La reducción del tiempo de trabajo, reducción de la jornada laboral, reducción de la semana laboral asimilable en ocasiones al reparto de trabajo o redistribución del trabajo,[1][2] en relación con el trabajo asalariado, se refiere a la disminución de las horas de trabajo en la jornada laboral y la semana laboral y, por extensión, en el cómputo de horas trabajadas mensual, anualmente así como a lo largo de toda la vida laboral.[3] Cuando se reducen los días de trabajo a la semana se habla de reducción de la semana laboral.
En ocasiones el concepto de reducción de la jornada de trabajo se refiere a una situación coyuntural y por tanto temporal, derivada de los derechos del trabajador, recogidos en la legislación laboral de los distintos países o un convenio colectivo, ante circunstancias sobrevenidas (lactancia, cuidado de hijos, cuidado de personas dependientes y otras) o por acuerdos establecidos en la legislación o los convenios laborales relativos al ajuste temporal de la demanda o a la estacionalidad de la producción entre empresarios y trabajadores con el objeto de integrar la estacionalidad, mantener el empleo y evitar constantes despidos y contrataciones de carácter coyuntural.[15]
David Anisi señala, en su libro Creadores de escasez, que ya Keynes en 1936 asociaba la gestión de la demanda (crisis de demanda - sobreproducción - subconsumo) con el mantenimiento del pleno empleo y como la presión demográfica requería aumento de la demanda y aumento de la produccíón para el mantenimiento del pleno empleo. Sin embargo, indica Anisi, no supo ver que el problema del empleo no solamente estaba asociado a la demanda sino también al aumento de la productividad que requería inevitablemente una disminución real del tiempo de trabajo si se quería mantener el pleno empleo.[18] Cuando esta disminución del tiempo de trabajo no se produce se genera un desempleo estructural sin solución que se convierte en desempleo cíclico indicador de una crisis económica.[19] Franco Berardi considera que el trabajo asalariado imprescindible para una mayoría social si quiere sobrevivir debe reducirse e incluso desaparecer ya que es un sistema de "esclavitud laboral" contemporáneo.[4]
Reintroducción del pleno desempleo. 1970-1980 hasta la actualidad
La derecha política promueve, en general subrepticiamente,[23] el alto desempleo con el objeto de debilitar a la clase trabajadora y los sindicatos devaluando el trabajo y obteniendo una fuerte disminución de los costes laborales y otros beneficios sociales de los trabajadores. Este objetivo ha sido admitido explícitamente por Alan Budd, Asesor Especial en el Tesoro de la 'Oficina de Responsabilidad Presupuestaria' (Office for Budget Responsibility) durante el periodo de 1979 a 1981 del thatcherismo.[24][25][26]
Ya en un artículo de 1943 atribuido a Joan Robinson se advertía del peligro, para el empresario, del pleno empleo y la necesidad de mantener unas cifras altas de desempleo para conseguir someter y atemorizar al trabajador.[27] El argumento político-económico que ha justificado y justifica la existencia de un alto desempleo ha sido la necesidad del mantener la inflación en cifras muy bajas, incluso a costa de provocar recesión, depresión y alto desempleo. La baja inflación se demanda por los acreedores -países y bancos- para que las deudas no pierdan valor. Las consecuencias son claras: el alto desempleo beneficia a las empresas -costes laborales bajos- y una baja inflación beneficia a los países y bancos acreedores manteniendo invariables el valor de los préstamos concedidos.[28][29][30][31]
Joseph Stiglitz indica que un aumento en las horas trabajadas como resultado del crecimiento demográfico que no redunde en un aumento de la productividad impactará en el nivel de vida debido a que la mayor renta no tendrá un valor real de consumo por la menor cantidad de bienes o servicios producidos, según la fórmula: i de crec. de Producción = i de aum. de horas trabajadas + i de aum. de productividad. En ese sentido, en un contexto de productividad superior, para mantener niveles de crecimiento de la producción total en valores de equilibrio, es necesario reducir la jornada, por cuanto resulta económicamente innecesario sobrepasar dichos niveles de crecimiento estable, en concordancia con una tendencia al desarrollo sostenible, y en un contexto de equilibrio demográfico.[43]
Asimismo, uno de los debates actuales en la Unión Europea se centra en la relación negativa entre el número de horas trabajadas y la productividad. Esto es, cuanto mayor es la jornada laboral del trabajador, menor es su producción por horas. Dentro Unión Europea, Grecia es el país con más horas trabajadas al año por empleado tiene la tasa de productividad más baja del bloque y Alemania cuenta con la menor jornada laboral encabeza los índices de productividad.
