Ángela Molina Tejedor (Madrid, 3 de octubre de 1955) es una actrizespañola perteneciente a una conocida dinastía de artistas. Sus comienzos cinematográficos en los años setenta, que incluyen trabajos para Luis Buñuel y Manuel Gutiérrez Aragón, la convirtieron en una de las actrices más representativas de la Transición española. Además de su trabajo en España, ha filmado también en Italia, Francia y Latinoamérica, superando el centenar de películas. Por su trabajo, ha ganado numerosos premios y distinciones. En 1986 recibió el David de Donatello de la Academia italiana y la Concha de Plata del Festival de San Sebastián. Ha ganado cinco Fotogramas de Plata (uno de ellos especial a toda su carrera) y el Premio honorífico del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México).[1] El gobierno español le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2002 y el Premio Nacional de Cinematografía en 2016.[2] Recibió en 2021 el premio Goya de Honor.[3]
Biografía
Nace en Madrid el 3 de octubre de 1955. Tercera de los ocho hijos del cantante y actor Antonio Molina y Ángela Tejedor Capitán, sus hermanos Paula, Miguel, Mónica y Noel también se dedican a la interpretación y a la música. Su hija Olivia Molina es igualmente actriz.
Comienzos
Estudia ballet clásico, danza española y Arte Dramático en la Escuela Superior de Madrid. Trabaja en el circo en Francia y se diploma como profesora de baile clásico español antes de aparecer en su primera película, No matarás (César F. Ardavín, 1974), a raíz de un reportaje fotográfico publicado en la revista Fotogramas. A punto de cumplir diecinueve años, su dedicación al cine es absoluta en lo sucesivo.
Llegada la Transición, trata de desvincularse del auge comercial del destape y enfoca su carrera hacia producciones que reúnan cierta calidad y compromiso, a menudo de temática social, política o histórica, motivada por el pensamiento que acompaña cada guion.[4][5]
Luis Buñuel la elige en 1977 para protagonizar, junto a Fernando Rey, Ese oscuro objeto del deseo, película que le proporciona renombre internacional y le abre las puertas de la cinematografía europea. En ella comparte personaje con la actriz francesa Carole Bouquet y exhibe un temperamento vivo y enigmático, que luego trata de combinar con su aspecto dulce y suave. Buñuel afirma de ella que posee «el rostro de una virgen pagana», afianzando así el mito de mujer instintiva y pasional que conserva en su mirada cierto primitivismo.[6]
Una fructífera colaboración con el director Manuel Gutiérrez Aragón afianza su carrera y ahonda en su potencial dramático mediante papeles principales en Camada negra, El corazón del bosque, Demonios en el jardín y La mitad del cielo, obras que componen un retrato alegórico de la España ominosa del franquismo y en las que la ideología, el núcleo familiar y la presencia femenina cobran especial importancia. «Esas películas marcaron mi alma y mi forma de trabajar», diría más tarde la actriz.[8]
En 1985 se le concede el Gran Premio de la Crítica de Nueva York y en 1986 recibe el David de Donatello que otorga la Academia de Cine de Italia por la película Camorra: Contacto en Nápoles.[9] Se convierte así en la primera actriz extranjera galardonada por una producción italiana, imponiéndose a Giulietta Masina y a la noruega Liv Ullmann, también ganadora en la misma categoría al año siguiente. Por el mismo trabajo gana el premio Nastro d'argento que entregan los periodistas cinematográficos italianos.
Prueba suerte en el mundo de la canción: publica el disco Con las defensas rotas y canta Muertos de amor a dúo con Georges Moustaki. Sin embargo, es en las dos entregas de Las cosas del querer (Jaime Chávarri, 1989 y 1995), donde desarrolla con éxito su faceta musical, dando vida a un personaje muy querido en su carrera. Poco antes rueda Esquilache, que protagoniza Fernando Fernán Gómez para Josefina Molina.[10]
Tarda en darle el sí a Pedro Almodóvar y lo hace para su película Carne trémula (1997), un trabajo que no se aleja del todo de la chica sensual de sus comienzos, pero la aproxima ya a la mujer madura, marcada por las huellas de la vida, que representa más adelante. Consigue así su cuarto Fotogramas de Plata y logra una cuarta candidatura al Goya.
Continúa vinculada al cine de autor y asegura preferir «el cine de directores que cuentan algo porque, si no lo hacen, revientan...».[14] En reconocimiento a su extensa carrera cinematográfica, recibe en 2002 el primer Premio Málaga otorgado en el marco del Festival de Cine Español de Málaga e inaugura un monolito en su honor en el Paseo Antonio Banderas de la ciudad andaluza.
Ángela Molina tiene cinco hijos, tres nacidos de su primera unión con el fotógrafo y realizador francés Hervé Tirmarche: Olivia (1980), Mateo (1982) y Samuel (1987); y dos, Antonio (1995) y María Isabel (2003) con su actual marido, el empresario ibicenco de origen canadiense Leo Blakstad. En 2012 nace su primera nieta, hija de Olivia y el actor Sergio Mur.