La palabra deriva de la expresión latina retaulus, que viene de retro (lit., 'detrás') tabula (tabla).[2] que significa "figuras que se ponen sobre una tabla para contar una historia".
También significa tabla detrás de un altar. Para designar el mismo término se emplea también la expresión "pieza de altar" (más propia de la lengua inglesa –altarpiece–, donde se distingue retable de reredos)[3] o la italiana pala d'altare (o ancóna).[4].
Introducción
Con el nombre de retablo mayor se designa particularmente al que preside el altar mayor de una iglesia; dado que las iglesias pueden tener otros retablos situados tras los altares de cada una de las capillas. El término «tabla» hace referencia al soporte de las pinturas (que también puede ser el lienzo), y su estructura se indica con los términos díptico, tríptico o políptico (disposición que también pueden tener obras devocionales de menor formato no destinadas a un altar, como El jardín de las delicias).
El jardín de las delicias, del Bosco (abierto), ca. 1480-1490.
Ídem (cerrado).
Los retablos se han realizado con todo tipo de materiales (toda clase de maderas, toda clase de piedras, toda clase de metales, esmalte, terracota, estuco, etc.) y pueden ser escultóricos (en distintos grados de relieves o con figuras de bulto redondo), o bien pictóricos; es también muy frecuente que sean mixtos, combinando pinturas y tallas.
Desde finales del siglo XIII fueron los elementos más relevantes en la decoración interior de las iglesias, tanto en la Europa septentrional (Alemania y Flandes; una tipología específica recibe el nombre de «retablos de Amberes»[5]) como en la meridional (Italia, y especialmente en los reinos cristianos de la península ibérica, donde la retablística alcanzó un desarrollo extraordinario, difundiéndose más tarde por las colonias hispano-portuguesas en América y Asia).[6] La preferencia por esta forma artística hizo que en muchos casos quedaran ocultos tras los retablos frescos románicos anteriores.[7]
En los de gran complejidad colaboraban arquitectos, escultores, estofadores, doradores, carpinteros y entalladores, por lo que su elaboración era un proceso costoso y lento, sobre todo en los ejemplares de mayor envergadura. Su estado de conservación ha dependido de múltiples factores, entre los que se encuentran las agresiones bienintencionadas a las que se han visto sometidos durante siglos (limpiezas y «embellecimientos» inadecuados), los saqueos o destrucciones en contextos bélicos o conflictivos de muy distinto tipo, y el deterioro debido a condiciones físicas adversas. Consiguientemente, su restauración es igualmente problemática y especializada.[8]
Los retablos suelen adoptar una disposición geométrica, dividiéndose en «cuerpos» (secciones horizontales, separadas por molduras) y «calles» (secciones verticales, separadas por pilastras o columnas). Las unidades formadas por esta cuadrícula de cuerpos y calles se denominan «encasamentos»,[9] y suelen albergar representaciones escultóricas o pinturas. El conjunto de elementos arquitectónicos que enmarcan y dividen el retablo se denomina «mazonería».[10] También hay ejemplares que se organizan de forma más sencilla, con una escena única centrando la atención.[11]
El retablo suele elevarse sobre un zócalo para evitar la humedad del suelo. La parte inferior que apoya sobre el zócalo se llama banco o predela, y se dispone como una sección horizontal a modo de friso que a su vez puede estar dividida en compartimentos y decorada. El elemento que remata toda la estructura puede ser una luneta semicircular o una «espina» o ático; como corresponde a su posición dominante, suele reservarse a la representación del Padre Eterno o a un Calvario. Todo el conjunto se protege a veces con una moldura llamada guardapolvo, muy habitual en los retablos góticos. Los retablos articulados (característica común en los notables retablos flamencos que alcanzaron gran influencia en Italia —tríptico Portinari— y en España —estilo hispano-flamenco—)[12] permitían presentar dos disposiciones: abierto y cerrado, aunque a veces la complejidad es mayor (altar de Isenheim). La posición «cerrado» de los retablos flamencos solía contener grisallas (una representación pictórica que simula esculturas de piedra mediante un trampantojo). La articulación de los retablos originó la denominación alemana flügelaltar (literalmente «altar de alas»).
A partir del siglo XV, tomó relevancia el tabernáculo o sagrario (lugar donde se guardan las formas sagradas), que paulatinamente centralizó el espacio del retablo hasta convertirse, en ocasiones, en su elemento principal, adoptando incluso formas exentas e independientes.[13]
La Reforma Protestante del siglo XVI, caracterizada por un marcado aniconismo, que en algunos casos llevó a la iconoclasia (con mayor intensidad en el anabaptismo y el calvinismo, menor en el luteranismo, mínima en el anglicanismo, donde explícitamente se autoriza el uso de retablos[14]), prácticamente eliminó el uso de retablos e imágenes sagradas en los territorios que protagonizaron el movimiento (Alemania del norte, Suiza, Holanda, Inglaterra, Escandinavia). En algunos casos desaparecieron ejemplos magníficos de épocas precedentes; mientras que la tradición imaginera y la retablística se limitó sustancialmente a los países católicos, donde incluso se intensificó como consecuencia de la Contrarreforma.[15]
Retablo como representación narrativa serializada y como escenario
En las artes escénicas, «retablo» es el pequeño escenario en el que se representa el teatro de títeres. Significativamente, el DRAE hace derivar ese uso («pequeño escenario en que se representaba una acción valiéndose de figurillas o títeres», acepción 3) de su peculiar forma de definir los retablos pictórico-escultóricos, donde pone el acento en su capacidad de representaciónnarrativaserializada («conjunto o colección de figuras pintadas o de talla, que representan en serie una historia o suceso», acepción 1) antes que en su capacidad decorativa («obra de arquitectura, hecha de piedra, madera u otra materia, que compone la decoración de un altar», acepción 2).[16] También las llamadas «aleluyas» eran una forma literaria similar, asociada a representaciones populares (como, por ejemplo, su recitación por ciegos u otra clase de mendigos, al tiempo que se señalan los dibujos que ilustran lo recitado en forma de viñetas, un precedente del cómic).
El componente de «fingimiento de la realidad» que tienen los retablos teatrales en las obras cervantinas o calderonianas («engañar con la verdad» y «enseñar con el engaño») está también presente en el papel que se esperaba de los retablos eclesiásticos (definidos como «máquinas ilusorias») en el «control sobre la sensibilidad del fiel», configurando «el escenario teatral de la liturgia, el dogma, la piedad y la devoción católicas».[18] Tal condición les hace ser particularmente útiles no solo para los estudios iconográficos e iconológicos, sino para la historia de las mentalidades y la antropología.[19]
Precedentes
El altar fue, desde los primeros momentos del cristianismo, el elemento central de la liturgia. Al principio su disposición en el templo era exenta y central, con los fieles situados alrededor, recordando de esta manera el banquete de la Última Cena. Sin embargo, con el fortalecimiento de la autoridad del clero, los altares se fueron desplazando al presbiterio, un lugar elevado e inaccesible a los fieles, próximo al muro de la cabecera de la iglesia (ábside), y que en determinadas tipologías de iglesia quedaba incluso oculto con cortinajes, rejas, o con el iconostasio. El oficiante realizaba de espaldas a los fieles la mayor parte del ritual.