La productividad, fruto de los procesos de mecanización, automatización e informatízación, genera en todos los sectores un alto grado de desempleo estructural que se mantiene a lo largo del tiempo y que no es absorbido ni por el tradicional sector servicios ni por los empleos creados con la aparición del tercer sector o economía social.[48] Jason Resnikoff[49] critica el abuso de los términos automatización, mecanización e informatización que no conllevarían una disminución de trabajo humano global sino una ideologización capitalista y un depauperación de las condiciones de trabajo, considerándolas de inferior categoría. Las máquinas son hechas y manejadas por trabajadores.[50]
Las medidas habituales de flexibilización laboral no resuelven el problema ya que no solamente se trata de una inadecuación del mercado laboral a las demandas empresariales de capital humano sino de un menor requerimiento de puestos de trabajo en el sistema productivo en general. Es un desempleo estructural creciente a nivel global y que no responde a medidas económicas de ningún tipo.[51][52]
Los planes de reducción de las horas de trabajo se consideran sumamente eficaces durante periodos de crisis ya que reducen el número de despidos. En Alemania, por ejemplo, durante la crisis económica de 2008-2014 o Gran recesión, la estabilidad del empleo se ha logrado en buena medida gracias a los ajustes en las horas de trabajo gracias al diálogo social y como una de las medidas para proteger tanto el empleo como la productividad y viabilidad de las empresas.[53]
[54]
Los modelos económicos productivistas, plantean una reducción de la jornada laboral que no afecta la producción total. El decrecimiento es una corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución de la producción económica con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos.[1] Para Serge Latouche, uno de los teóricos del decrecimiento una reducción fuerte del tiempo de trabajo, que permitiera reducir la producción total y un mayor y mejor reparto del trabajo entre toda la población activa, es fundamental.
Motivaciones antipatriarcales
Desde su mirada pro-feministaMichael Kaufman aboga por una reducción de la jornada laboral para los varones por considerar que va en el mismo sentido que sus ideas: mayor acceso al trabajo para las personas que sufren discriminaciones en el mercado laboral, cuestionamiento de la identidad masculina tradicional (el rol proveedor), mayor involucramiento de los varones en las tareas de paternidad, con beneficios para la infancia.[59] Desde la organización británica NEF (New Economics Foundation) se considera la reducción de la jornada como una medida imprescindible para promover la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres.[60]
Dignidad del trabajo y alienación
La reivindicación social de la reducción de la jornada de trabajo aparece con la revolución industrial. Muchos trabajos artesanales comienzan a ser sustituidos por tareas repetitivas -división del trabajo- y más tarde por la producción en cadena. Desaparece el control del producto por parte del trabajador, su aspecto creativo y de alguna manera la dignidad que llevaba asociada la creación o producción de bienes. Autores como William Morris criticaron la producción industrial, no por su capacidad de fabricar muchos objetos sino por la condición que adquiría el trabajador de 'mera herramienta' ya que desaparecía la parte creativa, artesana y 'humana'. Morris, consideraba que el trabajador se transformaba en una máquína y este aspecto era para él la esencia de la crítica socialista y también romántica del modo de produccióncapitalista.[61]
Existirían tres tipos de reivindicaciones en relación con el trabajo: un reparto justo de la plusvalía (tasa de plusvalor) -mejora de los salarios-, más tiempo de ocio y descanso -una reducción del tiempo de trabajo- y un trabajo digno y humano en el que el trabajador pueda sentirse realizado y no alienado. Históricamente hay una constante disyuntiva entre el trabajo como castigo y la dignidad del trabajo como cualidad de lo humano.[61] Richard Sennett incide en estos aspectos en varias de sus obras -La corrosión del caracter, El artesano-. David Graeber consideró que la existencia de un gran número de trabajos inútiles para la sociedad suponen una indignidad y alienación para quienes los desempeñan por lo que deberían ser eliminados.[62][63] El economista David Anisi, en su libro Creadores de escasez señala la dignidad del trabajo socialmente útil frente al desempleo así como el reconocimiento histórico del valor del trabajo; indica también las dificultades de reducir la jornada de trabajo pero su necesidad para el equilibrio económico y social mediante la reducción radical del tiempo de trabajo relacionada con la producitividad y el crecimiento.[64]
La abolición del trabajo asalariado es una reivindicación revolucionaria procedente del marxismo[69] y del anarquismo[70] que pretende una redistribución de la riqueza que reduzca la desigualdad económica de manera que todos los seres humanos puedan obtener lo suficiente para satisfacer sus necesidades sin la necesidad de desarrollar un trabajo remunerado. El objetivo es eliminar la alienación originada por el trabajo[71] y su teórica implantación se produciría en una sociedad poscapitalista.[72][73]
Por otra parte, y en un sentido parecido, el rechazo del trabajo, como fenómeno económico, sociológico y político, constituye una realidad y es objeto de análisis en la sociedad contemporánea. El rechazo no es otra cosa que el tratar de evitar o superar condiciones de trabajo consideradas asfixiantes o poco satisfactorias para la realización personal. Tiene distintas lecturas y soluciones según de qué ideologías del espectro político provengan.
