujos y la consulta bibliográfica parece deber contarse por lustros. Y sin embargo, estos libros se han redactado en uno o dos años... Todo el secreto está en el método de estudio... en ahorrar, en fin, el gasto mental que supone esa cháchara ingeniosa de café y de la tertulia, que nos resta fuerzas nerviosas y nos desvía, con nuevas y fútiles preocupaciones de la tarea principal.
Santiago Ramón y Cajal. Discurso de entrada en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, 1897.[38]
La guerra civil española significó de nuevo una catástrofe trágica para la ciencia en España, incluyendo el exilio de una generación entera de científicos (el siguiente nobel español de Medicina, Severo Ochoa, en 1959, lo será con nacionalidad estadounidense[39]), y la mortecina vida intelectual del exilio interior de muchos científicos durante la prolongada y paupérrima posguerra, bien retratada en Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos. Significativamente, uno de los proyectos eruditos con más peso de la época, en pleno nacionalcatolicismo, fue la Biblioteca de Autores Cristianos (1944), aunque a pesar de la censura, con el tiempo la industria editorial se diversificó y demostró una gran capacidad de innovación técnica y de contenidos.
La autarquía y la concentración de capitales en grandes grupos bancarios e industriales produjeron algunas oportunidades de desarrollo técnico-científico en sectores estratégicos, como el naval y el energético –sobre todo petroquímico e hidroeléctrico–. La primera central nuclear se construirá más adelante, en 1968). La institucionalización de la actividad científica se produjo en la universidad (privada en las cátedras más punteras de la mayor parte de sus profesores y sometida a la fuga de cerebros jóvenes en sucesivas generaciones) y un Consejo Superior de Investigaciones Científicas que había sustituido y depurado en 1939 a una Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de tradición krausista.
Queremos una ciencia católica. Liquidamos, por tanto, en esta hora, todas las herejías científicas que secaron y agostaron los cauces de nuestra genialidad nacional y nos sumieron en la atonía y la decadencia. [...] Nuestra ciencia actual, en conexión con la que en los siglos pasados nos definió como nación y como imperio, quiere ser ante todo católica
Logros individuales o colectivos, como el ferrocarril Talgo o la erradicación de la malaria,[41] eran exhibidos como glorias del régimenfranquista, independientemente de su relevancia (como el trasplante de corazón intentado por el marqués de Villaverde —yerno del propio Franco— el 18 de septiembre de 1968, poco después del de Barnard — 3 de diciembre de 1967[42]).
El desarrollismo desde los años sesenta se aceleró en cuanto a su rendimiento científico técnico en el último cuarto del siglo XX, con la Transición española y la entrada en la Unión Europea.
Las partes del saber antiguo que se consideraron dignas de integrarse en la nueva concepción del mundo propia de la cultura cristiana pervivieron en la España visigoda gracias a enciclopedistas como san Isidoro. En el periodo posterior, a pesar de la abrumadora superioridad cultural que se reconocía a los textos árabes, esa línea o tradición intelectual se transmitió a los posteriores reinos cristianos través de los clérigos mozárabes, que constituyeron la intelectualidad del naciente reino de Asturias. La posición extremo-occidental de las tierras denominadas Hispania en latín, al-Ándalus en árabe y España en romance (y que se expresaba en términos como Finisterre —'fin de la tierra'— o Magreb —'occidente'—) no significó una posición marginal ni periférica en lo socioeconómico, lo cultural, lo técnico o lo científico. De hecho, tanto los reinos cristianos como los musulmanes de la península ibérica se incluyeron en las inseguras y escasas rutas comerciales y religiosas medievales (particularmente importante fueron el Camino de Santiago hacia Europa y las rutas mediterráneas y transaharianas controladas sucesivamente por el Califato de Córdoba, los almohades y los almorávides); y recibieron, con lo que para la época puede considerarse agilidad, las escasas novedades artísticas e intelectuales, del mismo modo que difundieron sus propias innovaciones. La península ibérica fue uno de los puntos de contacto entre civilizaciones e intercambio cultural en un contexto general de aislamiento, que la historiografía tradicional exageró en extremo, perpetuando una imagen tópica de «atraso y oscurantismo medieval» que no puede corresponder fielmente a un periodo muy prolongado y diverso, y sujeto a su propia dinámica.
Al-Ándalus se desarrolló como una civilización urbana, con un alto grado de alfabetización y cultivo de toda clase de ciencias y técnicas, integrada en las redes de comercio a larga distancia, mientras el resto de Europa Occidental permanecía inmersa en un prolongadísimo proceso de ruralización que se remontaba a la crisis del siglo III.
En un principio, la cultura árabe se caracterizó por la adopción sincrética de la cultura clásica grecorromana, la judeocristiana y la persa (que a su vez la puso en contacto con influencias de la china y la india), pero no se limitó a la mera reproducción, sino que realizó trascendentes aportaciones propias, muchas de las cuales tuvieron lugar en la península ibérica. Ya en el siglo IX, los hispanorromano-visigodos que continuaron siendo cristianos (mozárabes) dieron testimonio de que el prestigio cultural de sus dominadores musulmanes era tal que los jóvenes dejaban de cultivar las letras latinas en beneficio del árabe.[44] El número y tamaño de las bibliotecas de Córdoba (consideradas como índice de prestigio social) en la época de esplendor del Califato (siglo X) se hizo legendario. A partir del siglo XI, la división en reinos de taifas, que conllevó un declive de poder político y militar, supuso un verdadero esplendor intelectual y científico, multiplicándose los centros de producción de cultura. Posiblemente fue en al-Ándalus donde se introdujeron los primeros molinos de viento y molinos de marea en Europa.[45] Otros usos de las ruedas hidráulicas muy extendidos en la España medieval fueron los batanes, aplicados a todo tipo de procesos industriales que necesitan el golpeo repetido de grandes mazos, conectados a las ruedas motrices por engranajes.
Me aflige pensar que las ciencias de la humanidad son dos y que si las aprendo no tengo más que aprender: Una ciencia (la teología) cuya comprobación real es imposible y otra (la filosofía) cuya verdad de nada sirve.
Ciencia y técnica en los reinos cristianos peninsulares medievales
Alta Edad Media
La escasez en la producción documental fue similiar a la de la época visigoda, e incomparablemente inferior a la de las fuentes musulmanas. Únicamente un reducido grupo de monasterios del norte peninsular mantuvo scriptorium donde los copistas reprodujeran manuscritos antiguos, y alguna destacable producción propia, como la de Beato de Liébana, reseñable no solo por su faceta de polemista religioso (denunció y consiguió declarar herejía el adopcionismo, posición cristológica mantenida por los cristianos mozárabes de la sede primada de Toledo —Elipando—, quizá como una reminiscencia del arrianismo visigodo o como consecuencia de la convivencia con el radical monoteísmo islámico; el efecto político fue permitir al reino asturiano cortar cualquier forma de subordinación a autoridades religiosas con sede en territorio musulmán) sino porque sus Comentarios al Apocalipsis (786) incluían nociones cosmológicas y geográficas de tradición clásica (Claudio Ptolomeo), visigoda (san Isidoro) y bíblica, plasmadas en el mapa-mundi más divulgado de la época altomedieval (Mapa Mundi de Beato de Liébana).
El monasterio de Ripoll parece ser el único en el que se enseñaban las cuatro ciencias del quadrivium carolingio (aritmética, música, geometría y astronomía). Más decisivo fue para este monasterio el cruce de influencias visigodas, francas y musulmanas: allí se tradujeron del árabe al latín por primera vez algunos textos científicos, entre ellos tratados sobre el astrolabio, por Seniofré Llobet. Fue en Ripoll donde Gilberto de Aurillac, posteriormente elegido papa con el nombre de Silvestre II, entró en contacto con la ciencia hispanoárabe, considerándose el introductor del cero en Roma; lo que situaría España como el eslabón de contacto entre India y Europa a través de la civilización árabe (Al Juarismi).[48]
Baja Edad Media
Personalidades destacadas de la ciencia medieval en los reinos cristianos fueron: Pedro Hispano, médico y lógico de identidad debatida, usualmente identificado con el papa Juan XXI; Ramon Llull, polímata mallorquín con una extensa obra anticipadora de muy diferentes temas (que en sus investigaciones alquímicas en 1275 destiló una mezcla de vitriolo —ácido sulfúrico— con alcohol obteniendo un vitriolo dulce que posteriormente se denominaría éter);[49] Arnau de Vilanova, médico zaragozano (Parábolas de la medicación, Regimen sanitatis —1308—); o Abraham Zacuto, matemático, astrónomo e historiador sefardí (véase pie de imagen).
Traductores judíos
No obstante, más incluso que la producción propia, la traducción siguió siendo la aportación decisiva de la España medieval a la historia de la ciencia, incrementada desde que la invasión almorávide (1086) forzó a muchos judíos andalusíes a emigrar a los reinos del norte (véase Historia de los judíos en España). Los musulmanes andalusíes lo llegaron a tratar como un verdadero problema, considerando necesario prohibir la venta de libros de ciencia a judíos o cristianos «porque los traducen y atribuyen la paternidad de estas obras no a los musulmanes sino a sus correligionarios o, como sucede en algunos manuscritos conservados en monasterios del Norte, omiten el nombre de los autores».[50] Yoseh ha-Nasí Ferruziel, apodado el Cidiello, fue médico de Alfonso VI de Castilla, en cuya corte alcanzó gran influencia, protegiendo a otros intelectuales judíos, como Yehudah Halevi.[51] Mose ben Ezra (1055-1135, superador de las traducciones literales buscando el sentido) pasó por Castilla, Navarra y Aragón, y se estableció definitivamente en Barcelona. A partir de entonces hay numerosos traductores hebreos nacidos ya en reinos cristianos: Abraham ben Ezra, Yehuda ben Tibbon (Granada, 1120-Marsella, 1190; Padre de los Traductores), su hijo Samuel, uno de sus nietos (profesor de medicina en la universidad de Montpellier), y otro miembro de su familia, que tradujo para Federico II de Alemania varias obras científicas, entre ellas a Averroes y Aristóteles. Mose Sefardí se convirtió al cristianismo como Pedro Alfonso y llegó a médico de Enrique I de Inglaterra, difundiendo por toda Europa la astronomía y matemática hispanoárabe (Disciplina clericalis). Benjamín de Tudela, viajero por todo el Mediterráneo, recoge en su Libro de Viajes (Séfer Masaot) todo tipo de datos obtenidos en los lugares que visita, entre ellos una referencia, muy divulgada posteriormente, a los supuestos espejos telescópicos del faro de Alejandría.[52]
Una característica de estas universidades es la preocupación por los alumnos de cualquier clase social que valgan para los estudios. En Salamanca se manifiesta en la creación (1401) del Colegio Mayor de San Bartolomé, por Diego de Anaya, para alumnos carentes de recursos, al que siguieron una cierta cantidad de otros colegios de los llamados menores, con el mismo fin.
El nombre del rey sabio también se dio a las Tablas Alfonsíes. Basadas en cálculos previos del toledano Azarquiel (Al-Zarkali, que se exilió a Sevilla tras la conquista cristiana de su ciudad en 1085), fueron resultado de observaciones llevadas a cabo en Toledo por Yehuda ben Moshe e Isaac ben Sid entre 1262 (fecha de la coronación de Alfonso) y 1272. Su difusión fue amplísima, y no superada hasta las Tablas Rudolfinas de Tycho Brahe y Kepler (1627), en el contexto del cambio de paradigma ptolemaico-copernicano.
Estudio es ayuntamiento de Maestros, e de Escolares, que es fecho en algun lugar, con voluntad, e entendimiento de aprender los saberes. E son dos maneras del. La vna es, a que dicen Estudio general, en que ay Maestros de las Artes, así como de Gramatica, e de la Logica, e de Retorica, e de Arismetica, e de Geometria, e de Astrologia: de otrosi en que ay Maestros de Decretos, e Señores de Leyes. E este Estudio debe ser establecido por mandado del Papa, o de Emperador, o del Rey. La segunda manera es, a que dicen Estudio particular, que quiere tanto decir, como quando algun Maestro muestra en alguna Villa apartadamente a pocos Escolares. E a tal como este pueden mandar fazer, Perlado, o Concejo de algun Lugar.
(...)
Para ser el Estudio general complido, quantas son las sciencias, tantos deuen ser los Maestros que las muestren, assí que cada vna dellas aya vn maestro a lo menos. Pero si para todas las sciencias non pudiesen aver Maestro, abonda que aya de Gramatica, e de Logica, e de Retorica, e de Leyes, e Decretos.
(...)
Bien e lealmente deben los Maestros mostrar sus saberes a los Escolares, leyendo los libros, e faziendogelo entender lo mejor que ellos pudieren. E de que començaren a leer, deuen continuar el estudio todavía fasta que hayan acabado los libros, que començaran.
El control cristiano del estrecho de Gibraltar a partir de la batalla del Salado (1340) convirtió a la península ibérica en un punto clave de las rutas marítimas entre el Mediterráneo y el Atlántico. Las necesidades de la navegación estimularon tres importantes líneas de mejora tecnológica.