Los templos paleocristianos decoraban sus interiores con pinturas murales (capilla de Dura Europos) y ciertos objetos de uso litúrgico, como relicarios, arquetas, dípticos de marfil o pequeñas estatuas. Su primitiva austeridad se compensaba con las lujosas donaciones ofrendadas por los potentados (tesoro de Guarrazar). En el Prerrománico comenzaron a difundirse las imágenes de Cristo crucificado, que se colocaban pendiendo de los muros o el techo, y que podían ser pictóricas o escultóricas (Crucificado de Gero, Catedral de Colonia), o prescindiendo en ocasiones de la figuración para tomar forma de joya (crux gemmata, como la Cruz de la Victoria de la Cámara Santa de Oviedo). Tomó también mucha relevancia la decoración del antependium (pallium altaris, frontal o frente de altar), derivado de las cortinas que cubrían las urnas con reliquias dispuestas bajo la mesa del altar (cuyo color debía variar para corresponderse con el color litúrgico de la fiesta u oficio del día) y que se enriquecían con todo tipo de ornamentos en materiales preciosos.[20] Se ha propuesto la hipótesis de que, evolutivamente, el retablo derivó del antependium.[21]
También parecen prefigurar las formas del retablo posterior algunas estructuras derivadas de los clásicos aedicula (edículos -"templetes" o "pequeños edificios"-), especialmente el ciborium o ciborio (un dosel o palio fijo sostenido por cuatro columnas, posteriormente denominado baldaquín o baldaquino), elemento usual en las iglesias paleocristianas, que protegía y daba relevancia visual a los altares, relicarios y sepulturas de santos y mártires, que habitualmente coincidían en el mismo lugar.[22]
Ciborio de San Ambrosio de Milán (las columnas, del siglo IV, el dosel, posterior (entre el IX y el XII); el altar, firmado por Vuolvino, entre el año 824 y el 860.[23]
La decoración interna de las iglesias estaba adaptada a sus modestas dimensiones en la mayoría de los casos, y se ponía el acento en la decoración parietal, bien por medio de frescos de colores vivos, o con mosaicos enriquecidos con teselas de oro (muy usuales en el arte bizantino), de forma que las imágenes resaltaran en unos interiores generalmente oscuros y reducidos. Los elementos que se situaban en el altar tenían carácter mueble casi siempre (arquetas, dípticos, iconos) y su suntuosidad en cuanto a materiales suponía también un pequeño tamaño. El Románico no supuso un gran cambio en este sencillo sistema de decoración interior de los templos, con predominio de los frescos en los ábsides (iglesias románicas del Valle de Bohí, abadía de Saint-Savin-sur-Gartempe), las figuras de Cristo en Majestad y Virgen en Majestad y los frontales de altar, que pasaron a ser soportes de decoración pintados, tallados o repujados, a menudo enriquecidos con esmaltes u orfebrería.[24] Aunque las formas y materiales eran ya muy similares a los de los retablos posteriores, la disposición de la pieza era exactamente la contraria (delante del altar y bajo él, en vez de detrás y en posición elevada). De hecho, algunos han sido reutilizados como retablos, como el del santuario de San Miguel de Aralar.[25]
El esplendor del monacato, la pujanza de las ciudades y el crecimiento poblacional y económico que se dio en Europa a partir del siglo XI hicieron que los templos tuvieran que adaptarse a fin de dar cabida a un mayor número de fieles, satisfacer los deseos de patrocinio de la élite y mostrar la riqueza de una sociedad en la que la religión regía todos los aspectos de la vida. A partir del siglo XII surge el arte gótico; la arquitectura adquiere dimensiones colosales y una gran complejidad constructiva, y tanto pintura como escultura, a demanda de una sociedad amante del lujo y la ostentación, cobran un gran desarrollo. Otro factor de cambio fue la aparición de las órdenes mendicantes, que propugnaban una religiosidad más emotiva y cercana al fiel, a la vez que se preocupaban por la enseñanza y la doctrina.
Como en el románico, grandes ciclos narrativos se seguían esculpiendo en las portadas de iglesias y catedrales; pero la decoración interior va a sufrir una mayor transformación: los vitrales, que ocupan los grandes vanos abiertos en los muros gracias a las nuevas técnicas constructivas, se ilustran con representaciones sagradas; y la nueva amplitud y luminosidad de los templos permite la mejor contemplación de las imágenes repartidas por las numerosas naves y capillas, que cumplían la función de espacios corporativos para las instituciones que las encargaban (gremios, cofradías y familias aristocráticas), convertidas en mecenas artísticos.
Las nuevas prácticas piadosas requerían un número cada vez mayor de objetos sagrados cada vez más suntuosos y visibles. Se intensificó el culto a las reliquias y a las imágenes de santos, consideradas un instrumento valioso para la evangelización.
En un primer momento, los retablos no abandonaron del todo su carácter mueble o plegable, y es posible que muchos fueran utilizados en procesiones y otro tipo de actos públicos que exigían su trasladado fuera del ámbito del templo, como sucedía con los dípticos devocionales o los iconos de carácter doméstico y privado. Sin embargo, poco a poco los retablos fueron haciéndose más grandes y estables, toda vez que debían destacar casi siempre en las dimensiones colosales de abadías o catedrales. La retablística se consolidó en toda la cristiandad latina de la Baja Edad Media (un vasto espacio —de Islandia a Chipre— recorrido por múltiples conexiones e influencias mutuas y variantes locales, de la pala italiana al flügelaltar centroeuropeo)[33] como un género artístico pujante y creativo, que contaba con importantes artistas especializados en las distintas especialidades necesarias para su diseño y ejecución.
La llamada Pala d'oro de la catedral de San Marcos (Venecia). Encargada a orfebres bizantinos en el siglo X, fue ampliada en los siglos posteriores.
El material más empleado fue la madera, casi siempre dorada y policromada, aunque no faltan ejemplos en madera vista u otros materiales (plata o todo tipo de piedras). Las variantes regionales hacen difícil una clasificación uniforme; por ejemplo, en Aragón, desde el siglo XIV tomaron una peculiar forma de expositor eucarístico, realizados casi siempre en alabastro. El retablo gótico suele presentar una apariencia marcadamente geométrica, con los encasamentos linealmente dispuestos y ocupados por pinturas o esculturas. Muchos de ellos toman la forma del ábside en el que se sitúan (como el mayor de la catedral Vieja de Salamanca), aunque es más común el esquema cuadrangular con un saliente en la parte superior a modo de remate (la espina o ático), que inicialmente tomaba la forma de uno o varios gabletes. El contorno del retablo solía estar recorrido por una moldura muy resaltada (el guardapolvo). Se utilizaban abundantemente los elementos decorativos de la arquitectura gótica, enmarcando las figuras (fueran pinturas, relieves o imágenes de bulto) mediante doseletes o chambranas,[37] y pináculos, cresterías, florones y otros elementos ocupando el resto del espacio, como resultado del horror vacui. Fue habitual también la introducción de elementos heráldicos o incluso de retratos de los comitentes (habitualmente, en posición orante). Con el tiempo se fue estableciendo la separación entre el cuerpo del retablo propiamente dicho y el banco o predela sobre el que se apoya; y dentro de aquel, la configuración en cuerpos y calles. Los retablos ganaron en dimensiones, complejidad y lujo, hasta convertirse en enormes estructuras profusamente decoradas. Resultaron idóneos para la narración de los ciclos de la vida de Cristo, la Virgen o el santo a quien el altar se dedicaba. La presencia de numerosas imágenes, advocaciones o reliquias dentro de un mismo templo justificó la multiplicación de capillas, altares y retablos. El de la capilla mayor o presbiterio, foco de atracción principal, se denomina «retablo mayor», mientras que los situados a lo largo de muros laterales, trasepto y girola reciben la denominación de «retablos laterales» o «retablos menores».