Trabajo: historia y evolución del tiempo de trabajo
Trabajo y jornada de trabajo en las sociedades preindustriales
Existen diversos estudios sobre sociedades cazadoras-recolectoras (Marshall Sahlins, Pierre Clastres) que indican que los aborígenes australianos de la Tierra de Arnhem y los bosquimanos del sur de África apenas dedicaban de 3 a 5 horas diarias a asegurar su subsistencia;[74] En sociedades más complejas y sobre todo con la aparición de la agricultura, comienzan los intercambios (ver Economía del don y Ensayo sobre el don), y podrá hablarse de labor y labores, que requerirán más o menos dedicación e intensidad pero de ninguna manera, ni siquiera durante la actividad gremial, puede hablarse de jornada de trabajo con el significado que actualmente tiene.
Evolución de la jornada de trabajo y la productividad desde comienzos de la sociedad industrial
Tabla 1 - Horas de trabajo por año y persona en el Reino Unido (1785-2000)[75][76]
En la Tabla 1 puede apreciarse la evolución de las horas de trabajo por año, semana y día por persona en el Reino Unido desde 1785 al año 2000. En este país se ha pasado en unos 200 años de 3.000 horas anuales a 1.489, prácticamente la mitad; de igual modo ha descendido el horario semanal y diario, si bien con la advertencia de que los días anuales no trabajados han ido aumentado y, a la vez, disminuyendo los días laborales semanales, desde 6 días, en algunos desde 7, hasta 5 los días laborales. Puede apreciarse un constante incremento de la productividad por hora trabajada y PIB per cápita y su explosión desde los años 1950 hasta los 2000 período en el que se ha cuadriplicado y triplicado respectivamente.[76]
Para autores como Herbert J. Gans una nueva reducción significativa y real del tiempo de trabajo solamente será posible si existe una convicción generalizada de los beneficios -tanto individuales como sociales- de dicha reducción.[82]
Reducción del tiempo de trabajo en toda la vida laboral
Según Manuel Castells[83] el tiempo de trabajo ha disminuido a lo largo de los siglos XIX y XX en todos los países desarrollados, así, señala, en 1850 un trabajador acumulaba 150 000 horas de trabajo en toda su vida; en 1900 disminuyó 13 %, bajando a las 130 000 horas -promedio de 2700 horas anuales durante 48 años-; en 1950, la vida laboral era de 110.000 horas -2.345 horas anuales y 47 años- y en 2000 el promedio fue de 75.000 horas anuales -41,5 años trabajando un promedio de 1.800 horas año- si bien muchos países de Europa ya estaban por debajo de las 60.000 horas -un promedio de 1700 horas al año durante 35 años-. Para Ignacio Muro Benayas la reducción del tiempo de trabajo es inevitable ante la situación de envejecimiento de la población, la automatización y robotización y por el imparable aumento de la productividad por lo que se debe reducir el cómputo total de la vida laboral o vida producctiva y establecer una distribución asimétrica a lo largo de la vida -más horas de trabajo en las etapas iniciales y menos en las finales-. Aboga por un nuevo contrato social que haga de la reducción constante del tiempo de trabajo un principio rector.[3][84] Por otra parte, la reducción del tiempo de trabajo no debe suponer la reducción de los salarios.[85]
Reducción de la semana laboral y la jornada laboral
La reducción de la semana laboral y la jornada laboral aumentaría la salud de los trabajadores, reduciendo el estrés, causante de muchas enfermedades, entre otras las enfermedades mentales, y por tanto disminuyendo las bajas laborales, consiguiendo además una productividad similar.[86][2]
Semana laboral de 7 a 5 días
La semana de labor tradicional y anterior a la revolución industrial era básicamente de 6 días, con 1 de descanso (viernes, sábado o domingo dependiendo de las distintas culturas y religiones). Durante la revolución industrial en Gran Bretaña y otros países la semana laboral alcanzó los 7 días sin descanso alguno. Así ocurre actualmente en numerosos lugares del mundo donde el trabajo a destajo y la falta de derechos hace que no exista pausa diaria de trabajo.