La cartografía, en la que destacaron los portulanos mallorquines (Cresques Abraham y su hijo Jehuda Cresques). Portugal se dotó de una importante institución que centralizó todo tipo de informaciones y tecnologías para la exploración marítima: la Escuela de Sagres, fundada en el extremo suroccidental de la Península por Enrique el Navegante, con participación de los citados diseñadores de portulanos mallorquines.
Ciencia y técnica en la Edad Moderna o Antiguo Régimen español
La Edad Moderna española, que historiográficamente se identifica con el periodo que va del siglo XV al XVIII, asimilable al concepto Antiguo Régimen en España, se periodiza tradicionalmente por dinastías: Reyes Católicos (1469-1516), Austrias (1516-1700) y Borbones (1700 en adelante, conviniendo en pasar a la Edad Contemporánea desde 1808). Las ventajas de este esquema cronológico, sobre todo de la oposición entre Austrias (que comparten con los Católicos el Siglo o Siglos de Oro) y Borbones (identificados con las luces de la Ilustración), se intensifican al considerar la decisiva ruptura que significó el final del siglo XVII, momento de triunfo de la Revolución Científica en los países de Europa Noroccidental que salen reforzados de la crisis del siglo XVII (ejemplificados en la Inglaterra de Newton), y que vista desde una perspectiva más amplia ha sido calificada de crisis de la conciencia europea.[57]
El Siglo de Oro es un término muy apropiado para designar la brillantez de la historia cultural de España en un ámbito cronológico que cubre los siglos XVI y XVII, aunque su exacta dimensión suele situarse entre 1492 y 1681 (o restringirse al periodo de hegemonía española en Europa, entre 1521 y 1648). Un hecho científico-técnico inaugural para el periodo puede encontrarse en la introducción de la imprenta en España (Juan Párix, Sinodal de Aguilafuente, Segovia, 1472); mientras que el punto final suele establecerse en la Carta filosófico-médico-chymica de Juan de Cabriada (1687), cuando la decadencia española (que hacía más de medio siglo venía denunciándose de forma plenamente autoconsciente entre la élite intelectual) enlaza con la general crisis de la conciencia europea que precedió a la Ilustración del siglo XVIII.
El Renacimiento español y el Barroco español son periodos de una impresionante producción artística, pero también en todos los ámbitos de la producción intelectual. En ciencia y tecnología se abren con la Era de los descubrimientos, que situó a España en el centro del mundo: tras el Descubrimiento de América (Cristóbal Colón, 1492) y la apertura de la ruta de Asia a través del extremo sur de África (Bartolomeu Dias, 1488; Vasco da Gama, 1497), el Tratado de Tordesillas (1494) literalmente repartió (con los criterios geográficos más avanzados de la época a la hora de definir un meridiano) el mundo por descubrir entre los reinos peninsulares de Castilla y Portugal, mundo que por primera vez se circunnavegó por una expedición española (expedición de Magallanes-Elcano, 1519-1522) y que probó la esfericidad de la Tierra.
En cambio, no se logró una explotación sistemática de los conocimientos obtenidos; por ejemplo, la expedición científica a Nueva España, México, que dirigió entre 1571 y 1577 Francisco Hernández de Toledo y que produjo 38 volúmenes de notas e ilustraciones, no tuvo adecuada publicación; y sus originales, depositados en la Biblioteca de El Escorial, se perdieron en el incendio de 1671. Esta importantísima institución, organizada inicialmente por Benito Arias Montano, contó incluso con la presencia de alguno de los últimos eruditos hispanoárabes, como el médico y traductor moriscoAlonso del Castillo (posteriormente involucrado en el fraude de los Plomos del Sacromonte en 1595).[58] La sistematización del conocimiento pre-estadístico y cosmográfico de la propia geografía peninsular y sus recursos también quedó sólo iniciada con las Relaciones Topográficas de Felipe II, (Pedro Esquivel, Pedro Juan de Lastanosa, Felipe de Guevara, Juan de Herrera) a un nivel que no se superó hasta el Catastro de Ensenada, ya en el siglo XVIII.
El contacto con las culturas precolombinas fue ambivalente: por un lado se produjo una verdadera aculturación por imposición de la cultura española dominante, mientras que por otro pervivieron partes muy importantes de la cultura indígena. En ambos procesos fue determinante la actitud de los misioneros españoles: en algunos casos propiciaban la destrucción de todo rastro de civilización anterior (códices mayas, códices prehispánicos de Mesoamérica), en otros se ocuparon de aprender sus idiomas y conservar testimonios de las culturas en trance de desaparición (como el Popol Vuh y otros ejemplos de literatura maya —códices coloniales de México); así como de producir obras políglotas como el Symbolo Catholico Indiano de Luis Jerónimo de Oré (1598), personalidad que también influyó en la redacción de Primer Nueva coronica y buen gobierno (1615) de Felipe Guamán Poma de Ayala (un noble hispanoinca). En los aspectos científicos y técnicos hubo transferencias por ambas partes: además del espectacular intercambio transatlántico de cultivos que implicó consecuencias extraordinarias en la futura revolución agrícola (caña de azúcar, trigo y vid por el Viejo Mundo, maíz, frijol, patata, pimiento y tomate por el Nuevo); hubo algunos ejemplos de obras científicas mestizas, como el Códice Badiano (Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis o Amate-Cehuatl-Xihuitl-Pitli, 1552), elaborado en náhuatl por Martín de la Cruz, médico indio que estudió en el Colegio de Tlatelolco (una de las primeras instituciones educativas españolas en América, fundada en 1533), y Juan Badiano, que lo tradujo al latín.[62] La creación de centros universitarios en la América española destacó por su precocidad (Santo Tomás de Aquino en 1538, San Marcos de Lima en 1551, México en 1553, etc.).
También hubo un nutrido número de profesores españoles que impartieron docencia en universidades de toda Europa, desde la que la percepción de España y sus intelectuales fue ambivalente, muy elogiosa en unos casos y muy crítica en otros, sobre todo a medida que se iban extendiendo los tópicos de la propaganda antiespañola que han recibido el nombre de leyenda negra.[68] En una citadísima expresión, respuesta a la petición de venir a España, y a la que se han atribuido toda clase de causas, desde recelos antijudíos hasta recelos antiinquisitoriales, la cabeza del humanismo europeo llegó a decir: no me gusta España.
El erasmismo fue, de hecho, la etiqueta que pasó a ser sinónimo de innovación intelectual y se utilizó como bandera tanto por sus partidarios como por sus detractores; los que acabaron por imponerse, convirtiendo a España en líder de la Contrarreforma.[70]
Instituciones científicas y técnicas de los Siglos de Oro
Los autores destacados por su contribución a algún aspecto de la ciencia y la tecnología en la España de los siglos de Oro configuran una nómina extensísima, y de hecho, su propia enumeración constituye un fin en sí misma de alguno de los estudios de historia de la ciencia española. Lógicamente, ese enfoque personalista no suele ser neutral, sino que obedece a propósitos reivindicativos: sean exaltadores de glorias nacionales, o, al contrario, denunciadores de la ausencia de una verdadera ciencia articulada e institucionalizada.[72] No obstante, sí que existieron instituciones científicas de patrocinio público, que con mejor o peor fortuna desarrollaron una tarea científica o técnica, a la que se sumaron numerosísimas publicaciones (muchas de ellas de trascendencia internacional) y la actividad dispersa, y la mayor parte de las veces poco o nada coordinada, de una pléyade de personalidades provenientes de todo tipo de tradiciones intelectuales y formaciones profesionales.
En 1527 la Casa de Contratación prohibió que los pilotos extranjeros tuvieran cartas de navegación. A partir de entonces, el secretismo con el que se preparaban estos documentos, sumado a su propia naturaleza efímera, provocó que se hayan conservado muy pocos. En el Consejo de Indias los mapas estaban considerados documentos secretos, y los asuntos cosmográficos, secretos de estado.[76]
Metalurgia. La amalgama: plata y mercurio
La metalurgia, sobre todo la de la plata, fue especialmente desarrollada a partir del perfeccionamiento del método de la amalgama, que implicaba un uso masivo de mercurio (azogue) para la obtención de metales preciosos a partir del mineral bruto. Fue introducido en Pachuca (México) en 1552 por Bartolomé de Medina, quien decía haberlo aprendido de un alemán llamado Maese Lorenzo. Pedro Fernández de Velasco lo aplicó en el virreinato del Perú (la mina principal era el Cerro de Potosí, en la actual Bolivia) desde 1572, con ciertas mejoras (paso del beneficio del patio al beneficio de cajones). Álvaro Alonso Barba en 1640 abarató el proceso con el denominado beneficio de cazo y cocimiento (en el que se utilizaba sal, piritas de cobre y hierro además del mercurio, gran parte del cual podía recuperarse, además de poder utilizarse con minerales de menor grado de metal).[77] La explotación intensiva de las minas de Almadén en España (en funcionamiento desde la Antigüedad hasta su cierre en 2001) y Huancavelica en Perú (1566) fue esencial para este proceso industrial. En 1633, Lope Saavedra Barba desarrolló en Huancavelica unos hornos de aludeles, que trece años más tarde fueron mejorados por Juan Alonso de Bustamante en Almadén (también se llaman bustamantes o busconiles).[78]
La disputa de la Cátedra de matemática y astrología de la Universidad de Salamanca, que había quedado vacante en 1576 sin que apareciera ningún candidato idóneo de la propia Universidad, enfrentó a Jerónimo Muñoz, de la Universidad de Valencia, y Rodrigo Zamorano, cosmógrafo de la Casa de Contratación de Sevilla, dando oportunidad a ambos para demostrar su excelencia, con curricula impresionantes, investigaciones y publicaciones actualizadas y reconocidas a nivel internacional.[81]
Se considera su hito fundacional la reunión del grupo de novatores de Valencia: Juan Bautista Corachán y Tomás Vicente Tosca en casa de Baltasar Íñigo (1683), en la que surgió la idea de crear una especie de academia matemática que renovara las ideas y las prácticas científicas anquilosadas de la España de su época. De inquietudes similares son personalidades contemporáneas como el matemático y astrónomo Bernardo José Zaragoza (Padre Zaragoza),[85] Isaac Cardoso, Juan Caramuel[86] y Juan de Cabriada, cuya Carta filosófico-médico-chymica (1687) suele considerarse como una especie de manifiesto que resume los propósitos del movimiento.
A pesar de la conciencia del propio atraso, los novatores se preocuparon de reaccionar contra algunas acusaciones despectivas de científicos extranjeros, como la del médico francés Pierre Régis (calvinista exiliado en Holanda).[93]
El movimiento de los novatores se prolongó en la primera mitad del siglo XVIII, en lo que puede considerarse la primera Ilustración, la Preilustración o la Ilustración anterior a la Enciclopedia: Jerónimo de Uztáriz (Teoría y práctica de comercio y de marina, 1724), Martín Martínez (Anatomía completa del hombre, 1728), Andrés Piquer (Lógica Moderna, 1747) o Mateo Aymerich (Prolusiones Philosophicae, 1756). Incluso se vinculan a ellos los dos grandes científicos militares de ese periodo y que enlazan con el grupo de Cádiz: Jorge Juan y Antonio de Ulloa. En cuanto a la navegación y la construcción naval, la española continuó siendo puntera (Antonio de Gaztañeta).
Diego Mateo Zapata, aherrojado en una cárcel de la Inquisición, en un grabado de Goya (Zapata, tu gloria será eterna)
Las mujeres en la ciencia y la cultura del Siglo de Oro español
Se discute si el notable texto Nueva filosofía de la naturaleza del hombre es obra de Miguel Sabuco o de su hija Oliva Sabuco, en cuyo caso estaríamos ante una de las escasas personalidades científicas femeninas de la Edad Moderna.
Más allá del mundo literario, el grado de integración de la mujer en los oficios técnicos, ya de por sí poco documentados, está oculto por la invisibilización general de todo lo que se refiere a la historia de las mujeres, limitándose a su reflejo en personajes ficticios de novelas y obras teatrales y a casos reales tan particulares que suscitaron escándalo o asombro: como el de Elena o Eleno de Céspedes (cirujano condenado por la Inquisición por haberse hecho pasar por hombre, siendo mujer) o Catalina de Erauso (la monja alférez, integrada en el ejército). En las artes plásticas destacan los casos de la italiana Sofonisba Anguissola (que llegó a pintora de la corte española y se le atribuye en la actualidad un retrato de Felipe II antes atribuido a Alonso Sánchez Coello) y de Luisa Roldán ("la Roldana", que llegó a escultora de la corte de Carlos II y Felipe V).
