El término churrigueresco proviene del apellido Churriguera. Los Churriguera fueron una familia de arquitectos barrocos de origen catalán cuya obra se caracterizó porque presentó una recargada decoración. Por extensión, el término se ha utilizado para denominar el barroco español del primer tercio del siglo XVIII. Se entendían por churriguerescas todas aquellas arquitecturas que poseían un marcado movimiento y una abigarrada ornamentación, sobre todo en la retablística.
Este estilo es muy parecido al estilo barroco, aunque presenta aún más ornamentación. Fueron comunes las construcciones de retablos efímeros y también obras arquitectónicas, con las características típicas del estilo.
El primero de los Churriguera fue José de Churriguera (1665-1725), quien se formó como ensamblador de retablos, elaborando algunos muy importantes para diversos templos de Salamanca, Madrid, Valladolid y otras ciudades españolas. Algunos han desaparecido y actualmente solo se conservan algunas trazas.
Por otra parte, Francisco de la Maza señala que el término churrigueresco no solo se utiliza para el barroco con estípite, sino a «muchas obras o casi todas las obras con pilastras comunes, muy ornamentadas y que correspondan, en España, de 1689 a 1730, y en México de 1725 a 1780, más o menos, ya que uno solo es el sentido de voluntad de forma que preside a esas obras».
Por consiguiente, el churrigueresco no es un estilo arquitectónico, sino más bien un estilo escultórico y decorativo.
Historia
Las formas del Barroco en España y México tuvo dos maneras especiales: la columna salomónica y la pilastra estípite:
«Se le ha llamado al primero Barroco Salomónico y al segundo, con tropiezos y oposiciones, Barroco Churrigueresco, dos adjetivos derivados de un nombre y apellido que se deben a dos muy distintos personajes, un rey hebreo y un arquitecto madrileño».[3]
La columna salomónica barroca tiene su origen en Roma, en la capilla de san Pedro: «Se creyó como el templo de Salomón, regalada al papa por el sultán Bayaceto. Es una columna, ciertamente, de origen oriental por ondular y torcer su fuste en tirabuzón, pero es ya helenística por su capitel jónico.»[3]
Mientras la pilastra estípite nació también en Grecia, su forma se caracteriza por ser pedestales en forma de pirámide invertida, truncada y alta «sirvieron para colocar bustos de héroes y dioses y sobre todo de Hermes y Mercurio».[3]
Los artífices romanos y renacentistas siguieron empleando el estípite: «Continuaron realizándose en la misma forma y estos últimos lo incorporaron a las estructuras arquitectónicas, otorgándole categoría de pilastra, por lo que aparece sobre él un capitel, o bien, el busto emerge con todo el torso y levanta las manos sirviendo como atlante o cariátide».[4] Así, en el siglo XVII se hizo en volúmenes y fue llevado al su máximo desarrollo por José Benito Churriguera: «El estípite no fue realizado en volúmenes, sino hasta la segunda mitad del siglo XVII, de manera incompleta, por Borromini y ya completo, con nuevas y precisas secciones y capitel, por Benito de Churriguera».[3]
Características
Si bien el estípite se caracteriza por representar un esquema geométrico del cuerpo humano:
«El capitel es la cabeza; el cubo o sección bulbosa es el pecho; el angostamiento entre el cubo y la parte superior de la pirámide invertida, sería la cintura; la pirámide misma hace claramente la figura de caderas y piernas, estrechándose al descender a los pies».[3]
Manuel González Galván señala que esta abstracción se debe a un simbolismo franco y tan humanista o más que la misma Grecia, donde se consideraba al dórico, robusto y sobrio, como representativo de lo masculino, y al jónico, más esbelto y curvo, de lo femenino. Los romanos llegaron a presentarla sexuada, pero la pilastra estípite barroca, en su asexual y rigurosa abstracción, está más cerca de lo humano que aquellas interpretaciones hechas sobre lo clásico. Pero para Francisco de la Maza esto lo señala como parte de la influencia latina, pues se apoya en la idea de que coincide con la sensibilidad del arte precolombino[cita requerida], escultórico por excelencia {Cita requerida}; con la sensibilidad misma del indígena mexicano.[cita requerida] Sin embargo, las más notorias características del churrigueresco, están presentes en el retablo del Convento de San Esteban de Salamanca, obra del español José Benito de Churriguera que por su impacto originó el adjetivo churrigueresco.
En España
En 1689 el arquitecto José Benito de Churriguera usó por primera vez la pilastra estípite en la pira funeraria de la reina María Luisa de Orleans, así pues alcanza su esplendor y uso.
Aún hoy, en España, se pueden apreciar las siguientes construcciones y monumentos con estilo churrigueresco:
En México este estilo «arraiga con tal fuerza y pujanza, que más semeja planta autóctona que trasplantada, pues no en vano fue en las más ricas tierras del Anáhuac donde produjo sus frutos más sazonados».[3]
Balbás comienza con la catedral en los retablos de los Reyes y del Perdón, las fechas para este retablo comienzan en 1718 y termina en 1737,[5] fechas brindadas por la Gaceta de México en su número 118. Mientras que Lorenzo Rodríguez con el Sagrario construido de 1749 a 1762, todos ellos en la Ciudad de México.
↑Llegando a significar prácticamente el Barroco español en arquitectura, según la definición de Fatás, G., y Borrás, G.M., Diccionario de términos de arte y arqueología, Madrid: Alianza Editorial, 1989, página 69. ISBN 84-206-0292-2, en donde además se le caracteriza como "extraordinariamente fastuoso y muy abundante en Hispanoamérica".
↑El gusto neoclásico criticaría fuertemente al estilo churrigueresco, lo que se puede comprobar a través de diversos escritores de gusto clasicista; por ejemplo, Tomás de Iriarte, dirá a propósito de un retablo, siguen el gusto de Churriguera y demás escarolistas y garambaineros, a quienes debemos el retablo del Buen Suceso, la Puerta del Hospicio, etc., en Viera y Clavijo, J., e Iriarte, T., Dos viajes por España, Aula de Cultura de Tenerife, 1976, página 80. ISBN 84-600-0586-0.