Fachadas-retablo
La retablística de los siglos XV y XVI alcanzó un desarrollo extraordinario en los reinos cristianos de la península ibérica, donde a las características generales del estilo gótico se le sumaron las específicas tanto del gótico flamenco (las relaciones comerciales y políticas con Flandes eran especialmente intensas) como del gótico italiano[38] por otro, y las influencias locales del arte mudéjar. La propia arquitectura refleja la importancia que habían alcanzado los retablos, al proyectar las convenciones de su diseño en las fachadas principales de los templos (e incluso de otro tipo de edificios), con la tipología denominada «fachada-retablo» (no debe confundirse con un concepto confluyente, el de fachada-telón),[39] que se prolongó en la arquitectura española del Renacimiento y el Barroco y la arquitectura colonial de América. Para la nueva concepción de las portadas, el momento clave fue la superación de la concepción románica y gótica clásica de las portadas abocinadas de arquivoltas y tímpanos con decoración escultórica, que se altera sustancialmente en la arquitectura hispano-flamenca de la segunda mitad del siglo XV.[40][41]
Entre los ejemplos supervivientes, pocos se conservan en su ubicación original. Gran parte han sido trasladados a los museos diocesanos y provinciales, y algunos de los más importantes han pasado a formar parte de las colecciones del Museo Nacional de Escultura (Valladolid), el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Barcelona) o el Museo del Prado (Madrid). Muy notables han sido las exposiciones temporales del ciclo Las Edades del Hombre. Como resultado del expolio del patrimonio artístico español (muy intenso entre 1808 y mediados del siglo XX) muchos retablos góticos han terminado en colecciones particulares y en museos extranjeros. Ya con anterioridad lo habitual es que hubieran sufrido todo tipo de alteraciones al ser desmontados por diferentes motivos, frecuentemente como consecuencia de su sustitución por retablos de época renacentista o barroca, y para su reutilización en entornos distintos a aquellos para los que fueron inicialmente diseñados. Todo ello ha producido que la mayor parte se encuentren dispersos o se hayan perdido total o parcialmente. Las fuentes documentales escritas para estas épocas (relativamente abundantes en los archivos españoles por comparación a otros casos) hace posible reconstruir la historia de un buen número de retablos, pero lo más probable es que para la gran mayoría no se llegue a tener ni siquiera noticia de su existencia. Destacan, por orden cronológico:[42]
El retablo mayor de la catedral de Gerona, realizado en plata, formando veintiséis compartimentos con figuras de relieve, del siglo XIV.[43]
El antiguo retablo mayor de la catedral de Barcelona, de estructura fundamentalmente arquitectónica (1356-1367, modificado en los siglos XV y XVI -su imagen central, un apóstol Santiago, se añadió al trasladarse el retablo a la iglesia de San Jaume de la misma ciudad, en 1971-).[44]
Los debidos a Andrés Marzal de Sax (Marçal de Sas, probablemente originario de Sajonia), introductor del gótico internacional centroeuropeo en España (activo en Valencia entre 1393 y 1410). Se le atribuye tradicionalmente el Gran retablo de San Jorge pintado para la Hermandad del Centenar de la Ploma, aunque actualmente se discute la atribución, debiendo asignarse a un Maestro del Centenar.[48]
Los debidos a Bernat Martorell, que desarrolló una extensa labor retablística a mediados del siglo XV (Retablo de la Transfiguración de la catedral de Barcelona, Retablo de los santos Juanes de Vinaixa, Retablo de San Miguel de la Pobla de Cervoles, Retablo de San Pedro de Púbol, Retablo de santa María Magdalena de Perella, Retablo de San Vicente de Menàrguens, etc.)
La Virgen dels consellers de Lluis Dalmau (Barcelona, 1445) presenta una estructura muy similar a la del Santo Domingo de Bermejo, en este caso dispuesta en el entorno arquitectónico propio de los retablos.
Retablo de la capilla de la Transfiguración de la catedral de Barcelona, de Bernat Martorell (1445-1452).
El retablo de la iglesia de Santo Domingo de Silos de Daroca, con tabla central de Bartolomé Bermejo y el resto de Martín Bernat (1474-1477). Actualmente desmontado, la tabla de Bermejo es una de las obras más destacadas del Museo del Prado.
Los debidos a Fernando Gallego, que desarrolló una extensa labor retablística a finales del siglo XV (retablos de la catedral de Zamora -el retablo de San Ildefonso y el retablo mayor, hoy disgregado en las "tablas de Arcenillas"-,[57] retablo de la catedral de Ciudad Rodrigo, retablo de Santa María la Mayor de Trujillo, retablo de la iglesia de la Asunción de El Campo de Peñaranda, etc.)
El retablo, oratorio o políptico de Isabel la Católica (ca. 1496-1504), de Juan de Flandes y Michael Sittow (Melchior Alemán), un retablo devocional portátil, hoy desmontado, del que se conservan veintiocho tablas de las cuarenta y siete originales, donde se desarrollaba el ciclo de las vidas de la Virgen y Cristo.
Retablos góticos en la península ibérica (2.ª mitad s. XV)
Retablo de los santos Miguel e Hipólito en Palau-del-Vidre, de Arnaud Gassies (1454), conocido como «retablo de los vidrieros» (artesanado que da nombre a esa localidad).[58]
San Antonio y San Cristóbal, detalle del retablo mayor de la iglesia de San Benito de Calatrava (Sevilla), del taller de Juan Sánchez de Castro (ca. 1470).[60]
Las zonas divididas políticamente entre el reino de Francia, el Estado borgoñón y los principados del Sacro Imperio Germánico desarrollaron una importante producción de retablos góticos en los últimos siglos de la Edad Media, etiquetados estilísticamente con las distintas denominaciones del Gótico tardío; destacadamente el Gótico internacional, caracterizado por el refinamiento, la elegancia y el sentimentalismo, las proporciones esbeltas, las líneas sinuosas y el matizado colorido que permite dar sombreado y volumen a las figuras (pintores como Conrad Soest, el Maestro Francke, Stefan Lochner, Henri Bellechose, Jean Malouel, Jean de Beaumetz, etc.), con influencia también en zonas más alejadas de Centroeuropa, como Italia o España.[70]
Desde mediados del siglo XV, la evolución de las formas artísticas quedó marcada por el desarrollo de la pintura flamenca e italiana en el nuevo contexto del Renacimiento, pero el Gótico pervivió hasta bien entrado el siglo XVI.
Retablo devocional doméstico de Alemania meridional (ca. 1500). Lo tardío de la fecha muestra la pervivencia de un gusto conservador en una época en la que las formas renacentistas se terminarían imponiendo.
Desde principios del siglo XV, una nueva corriente estética que toma como fuente de inspiración la Antigüedad grecolatina triunfa en Europa: el Renacimiento. Tras imponerse en un primer momento en la península italiana, el nuevo estilo artístico se difunde rápidamente, alcanzando su máximo esplendor a mediados del siglo XVI. El Renacimiento traía consigo una revisión de las formas góticas, que serán sustituidas por elementos de carácter clasicista.
En Italia, el retablo (llamado allí pala) nunca había adquirido grandes proporciones, pues se mantenía la tradición de las pinturas al fresco en las iglesias; aunque Giotto o Simone Martini, fresquistas de renombre, también realizaron destacados polípticos destinados a altares. Casi toda la obra de Duccio está realizada en pale. También es destacable L'altare di argento,[86] el retablo de plata del baptisterio de Florencia (compartimientos centrales, de Betto di Geri y Leonardo di Giovanni, 1366 -los cuatro relieves laterales son de escultores del Quattrocento: Pollaiuolo, Verrocchio y otros dos orfebres-).[87]
Reconstrucción del aspecto original del políptico de San Pier Maggiore, de Jacopo di Cione (1370-1371).
Con la irrupción del nuevo estilo, la estructura arquitectónica del retablo se vuelve más nítida y simple (puede verse cómo algunos retablos de Fra Angelico ejemplifican la evolución de una a otra estructura).