Ciencia y técnica en la Ilustración española
El explícito título del libro de Jean Sarrailh[95] restringía la Ilustración en España a la segunda mitad del siglo XVIII; y aunque se han producido reivindicaciones de autores más o menos importantes de su primera mitad, no deja de ser reconocido ampliamente que hasta los reinados de Carlos III (1759) y Carlos IV (1788) y el impulso de estadistas como Floridablanca, Campomanes o Jovellanos, no arrancan los programas científicos más ambiciosos, aplicación del nuevo y revolucionario concepto enciclopedista de «progreso» a través de las «ciencias útiles».[96]
En cambio, a finales de siglo la conexión entre las instituciones científicas españolas y las europeas eran mucho más habituales; y demostraron ser lo suficientemente atractivas para personalidades extranjeras de la talla de Alexander von Humboldt, cuya extraordinaria expedición a Canarias y América (fragata Pizarro 5 de junio de 1799) se inició con un hecho tan increíble como el descubrimiento de la Meseta Central, al ser el primero en realizar e interpretar correctamente las mediciones altimétricas que le permitieron trazar un perfil topográfico de la península ibérica, de Valencia a La Coruña[98] (no deja de ser significativo, sin embargo, que España no fuera su primera elección o propuesta, gestiones fallidas que realizó previamente en Francia, y que en la corte de Carlos IV halló el entusiasta apoyo del ministro Mariano Luis de Urquijo y la comunidad científica española, encantada de acoger al joven prusiano).[99]
No fue menos importante, en este caso para la ingeniería, la apertura del Real Gabinete de Máquinas (1791, a iniciativa de Agustín de Bethencourt y cuya Descripción redactó Juan López Peñalver). Ese gabinete, prometedor resultado de una persistente labor de documentación (o, según se mire, espionaje industrial) en Inglaterra y Francia, sustanciado en una impresionante colección de maquetas e instrucciones para su reproducción a escala; es un buen ejemplo de lo que se repitió como constante en las instituciones científicas españolas de ese periodo: Lo que pudo sobrevivir a la destrucción y dispersión humana y material de la Guerra de la Independencia Española y los sucesivos exilios políticos, no se utilizó; o al menos no aprovechó a la ciencia y técnica en España. En cambio, sí lo hizo en el extranjero: en aquel caso, en su exilio ruso, Bethencourt y el mexicano José María Lanz publicaron un Essay sur la composition des machines (1808) muy divulgado en la educación técnica europea.[101]
Instituciones científicas y técnicas de la Ilustración española
Las manufacturas reales o Reales Fábricas (una de las aportaciones del mercantilismo borbónico de inspiración colbertista desde la época de Felipe V) producían todo tipo de productos, especialmente de lujo (cristal —La Granja—, porcelana, tapices, relojes —en Madrid) y estratégicos (armamento –La Cavada–, pólvora), pero también de consumo masivo (paños —Guadalajara, Brihuega, San Fernando de Henares—, hilados de algodón —Ávila y Barcelona, que estuvo en el origen del desarrollo textil catalán posterior), especialmente en el caso de los estancados con criterios monopolísticos (tabaco, aguardiente, naipes). A iniciativa de Juan de Goyeneche se fundaron las fábricas de Nuevo Baztán (funcionaron entre 1710-1778). Otras iniciativas locales se centraron en la cerámica, como la del marqués de Sargadelos (cerámica de Sargadelos) o la del conde de Aranda (Alcora).
Se intentó paliar la ausencia de ríos navegables (una de las causas principales de las dificultades de comunicación interior que imposibilitaban la formación de un verdadero mercado nacional, a diferencia de Inglaterra o Francia) con canales artificiales como el canal de Castilla (en estudio desde el siglo XVI, e iniciado en 1753), el canal Imperial de Aragón (1776-1790, Ramón Pignatelli, al que se agregó el medieval canal de Tauste) y el canal del Guadarrama (ambiciosísimo proyecto del ingeniero francés Carlos Lemaur —1785— que habría incluido la presa más alta de Europa —presa del Gasco— y que no se completó).
Después de la citada expedición de La Condamine, Jorge Juan y Antonio de Ulloa para la medición del meridiano, se abrió un periodo excepcional, en que las expediciones españolas se organizaron con criterios tanto científicos como estratégicos. En el último cuarto del siglo XVIII se hizo evidente que la continuidad (y en su caso el incremento) del Imperio, frente a la competencia de otras potencias y de los nacientes particularismos criollos en América, exigía un programa expedicionario de dimensiones globales, que incluyó estudios científico paralelos a la demostración de la capacidad de presencia naval.
La expedición de Alejandro Malaspina (1789-1794, José Bustamante, cartógrafo Felipe Bauzá, naturalistas Tadeo Haenke, Luis Née y Antonio Pineda, pintores José Guío, José del Pozo, Fernando Brambila, Juan Ravenet y Tomás de Suria) cuyos problemas políticos con Godoy provocaron la incautación y olvido de sus materiales recopilados, que no condujeron a ningún resultado prácticos en España; tuvo un triste destino que, por una circunstancia o por otra, fue compartido por buena parte de los hallazgos de las expediciones de la época, lo que indica la escasa receptividad que la sociedad y el sistema productivo español tenía hacia innovaciones y descubrimientos, hecho mucho más decisivo que la cambiante voluntad de los gobiernos ilustrados que los impulsaban o el entusiasmo de los científicos que los emprendían. Al menos una de estas expediciones sí tuvo un éxito indiscutible: la expedición de la vacuna de Francisco Javier Balmis (1803-1806, José Salvany).
Inicios de la aeronáutica
Aunque ya en el siglo IX el andalusí Abbás Ibn Firnás había efectuado pruebas aeronáuticas desde torres en Córdoba (con artefactos no muy distintos a los precedentes del paracaídas y de los planeadores y alas batientes que diseñó Leonardo da Vinci en torno a 1500); no es sino a finales del siglo XVIII que se documentan experiencias significativas en ese ámbito. La aerostación llegó a España por imitación del globo francés Montgolfier de 1783. Tales fueron las experiencias del infante Gabriel en Aranjuez y Madrid, de Charles Bouche en Valencia, de Francesc Salvà i Campillo en Barcelona (médico y físico, que experimentó la aplicación de la electricidad a la telegrafía e inició la serie de observaciones meteorológicas más antigua de España), y algunos otros: Vicente Lunardi, José Campello, Antonio Gull y Rogell. Pocos años más tarde Diego Marín Aguilera, un agricultor autodidacta con inquietudes mecánicas, se convirtió en uno los precursores de la aviación por lograr un vuelo de más de 300 metros al lanzarse junto con su artilugio desde el castillo de Coruña del Conde (1793).
Las mujeres en la Ilustración española
Alcalá acogió el primer caso de una mujer universitaria: la doctora de AlcaláMaría Isidra de Guzmán y de la Cerda, a la que la protección de Carlos III allanó toda posible oposición a que alcanzase (en 1785, con 17 años) los títulos de doctora y maestra en la Facultad de Artes y Letras humanas, catedrática de Filosofía, conciliadora y examinadora; además de ser admitida en la Real Academia Española. No obstante, esta excepción no significó ninguna variación en la rígida exclusión de la mujer en el ámbito universitario hasta el siglo XX.
María Andrea Casamayor y de la Coma, educada con los escolapios, escribió dos libros de artimética aplicada y metrología (Tirocinio aritmético, 1738; y El para sí solo, divulgado a su muerte en 1780), lo que la convierte en la primera matemática española, o al menos la primera con obra publicada.[112]
Josefa Amar y Borbón defendió la capacidad de las mujeres para las letras y la necesidad de una educación femenina para el progreso del intelecto y la autonomía moral en términos puramente ilustrados (el logro de la felicidad).[113] A imitación de Francia, los salones dirigidos por mujeres aristocráticas, sobre todo después del impacto revolucionario francés de 1789, pasan a ser tertulias donde todos los temas, incluidos los científicos, son escrutados a la luz de la razón y la crítica, y las mujeres «salen a la calle, a enterarse, a leer», y se incorporan a las academias y sociedades ilustradas.[114][115]
Ciencia y técnica en la Edad Contemporánea española: el «fracaso» de la Revolución Industrial
La Revolución industrial es la manifestación tecnológico-productiva de los cambios revolucionarios con que se abre la Edad Contemporánea: en lo político-ideológico la revolución liberal y en lo social la revolución burguesa; mientras que en lo científico (en principio, y hasta finales del siglo XIX, no conectado plenamente en un sistema que imbricara ciencia, tecnología y sociedad —CTS) se desarrollaban las consecuencias y aplicaciones del paradigma newtoniano (hasta que encontró sus límites que exigieron la revolución einsteniana de comienzos del siglo XX).
Para España, la Revolución Industrial se ha calificado, según la provocativa tesis de Jordi Nadal, de un fracaso.[116] La Edad Contemporánea en España se inicia con la Guerra de Independencia Española, que, en medio de gravísimas consecuencias para el tejido productivo, la ciencia y la tecnología, manifestó de forma violenta en lo económico, social y político la preexistente crisis del Antiguo Régimen; y se continuó con la Guerra de Independencia Hispanoamericana y una serie ininterrumpida de guerras civiles y golpes de estado. Lo trascendental de todo ello para la ciencia y la tecnología españolas fue lo que implicó de atraso relativo frente a los países más avanzados de Europa, y que puede medirse en un siglo. Mientras que en la mayor parte de éstos la crisis del Antiguo Régmien se cerrará con la revolución de 1848 (o para otros con la Primera Guerra Mundial, 1914-1918), en España seguirá teniendo pervivencias hasta el franquismo, superada la mitad del siglo XX.
Provenientes de las polémicas entre afrancesados y castizos del siglo XVIII, a lo largo de todo el siglo XIX y la primera mitad del XX se sucedieron continuas polémicas entre las élites ilustradas y las élites reaccionarias (que tildaban a sus rivales de representar la Anti-España), y que tuvieron en el pro y anti-darwinismo uno de sus aspectos más significativos: la Circular de Orovio (1875, por el marqués de Orovio, ministro de Fomento del recientemente implantado gobierno de la Restauración borbónica), que impedía la difusión de ideas contrarias al catolicismo, suprimiendo la libertad de cátedra hasta entonces vigente, fue desafiada por Augusto González Linares, que exponía desde su cátedra de Ampliación de Historia Natural en la Universidad de Santiago de Compostela tesis evolucionistas, por lo que fue expulsado, suscitando la denominada segunda cuestión universitaria.[117] La primera, de 1864-1865, que se movió en el ámbito de las ciencias sociales, provenía del enfrentamiento intelectual y político, iniciado décadas antes, entre krausistas (Julián Sanz del Río) y neocatólicos (Jaime Balmes, Donoso Cortés —ambos para entonces ya fallecidos). En ese momento los neos tenían el apoyo del gobierno de Narváez, que promulgó una circular (27 de octubre de 1864, Circular de Alcalá Galiano, por el ministro Antonio Alcalá Galiano) en la que se prohibía la enseñanza o publicación de, entre otras, cualquier opinión contraria al catolicismo o a la fidelidad a la reina (siendo los elementos en cuestión el Concordato y el Patrimonio Real).[118] Se llegó hasta la destitución del rector Juan Manuel Montalbán y del catedrático Emilio Castelar, lo que produjo la dimisión por solidaridad de Nicolás Salmerón y una rebelión estudiantil brutalmente reprimida (la Noche de San Daniel).
La polémica de la ciencia española desencadenada a partir de un texto del tradicionalista Menéndez y Pelayo (1876), y que fue contestada por los identificados con la etiqueta de krausistas (la mayor parte de ellos, expulsados de sus cátedras universitarias y reunidos en torno a la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos); no tuvo en su aspecto intelectual consecuencias muy positivas o estimulantes para la producción científica. De hecho, más allá de la genérica y desesperada llamada a la modernización del regeneracionismo (el Escuela y Despensa de Joaquín Costa), la actitud ante la técnica y la ciencia entre los intelectuales más lúcidos fue ambivalente: más receptiva entre la denominada generación de 1914 (Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset, Meditación de la técnica), mucho más sombría en la generación de 1898. Unamuno llegó a pronunciar un famoso que inventen ellos, a pesar de defender la inteligencia que los militares sublevados de 1936 explícitamente despreciaban («¡Viva la muerte, abajo la inteligencia!», pronunció en un famoso acto el general Millán Astray —en la Universidad de Salamanca y ante el propio Unamuno, su rector—; y el mismísimo Franco dejó dicho que si por él fuera borraría enteros dos siglos: «el siglo XIX por liberal y el XVIII por ilustrado»).[119]
A pesar del atraso relativo de España durante el siglo XIX en ciencia y técnica, el esfuerzo por generalizar la formación educativa, aunque insuficiente, fue significativo: las cifras del analfabetismo, que hacia 1800 se calculaban en un 94 %, para 1860 eran de un 80 % (69 % entre los varones adultos y 90 % entre las mujeres adultas); cifras sólo equiparables a la Europa meridional y oriental, mientras que Bélgica y Austria (zonas también católicas, que no habían experimentado la generalización de la lectura atribuible a la Reforma protestante) lo habían reducido un 50 %, y el resto de Europa y Norteamérica a cifras incluso algo inferiores.[121] Para 1877, la cifras españolas eran de un 75 %. Tras el Plan Pidal de 1845, la Ley Moyano de 1857 (Ministerio de Fomento), de mayor trayectoria, preveía una estructura educativa basada en una escolarización primaria confiada a los ayuntamientos (que en la práctica no se generalizó en todo el territorio nacional hasta la Segunda República), una enseñanza secundaria enfocada a los varones de las clases medias, con un instituto de bachillerato por provincia (confiados a las diputaciones provinciales, que para 1868 cursaban sólo 28 698 alumnos), y una enseñanza superior con el doctorado centralizado en la Universidad Central de Madrid (traslado de la antigua Universidad Complutense de Alcalá de Henares). Ya en 1847 Nicomedes Pastor Díaz introdujo las Facultades de Filosofía con cuatro secciones: literatura, filosofía, ciencias naturales y ciencias físico matemáticas; donde se cursaban licenciaturas de cinco años. Entre el curso 1857-1858 y el 1867-1868 se había duplicado la matrícula universitaria: de 6104 a 12 023 alumnos. La mayoría eran de leyes (pasaron de 3742 a 4120), medicina (de 1155 a 5648) y farmacia (de 563 a 983). Es significativo que los matriculados en ciencias pasaran de 127 a 642; mientras que los matriculados en teología se redujeran de 326 a 159 en el mismo periodo. La filosofía se incrementaba de 191 a 471.[122] Se mantuvo de forma autónoma la formación técnico científica de los cuerpos navales, del arma de artillería y de los ingenieros militares, de tradición ilustrada (un militar, el general Carlos Ibáñez de Ibero, fundaría el Instituto Geográfico y Estadístico y llegó a dirigir la Oficina Internacional de Pesas y Medidas entre 1872 y 1891); así como la ingeniería civil, tanto las instituciones preexistentes (minería —desde 1772 en Almadén—, de caminos —creada por Bethancourt en 1802) como las que se crearán a lo largo del siglo (industrial —Real Instituto Industrial, creado por Real Decreto del Ministerio de Obras Públicas de 4 de septiembre de 1850, con Escuelas en Madrid, Barcelona, Gijón, Sevilla, Valencia y Vergara—; forestal o de montes —Ordenanzas Generales de Montes, Cuerpo y Escuela de Ingenieros de Montes en las Casas de oficios del Monasterio de El Escorial, 1833; 1862, título de Ayudante de Montes—). No obstante, la capacidad de generar innovaciones tecnológicas originales fue muy escasa, más allá de casos aislados como el de Ramón Verea, que patentó una máquina de calcular en Estados Unidos en 1878.