El primer paso para la reducción de la semana de 6 días fue, en los países occidentales, la implantación del fin de semana inglés que unía la tarde del sábado al domingo (1 día y medio de descanso). La extensión de una sociedad de consumo que requiere tiempo para las compras y el gasto en ocio ha generalizado en buena medida y en todo el mundo la semana laboral de 5 días; de lunes a viernes en los países de tradición cristiana y judía (fin de semana el sábado y domingo); de domingo a jueves en la mayoría de países musulmanes (fin de semana el viernes y sábado).
En Venezuela, desde mayo de 2013, como señala el Artículo 173 de la nueva Ley Orgánica del Trabajo de los Trabajadores y Trabajadoras (LOTTT) señala que la semana laboral será de 5 días y 2 días de descanso (40 horas semanales). Anteriormente la semana laboral era de 6 días de trabajo y un día de descanso (44 Horas semanales).[87]
Semana laboral de 36 horas en 3 días laborables
El empresario mexicano Carlos Slim defiende "Una jornada laboral de 12 horas, tres días a la semana y jubilación a los 75 años". Considera que para dar cabida a más trabajadores y ante el aumento de la productividad por implantación de la inteligencia artificial permitiría trabajar 3 días a unos trabajadores, otros 3 a otros durante jornadas de 12 horas pero con una jubilación a los 75 años dada la esperanza de vida.[88][89]
Semana laboral de 34 horas
Desde 'Banatu Taldea' que asume el punto de vista decrecentista, las propuestas de reducción de la jornada laboral, con el objetivo de repartir el trabajo y disminuir el impacto medioambiental, se consideran imprescindibles ya sea a 34 horas laborales semanales como a 32.[1][90][91] El partido político español Podemos incluyó en su programa electoral de 2019 fijar en 34 horas semanales, frente al máximo de 40, la jornada de trabajo semanal.[92]
Una de las propuestas para la reducción del tiempo de trabajo es la implantación de la semana laboral de 4 días -Four-day workweek, en inglés- (ya sea de lunes a jueves; ampliando el descanso al miércoles o a la carta -para empleador y empleado-) que exigiría tanto cambios en la producción -redistribución semanal de turnos- como en la vida ordinaria -entre otros, ajustes de horarios escolares-. Sus defensores creen que supone un avance real en las mejoras laborales más palpable y claro que las escasas reducciones horarias repartidas durante cada día y que suelen acompañarse de reducción de sueldo y no crean empleo. En su favor también se argumenta la reducción del consumo de combustible al disminuir los desplazamientos al trabajo.[93][94] También, desde la gestión de recursos humanos y hablando del trabajo flexible se habla de la semana laboral de 4 días e incluso 3 pero con un mantenimiento del horario laboral semanal (en vez de 8 horas diarias se trabajarían 10).[95] El debate sobre la reducción de la jornada laboral, con la propuesta básica de 32 horas o 4 días se está realizando tanto por gobiernos como empresas y trabajadores en todo el mundo ante los problemas de empleo, productividad, conciliación, salud y ecología.[10] En todo caso se habla de reducir las jornadas de trabajo o el tiempo de trabajo pero sin reducción de los salarios.[85]
En 2017 la socióloga alemana Jutta Allmendinger declaró que la instauración de las 32 horas semanales, con el objeto de reducir las jornadas máximas -normalmente realizadas por hombres- permitiría aumentar las jornadas parciales de aquellos que quieren trabajar más -normalmente mujeres-.[98] El escritor Owen Jones también defiende la semana laboral de 4 días laborables y considera que tiene repercusiones muy positivas para reducir el desempleo y la precariedad, abordar problemas de salud, aumentar la productividad, ayudar al medioambiente, mejorar la vida familiar, potenciar que los hombres contribuyan más a las tareas domésticas y hacer más feliz a la gente.[99] El sindicato más importante de Alemania, IG Metall, reclama la semana laboral de 28 horas (4 días laborables de 7 horas) para los trabajadores por turnos y aquellos al cuidado de terceros.[100]
En 2020 la reducción de la semana laboral a 4 días se vio como una buena solución para reducir la presencialidad en el trabajo y también como solución al aumento del desempleo ante la pandemia de COVID-19.[103][104]
