La mañana del 31 de mayo de 1906 la comitiva del Rey partió del Palacio Real de Madrid con cuarenta carrozas de gala, entre las que se encontraba la familia real, las Casas Reales invitadas y veinte grandes de España. Estos últimos habían sido invitados con el único requisito de albergar una carroza de gala, de lo contrario quedarían excluidos. Se consultaron a 54 grandes de España, de los que respondieron afirmativamente una veintena.[nota 1] Aunque es imposible determinar el número de espectadores a la comitiva, el periódico ABC calculó unos 400 000 asistentes, mientras que El Imparcial destacó que 50 000 personas habían llegado en tren a Madrid para el evento.[1]
La gran ceremonia religiosa se celebró en la basílica de San Jerónimo, que comenzó con un poco de retraso debido a la novia, y fue oficiada por el cardenal Ciriaco Sancha, arzobispo de Toledo. Este mandó una carta unos días antes a la Casa Real lamentando el reducido tamaño de la iglesia. Los puestos más privilegiados fueron para los grandes de España, los más cercanos al altar, y los miembros de las casas reales extranjeras, que se encontraban justo detrás de estos.[1] Los padrinos fueron la reina madre María Cristina y el cuñado del rey, el infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias. Inmediatamente después el cortejo se trasladó a una instalación contigua a la iglesia, donde fue inscrito el acto en el Registro del Estado Civil de la Familia Real señalándose en él que el enlace había sido comunicado por el rey a las Cortes y que la princesa Victoria contaba con el permiso de su tío Eduardo VII.[2]
Atentado de un anarquista
A su salida el cortejo nupcial se dirigía al Palacio Real lentamente para que la multitud de personas que había en la calle vieran el maravilloso séquito y el carruaje de caballos blancos donde iban los reyes. Al pasar por el número 88 de la calle Mayor de Madrid la comitiva sufrió un atentado con una bomba camuflada en un ramo de flores tirada desde uno de los balcones. Murieron veintitrés personas entre las que se encontraba la marquesa de Tolosa, hija del marqués de Perales, y su hija, que admiraban el desfile desde un balcón cercano, miembros de la guardia real y personas que admiraban el desfile. La explosión no hirió a los reyes ni a los guardias que iban en la carroza, entre ellos Diego López Peralbo, escolta de la familia real en la fecha. La reina se presentó ante los invitados con el traje manchado de sangre por los muertos que había provocado el atentado. El collar del Toisón de Oro del rey se partió y se le rompió el uniforme a la altura del pecho, ya que un trozo de la bomba entró en la carroza, quedando incrustada en el asiento. Este trozo se lo entregó la reina María Cristina a su cuñada la infanta Paz, quien mandó crear con él una placa votiva para Nuestra Señora de Altötting.[3]
El causante del atentado fue el anarquista Mateo Morral, que fue detenido en Torrejón de Ardoz por un guardia jurado.