Aunque durante mucho tiempo la escasa vida científica, junto con la intelectual se restringió a las Sociedades de Amigos del País abiertas a finales del siglo XVIII y a los recientemente creados Ateneos y Casinos (en cuyas tertulias tenían cabida desde las conspiraciones políticas hasta cualquier otro aspecto de la vida social); el prestigio científico de algunas cátedras universitarias españolas fue ganándose lentamente, sobre todo a medida que conseguía establecerse cierta vinculación internacional a sus correspondientes británicas, alemanas o francesas. Salvo la conexión inglesa de algunas zonas de Andalucía, era evidente el predominio del francés como lengua extranjera más utilizada por las élites intelectuales. Un estudio de bibliotecas privadas de políticos, profesionales y militares entre 1830 y 1870 contabiliza de un 10 a un 20 % de libros en francés, sobre todo de temática científica, técnica, derecho, política e historia; a lo que hay que sumar las abundantes traducciones, que en el caso del inglés y el alemán se concretaban en una temática más variada (literatura, pensamiento y ciencia).[123] La industria editorial española (Francisco de Paula Mellado, Gaspar y Roig, Manuel Rivadeneyra —Biblioteca de Autores Españoles—, Sociedad Literaria de Madrid —1842—, Unión Literaria —1843—, La Ilustración, Sociedad Literario-Tipográfica Española)[124] demostró ser una de las de más impulso, lo que determinó su vinculación al nacimiento del movimiento obrero madrileño (varios líderes, como el propio Pablo Iglesias, fueron tipógrafos), por contraste con el caso catalán, vinculado a las factorías textiles.
Los matemáticos José de Echegaray (que obtuvo el primer Premio Nobel otorgado a un español —1904—, pero por su obra literaria), Eduardo Torroja Caballé (1847-1918, padre del ingeniero Eduardo Torroja) y Zoel García de Galdeano (1846-1924) introdujeron las matemáticas contemporáneas en la Universidad y sobre todo en las Escuelas de Ingenieros del último cuarto del siglo XIX.[126] Las cátedras universitarias de matemáticas fueron hasta finales del siglo XIX una institución marginal. En el segundo tercio del siglo (tras la desorganización característica del primero), en colegios, academias, sociedades civiles, religiosas o militares se crean prestigiosas cátedras para individualidades que demostraban sus conocimientos en la materia (clérigos, marinos y militares principalmente). Las matemáticas que se enseñaron en las facultades de ciencias y en las escuelas de ingenieros hasta finales de siglo se caracterizaron por su insistencia en una erudición cada vez más obsoleta, con lo que los pocos que pretendían actualizarse o conseguir aplicaciones prácticas recurrían esencialmente a la ciencia importada.[127]
Las ciencias naturales del siglo XIX español tuvieron personalidades destacadas (Juan Mieg —Paseo por el Gabinete de Historia Natural de Madrid, 1819—,[132] Antonio Aguilar y Vela —astrónomo, estadístico y meteorólogo—, cuya ideología carlista le llevó al exilio y a la pérdida de su patrimonio, Mariano Lagasca —director del Jardín Botánico cuya ideología liberal le llevó al exilio y la pérdida de su herbario y manuscritos durante la ominosa década, 1823-1833, periodo en el que continuó sus investigaciones en Inglaterra—, y otros botánicos, como Juan Isern, que participó en la Comisión Científica del Pacífico; Mariano de la Paz Graells —director del Museo de Ciencias cuya energía y longevidad le permitió presidir la vida científica española durante décadas—,[133] etc.); especialmente en el ámbito de la geología, aplicada a la explotación minera (véase en su sección, más adelante). Pero fue en la fisiología y medicina donde los esfuerzos personales de meritorias individualidades iniciaron las bases y constituyeron los equipos (vinculados a departamentos universitarios de las facultades de medicina) de lo que en el siglo siguiente constituirá la parte más brillante de la actividad científica española. Entre ellos pueden citarse Mateo Orfila (toxicología), Diego de Argumosa (cirugía), Ramón Turró (fisiología y psicología),[134] José María Esquerdo (neuropsiquiatría), Jaime Ferrán (bacteriología), Luis Simarro y Nicolás Achúcarro (neurocientíficos). Pese a ello, la penuria de medios caracterizó toda esa época.
¡Ah! ¡Quién tuviera esos magníficos objetivos a que Flemming, Strasburger y Carnoy deben sus descubrimientos! ¡quién pudiera poseer un Seibert 1/16 o un Zeiss 1/18! Aquí desgraciadamente las facultades no tienen material y, aunque yo me empeñara en pedir uno de esos objetivos, no me lo permitiría el decano por falta de fondos. Mucho envidio más aún esa riqueza de medios técnicos de que ustedes gozan, con la que se hace cuanto se quiere. Yo tengo que resignarme con un objetivo 8 de inmersión Verick y éste gracias a que es de mi propiedad [se lo había comprado en 1877], que por la Facultad no tendría más que un 5 ó 6 Nachet.
En el mismo año 1885 Cajal consiguió de la Diputación de Zaragoza un Zeiss, en agradecimiento por su informe sobre la campaña (muy incomprendida) de vacunación contra la epidemia de cólera de Jaime Ferrán en Valencia. Gracias al regalo pudo abordar, sin recelos y con la debida eficiencia, los delicados problemas de la estructura de las células y del mecanismo de su multiplicación.[136]
Graellsia isabellae, cuyo nombre se debe a la reina Isabel II de España y a su descubridor, el naturalista Mariano de la Paz Graells (quien la estuvo buscando entre 1837 y 1848, para confirmar los rumores de la existencia de una espectacular mariposa desconocida).[137] Durante mucho tiempo se consideró endémica de la sierra de Guadarrama, y en la actualidad se han localizado poblaciones dispersas en algunas otras cordilleras peninsulares, e incluso se la ha introducido artificialmente en Francia.
Narciso Monturiol, diseñador de otro de los precedentes del submarino: el Ictíneo I, que fue probado en Barcelona en 1859 (propulsión manual a cargo de tres tripulantes). Para construir un segundo modelo, mucho más sofisticado, constituyó una sociedad (La Navegación Submarina —pensaba emplearlo en la explotación del coral). Al no conseguir superar las muchas dificultades del diseño y construcción, el proyecto acabó en fracaso (1868).
Que del agua nació con alma viva,
Cuando le dio la gana
En pez se transformó, si no fue en rana;
Ensanchando más tarde sus pellejos
Formó... varios bichejos.
De estas transformaciones como fruto
Resultó él Director de un Instituto.
Si éste sigue la norma
Veremos en qué bicho se transforma.
Poema satírico contra Máximo Fuertes Acevedo.
Las represalias antidarwinistas continuaban en fechas tan tardías como 1895, cuando Odón de Buen fue separado de su cátedra de Barcelona; pero la respuesta social fue mucho más viva: las movilizaciones estudiantiles de protesta obligaron a cerrar dos meses la Universidad y terminaron haciendo que el gobierno de Cánovas del Castillo revocase su decisión.[141]
Pocos años más tarde, en 1909, centenario del nacimiento de Darwin, la prensa se hizo eco de la polémica pro y antidarwinista, siendo notable la repercusión del homenaje de los estudiantes de medicina de Valencia (se llegó a decir que había sido mayor que el de Londres); una buena muestra de la normalización del pensamiento darwinista en la enseñanza superior española, la profundidad y amplitud de la popularización del mismo, y la continuidad de la utilización polarización del tema en la España de la Restauración.[142]
Hay documentación escrita de alguna actividad cinematográfica en España en 1895, aunque su manifestación pública con mayor repercusión tuvo lugar en mayo de 1896, cuando con pocos días de diferencia un Teatrograph (similar a las máquinas Edison) y una máquina Lumière (del equipo de Alexandre Promio) se presentaron en los días previos a las fiestas de San Isidro de Madrid, filmando y exhibiendo sus películas. En octubre del mismo año se filmaron dos escenas de las fiestas del Pilar de Zaragoza por los primeros camarógrafos españoles (Eduardo Jimeno padre e hijo), y poco después se rodó en Barcelona la primera película de ficción (Riña en un café, Fructuoso Gelabert, 1897 —la fecha es sólo probable). La mayor figura de los inicios fue sin duda Segundo de Chomón (1871–1929), aunque desarrolló su carrera en París como el discípulo más aventajado y original de Georges Meliès, creando numerosos trucajes cinematográficos inéditos, inventando el «Pathécolor» y la técnica de animación «paso de manivela» o stop motion.
Destacó como director pionero del cine mudo y técnico de trucajes
El primer ferrocarril español en territorio europeo cubrió la línea Barcelona-Mataró (28 de octubre de 1848), a cargo de una compañía de capital inglés y español (principalmente catalán y cubano), y con tecnología e ingenieros ingleses. Diez años antes, el 19 de noviembre de 1837, se había abierto el primer ferrocarril español, pero en América: la línea La Habana-Bejucal, en Cuba. La línea Madrid-Aranjuez (Tren de la Fresa) se inauguró el 9 de febrero de 1851. El diseño del trazado nacional fue esencialmente radial (une Madrid con la periferia), con pocas conexiones transversales (alguna de ellas, como la Santander-Mediterráneo nunca se concluyó); y a pesar de su baja densidad en comparación con otros casos europeos, fue de muy lenta construcción: no completó sus partes esenciales hasta finales de siglo.
La dificultad más importante del trazado ferroviario español era la necesidad de salvar fuertes desniveles que caracterizan el aislamiento orográfico de la Meseta central con las demás unidades geográficas, y de cada una de estas entre sí. La razón esgrimida para optar por un ancho de vía mayor que el europeo (ancho ibérico) por el informe de la Comisión de Ingenieros de caminos de la Dirección general del ramo de 2 de noviembre de 1844 (ingenieros Juan Subercase Krets[150] y Calixto Santacruz[151]) fue permitir un mayor tamaño de las ruedas y con ellas una mayor velocidad. También un mayor ancho permite un mayor tamaño de las calderas. Otra de las razones que suele esgrimirse (y que se pone en relación con que también Rusia optó por un ancho mayor) es el dificultar por ese medio una hipotética invasión militar, aunque no parece que fuera la que más influyó en la decisión; de hecho, Portugal optó por el ancho español. La Ley General de Caminos de Hierro de 1855 homogeneizó el ancho español que siguieron las líneas principales, a excepción de las líneas del Cantábrico (por razones orográficas: un ancho menor ahorra costes en el trazado de las curvas, allí muy abundantes, lo que determinó que se usase la vía estrecha).[152]
Los inicios de la industria textil catalana fueron muy precoces (las indianas del siglo XVIII) y no carentes de innovaciones, por ejemplo la creación autóctona de la máquina hiladora «bergadana» (Ramon Farguell, 1790-1795), un caso de transferencia tecnológica por imitación de la jenny, la famosa hiladora manual inglesa. Desde comienzos del siglo XIX se importaban unidades de la «mula» de Samuel Crompton (hiladora con tracción adaptable tanto a rueda hidráulica como a máquina de vapor). La fábrica «El Vapor» (hermanos Bonaplata, 1832) fue incendiada poco tiempo después en una acción similar a la de los luditas ingleses, aunque en el contexto de la quema de conventos de 1835. En la década de 1840 la siguiente generación de maquinaria recibió el curioso nombre de «selfactinas» (adaptación del inglés self-acting machines), aun así, con un nivel técnico inferior al británico.[153] A pesar de todo ello, la trayectoria industrial de los textiles catalanes, sufrió a lo largo del siglo XIX graves discontinuidades debidas fundamentalmente a coyunturas bélicas y políticas (guerra de Independencia española, guerras carlistas, golpes militares en que se basó la alternancia entre moderados y progresistas y —que incluyeron el bombardeo de Barcelona por Espartero o la quema de conventos de 1835—, y la desaparición del mercado colonial por la Independencia Hispanoamericana —a excepción de Cuba hasta 1898— o levantamientos obreros como el conflicto de las selfactinas). A la reserva de ese mercado cautivo para los productos textiles catalanes se sumaba la del depauperado mercado interno español, sobre el que se exigían barreras proteccionistas en discusión con los intereses de exportación al exterior de la oligarquía terrateniente castellano-andaluza (formada por los intereses compartidos de la alta nobleza y burguesía tras la desamortización), que conseguían altos precios para las exportaciones agrícolas en un mercado internacional sometido periódicamente a tensiones (guerra de Crimea, crisis de la filoxera). A finales del siglo XIX, la pérdida de Cuba y la crisis agrícola precipitó un consenso de ambos grupos de interés en sentido proteccionista, lo que convirtió a España en uno de los países más proteccionistas del mundo, al menos hasta 1959.