Surgen nuevas técnicas, como la terracota esmaltada (hermanos Della Robbia), a la vez se generaliza el empleo de mármol, bronce o granito en contraposición a la madera policromada. Los elementos decorativos típicamente renacentistas, como el grutesco, candelieri, los roleos vegetales, los putti, el tondo o clípeo, o los flameros, pasan a ornamentar las nuevas estructuras, formadas por pilastras, columnas o semicolumnas, frisos y cornisas, todo ello con una clara inspiración en la antigüedad clásica. Algunos retablos se integran en el espacio arquitectónico para el que se han diseñado, con efectos de trampantojo. La influencia pagana o profana acaba trasladándose también a las imágenes religiosas. Todos estos elementos traspasarán pronto el ámbito de la península italiana exportándose al resto de territorios europeos.[105]
En las ciudades centroeuropeas de cultura germánica, en torno al Rin y el Danubio, que asistieron al nacimiento de la imprenta, de espectacular repercusión en la difusión del humanismo y la transformación de la cultura en las décadas finales del siglo XV y las primeras del siglo XVI, destacó la obra de pintores como Pacher, Durero, Grünewald, Altdorfer, Ratgeb, Baldung, los Cranach o los Holbein, que también se desarrolló en la retablística. Alternativamente, o integrándose en los mismos retablos, se desarrolló la obra de escultores como Veit Stoss, Nikolaus Gerhaert, Tilman Riemenschneider o Nicolas de Haguenau. Las formas evolucionaron desde los paneles fijos de modestas dimensiones hasta las grandes y complejas estructuras articuladas con compleja ornamentación arquitectónica. Las alas se solían dedicar a representaciones pictóricas de los santos, mientras que el panel central se reservaba a escenas evengélicas en tallas de bulto.[121]
A partir de 1517, el impacto de la Reforma Protestante fue notabilísimo, y en lo que toca a los retablos, provocó la destrucción de muchas imágenes religiosas; aunque también hubo destacados artistas luteranos que continuaron realizando piezas de altar, como los Cranach.[122]
En los siglos XV y XVI, la fama de los llamados "retablos de Amberes"[5] se extendía por toda Europa. El auge comercial de la ciudad de Amberes se había producido especialmente a partir de la decadencia de la ciudad de Brujas, y sufrió un terrible golpe con el saco de Amberes de 1576.
Suele establecerse una periodización cronológica del Renacimiento en España entre el Alto y el Bajo Renacimiento español, aunque las etiquetas estilísticas son de uso problemático: "plateresco" se aplica a las producciones del primer tercio del siglo XVI, caracterizadas por el horror vacui, que se comparaban con el trabajo de los plateros, y en el que se encuadran tanto los últimos maestros de tradición gótica o hispano-flamenca como la introducción de nuevos elementos de origen renacentista italiano; "manierista" se aplica al tercio central del siglo (aunque es un adjetivo que puede aplicarse tanto a los discípulos de las grandes figuras italianas de comienzos del siglo XVI como al periodo post-tridentino y hasta el comienzo del siglo XVII); "romanista" se aplica al tercio final del siglo, caracterizado por las formas sobrias de Gaspar Becerra y el gran proyecto escurialense.
Retablo plateresco
En España, la estética renacentista tardó en imponerse, debido al arraigo de las formas góticas o hispanoflamencas. En un primer momento, las formas italianizantes aparecen tímidamente en los retablos (al igual que lo hacía en la arquitectura), en forma de detalles decorativos. Sólo avanzado el siglo XVI se conforma una estética novedosa: el estilo plateresco.
El retablo plateresco combina elementos gotizantes con otros de raigambre italiana, caracterizándose por su carácter narrativo (relieves o pinturas) y el desarrollo del tabernáculo que adopta una posición central y prominente. Los retablos platerescos son generalmente muy planos, configurándose mediante pilastras o semicolumnas, con la novedad del balaustre como soporte. La decoración suele ser estilizada y menuda, en forma de grutescos, veneras, cabezas de querubines, angelotes, roleos..., apareciendo nuevas tipologías formales, como los relieves circulares o los realizados en stiacciato.
En la Corona de Aragón, simultáneamente a la introducción de las formas renacentistas italianas por Pedro Fernández de Murcia (retablo de Santa Elena de la catedral de Gerona), continuó la tradición gótica del retablo-expositor de alabastro, adaptándose a la nueva estética, destacando en este ámbito Damián Forment, al que se deben:
el retablo mayor de la catedral de Huesca (1520), realizado en alabastro, su cuerpo es un gran tríptico de tres escenas que muestran la pasión de Cristo;
el retablo mayor del monasterio de Poblet, de carácter más plateresco, con las características veneras planas;
el retablo mayor de la catedral de Santo Domingo de la Calzada, realizado en madera dorada y policromada, con exuberante decoración.
Retablo de la Virgen de los mareantes en la capilla del Cuarto del Almirante de los Real Alcázar de Sevilla, de Alejo Fernández (1531-1536). El edificio tiene otras capillas con notables retablos.[148]
A partir de la década de 1530, el manierismo, una evolución del clasicismo quinientista, invade todos los ámbitos artísticos europeos. En España, la irrupción de este estilo acaba con los últimos resquicios del Gótico e impone la vigencia del estilo italianizante a partir de dicha década hasta prácticamente el siglo XVII.
En el campo del retablo, el estilo manierista dio intérpretes geniales, con obras maestras que serían muy admiradas e imitadas. El primero de ellos fue Alonso Berruguete, uno de los escultores españoles más reconocidos de todos los tiempos. Su trabajo más ambicioso, el retablo mayor del monasterio de san Benito de Valladolid (1527-1532), se encuentra disgregado hoy en varias partes, conservadas casi todas en el Museo Nacional de Escultura de la misma ciudad. El arte temperamental e inclasificable de Berruguete exhibe en esta obra algunas de las características propias del Manierismo hispano, mezclando elementos típicos del Renacimiento más ortodoxo (veneras, balaustres, relieves en tondo) con un peculiar sentido dramático totalmente anticlásico, en el que las formas se someten al efecto general de expresividad y movimiento.[150] Berruguete fue bastante prolífico en su dedicación al retablo, y creó un importante taller con discípulos como Francisco Giralte (autor del retablo de la Capilla del Obispo aneja a la parroquia de San Andrés de Madrid) o Manuel Álvarez, responsables en parte de la gran difusión y éxito del estilo berruguetesco.
El otro gran maestro manierista, perteneciente como Berruguete al foco vallisoletano, fue Juan de Juni. Al igual que el primero, cultiva el estilo italianizante desde una óptica muy personal. Muchas de las obras maestras Juni lo fueron en el campo del retablo; acertó a concebir sus creaciones retablísticas como un todo unitario y no meras arquitecturas-marco, y no dudó en alterar y deformar los principios del clasicismo en aras de la expresividad. Es muy llamativo el hecho de que las imágenes y relieves junescos parezcan desbordar el marco que los contiene, lo que otorga a estas obras gran potencia visual y mayor cercanía al espectador, prefigurando ciertas tendencias barrocas. Algunos de sus retablos más conocidos son el mayor de la catedral de Valladolid (encargado al artista para la iglesia de Santa María la Antigua), el de la capilla de los Alderete de San Antolín de Tordesillas y el de la capilla de los Benavente en Santa María de Medina de Rioseco.
Retablos manieristas
Retablo de Juan de Juni en la capilla mayor de la catedral de Valladolid.
Retablo de Santa María de Mediavilla de Medina de Rioseco.
A mediados del siglo XVI, el Concilio de Trento marca una cesura en la vivencia religiosa y el arte en particular. La necesidad de una mayor claridad y contundencia en la transmisión del mensaje evangélico hace que se atemperen ciertos excesos formales manieristas. Surge así el estilo a la romana o romanismo, que será el predominante hasta el fin de siglo, conviviendo no obstante con el manierismo, que conservó cierta vigencia. Siguiendo el nuevo estilo, los retablos adquieren una concepción más arquitectónica y monumental; se acentúa la severidad en la decoración (frontones, columnas exentas, frisos, triglifos y metopas), mientras las imágenes se vuelven expresivas y gesticulantes, en un intento de resultar persuasivas.