En 2020, en España, la propuesta del partido político Más País de 4 días laborables (32 horas) fue rechazada en su totalidad si bien se plantean medidas para probar la propuesta y que se reduzcan las horas totales anuales.[105] La Generalidad Valenciana incluyó en los Presupuestos de 2021 una partida destinada a subvencionar a empresas que reduzcan la jornada laboral a cuatro días o 32 horas semanales de trabajo sin que ello comporte una reducción de sueldo para sus trabajadores. La empresa de JaénSoftware DelSol mantiene una jornada de 36 horas en invierno y 28 horas en verano.[106][107][1]
En España, en 2021 el partido político Más País pactó con el Gobierno un programa piloto para reducir la jornada laboral, en concreto una partida de 50 millones de euros para ayudas a empresas que quieran aumentar su productividad disminuyendo la jornada a 32 horas.[108] Hasta 250 empresas ensayarán la reducción de la jornada laboral o el trabajo cuatro días.[109][110][111]
En febrero de 2022 el primer ministro de Bélgica, el liberalAlexander de Croo comunicó el acuerdo para la reforma del mercado laboral por el que se puede concentrar la semana laboral en cuatro días así como potenciar un régimen de horario semanal variable con el objeto de aumentar la tasa de empleo al 80% para 2030, en 2022 la tasa se situaba en el 71%. No supone una reducción de jornada sino una acumulación de la jornada de 5 días en 4.[114][115]
El 27 y 28 de mayo de 2022 se celebró la Cumbre Internacional de la Semana de Cuatro Días ('Four Day Week International Summit') en Valencia, España.[116][117] Asistieron, entre otros, Charlotte Lockhart de la organización 4 Day Week Global, John McDonnell del Partido Laborista del Reino Unido y Sophie Jaenicke, del sindicato alemán IG Metall.
[118][119]
En el Reino Unido 60 empresas con 3.000 trabajadores probarán durante 6 meses (de junio a noviembre de 2022) la semana de cuatro días laborales sin reducción de salario. Finalizada la prueba se evaluará la productividad. El Congreso de Argentina aprobó dos propuestas similares para evaluar posteriormente los resultados.[120]
En mayo de 2022 en Portugal se aprobó por el Parlamento, a propuesta del partido de izquierdas 'Livre', el proyecto para ensayar una semana laboral de cuatro días. Supone la promoción y financiación de un proyecto piloto que pueda estudiar formas de aumentar la productividad, modelos diferentes de organización empresarial o estudiar formas mixtas de teletrabajo.[121]
En junio de 2022 se dio a conocer la oferta de Telefónica España a todos sus empleados que voluntariamente se quieran acoger a la semana laboral de cuatro días pero con reducción de sueldo proporcional si bien la empresa compensa un 20% de dicha reducción. Los trabajadores y los sindicatos siguen reivindicando el día no trabajado acabe siendo retribuido cuando se compruebe la eficiencia y productividad de la propuestas.[122][123][124]
Semana laboral de 30 horas
La organización sindical española Confederación Nacional del Trabajo (CNT) promueve la reducción de tiempo de trabajo a 30 horas semanales sin reducción salarial. Para esta organización el reparto del trabajo reduciría el desempleo y mejoraría el reparto de la riqueza existente.[125] También la Confederación General del Trabajo (CGT) promueve la reducción de la jornada laboral.[126][127]
En Argentina en el año 2017 el Frente de Izquierda defendió en campaña electoral el lema 6 horas de trabajo, 5 días, para que todos tengan trabajo, sin rebaja salarial y que el mínimo cubra la canasta familiar.[128]
Una semana laboral de 21 horas podría ayudar a enfrentar varios problemas relacionados y urgentes: sobre trabajo, desempleo, hiper consumo, altas emisiones de carbono, bajo bienestar, desigualdad, y sobre todo la falta de tiempo para vivir de manera sostenible y de cuidar de nuestros seres queridos, o simplemente de disfrutar la vida.[131] La New Economics Foundation (NEF) presentó un informe en 2010 en el que considera, a la vista del promedio de horas trabajadas por semana para la población económicamente activa, suficientes y satisfactorias 21 horas de trabajo semanal.[132] En el mismo tipo de argumentación que la NEF estáría James Vaupel quien, desde la demografía, considera que el aumento de la longevidad traerá importantes cambios de vida que tendrán una repercusión en la disminución de las horas de trabajo.[133]
Semana laboral de 20 horas - Jornada de 4 horas
Los argumentos para una jornada laboral de 4 horas -diarias- se remontan a las propuestas de André Gorz;[134] y a los planteamientos de Jon Bekken.[135] Dichos argumentos son, principalmente, el aumento de la productividad y en el estancamiento de las reducciones de la jornada laboral desde 1886, cuando se logró la jornada de 8 horas.