La explotación minera en el siglo XIX. La siderurgia malagueña, asturiana y vasca
El primer complejo siderúrgico español importante en la época de la primera Revolución Industrial se llevó a cabo en la provincia de Málaga, con unos altos hornos en la Fábrica de La Concepción (1826) en Marbella, y otros en Málaga en la Fábrica de La Constancia (1833), ambos impulsados por el industrial Manuel Agustín de Heredia. Otra siderúrgica malagueña se denominó El Ángel, esta por iniciativa de Juan Giró. La diversificación en otros sectores corrió a cargo del mismo grupo de familias de la oligarquía burguesa malagueña, como los Larios o Loring que fundaron conjuntamente en 1846 Industria Malagueña S.A.. También fue importante la actividad del financiero e inversor en los ferrocarriles José de Salamanca y Mayol. El problema de este foco industrial era la inexistencia de hulla local, lo que produjo la deforestación del entorno (por el carboneo para obtener carbón vegetal) y la necesidad de importar carbón desde Inglaterra al puerto de Málaga, debido a la falta de puertos industriales en Asturias que posibilitasen embarcar el carbón nacional, beneficiado por la política proteccionista (el Estado gravaba la importación de carbón británico con tasas de hasta el 50 %). La consiguiente elevación de los costes de producción de la industria malacitana, perjudicó su viabilidad o posible crecimiento; que tampoco tuvo remedio con el proyecto de ferrocarril (iniciativa de varios de estos industriales y uno de los primeros de España), en 1851, de la línea Córdoba-Málaga, pues las obras y los trámites administrativos se dilataron en el tiempo (finalizado en 1866). Cuando llegó carbón mineral a Málaga, los productos catalanes y vascos ya eran más competitivos. El declive de la actividad fue visible desde 1860.[155]
Entre las razones que se aducen para explicar esa política de concesiones mineras a empresas extranjeras, están las dificultades presupuestarias (la deuda pública, proveniente de la quiebra de la monarquía absoluta y que se intensificó con las guerras carlistas, hizo que el escaso crédito internacional de España convirtiese en una inversión arriesgada cualquiera que se proyectase para ese país), la ideología liberal y librecambista de los revolucionarios de 1868; y más técnicamente los factores de demanda (es decir, no sólo el deseo del gobierno, sino fundamentalmente la creciente demanda internacional de minerales: cobre, azufre, cinc, plomo). Para responder a esa demanda era necesario levantar una industria metalúrgica de implosible creación con los escaasos recursos internos: ni el capital ni la técnica necesaria se podían improvisar; ni era previsible que los fuera a haber en mucho tiempo. La decisión ante la que se enfrentaban las autoridades hacia 1870 era permitir la explotación de las minas con ayuda sustancial del capital extranjero y con vistas a la exportación, o condenarlas a permanecer inactivas.
La revolución de 1868 permitió el acceso de la mujer a la Universidad, una posibilidad que en la Edad Media y el Renacimiento se había dado esporádicamente (y no tanto para la obtención de títulos como para el seguimiento informal de los estudios) y que la Contrarreforma había cerrado drásticamente (con la excepción señalada de Isidra de Guzmán a finales del siglo XVIII). Una ley de 1880 planteó la necesidad de un permiso especial para la admisión de mujeres, requisito que se suprimió en 1910. Ninguna mujer fue profesora universitaria hasta que Julio Burell creó la Cátedra de Literaturas Románicas de la Universidad de Madrid para Emilia Pardo Bazán (1916).[161] Ella y Concepción Arenal (que había asistido clandestinamente, vestida de hombre, a la facultad de derecho en 1841) fueron las dos personalidades más destacadas que desde mediados del siglo XIX venían impulsando con su ejemplo intelectual y vital la incorporación de la mujer a las instalaciones culturales españolas, como por ejemplo el Ateneo de Madrid.
Una generación más tarde, ya hubo varias mujeres que pudieron incluso plantearse acudir a la universidad, para lo que tuvieron que salvar no pocos obstáculos. Solían ser las ciencias sociales y la literatura los ámbitos a los que por entonces se dirigían las pretensiones femeninas, como por ejemplo las de María Goyri y Carmen Gallardo (1891);[162] pero anteriormente hubo mujeres matriculadas en medicina: María Elena Maseras (Barcelona, 1872) y Manuela Solís Clarás (Valencia, 1882), que llegó a publicar en 1907 un tratado sobre embarazo y lactancia que prologó su antiguo profesor Ramón y Cajal.[163] Otra de las que suelen ser citadas como primera universitaria fue Matilde Padrón (1888), de quien Ortega y Gasset dijo, en una muy poco feminista expresión, que era «la mujer más inteligente que había conocido».[164]
¡No quiero doctores con faldas!
De un catedrático de medicina a una de las primeras universitarias.[165]
La mujer ni puede ni debe ejercer las diversas profesiones del hombre (...) jamás cedamos a sus halagadores engaños de sirena (...) pronto vendrían a quedarse con toda la casa.
Una misionera protestante, Alice Gordon Gulick, fundó el International Institute for Girls in Spain, con sedes en Santander y San Sebastián, donde profesoras norteamericanas daban clase a jóvenes españolas. Más adelante, en 1915, esta institución contribuyó a la creación de la Residencia de Señoritas de Madrid, dentro de la que destacaba el Laboratorio Foster de Química.[167]
El primer tercio del siglo XX constituye la última oportunidad de expansión colonial para un Imperio español que había sufrido el trauma del desastre de 1898 con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en beneficio de Estados Unidos (lo que también obligó a liquidar por venta a Alemania el resto de islas del Pacífico, que quedaban sin posible gestión). La única posibilidad era aumentar la presencia en África Occidental, zona a la que se orientaron los esfuerzos militares, diplomáticos y científicos.[168] En el aspecto institucional, se creó la Liga Africanista Española en 1913, tras la adjudicación a España de una zona del protectorado de Marruecos.[169]
Expediciones al interior: el «redescubrimiento de España»
El Metro de Madrid se inauguró el 17 de octubre de 1919. Ese mismo año se produjo la primera gran huelga del sector: la huelga de La Canadiense, lo que testimonia que tanto el número de trabajadores como sus condiciones de trabajo se habían equiparado significativamente con los demás sectores industriales. La dictadura de Primo de Rivera impulsó, desde una perspectiva de nacionalismo económico, sectores de vanguardia en telecomunicaciones, como la radiodifusión (véase Radio en España) y la telefonía (Compañía Telefónica Nacional de España, en régimen de monopolio). La autarquía del primer franquismo impulsó la concentración y nacionalización parcial del sistema de generación y distribución eléctrica, lo que produjo un oligopolio de empresas,[179] que se reordenó con las privatizaciones y fusiones propias de la economía española posterior a la incorporación a la Unión Europea (1986).
La ciencia y la tecnología en la «Edad de Plata»
La Edad de Plata de las letras y ciencias españolas[182] es el nombre con el que suele designarse al primer tercio del siglo XX, caracterizado por un esperanzador florecimiento de las actividades científicas y literarias, de una calidad y repercusión internacional incomparable desde el Siglo de Oro. Comenzó con un hito espectacular: el Premio Nobel de Santiago Ramón y Cajal (1906) y terminó trágicamente con el estallido de la guerra civil española (1936).
El acceso de las mujeres a los estudios y titulaciones universitarias
Fue en 1910 cuando, al tiempo que se inauguraba la Residencia de Estudiantes, se aprobaron dos Reales Órdenes, la 9 de marzo y la de 4 de septiembre, que derogaban el requisito, exigido a las mujeres, de autorización administrativa previa a la matriculación, permitiendo el libre acceso en igualdad con los varones. Además, la nueva normativa reconoció la validez del título universitario expedido a las mujeres, para ejercer profesionalmente en instituciones públicas dependientes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.
El Instituto de Radiactividad fue uno de los pioneros en Europa (1910 o 1911, el de Viena es de 1908 y los de París y Londres de 1910; mientras que el alemán Kaiser Wilhelm Gesellschaft es de 1912[187]), y es también conocido por el nombre de Laboratorio Amaniel, por la calle de Madrid donde se trasladó en 1914. Su director, José Muñoz del Castillo había comenzado a investigar en su propio laboratorio privado desde 1903 (seis años después del descubrimiento de Henri Becquerel, y el mismo año que éste recibió el Nobel), tras asistir como delegado especial de España al quinto Congreso Internacional de Química Aplicada de Berlín, donde quedó impresionado por el radiotelurio (polonio) de Willy Marckwald. Con gran apoyo académico y político y una singular visión comercial, Muñoz del Castillo realizó el Mapa de la radiactividad en España (1905) y certificaba la radiactividad de aguas termales (con colaboración de los médicos hidrólogos) y de abonos radiactivos (que parecían ser una prometedora aplicación para la radioagricultura). Desde 1909 publicó el Boletín de Radiactividad. La oposición tenaz de Muñoz a admitir la hipótesis de la desintegración radiactiva le fue aislando de los grupos de investigación europeos. Tras su jubilación (1920) el laboratorio se convirtió en una institución marginal. Los equipos y el edificio de la calle Amaniel permanecieron inutilizables entre 1940 y 1980 debido a su fuerte contaminación radiológica.[188]
La ingeniería tuvo sus principales figuras en Leonardo Torres Quevedo (Centro de Ensayos de Aeronáutica, Laboratorio de Aeronáutica, Asociación de Laboratorios, Laboratorio de Mecánica Aplicada o Automática del Ateneo de Madrid), quien desarrolló dirigibles, transbordadores, sistemas de radiocontrol y calculadoras; y Esteban Terradas, quien además era un científico de gran altura, del que el propio Einstein diría He descubierto un hombre extraordinario.[126] No obstante, protagonizó un escándalo que dividió al mundo científico en bandos políticos: su nombramiento como catedrático de Ecuaciones Diferenciales (durante la Dictadura) fue revocado en 1931 (tras la proclamación de la República) por cuestiones formales, y al presentarse a oposiciones al año siguiente fue suspendido por un tribunal compuesto por José Barinaga,[189] Fernando Lorente de Nó y Roberto Araujo,[190] quienes a su vez serían represaliados tras la Guerra Civil (por el gobierno de Franco).
¡Cuántos capítulos de la vieja mecánica habría que modificar profundamente si se aceptase como buena esta última negación! [se refiere a la inexistencia del movimiento absoluto]
El sistema de Einstein, desde el punto de vista rigurosamente científico, no es válido: es una extraña mezcla de imaginación metafórica, de interpretaciones erróneas, de experiencias e hipótesis injustificadas, cuyas absurdas conclusiones se han procurado disimular durante algún tiempo, pero que ahora se hacen ya evidentes.
No obstante, la visita de Albert Einstein a España (1923) se celebró como un acontecimiento científico y social de gran repercusión, y entre el año 1933 y 1935 (cuando se planteaba dejar Alemania) se le ofreció insistentemente una cátedra en España, que acabó postergando en beneficio de los Estados Unidos. Algún colaborador de Einstein, como Jakob Laub, u otros físicos extranjeros de renombre, como Tullio Levi-Civita, Hermann Weyl, Arnold Sommerfeld y Kasimir Fajans, sí desarrollarán algún periodo de su actividad científica en España.[126]
Otros científicos españoles del primer tercio del siglo XX
La nómina de científicos españoles que comienzan su carrera investigadora en el primer tercio del siglo es impresionante. Una gran mayoría, dada su identificación con los perdedores de la Guerra Civil, se vieron forzados al exilio, enriqueciendo las universidades de países hispanoamericanos (Exilio español en México, Historia de la ciencia en la Argentina), de los Estados Unidos o de la Unión Soviética.[195] Una significativa minoría, de perfil político menos acusado, o directamente afín al régimen franquista, pasó a la tarea de la reconstrucción de la destruida ciencia y tecnología española de la posguerra.