Retablo mayor del convento de Santa Clara de Briviesca.
Retablo mayor de la catedral de Burgos.
Quizás el momento culminante del estilo romanista, a la vez que su final, fue el clasicismo que se impuso durante el reinado de Felipe II y la construcción del Monasterio de El Escorial. El estilo escurialense marca en España el tránsito del Renacimiento al Barroco. Se trata de un arte que prescinde de los elementos accesorios, eliminando cualquier concesión decorativa y otorgando el protagonismo al soporte arquitectónico, que sigue los cánones clásicos de forma casi obsesiva, aunque introduciendo un gigantismo de raíz miguelangelesca. En lo referido a la retablística, el principal ejemplo de esta corriente fue el retablo mayor de la Basílica del monasterio. El ser un encargo de gran importancia simbólica (ya que había de presidir el espacio donde estaban enterrados los reyes de España) hizo de esta pieza una obra única; se emplearon en su confección los más costosos materiales (jaspes, mármoles polícromos, bronce dorado al fuego) así como una pléyade de artistas entre los más afamados de su generación: Juan de Herrera dio la traza general, Pompeyo y Leone Leoni hicieron las esculturas e incluso se pensó que un cuadro de Tiziano presidiera el conjunto, aunque finalmente se encargó la parte pictórica a Pellegrino Tibaldi y Federico Zuccaro.
Esta monumental obra puede considerarse el canto de cisne del Renacimiento en España en el campo del retablo. El impacto y novedad que supuso se impondrán hasta bien entrado el siglo XVII, recogiendo muchos ejemplos que se harán a partir de entonces algunas de estas innovaciones, como la rígida superposición de órdenes, el empleo de piedra en lugar de madera policromada, la nítida estructuración y jerarquización iconográfica, y sobre todo, el énfasis que se dará a partir de ahora al sagrario o tabernáculo, que, como sucede en El Escorial, muchas veces llega a estar exento y casi independiente del cuerpo del retablo.[156]
El Barroco fue, quizá, la época dorada del retablo, tanto por el gran número de ellos que se hicieron como por su importancia artística, su variedad tipológica y formal, y sus dimensiones, que llegaron a ser del todo monumentales. En esta época, además, con la implantación de la Contrarreforma tras el Concilio de Trento, se afianza la construcción de retablos en lugares donde había decaído en siglos anteriores, como zonas de Alemania, Austria, Polonia, Países Bajos católicos o la misma Italia. En todo caso, la península ibérica siguió siendo el centro más creativo e importante, con la novedad de la exportación a las iglesias y catedrales que se construían en esa época en las colonias de América y otros lugares.
En los siglos XVII y XVIII, el retablo cobró un extraordinario protagonismo en el interior de las iglesias, de modo que muchas veces la propia arquitectura de los templos acaba supeditada a su colocación, generalizándose las cabeceras planas con testero ciego, o a lo sumo con ventanales abiertos en su parte más alta de modo que no interfieran con la estructura del retablo y se adapten a ella. En una época en la que el arte busca la cercanía con el fiel, se generalizan tipologías nuevas, como el retablo con camarín (que tenía precedentes en el Renacimiento), el retablo exento a modo de ciborio o tabernáculo, el retablo-transparente, con aberturas que dejan pasar la luz, el retablo-relicario, surgido a partir del resurgir del culto a las reliquias de los santos, etc.
Los retablos barrocos suelen concebirse como parte integrante de una decoración mayor que se extiende por toda la iglesia, y así hacen juego a veces con frescos pintados en techos o paredes, o con otros retablos, repitiendo por ejemplo los llamados "retablos colaterales" la forma y decoración del retablo mayor o de la capilla principal. En esta época se acentúa fuertemente la jerarquización de los elementos decorativos del templo, a la vez que los mismos tienden a formar un todo. Naturalmente, esto es más palpable en las iglesias construidas ex-novo en época barroca, aunque viejos templos como la catedral de León sufrieron en esta época el influjo del nuevo estilo, diseñándose decoraciones a veces un tanto chocantes con la arquitectura precedente.[161]
Retablos barrocos italianos
En el Barroco italiano la iconografía de las pale, siguiendo las recomendaciones teológicas de la Contrarreforma, se concentra en un único tema, como la advocación patronal de la iglesia o del altar correspondiente, habitualmente en lienzos o en grupos escultóricos de grandes dimensiones. El material usado con mayor extensión y frecuencia en los retablos del barroco italiano es el mármol en contraste con la madera dorada y policromada de épocas anteriores. En ocasiones se emplean otros materiales semipreciososos como el lapislázuli y la malaquita.
En los Países Bajos del Sur, como reacción al aniconismo protestante, la decoración de las iglesias católicas se extremó. No sólo los retablos, sino los púlpitos e incluso los pilares de las naves se convirtieron en soportes de sofisticados grupos escultóricos, mientras que a la tradición de polípticos pictóricos se añadió, en estructuras mucho más simplificadas, las creaciones de grandes dimensiones de la escuela flamenca de pintura encabezada por Rubens.
En Centroeuropa el Barroco fue el arte de la Contrarreforma en las zonas que se mantuvieron o recobraron por el catolicismo (Estados de los Habsburgo de Viena, Sur de Alemania, Polonia); pero también el arte en las zonas luteranas. A finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII, los retablos se fusionaban con el entorno arquitectónico, que a su vez se desdibujaba en esculturas y elementos ornamentales en todo tipo de materiales (piedras, metales, y especialmente el estuco).
La retablística barroca española es muy sofisticada, compleja y variada en escuelas locales.[178] En un mismo lugar, como la Cartuja de Granada, pueden verse retablos clasicistas (como el trampantojo de Sánchez Cotán) y de la mayor exuberancia (como los de la sacristía y el famoso sagrario exento, de Francisco Hurtado Izquierdo). En la Salamanca de finales del siglo XVII triunfó el estilo churrigueresco. En el Toledo del primer tercio del siglo XVIII, Narciso Tomé consiguió un punto culminante del estilo (el famoso «transparente»), que la crítica neoclásica posterior denigró como ejemplo del «mal gusto» barroco. Las filigranas de granito de la fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela (Fernando de Casas Novoa, autor también de trazas de retablos, destacadamente, el de San Martín Pinario, junto a Miguel de Romay[179]) se suelen comparar con las formas de estos últimos retablos barrocos. A lo largo de siglo y medio, artistas polifacéticos (como Alonso Cano) o especializados en un arte (como los arquitectos Juan Gómez de Mora[180] o José de Churriguera, los escultores Alonso y Pedro de Mena, Gregorio Fernández, Martínez Montañés o Francisco Salzillo, o como los pintores Murillo, Valdés Leal o Zurbarán) dejaron buena parte de su obra en retablos de la época; mientras que dentro de retablos de traza barroca también se incluían tallas o pinturas de periodos anteriores (como ocurre en el retablo mayor de la catedral de Valencia).[181]
Se ha propuesto una periodización en tres fases («prolongación del clasicismo» en el primer tercio del siglo XVII, «retablo castizo» o «genuinamente hispánico» en la segunda mitad del siglo XVII —fase subdivida en una primera parte, caracterizada por las columnas salomónicas, y una segunda, por los estípites—, y «retablo rococó» en la primera mitad del siglo XVIII).[184]
Se ha investigado el simbolismo del «trono eucarístico» en los retablos barrocos portugueses.[188]
Retablo mayor de la catedral de Aveiro. El mismo templo contiene otros notables retablos.