Semana laboral de 15 horas
Rutger Bregman, en su libro Utopía para realistas, propone, siguiendo las previsiones que hizo en 1930 John Maynard Keynes, la semana laboral de 15 horas ya sea reduciendo la jornada diaria a 3 horas durante 5 días o reduciendo la semana laboral a 3 días trabajando 5 horas diarias. Según el autor los incrementos de la productividad, la automatización y robotización llevarán tarde o temprano a ese escenario. Además, señala, muchos de los 'considerados trabajos' actualmente son improductivos por lo que el trabajo realmente productivo se ha reducido radicalmente y se sigue reduciendo. El autor defiende además la renta básica universal y un mundo sin fronteras.[136][137]
Para autores como Enric Sanchis en la esencia del capitalismo está la generación de desigualdades sociales que fueron moderadamente mitigadas durante la etapa fordista -pacto keynesiano posterior a la Segunda Guerra Mundial- pero que comenzaron a desbocarse desde la década de 1980 y que no han parado de crecer. Estas desigualdades son cada vez mayores y fragmentan la sociedad dejando una élite muy rica, una parte de la población trabajando cada vez en peores condiciones y otra en la más absoluta pobreza.[138]
En el taylorismo digital se aprecian dos procesos unidos: la disminución de la carga de trabajo -y por tanto de puestos de trabajo- por la informatización y digitalización de procesos junto a la deslocalización y abaratamiento del trabajo cualificado.
Los autores Brown, Lauder y Asthton denominan taylorismo digital a la organización global del denominado trabajo de conocimiento propio de la revolución informática o tercera revolución industrial que es sometido al mismo proceso de gestión de organización científica que en su día sufrieron los denominados trabajos artesanales -taylorismo-.[139][140]
El taylorismo digital somete a las tareas, hasta hace poco consideradas no mecanizables -de carácter creativo, intelectual-, propio de las clases medias y muchos profesionales, al mismo destino que las artesanales. Dichas tareas son codificadas y digitalizadas consiguiendo que la capacidad humana de decisión y juicio pueda ser sustituida por programas informáticos con protocolos de decisión establecidos. Además, por su facilidad de deslocalización y movilidad técnica de los procesos -propia de las conexiones globales informatizadas- los empleos son fáciles de exportar, cambiar y sustituir.[139]
Son los países desarrollados los que más van a sufrir el taylorismo digital ya que las tareas informatizables aumentan día a día y es en los países en desarrollo y subdesarrollados donde se encuentran salarios cada vez más bajos.[139][141][142]
Post-capitalismo, sociedad post-trabajo, decrecimiento, renta básica y trabajo garantizado
Alex Williams y Nick Srnicek en su libro Inventing the Future. Postcapitalism and a World Without Work, defienden que la sociedad dorada del capitalismo ha pasado y que nos aproximaríamos a una sociedad postcapitalista, en la que el concepto tradicional de trabajo estaría obsoleto y pronostican la necesidad de una renta básica.[143] Paul Mason incide en el punto de vista anterior al afirmar la imparable automatización de los procesos productivos con la consiguiente liberación de la necesidad de trabajar para los seres humanos, al menos como hasta ahora se ha entendido, y por tanto con una reducción drástica de la jornada laboral.[72][144]
James Livingston, autor del libro de 2016 No More Work: Why Full Employment is a Bad Idea, plantea la dificultad de asimilar los cambios profundos que supone la desaparición del trabajo tal como lo hemos conocido desde 1650 hasta ahora -pieza central de la sociedadad y sus valores-.[145]