Se ha llegado a calificar de destrucción de la ciencia en España[199] el resultado conjunto de la guerra civil, el exilio de científicos (una gran mayoría identificados con el bando republicano) y la represión que las autoridades franquistas ejercieron sobre los que permanecieron en España. Esta se expresó en una concienzuda depuración de funcionarios públicos y en particular de la Universidad y la enseñanza media y primaria (véase Depuración franquista del magisterio español) y de la Junta de Ampliación de Estudios, que se optó por refundar en una nueva planta como Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, 1939), controlado por políticos de formación intelectual (José Ibáñez Martín, que también era Ministro de Educación y Ciencia) y científicos (José María Albareda Herrera), en ambos casos fuertemente identificados con el nacionalcatolicismo.
Aparte de las Enigma que la Alemania nazi suministró al ejército de Franco en la Guerra Civil,[209] el primer ordenador digno de tal nombre que llegó a España, en 1958, fue un IBM 650 de tarjetas perforadas (medio millón de dólares de precio y 900 kg de peso), existente en el mercado desde 1953, que empleó la Renfe para calcular las rutas de los ferrocarriles mineros.[210] La segunda generación de ordenadores llegó al año siguiente: un UNIVAC UCT para la Junta de Energía Nuclear. En 1961 la Feria de Muestras de Barcelona presentó un IBM 1401. En 1962, la segunda edición del SIMO de Madrid (Luis Alberto Petit) presenta, junto al mismo IBM 1401, el Bull Gama 70, el Univac 1103 y el MTR 39. En el mismo año, las primeras empresas del sector privado en comprar un ordenador fueron Sevillana de Electricidad y Galerías Preciados.[211] Simultáneamente, el Ministerio de Hacienda adquirió su primer ordenador. En 1967 la Universidad Complutense de Madrid obtuvo, como donación del fabricante, un ordenador científico IBM 7094. Los años siguientes presenciaron un aumento significativo del parque de ordenadores, que para 1970 habían desplazado a las tabuladoras utilizadas desde los años veinte. Aparatos informáticos actualizados estaban presentes tanto en Madrid (50 % del total) como en Barcelona (34 %), y sólo un 16 % en el resto de ciudades, sobre todo en las grandes entidades financieras.[212] En 1973 o 1974 una empresa española desarrolló el Kentelec 8 (Manel Puigbó Rocafort, para DISTESA-Anaya), que algunas fuentes consideran el primer ordenador personal (el microprocesador existía desde 1971, y en los años setenta hay diversos diseños que precedieron al IBM PC de 1981).[213]
Los diferentes gobiernos de la democracia, desde la transición (1975-1978) hasta la actualidad, se encontraron con la necesidad de potenciar las instituciones científicas, y sobre todo la coordinación de las instituciones públicas (universidades, centros de investigación, nuevas instituciones creadas por las comunidades autónomas) con las empresas privadas, cuya participación en el esfuerzo investigador era muy inferior al de los países desarrollados a los que la economía española estaba convergiendo (OCDE). La planificación científica se pretendía hacer de forma acorde con los nuevos planteamientos de integración I+D o I+D+I (investigación y desarrollo o investigación, desarrollo e innovación), especialmente con el proceso de integración en las Comunidades Europeas (1986, año de la Ley de Fomento y Coordinación de la Investigación Científica y Técnica o Ley de la Ciencia, que ha dado nombre a una generación de investigadores[214]).[215]
Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general.
La recepción de la actividad científica española, medida en términos de impacto de las publicaciones y de cifras comparativas de las universidades, sitúa a las instituciones y científicos españoles en un estadio intermedio dentro de las naciones más avanzadas, a pesar de los sesgos usuales en ese tipo de estudios: sesgos geográficos y lingüísticos (sobrerrepresentación de los países anglosajones que tienden a minusvalorar la producción de países de la «periferia científica», en los que se solía incluir a España) y temáticos (infrarrepresentación de las ciencias sociales y humanas, lo que perjudica una parte sustancial de la producción científica española).[216] Aunque, en ocasiones, la presencia española en comunicaciones de alto nivel es anormalmente alta en algunos sectores científicos.[217] Para la primera década del siglo XXI, se ha llegado a hablar de la nueva edad de plata de España, sostenida en un incremento de las inversiones cuya dudosa continuidad a partir de la crisis de 2008 ha generado un debate político con participación de la élite científica.[218]
Las distintas modalidades de los Premios Príncipe de Asturias (gestionado por una fundación nacional) y del Premio Rey Jaime I (gestionado por la Comunidad Valenciana), se han situado entre los más prestigiosos en la órbita científica internacional. Ya en el siglo XXI, desde el año 2001 se viene concediendo el Premio Nacional de Investigación en diez categorías disciplinares.
Se diseñó un relativamente modesto programa espacial que consiguió poner en órbita el primer satélite de tecnología íntegramente española en 1997 (Minisat 01 que formaba parte del programa Minisat);[215] aunque lo característico de la investigación en este campo, así como en el aeronáutico, es la integración en los programas europeos (Agencia Espacial Europea, Airbus). El hasta ahora único astronauta español, Pedro Duque, efectuó su primera misión espacial con la NASA en 1998 (el madrileño Miguel López-Alegría, de nacionalidad estadounidense, lo había hecho en 1995). En astronomía, el Instituto de Astrofísica de Canarias (fundado en 1975 sobre la base del Observatorio del Teide) se convirtió en una institución puntera a nivel mundial, gracias a la participación internacional atraída por las inmejorables condiciones naturales del archipiélago para la observación astronómica. Otra gran instalación científica, en construcción desde 2004 y que se prevé terminar en 2011 es el sincrotrón ALBA.[224]
La Junta de Energía Nuclear se transformó en 1986 en el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) abierto a otras fuentes de energía, al tiempo que se producía la moratoria nuclear que interrumpió la construcción de nuevas centrales (se llegaron a construir diez). Con el tiempo, España se convirtió en un país líder en el desarrollo de las energías alternativas, sobre todo la eólica y la solar.
Con inicial tecnología francesa y alemana complementada por tecnología propia de TALGO, se creó en 1992 la primera línea ferroviaria de Alta Velocidad (AVE) entre Madrid y Sevilla, que celebraba una Exposición Universal. La ampliación del trazado hubo de esperar a los primeros años del siglo XXI (no llegó a Barcelona hasta 2008), y para el 2010 se prevén 2230 km, que la convertirán en la mayor del mundo.
Algunos sectores, como el automóvil, que habían dejado de ser punteros, encontraron en la España de los años setenta y ochenta una localización idónea por su cercanía al mercado europeo y la ventaja competitiva de los salarios.
La divulgación científica y la protección de la naturaleza
Aunque los primeros parques nacionales de España (véase Espacios naturales de España) provienen de principios de siglo XX (el primero, el Parque nacional de Covadonga, 1918), el conservacionismo no recibe un impulso decisivo hasta la segunda mitad del siglo XX, ya con el nombre de ecologismo, cuando muchos espacios naturales comienzan a sufrir graves amenazas del desarrollismo turístico, urbano e industrial, y en algunos casos en fuerte polémica con instituciones públicas como el ICONA (repoblación forestal). Un hito decisivo fue la protección del Coto de Doñana y sus sucesivas ampliaciones, conseguidas por la presión de la comunidad científica, entidades como WWF/Adena (en España desde 1968) y una opinión pública concienciada cada vez más numerosa. A esa conciencia contribuyó de forma decisiva la divulgación científica, que en su forma mediática tuvo su principal figura en Félix Rodríguez de la Fuente y sus documentales televisivos (El hombre y la tierra, 1974-1980), de una proyección internacional similar a la de otros documentalistas contemporáneos, como David Attenborough o Jacques Cousteau. Su discípulo Joaquín Araújo y otros naturalistas han continuado hasta el presente esas actividades.
La presencia de temas científicos en los medios de comunicación es cada vez más frecuente, así como la utilización de la ciencia y de los científicos en el debate público.[232]
Muchos otros artículos relacionados con la Historia de la ciencia y la tecnología en España se clasifican en estas categorías y otras subordinadas a ellas:
↑Mikel Buesa, El sistema nacional de innovación en España: Un panorama, en Innovación y Competitividad, noviembre-diciembre 2012....estudia la evolución reciente del sistema de innovación en España haciendo referencia a los aspectos globales de la asignación de recursos a esa finalidad durante el período 2000-2010. El autor examina las actividades de investigación científica aludiendo a su rendimiento y a sus resultados. Asimismo analiza las actividades tecnológicas de las empresas innovadoras, destacando la insuficiencia de su output para hacer frente a las necesidades del país. El artículo aborda también el papel de la política científica y tecnológica. Sus conclusiones señalan que, aunque España ha ido convergiendo hacia el modelo que configura el modelo de los mayores países de la Unión Europea, presenta todavía una importante debilidad en cuanto al segmento de empresas innovadoras.
↑La romanidad de las denominadas presa de Proserpina y presa de Cornalvo son cuestionadas por el arqueólogo Santiago Feijoo, que niega la posibilidad de su utilización como abastecedoras de agua a poblaciones y retrotrae su fecha de construcción a la Alta Edad Media (siglos VIII al X, en época musulmana). Insiste en que los romanos buscaban manantiales de agua de calidad, para lo que construían acueductos kilométricos. El agua de los embalses es necesariamente de calidad muy inferior, y provocaron problemas de salubridad cuando empezaron a utilizarse para el consumo humano con la revolución industrial, a partir del siglo XIX. La utilización del embalse de Proserpina sería principalmente ganadera, y desde el siglo XVII, como lavadero de lanas. Una investigación similar de Luis Caballero Zoreda descartó la romanidad de las presas del monasterio de Santa María de Melque (Toledo). «Mérida. Una investigación de cinco años sobre la presa de Proserpina descarta su origen romano.»Archivado el 16 de mayo de 2008 en Wayback Machine.: Terrae Antiquae, 26 de abril de 2006 (cita diversas fuentes).
↑Libro Primero: Prólogo a Publio Silvino, pp. 1-2. Traducción de Juan María Álvarez de Sotomayor y Rubio, Edición de 1824 (Imprenta de Miguel de Burgos) digitalizado en google books
↑Alonso Cano declaró en su favor: «preguntado por el oficio de pintor, dijo que en todo el tiempo que le a conocido ni antes, sabe ni a oydo decir que lo aya tenido por oficio ni tenido tienda ni aparador ni vendido pinturas, que solo lo a exercitado por gusto suyo y obediencia de Su Magestad». En el mismo procedimiento, un tal Gabriel González de Herrera se atrevió a decir que «el [oficio] de pintor que entienden algunos comúnmente lo es, no es sino arte, y caso que lo sea, el pretendiente lo a exercitado por gusto y en servicio de Su Magestad». Citados por José Manuel Pita Andrade y Ángel Aterido Fernández (2000) Corpus velazqueño, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, ISBN 978-84-369-3345-1.
↑Ambas denominaciones han quedado obsoletas, aunque siguen teniendo algún uso en el ámbito académico anglosajón, donde es común utilizar natural philosophy como equivalente a «física». En el ámbito académico hispánico suele restringirse a un uso historiográfico: por ejemplo, la Universidad de Valladolid mantiene una asignatura denominada «Filosofía e historia natural en la Ilustración.»; también en títulos como el del estudio de Luis Millones Figueroa: «Filosofía e historia natural en el Inca Garcilaso.» En Ensayos de cultura virreinal latinoamericana. Lima: Universidad San Marcos, 2006.
↑Malaria. Exposición en la Biblioteca Nacional, 2009. La Condesa, los Jesuitas, el Cardenal, el Demonio, Linneo y sus Polvos. Malaria site. En 1638 las propiedades de la corteza de una planta utilizada tradicionalmente para tratar las "fiebres tercianas" en la zona andina fueron aplicadas a la curación de Ana de Osorio, la esposa del virrey del Perú y conde de Chinchón Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla de la Cerda y Mendoza (llegados a Lima en 1629), por recomendación del gobernador de Loja, que se había curado con tal remedio. La historia fue recogida por Sebastiano Bado en 1663. El uso médico se fue extendiendo entre los españoles y quedó recogido en varios textos médicos a partir de esas fechas. La planta fue posteriormente clasificada en la terminología botánica como Cinchona officinalis en honor de los condes (Linneo, 1753) y la sustancia activa se denominó quinina (el nombre vulgar de la planta quedó como "quina").
↑No sólo por actos de guerra, cuya necesidad era más o menos discutible, sino también por simple negligencia: los telescopios Herschel del Observatorio del Retiro fueron usados como leña por los soldados franceses allí acuartelados. Sánchez Ron, ¿Viva la ciencia! op. cit.
↑La asociación de ambos hechos ha pasado a ser un tópico historiográfico, que se repite desde fechas muy cercanas a los hechos, cuando La España de 1830 a 1836, folleto de Charles Didier, fue traducido por el ya citado Mariano José de Larra. La responsabilidad política concretamente se atribuye al ministro Francisco Tadeo Calomarde a partir de 1824, refiriéndose al Plan General de Estudios del Reino del 14 de octubre de 1824. Véase el texto original de Didier y Larra ([1] Imprenta Repullés, 1836, p. 13) y un comentario contemporáneo ([2]Artículos Varios, Editorial Castalia, 1976
ISBN 978-84-7039-225-2, p. 124).