Retablo de la capilla de Nossa Senhora da Doutrina en la iglesia de San Roque (Lisboa).[189] El mismo templo contiene otros notables retablos, y el museo del que forma parte, una excepcional colección de arte sacro, incluyendo retablos de otras procedencias.[190]
La extraordinaria riqueza decorativa (tanto en los materiales usados como en la profusión de detalles) y algunas características sincréticas provenientes del sustrato artístico indígena (aunque básicamente responden a los criterios estéticos y religiosos europeos) caracteriza a los retablos barrocos de las ciudades coloniales de los imperios español y portugués (unificados entre 1580 y 1640). Además de los de la América española y Filipinas, son particularmente notables los de las ciudades coloniales portuguesas de Goa (en India) y de Salvador de Bahía (en Brasil); los de esta última se cuentan por centenares (se decía que podía oírse misa en uno distinto cada día del año -lo mismo se decía del valle mexicano de Cholula-).[192][193]
No obstante, ya hubo producción de retablos en la América española en el siglo XVI; tanto en las primeras fundaciones eclesiásticas del Caribe como en los territorios continentales.[194] El que se considera más antiguo del continente es el de San Juan Cuauhtinchán (Puebla), datable en torno a 1527.[195]
A mediados del siglo XVIII invaden con frecuencia al retablo los adornos del estilo Luis XV (Rococó).[198] La profunda crítica a la que el academicismo somete a los «excesos» que percibe en el Barroco, lleva a la mayor sobriedad del Neoclasicismo[199] (incluso en obras tardobarrocas de transición, como la capilla de El Pilar de Ventura Rodríguez y José Ramírez de Arellano),[200] que a comienzos del siglo XIX lleva a los retablos las formas más sencillas de portadita greco-romana. Desde mediados del XIX se producen retablos eclécticos e historicistas. Ya en el siglo XX, la renovación de la estética eclesial en el catolicismo fue radical, abriéndose a las vanguardias artísticas especialmente a partir del Concilio Vaticano II. Es destacable también el retablo de la Basílica de Aránzazu.
Destruidos los retablos durante la ocupación francesa, que convirtió la iglesia en cuartel (1808-1814), los actuales son resultado de la restauración dirigida por Enrique María Repullés (1879-1882).
Capilla de los santos Gregorio y Agustín en la catedral de Westminster, de un estilo historicista calificable de neobizantino, donde los mosaicos se enmarcan en estructuras arquitectónicas con aspecto de retablo.
El altar mayor de la nueva Basílica de la Virgen de Guadalupe en México reproduce el reconocible volumen y disposición de los clásicos retablos hispánicos, aunque con un radical simplificación de elementos.
↑Según el DRAE: Del b. lat. retaulus, y este del lat. retro, detrás, y tabŭla, tabla. Las fuentes discrepan sobre la identificación de tal "tabla" con las del propio retablo o con la mesa del altar: The Spanish word retablo was derived from the Latin term retro tabula for "behind the altar" (retro for back and tabula for board, tablet; the Latin tabulum means table) (Art and Faith in Mexico: The Nineteenth Century Retablo Tradition). From the low Latin retaulus (retro-tabula), something "behind the table" or altar. (The Art and Architecture of the Texas Missions - Página 218). Deriva del latín vulgar, retaulus (Latín: retro tabula, literalmente, detrás de la mesa) (Los retablos del siglo XVIII en el sur de España, Portugal y México - Página 15). ...se pone este tablero atrás del altar, de ahí su nombre: retro tábula (Manual de arte cristiano... - Página 317)
↑En lengua inglesa se establece una diferencia entre dos tipologías de altarpieces, la denominada reredos y la denominada retable. Nicolas Pioch, Webmuseum, 14 Oct 2002: Altarpieces divide into two main types: the reredos, which rises from ground level behind the altar, and the retable, which stands either on the back of the altar itself or on a pedestal behind it. Many altars have both.
La etimología de "reredos" proviene del anglo-normando o del francés antiguo areredos, y este de arere (detrás -del latín ad retro-) y dos (espalda -del latín dorsum-). Dictionary of the English Language, 2000, Houghton Mifflin Company; Collins English Dictionary, HarperCollins Publishers, 1991 (The free dictionary).
The foreign "retable" is, therefore, what should in English be called a "reredos" (q.v.), though that is not in modern usage a movable feature.Encyclopedia Britannica, 1911
REREDOS (Anglo-Fr. areredos, from arere, behind, and dos, back), an ornamental screen of stone or wood built up, or forming a facing to the wall behind an altar in a church. Reredoses are frequently decorated with representations of the Passion, niches containing statues of saints, and the like. In England these were for the most part destroyed at the Reformation or by the Puritans later; a few medieval examples, however, survive, e.g. at Christchurch, Hants. In some large cathedrals e.g. Winchester, Durham, St Albans, the reredos is a mass of splendid tabernacle work, reaching nearly to the groining. In small churches the reredos is usually replaced by a hanging or parament behind the altar, known as a dossal or dorsal. (See also Altar.) For the legality of images on reredoses in the Church of England, see Image. The use of the word reredos for the iron or brick back of an open fire-place is all but obsolete.Encyclopedia Britannica, 1911
↑*Giovanni Gheradini Voci e maniere di dire italiane additate a'futuri vocabolaristi, Bianchi e comp., 1838, vol. 1, pg. 646: ANCÓNA. Sust. f. Tavola dipinta, quadro... deriva dil greco Eicon... [es decir, de εἰκών -eikon, Imagen, icono-]... Alberti, il qual dice qui per "Ancona" si intende "Tavola o Quadro grande di altare". Ma, oltreche gli artisti in tal signif. speciale usano la voce "Pala"...
Architettura, 1963, pg. 117: ... al gotico, che adotta quindi la Pala o Ancóna, sotto la partitura del trittico e più frequentemente del polittico.
↑ ab* Barbara Welzel, Thomas Lentes, Heike Schlie (Hrsg.): Das „Goldene Wunder“ in der Dortmunder Petrikirche. Bildgebrauch und Bildproduktion im Mittelalter (= Dortmunder Mittelalter-Forschungen. Bd. 2). 2. Auflage. Verlag für Regionalgeschichte, Bielefeld 2004, ISBN 3-89534-582-2.
Godehard Hoffmann: Compound altarpieces in context. In: Koninklijk Museum voor Schone Kunsten Antwerpen. Jaarboek. 2004/05, ISSN 0770-3104, S. 75–121.
Marjan Buyle, Christine Vanthillo (Hrsg.): Retables Flamands et Brabançons dans les monuments belges (= M & L Cahier. 4). Ministerie van de Vlaamse Gemeenschap, Brüssel 2000, ISBN 90-403-0104-2.
Hans Nieuwdorp (Hrsg.): Antwerp Altarpieces. 15th–16th centuries. Museum voor Religieuze Kunst, Antwerpen 1993 (Ausstellungskatalog, Kathedrale zu Antwerpen, 26. Mai bis 3. Oktober 1993, 2 Bände).
↑Adorno de fajas y molduras en una pared o bóveda y también nicho (cavidad de un muro para colocar una estatua, jarrón o cosa semejante), lo que más a menudo se entiende como hornacina -Real Academia Española. «encasamento». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).Real Academia Española. «hornacina». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).-. El mismo DRAE recoge encasamiento, aunque ese término tiene otro uso: reparo de las casas, es decir, lo que se más a menudo se entiende como mantenimiento -Real Academia Española. «encasamiento». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).Real Academia Española. «mantenimiento». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).-. No debe confundirse con casamiento -Real Academia Española. «casamiento». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).-.
↑El DRAE la define como fábrica de cal y canto - obra de relieve - bordado de oro y plata de realce - conjunto de varias piezas de plata u oro que se hacían para el servicio de las iglesias (esta última acepción, seañalada como uso antiguo) -Real Academia Española. «mazonería». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).-. No debe confundirse con masonería -Real Academia Española. «masonería». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).-.
↑Retables may be lawfully used in the church of England (Liddell Beale, 1860, 14 P.C.); citado en Encyclopedia Britannica, 1911
↑C.M. Martín Jiménez y A. Martín Ruiz, Retablos escultóricos Renacentistas y Clasicistas, Valladolid: Diputación Provincial, 2010.