Para Daniel Raventós el trabajo no dignifica al ser humano, lo que lo hace digno es una existencia material garantizada o mínima. El autor defiende la Renta Básica Universal (RBU) como solución más idónea para una realidad postindustrial, de alto desempleo donde ciertos sectores están fuera del mercado de trabajo.[146] Para Miya Tokumitsu, autora del libro "Do What You Love and Other Lies About Success And Happiness" ("Haz lo que amas y otras mentiras sobre el éxito la felicidad"), el mito del amor al trabajo está vinculado con la ética protestante, y con la autoobligación de trabajar mucho sin manifestar cansancio ni esfuerzo de tal forma que ante fenómenos como la precariedad laboral o la explotación el individuo se ve obligado a convertir la frustración de esa realidad social en un problema personal, de fracaso y donde la única respuesta es la autosuperación en lugar de la acción colectiva o política. La obligación de identificar trabajo e identidad sería perniciosa.[147]
Desde el punto de vista del decrecimiento se defiende el reparto del trabajo frente a la renta básica que se situaría en el contexto tradicional del crecimiento económicocapitalista y no resolvería los problemas de la sociedad actual.[150][1]
El antropólogo y economista David Graeber, en su libro Trabajos de mierda apuesta por la renta básica como la mejora solución para resolver el exceso de puestos de trabajo innecesarios e independizar el trabajo del sustento económico.[71][151]
Posicionamientos ante la reducción de la jornada laboral
En Venezuela la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras de República Bolivariana de Venezuela, firmada por el presidente Hugo Chávez, el 30/03/12, establece:
“Pago del bono nocturno. Artículo 117. La jornada nocturna será pagada con un treinta por ciento de recargo, por lo menos, sobre el salario convenido para la jornada diurna. […] Límites de la jornada de trabajo. Artículo 173. La jornada de trabajo no excederá de cinco días a la semana y el trabajador o trabajadora tendrá derecho a dos días de descanso, continuos y remunerados durante cada semana de labor. […] Progresiva disminución de la jornada de trabajo. Artículo 174. Se propenderá a la progresiva disminución de la jornada de trabajo dentro del interés social y del ámbito que se determine y se dispondrá lo conveniente para la mejor utilización del tiempo libre en beneficio del desarrollo físico, espiritual, cultural y deportiva de los trabajadores y trabajadoras, según lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.[…]”
En Argentina el presidente argentino Macri, líder de la alianza electoral integrada por la Unión Cívica Radical, declaró en contra de la reducción de la jornada laboral:
“En la puerta de la Casa de Tucumán, el presidente Mauricio Macri ofreció su discurso por el Bicentenario argentino […] En referencia a los trabajadores, Macri consideró […] que ‘cada vez que un gremio consiguió reducir la jornada laboral todos los argentinos lo estamos asumiendo como parte de un costo, y no está bien’.”[152]
En la política laboral argentina existen proyectos de Ley de reducción de la jornada laboral general -no solamente por insalubridad- provenientes de parlamentarios del Frente para la Victoria (FPV), es decir, el frente político encabezado por el Partido Justicialista (PJ) (por ejemplo, Senador Osvaldo Ramón López,[153] Diputado Héctor Pedro Recalde ,[154] Senador Daniel Pérsico ,[155] etcétera).
