Maryam Rajavi
La Guerra subsidiaria Iraní-Saudí,[1] también conocida como conflicto subsidiario Iraní-Saudita, es una confrontación indirecta entre la República Islámica de Irán y el Reino de Arabia Saudita, dos potencias regionales con modelos políticos, ideológicos y religiosos enfrentados. Ambos países han estado envueltos durante décadas en una guerra de poder en Oriente Medio, especialmente visible en conflictos como la Guerra civil Siria[2] y la Guerra civil Yemení,[3] donde respaldan a bandos opuestos con apoyo militar, financiero y logístico. Este enfrentamiento ha sido denominado en diversas ocasiones como la "Guerra Fría de Oriente Medio", en referencia a su naturaleza indirecta y a la multiplicidad de frentes abiertos a través de terceros actores.
El conflicto se desarrolla en múltiples niveles: el más visible es la histórica rivalidad religiosa entre las ramas Sunita (representada por Arabia Saudita) y Chiita (liderada por Irán) del islam. Sin embargo, también abarca dimensiones Geopolíticas, con ambos estados compitiendo por la Hegemonía regional, y económicas, especialmente en relación con el control y la influencia en los mercados Globales del Petróleo.[4] Algunos analistas enmarcan esta disputa dentro de una Nueva Guerra Fría, en la que potencias globales como Rusia y China tienden a respaldar a Irán, mientras que Estados Unidos y el Reino Unido apoyan tradicionalmente a Arabia Saudita.}}
Ambos países han apoyado a diferentes facciones en numerosos conflictos, incluyendo Siria,[5] Yemen,[6] Bahréin,[7] Líbano,[8] Irak[9] y Qatar.[10] Esta rivalidad también ha tenido repercusiones más allá del mundo árabe, influyendo en zonas estratégicas como África del Norte[11] y Oriental,[12] Asia Central,[13] Sudeste Asiático, Bosnia[14] y el Cáucaso.[15]
Frecuentemente descrito como un conflicto sistémico en expansión, el enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudita también se encuentra estrechamente vinculado a otras rivalidades regionales, como el Conflicto Indirecto entre Irán e Israel, la Crisis diplomática entre Qatar y Arabia Saudita, o la competencia estratégica entre Irán y Turquía en Siria y otras regiones. Estas dinámicas superpuestas contribuyen a mantener un clima de inestabilidad prolongada en Oriente Medio.
El 10 de marzo de 2023, ambos países restablecieron oficialmente relaciones diplomáticas, en un acuerdo mediado por China e Irak. El pacto incluyó el compromiso de Irán de cesar su apoyo militar a los rebeldes Hutíes en Yemen, lo cual fue interpretado como un posible punto de inflexión en el conflicto. Sin embargo, a pesar del deshielo diplomático, las tensiones estratégicas, sectarias y económicas continúan latentes, con enfrentamientos indirectos persistiendo en regiones clave como Yemen, Líbano e Irak.
El conflicto se remonta desde la Revolución iraní en 1979, cuando Irán se convirtió en una república islámica. Los revolucionarios islámicos iraníes hicieron llamamientos específicos al resto del mundo islámico para el derrocamiento de las monarquía islámicas de la región y su sustitución por repúblicas islámicas. Esto alarmó a sus vecinos árabes sunitas como Irak, Arabia Saudita, Kuwait y otros estados del Golfo Pérsico (la mayoría de los cuales eran monarquías islámicas y todos tenían poblaciones chiíes de un tamaño considerable). Los insurgentes islamistas aparecieron y aumentaron en Arabia Saudita (1979), Egipto (1981), Siria (1982), y en el Líbano (1983).
En 1980, el Nacionalismo árabe y el régimen dictatorial dominado por los musulmanes sunitas de Saddam Hussein de la vecina Irak, intentaron aprovecharse del caos revolucionario y destruir la revolución en su nacimiento. Esto dio lugar a la Guerra Irán-Irak que duraría ocho años, matando a cientos de miles de personas. Durante la guerra, Irak recibió el apoyo de muchos países de Oriente Medio, entre ellos Egipto, Jordania, Kuwait, Qatar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que suministra la ayuda, ya sea financiera o militar a Irak para evitar que Irán exportara su "revolución islámica".
Aparte de la Guerra Irán-Irak, Irán y Arabia Saudita han participado en una dura y tensa rivalidad, el apoyo a diferentes grupos armados en la Guerra Civil Libanesa, la Guerra Afgano-Soviética y otros conflictos regionales.
Después del fin de la Guerra Fría, la República Islámica de Irán[16] y el Reino de Arabia Saudita[17] continuaron apoyando a los diferentes grupos de líneas sectarias Islámicas del Chiismo y Sunismo en Irak, Siria y Yemen