↑Real Academia Española. «retablo». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).
↑Agustín Tamayo, Cervantes, síntesis de la cultura española, en VV. AA., IV centenario de Cervantes, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1948, págs. 29-35 (reproducido en CVC): La Edad de Oro en que la trilogía Lope, Tirso, Calderón, realiza el prodigio del retablo teatral español. Retablo popular, en que se ha señalado la falta de perspectiva; defecto que venciera en España, y ya anteriormente, el hebreo Fernando de Rojas, adelantándose a Shakespeare.
↑Binski, Paul ; Ann Massing (eds); The Westminster Retable: History, Technique, Conservation, Turnhout: Harvey Miller, 2008, ISBN 978-1-905375-28-8. Fuente citada en Westminster Retable
↑El DRAE recoge su etimología del francés antiguo chambrande, y dos acepciones: cada uno de los travesaños que unen entre sí las partes de una silla, de una mesa o de otro mueble, para darles mayor seguridad; y, como término arquitectónico, labor o adorno de piedra o madera, que se pone alrededor de las puertas, ventanas, chimeneas, etc. -Real Academia Española. «chambrana». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).
↑Pierluigi De Vecchi ed Elda Cerchiari, I tempi dell'arte, volume 1, Bompiani, Milano 1999.
↑Fachada telónArchivado el 5 de marzo de 2016 en Wayback Machine. en glosario.net
El concepto es muy anterior a la Edad Moderna, aunque románico y gótico optaron por otras soluciones: La reducción de la catedral doble a una sola, la desaparición del baptisterio, la presión de los fieles, la toma en consideración de las demandas de un clero que se declara observante de la reforma gregoriana... la nave, ocupada en parte por altares, fue despejada y los altares se trasladaron al este, a las capillas abiertas sobre el deambulatorio. Al principio el deambulatorio era un pasillo ideado por Gregorio Magno para circular alrededor de las reliquias de San Pedro en Roma (hacia el año 600)... La catedral se halla dividida en tres espacios siguiendo un esquema que se prolonga hasta Trento... altar... coro... fieles. Al mismo tiempo el clero tomó importancia de los accesos, por lo que se renovará la parte de la fachada occidental. Adalberón... ordenó suprimir la masa occidental de la catedral de Reims... adoptándose diversas fórmulas: fachada telón en el oeste, fachada armónica en Normandía, que es la que terminará por imponerse (Bayeux, Canterbury, Chichester). Jacques Le Goff (ed.), Diccionario razonado del Occidente medieval, pg. 132.
↑* Mariano Torreño Calatayud, Fachadas-retablo manieristas valencianas, 2009, ISBN 84-691-9269-8
Alenka Castañeda Cerezo, David L. Jickling, Los santos en las fachadas-retablo de Antigua, Casa del Sol, 2002
Portada de la catedral de Amberes (1352-1521), de estilo gótico de Brabante -Cammaerts, Emile. Belgium, From the Roman Invasion to the Present Day. T. Fisher Unwin Ltd, London, 1921, fuente citada en Brabantine Gothic-, definido en Brabante desde mediados del siglo XIV y más sobrio que el flamígero.
Portada de la iglesia de San Sulpicio de Diest (1321-1534)-C. Belien, Diest De Sint-Sulpitiuskerk te Diest, een Parel van Brabantse kerkelijke Bouwkunst, fuente citada en Sint-Sulpitiuskerk (Diest)-
↑Pequeño retablo dividido en tres calles y tres cuerpos dedicado a San Cristóbal, protector contra la muerte súbita, que ocupa la calle central, rematada por la Crucifixión.... En las calles laterales aparecen escenas de las vidas y martirios de otros santos: San Pedro, San Blas y San Millán, identificados con sus nombres en las molduras que los separan, y un ángel turiferario -portador de un incensario- en el remate.... Perteneciente al estilo francogótico o gótico lineal, propio de la pintura castellana del siglo XIV... De origen desconocido, se supone que este retablo pudo proceder de un monasterio benedictino riojano al incluir una escena de la vida de San Millán. El león y el castillo que se repiten en los límites de la obra simbolizan los reinos de Castilla y León, y sugieren que la obra pudo haber sido destinada a una fundación Real. Ficha en la web del Museo del Prado
Retablo de San Jorge (Jérica) -no debe confundirse con el del Centenar de la Ploma-, de Marzal de Sax.
↑La lucha de siglo y medio entre la escala diminuta del retablo trecentísta italiano y las grandes proporciones del retablo gótico español, con fracasos tan manifiestos como el retablo de Dello Delli, y experiencias tan interesantes como las de San Cucufate del Vallés o de Nicolás Francés (Alejo Fernández, en Archivo español de arte, vol. 16, nos. 55-57, pg. 133)
↑Arnaud Gassies fue un pintor nacido en Perpiñán (Rosellón -norte de Cataluña, en el reino de Francia desde el siglo XVII-, ca. 1390 - ídem, 1456 o 1458). Le retable de Saint-Michel et Saint-Hippolyte commandé par Pierre de Mont Roigt est considéré « retable des verriers ». Ses peintures furent réalisées en 1454 par le peintre Arnaud Gassies qui fut vraisemblablement influencé par le peintre flamand Vaneyck (de nombreux peintres étrangers sont venus dans la région pour exercer dès cette époque là, d'où ces influences nordiques dans la touche de peintres locaux). Le retable de Saint-Jean l'évangéliste, gothique comme le précédent, fut lui aussi réalisé par l'atelier de Gassies en 1461 (son atelier a continué l'activité, lui même n'a pas pu le réaliser car il est mort en 1458. (Palau del Vidre). Marcel Durliat, Arnaud Gassies: peintre perpignanais du XVe siècle, Imprimerie du Midi, 1951. Arnaud Gassies
↑Proviene de una granja en la localidad leonesa de La Bañeza, donde fue adquirida por el Museo del Prado entre 1930 y 1932. Ficha en la web del Museo del Prado
↑Entre las obras realizadas en este ámbito artístico hay que destacar el conjunto de cuatro tablas, procedentes del antiguo Retablo Mayor de la iglesia hispalense de san Benito de Calatrava, en las que se representan ocho santos emparejados. A mediados del siglo XVII, las tablas fueron sustituidas por otras encargadas a Valdés Leal, guardándose las originales hasta ser depositadas en el museo por las Órdenes Militares en 1908. (El Museo de Bellas Artes de Sevilla -II. La planta baja.) Véanse imágenes en Juan Sánchez de Castro
Pierres-Yves Le Pogam (dir.), Les premiers retables, Officina Italie, 2009 (catálogo de una exposición en el Louvre de cincuenta obras de los siglos XII al XV).