↑Catálogo de la exposición Malaria, Biblioteca Nacional, mayo de 2009. La declaración oficial coincidió con el XXV aniverario del fin de la Guerra Civil (XXV años de paz, en 1964) La erradicación del paludismo en España.
↑El paciente despertó, pero murió al día siguiente. Suele considerarse que el primer trasplante de corazón efectivo en España fue el realizado en el Hospital San Pablo de Barcelona por Josep Maria Caralps, el 8 de mayo de 1983. El paciente sobrevivió nueve meses. Noticia del 40 aniversario del trasplante de 1968 en gaceta.es. Noticia del 25 aniversario del trasplante de 1983 en Hoy saludArchivado el 17 de junio de 2020 en Wayback Machine., en La RazónArchivado el 5 de noviembre de 2011 en Wayback Machine..
↑Julián Juderías op. cit. Véase la nómina en la nota anterior que referencia a este autor.
↑Palabras similares dirigió a Beato Renano: Non est animus hispanizein (no es mi intención «hispanizar»). Enrique González y González, Leticia Pérez Puente: Permanencia y cambio: Universidades hispánicas 1551-2001 UNAM, 2006 ISBN 978-970-32-2727-3, p. 118.
↑Véase el estudio de Julián Juderías op. cit. (La enumeración en la nota anterior que referencia a este autor).
↑Miguel Artola (1991) Enciclopedia de Historia de España. Tomo V Diccionario Temático. Madrid, Alianza Editorial ISBN 84-206-5294-6, p. 214.
↑Felipe Picatoste, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI: estudios biográficos y bibliográficos de ciencias exactas físicas y naturales y sus inmediatas aplicaciones en dicho siglo, 1891.
↑Guía Didáctica del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de España, accesible en la web del museo.
↑Portuondo, María. «Secret Science», Chicago, 2009; reseña en Investigación y Ciencia, enero de 2010, pp. 94-96.
↑Sanz Tapia, Ángel. «La minería hispanoamericana (1542-1810)», en América Virreinal, vol XXIX de Gran Historia Universal, Madrid: Nájera ISBN 84-7461-683-2, pp. 239-241.
↑Cotarelo Valledor A. El padre Zaragoza y la Astronomía de su tiempo. En: Asociación Nacional de Historiadores de la Ciencia Española. Estudio sobre la ciencia española del siglo XVII. Madrid: Gráfica Universal; 1935. p. 82., citado en El doctor Lázaro de Flores Navarro y el primer libro científico que se redactó en Cuba, por José Antonio López Espinosa.
Caramuel y Cardoso destacaron, a diferencia de los profesores universitarios citados, por una abierta y descarada oposición contra el escolasticismo y contra el modo «antiguo» de concebir la ciencia.
Resulta altamente significativo señalar que ninguno de los tres autores mencionados ejerció la profesión universitaria en nuestro país. El Padre Zaragoza fue profesor de matemáticas a partir 1670 en los Reales Estudios del Colegio Imperial de San Isidro de Madrid, institución de la Compañía de Jesús que desde su creación fue acogida con hostilidad por parte de las universidades*. En cuanto a Caramuel y Cardoso, ambos marcharon fuera de nuestras fronteras con, aproximadamente, unos treinta años (en 1638, esto es, con treinta y dos años, Caramuel se doctora en teología por la Universidad de Lovaina; por otro lado, Cardoso, también con treinta años, se establece en Venecia en 1645). Ninguno de los dos permaneció establemente dentro de nuestras fronteras.
Así pues, la investigación más novedosa e innovadora llevada a cabo en los años centrales del XVII no se organizó en torno a la burocrática universidad del momento, sino que se realizó «en solitario», como en los casos vistos.
↑José María López PiñeroLa introducción de la ciencia moderna en España. Barcelona, Ariel, 1963, citado por Rafael Rodríguez Sánchez, op. cit.
↑García Cárcel, Ricardo (1996) La cultura del Siglo de Oro. Pensamiento, arte y literatura (Historia de España, vol. 17), Madrid: Temas de Hoy ISBN 84-7679-295-6. Sección El pensamiento científico, pp. 47-52 y La revolución científica, pp. 52-55. Cita como fuentes a López Piñero (op. cit. y Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, 1979) y a Enrique Tierno GalvánEl pensamiento científico en el Siglo de Oro, en Edad de Oro, vol. III, 1984.
↑Vicente Casals Costa «Ciencia, política y territorio. la construcción del paradigma regional en la península ibérica.» En Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona ISSN1138-9788 N.º 79, 1 de enero de 2001. Miguel Ángel Puig-Samper y Sandra Rebok, Un viaje del espíritu: Alexander von Humboldt en España, en CVC: "Humboldt aprovechó este periodo en España para realizar numerosos estudios científicos en los cuales puso a prueba sus novedosos instrumentos de medición traídos desde París. Con tales mediciones el prusiano abrió un nuevo campo y aportó notables estudios a la investigación científica, principalmente geográfica, de España. Así, fue uno de los primeros en establecer la latitud y la longitud de Madrid y de otras poblaciones de importancia como Aranjuez, además de elaborar los perfiles topográficos de la sierra de Guadarrama y de la Península Ibérica (perfil Valencia-La Coruña y perfil Pirineos-Motril), en los que se descubría la presencia de la meseta. Los resultados de esta exploración fueron publicados por él en forma de dos artículos: el primero apareció en 1809 en la obra Itinéraire descriptif de l´Espagne (traducido al español en 1816) del francés Alexandre Laborde y el segundo en 1825, en la revista alemana Hertha. Aparte de estas investigaciones en la Península, realizó una ascensión al Teide, en Tenerife, donde pudo estudiar el vulcanismo y la geografía de las plantas."
↑Miguel Ángel Puig-Samper Sentir y Medir. Alexander Von Humboldt en España, y del mismo autor el artículo «Humboldt, inventario de América.» En La aventura de la Historia, n.º 127, pp. 41-44. Mayo de 2009.
↑Chavaneau se dio cuenta de que la infusibilidad del platino otorgaba gran valor a los objetos de él hechos, por lo que inició un negocio con Joaquín Cabezas para producirlos, iniciando lo que se ha llegado a denominar la era del platino en España. Weeks, M. E. (1968). «Discovery of the Elements» (7 ed.). Journal of Chemical Education. pp. 385-407. ISBN 0-8486-8579-2. OCLC 23991202.
↑Edición Facsímil de Joaquín Fernández Pérez e Ignacio González Tascón (eds.), (1991) Descripción de las Máquinas del Real Gabinete de Juan López de Peñalver, Madrid: Ediciones Doce Calles, ISBN 84-87111-21-1.
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↑Rodríguez Estaban, José Antonio: Geografía y colonialismo: la Sociedad Geográfica de Madrid, 1875-1936[3]Archivado el 20 de septiembre de 2009 en Wayback Machine.
↑Victoriano Darias de Las Heras: El africanismo español y la labor comunicadora del Instituto de Estudios Africanos[4]
↑Fernández González, Álvarez Núñez y Portillo Calderón (1988). Siderurgia malagueña en el siglo XIX: Manuel Agustín Heredia. Málaga: Colegio Oficial de Peritos e Ingenieros Técnicos de Málaga. ISBN84-60053-25-3.
↑[...] fecha en la cual también se edificó junto a este el museo de física experimental La Mentora que en la actualidad expone gran parte de los aparatos científicos de la época. (De Montjuic y el Monte TibidaboArchivado el 10 de febrero de 2009 en Wayback Machine.).
↑El Siglo Médico, 18 de julio de 1936. El autor, como rector de la Universidad de Zaragoza, había recibido elogiosamente a Einstein en 1923. Citado por Javier Turrión Berges: Einstein en EspañaArchivado el 19 de noviembre de 2011 en Wayback Machine., en Monografías de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza. 27: 35-68, (2005).
↑Enrique Cerdá (1981) Nuestros genes, Salvat, p. 54.
↑Exposición y catálogo La evolución de Darwin, 2009, Museo Nacional de Ciencias Naturales. ISBN 978-84-9785-577-8, especialmente Rafael Zardoya El Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, y el origen de la genética en España, pp. 135-138.
↑Ignacio Fernández Bayo, Luis Guijarro y Antonio Calvo Roy (2005) La generación de la Ley de la Ciencia. 45 perfiles de científicos españoles de hoy, CSIC, ISBN 84-689-3848-3.
↑ abQuintanilla y Sánchez Ron, op. cit., pp. 95-103.
↑En el World Universities Ranking de enero de 2009 (Laboratorio de Internet del CINDOC, que utiliza un factor de impacto web), España aparece en séptimo lugar, con cuatro universidades entre las doscientas primeras, veintisiete entre las quinientas primeras y cuarenta y dos entre las mil primeras (por delante de Suecia, Japón o Suiza). En cambio, en otras clasificaciones aparece peor situada (puesto 18 en Academic Ranking of World Universities de la Universidad de Shanghái Jiao Tong).
España que posee 44 revistas en el conjunto de las BD del ISI, lo cual representa el 0,5 por ciento del total, un valor muy por debajo de su potencial científico y editorial, que viene calculándose en todos los indicadores de producción científica en torno a valores del 2,5-3 por ciento.
Adelaida de la Calle, catedrático de Biología y rector de la Universidad de Málaga, matiza la trascendencia de estas clasificaciones (Entrevista en El País, 08/10/2011:
Me hace gracia cuando empresarios dicen que en el ranking no hay ninguna española. Y, ¿cuántas empresas hay? Es lo mismo, si tienes una multinacional potente que hace investigación pues vas a salir, pero si tienes una empresita que lo haces bien, pero de pequeña dimensión, pues no vas a figurar. Pasa lo mismo con las universidades españolas: no somos Harvard... España ha alcanzado el noveno puesto en productividad científica, eso quiere decir que somos buenos, creativos, serios y rigurosos en las investigaciones que son competitivas
Que salgan tres trabajos españoles en el mismo número de Nature es insólito. ¿Se está convirtiendo España en una potencia en medicina regenerativa? «Yo no lo diría», responde Serrano. «España esta a mejor nivel que Italia, lo que ya es mucho decir, pero no al nivel del Reino Unido, Alemania, Holanda o Suiza o Suiza. Ni por supuesto al de Estados Unidos, Canadá, Japón o Singapur. Pero sin duda es un nivel decente para lo que es España».
La reducción, que ronda el 15 % de media, pero que en algunas áreas es superior (18 % o 20 % en biología), no tiene efectos necesariamente graves en los equipos potentes, que, además, cuentan con otras fuentes de financiación, como los proyectos europeos. Pero los grupos más modestos pueden verse obligados a replantearse los objetivos o incluso a cancelar el proyecto mismo, y estos equipos no solo pueden hacer buena ciencia, sino que aportan a menudo su cantera de promesas para los grupos de excelencia. En el caso de los jóvenes científicos que empiezan ahora su carrera, la repercusión del recorte puede ser crítica si no logran financiación suficiente para sus primeras investigaciones independientes. (...)
En lo que sí ha cumplido el ministerio ha sido en el compromiso de no recortar los contratos Ramón y Cajal y las becas FPI para realizar la tesis doctoral, de modo que se convocan este año 250 y 1100, respectivamente, igual que en 2009. (..)
En 2009 se solicitó financiación del plan nacional para 5880 proyectos de investigación y, tras el proceso de evaluación de cada uno, se aprobaron 3732. Las cifras definitivas de la convocatoria de 2010 se conocerán a finales de verano.
El CSIC recibe del ministerio este año 120 millones de euros menos que el pasado, y en 2009 fueron 60 menos que en 2008. En total, es una reducción de 180 millones sobre los 600 de 2008, un 30 %. El Ciemat ha sufrido un recorte del 36 % en estos dos años, con 35 millones en el presupuesto de 2010 por debajo de los 96 de 2008. Pese a que ambas instituciones obtienen recursos añadidos por proyectos y contratos, su situación es muy complicada...
España ocupa el puesto número 39 en el «ranking» mundial de innovación recogido en el Informe Global de Competitividad 20011-2012 elaborado por el Foro Económico Mundial de Davos, una lista de 142 países liderada por Suiza y Suecia en la que la economía española "queda lejos" de los países más avanzados de la Unión Europea como Finlandia, Alemania o Dinamarca, situándose por detrás de Irlanda, Portugal, República Checa o Hungría.Reseña en ABC, 5 de enero de 2012.
↑Panel del Museo Marítimo de Asturias (Luanco). La expedición de 1987 fue del buque Antártida 8611, con los arrastreros Nuevo Alcocero y Pescapuerta IV.
