Purismo es una denominación historiográfica, que como varias otras posibles (plateresco purista, grecorromano, estilo Príncipe Felipe, casticismo purista o fase serliana),[1] designa a una fase inicial de la arquitectura renacentista española, que se desarrolló entre 1530 y 1560, posteriormente al estilo Reyes Católicos (estilo isabelino o estilo Cisneros) y previamente a la arquitectura herreriana del último tercio del siglo XVI. Su identificación o no con el concepto genérico de plateresco (término en el que se engloba la transición entre el gótico final y el renacimiento inicial) es objeto de debate. La denominación "Príncipe Felipe" se refiere al periodo en el que Felipe II de España (nacido en 1527) aún no había recibido la herencia de la Monarquía Hispánica por abdicación de su padre el emperador Carlos V (1556). La denominación "serliana" se debe al influyente arquitecto y tratadista Sebastiano Serlio (además de al elemento arquitectónico denominado serliana en su honor). Lo grecorromano, lo casticista y lo purista se refieren a la interpretación que se da a distintos elementos constitutivos del estilo, sean intelectuales, formales, estructurales o decorativos. Hasta entonces, los tratadistas de la época denominaban a las formas clasicistas del Renacimiento italiano como lo romano (Diego de SagredoLas Medidas del Romano, 1526), mientras que a las formas tardogóticas eran denominadas lo moderno.[2] Para la periodización estilística más habitual en la historiografía del arte, a esas alturas del siglo XVI el Cinquecento ya había entrado en su fase manierista, mientras que para el arte español se suele utilizar la expresión Alto Renacimiento (reservando la expresión Bajo Renacimiento para el último tercio del siglo).
Frente al recargado decorativismo del plateresco, el purismo buscó formas más sencillas y depuradas, en una línea sobria y clásica, de equilibrio y perfección técnica, atendiendo más a las cuestiones estructurales y a la armonía de proporciones. Los arquitectos tienen mejor preparación y formación, gracias a la publicación de varios tratados teóricos como Medidas del Romano, de Diego de Sagredo (Toledo, 1526), primer tratado renacentista escrito fuera de Italia, que remarca la preponderancia de la proporción y la correcta disposición de los elementos por sobre la decoración.
El purismo se caracterizó por el uso de bóvedas ovaladas o de cañón, arcos de medio punto, cúpulas de media naranja y decoración esculpida reducida a pequeños espacios estratégicos, valorándose el espacio liso como exponente de esta nueva estética más pura y armoniosa. En general, el aspecto de la arquitectura purista es de equilibrio y monumentalidad, frente a la aparente fragilidad y al decorativismo del plateresco.
Obras
Las principales muestras del estilo se encuentran en Castilla y Andalucía.
En Granada trabajó también Pedro Machuca, autor del Palacio de Carlos V en la Alhambra (iniciado en 1528 e interrumpido a la muerte del arquitecto en 1550). La planta comprendía un patio circular y una capilla octogonal, que no llegó a construirse. El patio, de influencia bramantesca, es una las obras maestras del purismo y de la arquitectura renacentista española, ejemplo de equilibrio y perfección clásica, con dos pisos con columnas de orden dórico-toscano (el inferior) y jónico (el superior).
Otro gran exponente del purismo andaluz fue Andrés de Vandelvira, de estilo personal que se encaminaba ya al manierismo. Una de sus características fue el uso de bóvedas vaídas, como en la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda (1536) –proyecto iniciado por Siloé, con quien Vandelvira trabajó en sus inicios–. Su gran obra fue la Catedral de Jaén (iniciada en 1540), de planta rectangular, con pilares inspirados en la Catedral de Granada. Es de remarcar en esta obra la Sacristía, con dobles entablamentos y superposición de arcos de estilo manierista, aunque de gran simplicidad estructural. Otras obras suyas fueron: la Capilla de San Francisco (1546); la Torre del Tardón en Alcaraz (1555); los palacios de Vela-Cobos (1561) y Vázquez de Molina (1562) y el Hospital de Santiago (1562-1575), todos ellos en Úbeda. La obra de Vandelvira dejó una gran huella en la arquitectura posterior, sobre todo en Andalucía, Murcia y Alicante.
Azcárate Ristori, José María de; Pérez Sánchez, Alfonso Emilio; Ramírez Domínguez, Juan Antonio (1983). Historia del Arte. Anaya, Madrid. ISBN 84-207-1408-9.