↑Jaroslav Pesina: Der Hohenfurther Meister. Übers. von Lenka Reinerová. Prag 1982. Fuente citada en Meister von Hohenfurth
↑Ernst Adam: Baukunst der Stauferzeit in Baden-Württemberg und im Elsaß. Stuttgart and Aalen 1977th. Fuente citada en St. George's Church, Haguenau
↑Armon Fontana: Die Kirchen in Rhäzüns. Schweizerischer Kunstführer. Bern 2004. Fuente citada en Sogn Gieri (Kirche)
↑Karl Mengel: Die Walpurgiskirche zu Alsfeld. Versuch einer Deutung der Entstehungsgeschichte der Alsfelder Hauptkirche. Geschichts- und Museumsverein Alsfeld 1994, ISBN 3-927284-05-X. Fuente citada en Walpurgiskirche (Alsfeld)
↑P. Strieder: Der Tucheraltar in der Nürnberger Frauenkirche. In: Die Kunst und das schöne Heim 48, 1949, S. 172-177. Fuente citada en Meister des Tucheraltars
↑Andrea G. De Marchi, s. v. Jacopo di Cione, in Enciclopedia dell'Arte Medievale, VII, Roma, Treccani, 1996, pp. 244-246. Fuente citada en it:Jacopo di Cione
↑Hans Dietrich Gronau, Andrea Orcagna und Nardo di Cione. Eine stilgeschichtliche Untersuchung, Berlin, Deutscher Kunstverlag, 1937. Fuente citada en Nardo di Cione
↑Mauro Lucco, Giovanni Carlo Federico Villa, Giovanni Bellini, Silvana Editoriale, Milano 2008. ISBN 978-88-366-1133-1. Fuente citada en Pala di Pesaro
↑Monumental carved, winged altarpieces are the most ambitious artworks from the Middle Ages, incorporating the skills of painters, sculptors, and cabinetmakers. Those that are most notable for their artistic originality and masterly execution were produced in the southern German-speaking regions, including Austria and South Tirol, in the last decades of the Late Gothic period (roughly 1460 to 1525). By that time altarpieces had evolved from low, fixed panels to large wooden structures with rich architectural ornamentation. Paintings of the saints often adorned the movable wings, while carved reliefs or freestanding sculptures of scenes from the Gospels occupied the gilded, center shrine. Rainer Kahsnitz (texto), Achim Bunz (fotografías), Carved Splendor: Late Gothic Altarpieces in Southern Germany, Austria, and South Tirol, Getty Publications, 2006, ISBN 0-89236-853-5.
↑Manfred Koller: Der Flügelaltar von Michael Pacher in St. Wolfgang. (Studien zu Denkmalschutz und Denkmalpflege Band 18). Wien, Köln, Weimar 1998, ISBN 3-205-98900-7. Fuente citada en Pacher-Altar
↑Es uno de los "siete retablos alemanes" seleccionados para su estudio por Arthur Burkhardt. Seven German Altars, F. Bruckmann, Munich, 1965: v. 1. The Herrenberg altar of Jörg Ratgeb. v. 2. The Freiburg altar of Hans Baldung. v. 3. The St. Florian altar of Albrecht Altdorfer. v. 4. The St. Wolfgang altar of Michael Pacher. v. 5. The Kefermarkt altar. v. 6. The Cracow altar of Veit Stoss. v. 7. The Isenheim altar of Matthias Grünewald.
↑Burkhard, Arthur. The Cracow Altar of Veit Stoss. Munich, F. Bruckmann, 1972. Fuente citada en Altarpiece of Veit Stoss
↑Ulrike Krone-Balcke: Der Kefermarkter Altar –- sein Meister und seine Werkstatt, Deutscher Kunstverlag, München 1999. Fuente citada en Kefermarkter Flügelaltar
↑Iris Kalden-Rosenfeld: Tilman Riemenschneider und seine Werkstatt. Mit einem Katalog der allgemein als Arbeiten Riemenschneiders und seiner Werkstatt akzeptierten Werke (= Die Blauen Bücher). 3. aktualisierte und erweiterte Auflage. Langewiesche, Königstein im Taunus 2006, ISBN 3-7845-3224-1. Fuente citada en Stadtkirche St. Jakob (Rothenburg ob der Tauber)
↑Der Detwanger Altar von Tilman Riemenschneider. Beitr. v. Jürgen Denker, Eike u. Karin Oellermann, Ewald M.Vetter. Wiesbaden 1996. Fuente citada en de:St. Peter und Paul (Detwang)
↑Poensgen: Der Windsheimer Zwölfbotenaltar von Tilman Riemenschneider im Kurpfälzischen Museum zu Heidelberg, 7. Auflage 1974. Fuente citada en de:Zwölfbotenaltar
↑Baumgartner, Rupert (2001). St. Florian's Collegiate Church. Ried im Innkreis: Kunstverlag Hofstetter. Fuente citada en St. Florian Monastery
↑Tiene doce paneles principales, ocho de los cuales narran la Pasión de Cristo y cuatro el martirio de San Sebastián. Lessing photo archive (da la fecha 1518).
↑S. van Bellingen: De Meester van 1518. In: De Brabantse Folklore 251 (1986), S.236-241. Fuente citada en Meister von 1518
↑Literatur über St.-Marien-Kirche (Waase) in der Landesbibliographie MV. Fuente citada en St.-Marien-Kirche (Waase)
↑Georg Dehio: Handbuch der Deutschen Kunstdenkmäler, Nordrhein-Westfalen. Band 2, Westfalen, Deutscher Kunstverlag, München 1969. Fuente citada en St. Lambertus (Affeln)
↑Martín Jiménez, op. cit. páginas 98 y ss. y 170 y ss. Adrián Álvarez y su discípulo Pedro de Torres son dos escultores de origen vallisoletano que se encuentran activos a fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. En la documentación que se conserva sobre ellos se refleja que en muchas ocasiones policroman sus propias tallas. Trabajan en un círculo cercano a los sucesores de Juni, realizando obras para San Benito como el retablo de la capilla del Obispo Valdivieso (Policromías III)
↑Eckhardt: Christian Precht - Ein Hamburger Bildhauer. 1987, S. 7. Fuente citada en Christian Precht
↑Hendrik Bärnighausen: Schloss Weesenstein. Reihe Sachsens schönste Schlösser, Burgen und Gärten Nr. 17. Edition Leipzig. Leipzig 2003. ISBN 3-361-00527-2. Fuente citada en Schloss Weesenstein y Einhart Grotegut, Lutz Henning: Weesenstein: 700 Jahre Schloßgeschichte. Verlag der Kunst, Dresden 1995, ISBN 3-364-00317-3. Fuente citada en de:Weesenstein
↑La retablística ofrece en este templo ejemplos magníficos, entre los que cabe destacar el barroco de talla dorada (1723) característico del reinado de D. João V y el espectacular Árbol de Jessé, el mayor que todavía se conserva de los que todavía quedan. Se trata del más impresionante retablo de Olivenza. En madera tallada y policromada se representa el árbol genealógico de María y Jesús con una altura de 10,29m, motivo inspirado en la profecía de Isaías: 'brotará un retoño del tronco de Jessé', conocido en la Historia del Arte desde el s. XII, abandonado en Europa como consecuencia de la Reforma y retomado en la península ibérica con más fuerza durante la contrarreforma. Bajo sus raíces descansa Jessé, el padre de David. De él, parte un tronco robusto con seis ramas sobre las que aparecen las figuras, en este caso no identificadas, de doce reyes de la casa de Judá. El árbol se remata con una mandorla que encierra la imagen de María y el Niño. Si la fecha y firma que aparecen en su base, 'Reno 1774', corresponden a su ejecución, se trataría de los ejemplares tardíos, pues las fechas de florecimiento de este tipo de retablo corresponden a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII.V Iglesia de Santa María del Castillo en OlivenzaArchivado el 21 de julio de 2012 en Wayback Machine.
↑Flexor, Maria Helena Ochi. "Catedral Basílica". In: Igrejas e Conventos da Bahia. Série Roteiros do Patrimônio, vol. II. Brasília: Iphan / Programa Monumenta, 2010, pp. 11-36. Fuente citada en Catedral-Basílica Primacial de São Salvador
↑Flexor, Maria Helena Ochi. Igrejas e Conventos da Bahia. Série Roteiros do Patrimônio, vol. 2. Iphan / Programa Monumenta, 2001, pp. 36-69. Fuente citada en Igreja e Convento de São Francisco (Salvador)
L'Europe des retables, coloquio organizado por Rencontre avec le Patrimoine Religieux, 2004 (hay dos publicaciones derivadas -Art Sacré - Les retables y Art Sacré: L'Europe des retables volume II (XVIe - XVIIIe s.)
Retablo; Terminología básica ilustrada.Producto de colaboración entre el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico y el Instituto de Conservación Getty [1]