↑A estos nombres, representativos de distintos campos, se podrían añadir muchos otros. Algunas iniciativas periodísticas consisten en establecer una nómina de los científicos españoles de mayor impacto en la ciencia contemporánea, así como evidenciar su escaso impacto en la opinión pública: «Los niños no se intercambian sus fotos en los recreos. Sus nombres son casi desconocidos entre la población general. Sin embargo, la ciencia mundial les guarda un respeto tremendo. Son 11 ejemplos con nombre y apellidos de que la investigación española puede llegar donde se lo proponga. Dirigen grupos de trabajo en investigación básica y aplicada dentro de los centros de referencia global. Harvard, Berkeley, el MIT, el CERN o el Max-Planck han escogido a nuestros científicos para lideren proyectos en ámbitos pioneros, que más tarde o temprano, acabarán beneficiando el día a día de los ciudadanos en cuestiones de salud, energía o materiales. - José Miguel Jiménez - Joan Massagué y Josep Baselga - Álvaro Pelayo - Avelino Corma - Juan Ignacio Cirac - Pablo Jarillo-Herrero - José Carmena - Rafael Yuste - Álvaro Pascual-Leone - Antoni Ribas». «La 'iRoja' de la ciencia arrasa en los mejores centros del mundo.»El Mundo, 14 de marzo de 2014. «No gozan de la popularidad de los futbolistas, pero la ciencia española tiene ya su "Roja", un selecto grupo de trece científicos que han empeñado sus carreras en golear al cáncer, la contaminación, el envejecimiento, la falta de recursos energéticos, los enigmas del pasado o los retos del futuro.... Margarita Salas, bióloga del CSIC y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos; Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología y codirector del yacimiento de Atapuerca; María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas; Juan Ignacio Cirac, director de la División Teórica del Instituto Max Plank alemán; o Valentín Fuster, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III. También Pere Puigdoménech, profesor en el Centro de Investigación de Agricultura Genómica del CSIC; el paleontólogo José Luis Sanz, descubridor de ocho nuevos géneros de dinosaurios; el biólogo marino Carlos M. Duarte; la investigadora de la Universidad Complutense Celia Sánchez; el químico Avelino Corma (galardonado ayer con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación), y el físico Pedro Echenique. La lista la completan Joan Massagué, bioquímico especialista en cáncer, y el bioquímico Juan Carlos Izpisúa.» («La ciencia cuenta ya con su roja.»El Confidencial, 29 de mayo de 2014).
Catálogo 200 años de patentes (2011): "España fue uno de los primeros países del mundo en conceder Reales Cédulas de Privilegio de Invención. La primera encontrada en el Archivo de Simancas se remonta al 24 de febrero de 1478, cuando la entonces Reina Isabel La Católica concedió a su médico D. Pedro Azlor, el privilegio de invención para explotar durante 20 años —exactamente lo que dura una patente en la actualidad— un nuevo sistema de molienda aplicable a todo tipo de molinos, tanto de mano, como de sangre, hidráulicos o de viento. Los cientos o quizá miles de Reales Privilegios concedidos entre finales del siglo XV y principios del siglo XIX no lo fueron bajo ninguna Ley ni se depositaron en un solo registro. Eran gracias reales arbitrarias nunca normalizadas. Sin embargo, con el paso al sistema liberal, la igualdad ante la Ley y el establecimiento de un registro único y obligatorio comenzaron diversas colecciones de documentos, primero de patentes y a partir de 1850 de marcas, que se han conservado hasta nuestros días y que constituyen la base del Archivo de la OEPM, en el cual se continua almacenando, ahora de manera digital, los expedientes generados en la actualidad. Es con todo ese material, por tanto, con el que se ha elaborado la muestra 200 años de patentes en España.... En 1810 y en mitad del conflicto con la Francia Napoleónica, se creó en Madrid el Conservatorio de Artes y Oficios, antecedente de la OEPM, y que recogía el espíritu del Gabinete de Máquinas creado anteriormente por Carlos IV. El 16 de septiembre de 1811 se promulgó un primer decreto de patentes para intentar sustituir al arbitrario sistema de Reales Cédulas de privilegio de invención que había funcionado desde el siglo XV. Posteriormente, las Cortes de Cádiz incluyeron en la Constitución de 1812, una mención específica en su artículo 335, apartado 5, a la necesidad por parte de las Diputaciones de «proteger a los inventores de nuevos descubrimientos».... En 1679 se creó... la Real Junta General de Comercio. Entre sus competencias estaba la de promover la actividad artesanal e industrial, atrayendo técnicos extranjeros e informando a la Corona sobre el estado de máquinas y conveniencia de innovaciones. Progresivamente, fue asumiendo el papel de elevar a la Monarquía propuestas de privilegios de invención.... En 1730 pasó a denominarse Junta General de Comercio y Moneda y reforzó su papel relacionado con la promoción de la actividad inventiva e innovadora."
Menara-menara lambung Château de Coucy. Menara-menara lambung Puri Giebichenstein Menara lambung adalah menara benteng yang dibangun pada sisi luar tembok pertahanan atau bangunan pertahanan lainnya sebagai struktur pertahanan lambung. Dari landasan tempur dan lubang bidik pada menara lambung, tembok benteng antar menara (kota) dapat dibersihkan dari samping dengan tembakan senjata-senjata lontar. Menara-menara lambung di kastel dan tembok-tembok kota pada puncak dan penghujung Abad Pertenga...
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Megan Nicole Flores Información personalOtros nombres Megan NicoleNacimiento 1 de septiembre de 1992 (31 años)Houston (Estados Unidos) Nacionalidad EstadounidenseLengua materna Inglés FamiliaCónyuge Cooper GreenInformación profesionalOcupación Actriz, actriz de cine, youtuber, cantante, modelo y productora de televisión Años activa desde 2010Seudónimo Megan NicoleGénero Pop Instrumento Guitarra Sitio web www.megannicolemusic.com[editar datos en Wikidata] Megan Ni...
AwardWomen’s Super League Golden BootRachel Daly is the current holder of the award.Awarded forLeading goalscorer in the Women's Super League, England's top women's football leaguePresented byBarclaysFirst awarded2011Currently held byRachel DalyMost awardsVivianne Miedema and Sam Kerr (2) The Women's Super League Golden Boot is an annual association football award presented to the leading goalscorer in Women's Super League (WSL). The award is sponsored by Barclays. The most recent winner is...
Potencial solar del territorio brasileño Brasil tenía una capacidad instalada de 21 GW de origen solar fotovoltaica en octubre de 2022.[1][2][3][4] En 2021, Brasil fue el 14º país del mundo en términos de potencia solar instalada (13 GW).[5] y el undécimo país más grande del mundo que produce energía solar (16,8 TWh).[6] Del total de la matriz energética brasileña instalada, el 2,48% estaba compuesto por sistemas solares fotovoltaicos en oc...
Iglesia de Los Dominicos Monumento Histórico(Decreto Supremo n.º 1296, del 15 de noviembre de 1983) Fachada de la iglesia.LocalizaciónPaís Chile ChileDivisión Región Metropolitana de SantiagoSubdivisión Provincia de SantiagoLocalidad Las CondesDirección Av. Apoquindo 9085Coordenadas 33°24′27″S 70°32′30″O / -33.40758333, -70.54175278Información religiosaCulto Iglesia católicaArquidiócesis Santiago de ChileOrden Orden de PredicadoresAdvocación San Vice...
Folco LulliFolco Lulli pada 1954Lahir(1912-07-03)3 Juli 1912Firenze, ItaliaMeninggal23 Mei 1970(1970-05-23) (umur 57)Roma, ItaliaPekerjaanPemeranTahun aktif1946–1970 Folco Lulli (3 Juli 1912 – 23 Mei 1970) adalah seorang partisan[1] dan pemeran film Italia. Ia tampil dalam 104 film antara 1946 dan 1970. Ia adalah saudara dari pemeran Piero Lulli.[2] Filmografi pilihan How I Lost the War (1947) The White Primrose (1947) Flesh Will Surrender (1947) Tr...
LighthouseLittle Ross LighthouseRange Rear Gypsy point looking over to Little Ross Island, showing its two lighthousesLocationLittle Ross IslandKirkcudbrightDumfries and GallowayScotlandUnited KingdomOS gridNX6595543196Coordinates54°45′56″N 4°05′05″W / 54.765671°N 4.084695°W / 54.765671; -4.084695TowerConstructed1843Designed byAlan Stevenson Constructionmasonry towerAutomated1961Height22 m (72 ft)Shapecylindrical tower with balcony and la...
Airport in Chicago, Illinois, United States O'Hare and ORD redirect here. For other uses, see O'Hare (disambiguation) and Ord (disambiguation). Chicago O'Hare International AirportIATA: ORDICAO: KORDFAA LID: ORDWMO: 72530SummaryAirport typePublicOwner/OperatorChicago Department of AviationServesChicago metropolitan areaLocationO'Hare, Chicago, Illinois, U.S.OpenedFebruary 1944; 79 years ago (1944-02)[1]Hub for American Airlines United Airlines Focus city forPola...
Catholic-Assyrian national leader Malik Qambar d'Malik Warda ܡܐܠܝܟ ܩܐܡܒܐܪ ܕ'ܡܐܠܝܟ ܘܐܪܕܐBorn15 May 1888Jilu, Hakkari, Ottoman EmpireDied17 February 1969 (1969-02-18) (aged 80)Beirut, LebanonAllegianceJilu tribeChaldo-Assyrian Battalion (1919-1923)Ethiopian Empire (1934-1936)Years of service1919-1923 1934-1936Battles/warsWorld War ISecond Italo-Ethiopian WarSpouse(s)Shushan Mar ShimunRelationsMalik Warda I (Grandfather)Malik Warda II (Father)Nimrod Mar Shimu...
حزب العمال الثوري العربي البلد العراق التأسيس تاريخ التأسيس 1966 المؤسسون ياسين الحافظ حزب البعث العربي الاشتراكي الشخصيات الأمين العام عبد الحافظ حافظ القادة طارق أبو الحسن الأفكار الأيديولوجيا ماركسيةاشتراكية علمية الألوان يسارية انتساب إقليمي التجمع الوطني ال...
For the Egyptologist, see Richard Anthony Parker. This biography of a living person needs additional citations for verification. Please help by adding reliable sources. Contentious material about living persons that is unsourced or poorly sourced must be removed immediately from the article and its talk page, especially if potentially libelous.Find sources: Richard A. Parker – news · newspapers · books · scholar · JSTOR (March 2012) (Learn how and when...
German submarine UIT24 in the Inland Sea, Japan, August, 1944. UIT-24 was the ex-Italian submarine Comandante Cappelini and was later the IJN I-503. Class overview Operators Regia Marina Kriegsmarine Imperial Japanese Navy In commission1938–1947 Completed11 Lost10 Scrapped1 General characteristics TypeSubmarine Displacement 1,060 long tons (1,080 t) surfaced 1,313 long tons (1,334 t) submerged Length73 m (239 ft 6 in) Beam7.19 m (23 ft 7&...
Panix PassView from the pass towards GlarusElevation2,404 m (7,887 ft)[1]Traversed byTrailLocationGlarus/Graubünden, SwitzerlandRangeAlpsCoordinates46°51′21″N 09°06′14″E / 46.85583°N 9.10389°E / 46.85583; 9.10389Location in Switzerland Panix Pass or Panixer Pass (Romansh: Pass dil Veptga, German: Panixerpass) (2404 m) is a Swiss Alpine pass between the cantons of Glarus and Graubünden. The pass was once an important trade route between the canton ...
Halaman ini berisi artikel tentang kelompok etnis di Filipina. Untuk bahasa mereka, lihat Bahasa Cebú. Orang CebuSugbuanonJumlah populasi3,850,000[1]Daerah dengan populasi signifikan Filipina(Bisaya Tengah, Negros Barat, Masbate, bagian barat Bisaya Timur, sebagian besar Mindanao) Seluruh duniaBahasaCebuano, Filipino, InggrisAgamaPredominasi Katolik Roma.Minoritas lainnya, Aglipayan, Protestantisme, Islam, Buddha, Hinduisme, TaoismeKelompok etnik terkaitOrang Filipina lain(Bohol...
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This article relies largely or entirely on a single source. Relevant discussion may be found on the talk page. Please help improve this article by introducing citations to additional sources.Find sources: Thirteen Masks – news · newspapers · books · scholar · JSTOR (July 2014) 1991 studio album by JarboeThirteen MasksStudio album by JarboeReleased1991RecordedNew York and AtlantaLength57:42LabelHyperiumProducerMichael Gira, Jarboe, Roli Mosimann...
Art made by Aboriginal and Torres Strait Islander peoples of Australia Gwion Gwion rock art found in the north-west Kimberley region of Western Australia Pictographs known as Wandjina in the Wunnumurra Gorge, Barnett River, Kimberley, Western Australia Indigenous Australian art includes art made by Aboriginal Australians and Torres Strait Islanders, including collaborations with others. It includes works in a wide range of media including painting on leaves, bark painting, wood carving, rock ...
Michal Sadílek Datos personalesNacimiento Uherské Hradiště31 de mayo de 1999 (24 años)País República ChecaNacionalidad(es) ChecaAltura 1,68 m (5′ 6″)Peso 61 kg (134 lb)Carrera deportivaDeporte FútbolClub profesionalDebut deportivo 2016(Jong PSV)Club F. C. TwenteLiga EredivisiePosición CentrocampistaDorsal(es) 23Goles en clubes 12Selección nacionalSelección CZE República ChecaDebut 4 de junio de 2021Part. (goles) 21 (1)[editar datos en Wikidat...