En 2017 el Frente de Izquierda defendió el lema 6 horas de trabajo, 5 días, para que todos tengan trabajo, sin rebaja salarial y que el mínimo cubra la canasta familiar.[128]
Situación actual
En 2019 la Cámara de Diputados del Congreso chileno aprobó el proyecto de reducir la jornada laboral en el país de 45 a 40 horas semanales[156][157][158][159][160] a pesar de tener la segunda jornada laboral más extendida de la OCDE Chile aparecía entre las 10 economías con menor expansión productiva un trabajador en el país genera US$ 27 ($19.200 al cambio actual), en 1.941 horas trabajando.[161]
Históricamente la reivindicación de la reducción de la jornada de trabajo, fundamentalmente mediante huelgas, ha conseguido reducir significativamente el horario del trabajador (de 14 a 12, de 12 a 10, de 10 a 8 horas diarias; de 7 días semanales a 6, de 6 a 5 y medio y a 5 días) para lo que es necesario que se vea reflejado en las legislaciones laborales internacionales y nacionales. No obstante, a pesar de la legislación, el incumplimiento en muchos países es amplio. Conseguir nuevas reducciones de la jornada de trabajo sigue teniendo como factor clave la reducción legal que obliga a gobiernos, empresas y trabajadores pero también los procesos que se están llevando a cabo en distintos países y empresas, con acuerdo de los trabajadores y en algunos casos con la financiación de los gobiernos para adecuar la reducción a las características concretas del sector. Así, si se reduce la jornada sin reducción de salario debe aumentarse la productividad lo que implica cambios organizativos y de formación importantes. Si hay que tener en cuenta los objetivos empresariales también deben considerarse los objetivos sociales y ecológicos que aportan beneficios para los trabajadores y para toda la sociedad.[168]
Aznar, Guy; Alain Caillé; Jean-Louis Laville; Jacques Robin; Roger Sue. "Hacia una economía plural". "Un trabajo, una actividad, una renta para todos". Miraguano Ediciones-Grupo Promocions, 1999, ISBN 84-7813-185-X.
Jáuregui, Ramón; Francisco González de Lena; Juan Ignacio Moltó García. "Un futuro para el trabajo en la nueva sociedad laboral". Tirant lo Blanch, 2004, ISBN 9788480027953, 565 págs.
Tokumitsu, Miya, "Do What You Love and Other Lies About Success And Happiness" ("Haz lo que amas y otras mentiras sobre el éxito la felicidad"), Editorial Regan Arts, 2015.
Weeks, Kathi, El problema del trabajo. Feminismo, marxismo, políticas contra el trabajo e imaginarios más allá del trabajo, Traficantes de sueños, 2020, ISBN 978-84-122762-2-0.[172]
↑Guy Aznar, Alain Caillé, Jean-Louis Laville, Jacques Robien, Roger Sue. Hacia una economía plural, Un trabajo, una actividad, una renta para todos. Miraguano ediciones, Grupo promocions, 1999, ISBN 84-7813-185-X
↑Kaufman, Michael, Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre los hombres Versión revisada del artículo Men, Feminism, and Mens's Contradictory Experiences of Power, publicado en Harry Brod & Michael Kaufman, editores, 'Theorizing Masculinities', Thousand Oaks, Sage Publications, 1994, pp. 142-165. La versión en castellano fue publicada en Luz G. Arango, Magdalena León, Mara Viveros (comp.), Género e identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino, Bogotá, Tercer Mundo, 1995, pp. 123-146).
↑Adaptado de A.Maddison, The World Economy. A Millennial Perspective, OCDe, París, 2011; A.Maddison, The World Economy: Historical Statistics, OCDE, París, 2003; Naciones Unidas, World Populations Prospects, The 2004 Revision, Nueva Yordk, 2005; A. Maddison, Phases of Capitalist Development, Oxford University Press, Oxford, 1982.
↑Aznar, Guy, Alain Caillé, Jean-Louis Laville, Jacques Robin, Roger Sue, Hacia una economía plural. Un trabajo, una actividad, una renta para todos, Miraguano Ediciones-Grupo Promocions, 1999, ISBN 84-7813-185-X, pag. 65 y ss.
↑Véase pág. 119 y ss. en Rutger Bregman, Utopía para realistas, Salamandra, 2017, ISBN 978-84-9838-799-5
↑García Escudero, Eduardo (25 de junio de 2017). «El regreso de la utopía». Amberes. Revista Cultural (eldiario.es). Consultado el 10 de octubre de 2017.
↑Enric Sanchis, Trabajo y paro en la sociedad postindustrial, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2011, ISBN 978-84-9004-105-5, pag. 318-323
↑Número de Expediente 2540/17, Bloque: PJ Frente para La Victoria, Partido por el que ingresó: Alianza Frente para la Victoria, Período 10/12/2011 - 09/12/2017, sitio oficial del Senado de la Nación Argentina