El Festival de la Solidaridad Americana (luego recordado como Festival de la Solidaridad Latinoamericana), fue un festival de rock realizado en Buenos Aires el 16 de mayo de 1982, durante la guerra de las Malvinas, que reunió al menos unas 70 000 personas, con el fin de reclamar paz, fortalecer la solidaridad hispanoamericana y reunir vituallas para los soldados en el frente.
El festival tuvo un gran impacto histórico y cultural, abriendo un período de masificación del rock argentino, luego de ser perseguido y sospechado durante la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional. El acontecimiento ha dado lugar a un fuerte debate sobre la significación de la participación de los músicos y el público en el Festival de la Solidaridad.
En 1982, la dictadura venía sufriendo el acoso de una militancia política, sindical y social cada vez más masiva. En ese contexto, el 2 de abril, el gobierno cívico-militar, tomó la decisión de ocupar las Islas Malvinas. El hecho tuvo un enorme y complejo impacto en Argentina, de aristas contradictorias. Por un lado llevó a la Guerra de Malvinas (que se extendió hasta el 14 de junio), con su secuela de jóvenes muertos y mutilados, improvisación y derrota. Por otro lado desarticuló las alianzas y la ubicación cultural de Argentina en el mapa mundial, alejándola de Estados Unidos y Europa, y acercándola a Iberoamérica y los países del sur, a la vez de llevar al colapso de la dictadura y abrir el camino a la recuperación de la democracia.
En ese contexto, el "rock nacional" argentino, reprimido y sospechado, tendría una explosión de popularidad y difusión masiva por los medios de comunicación, en la que el Festival de la Solidaridad sería uno de los principales acontecimientos.
Una de las primeras medidas luego de la ocupación de las Malvinas, fue la prohibición dictatorial a los medios de difundir música en inglés. Eso tuvo consecuencias imprevistas porque -debido al dominio anglosajón del mercado musical-, las radios, se encontraron casi sin material para transmitir. Eso los llevó a difundir música en español, inhabitual antes de 1982, descubriendo que el rock nacional (y el llamado "folklore") tenía una gran capacidad y una enorme producción marginada de los circuitos comerciales y de los medios con mayor difusión.
Las radios no tenían qué carajo difundir (al haberse prohibido la música cantada en inglés), y ahí empezó a gestarse una sobredosis de grabaciones en español, entre las cuales cayeron buenos artistas de rock argentino, artistas mediocres de rock argentino, y artistas arribistas y horribles de rock argentino.
La difusión masiva de música en español por los medios de comunicación, aumentó en pocos días la adhesión popular al rock nacional, sobre todo entre los jóvenes, y las discográficas y los artistas se vieron desbordados.[1]
Si hay un suceso político que impacta notoriamente en la vida y desarrollo posterior del rock en español es la Guerra de Malvinas, librada entre Argentina y Gran Bretaña en el año 1982. Es muy curioso que, a partir de ese momento, el rock argentino tiene una oportunidad inédita de renacer y ser promovido como nunca antes.[2]
El festival
El festival fue organizado por los principales productores del rock argentino: Daniel Grinbank, Pity Yñurrigarro, Oscar López y Alberto Ohanian, entre otros. Se organizó para ser realizado en el Estadio Obras Sanitarias, que ya se perfilaba como "templo del rock", con una capacidad para 4.700 personas. Pero la demanda de entradas desbordó los cálculos iniciales, que dos días antes los organizadores decidieron realizar el recital en el campo de rugby y hockey sobre césped del Club Obras Sanitarias, anexo al estadio, que había sido ofrecido gratis por el club.
El 16 de mayo de 1982, día de lluvia, asistieron más de 60.000 jóvenes. La entrada era una prenda de abrigo, cigarrillos o alimentos no perecederos, para ser enviados a los soldados en las Islas.
El recital fue transmitido completo y en directo por un canal de televisión, el Canal 9 y dos radios de máxima audiencia, las FM de Radio del Plata y Radio Rivadavia.[1]
El recital duró cuatro horas y comenzó a las 17. Los picos más altos del festival fueron «Sólo le pido a Dios», un tema censurado que León Gieco había compuesto cuatro años antes cuando las dictaduras argentina y chilena casi llevan a ambos países a la guerra, que quedó como canción emblema de ese momento histórico, «Rasguña las piedras» de Sui Generis, cantado por Charly García y «Algo de paz», tema de Raúl Porchetto, también censurado.[3] Parte de la lista de canciones y los músicos que las interpretaron fue la siguiente:
Algunos músicos como Virus y Los Violadores, se negaron a participar del recital, porque consideraban que significaba apoyar a la dictadura y la guerra.[1]
Declaraciones
Raúl Porchetto, una de las figuras destacadas del festival, que cantó el anteúltimo "Algo de paz", cuenta lo siguiente
En plena guerra se hace el Festival de Solidaridad, que se cierra con "Algo de paz".
A mí, antes de subir, un coronel con una 45 me dice, "Che, Raúl, hoy no es para cantar «Algo de paz», no sé si entendés o quieres que te haga entender". Yo subí con un miedo bárbaro, pero al final la terminé cantando, y esa imagen dio la vuelta al mundo, 60 mil tipos jóvenes cantando aquella canción. Por eso cuando alguien me dice que el Festival de la Solidaridad fue una colaboración, yo pienso, «la ignorancia es atrevida».[1]
Cuando nos propusieron hacer ese show, la idea principal era cobrar entrada, pero nos opusimos porque no queríamos que, con ese dinero, se comprara ni una sola bala.
Así fue que la entrada constó solo de frazadas, chocolates y otros insumos para los soldados.
Cuando supimos que nada de lo que recaudamos llegó a Malvinas no nos sorprendimos, si se habían quedado con tantas vidas, ¿cómo no se iban a quedar con los chocolates?[4]
Lo del Festival de la Solidaridad fue un invento de los managers del rock para hacer algo con el tema. Todo el mundo estaba participando pero el rock no quería formar parte del circo que fue lo de la guerra. Hasta que en un momento se decidió que había que aportar, pero no desde el triunfalismo, sino desde la paz. Al menos esa era mi posición.
Me llamaron para cantar «Sólo le pido a Dios», un tema que los colimbas cantaban en las Malvinas y solamente por eso fui. Pero me sentí muy mal, es el único recuerdo que tengo. No me acuerdo de los detalles ni de los otros músicos, ni de la gente que fue. Solamente me acuerdo de una sensación horrible y de los pibes de 18 años.
Por lo demás, siempre me importó un carajo el tema del nacionalismo planteado en estos términos o la preocupación por dos islitas de mierda perdidas en el mar. Lo único en lo que pensaba mientras cantaba «Sólo le pido a Dios», era en los pibes que estaban pasando hambre y frío sin posibilidades de hacer nada.
Cuando terminó la guerra y supe que la comida no les llegaba, que los torturaron por robar un poco de comida o que los chocolates que la gente donaba en Buenos Aires, aparecían en kioscos de Rosario confirmé todo lo que sospeché en ese momento.
Me di cuenta que los militares argentinos no sirven para nada, ni siquiera para la guerra. Y que la única vez que consiguieron un triunfo, por así decirlo, fue cuando torturaron y mataron a los indefensos, a los que no tenían más armas que la palabra o las ideas: los desaparecidos.
León Gieco (Finkelstein, Oscar (1994). León Gieco, Crónica de un sueño. Buenos Aires: AC Editora.)[5]
A mí no me copaba ni medio ir a ese festival. Pero es como cuando tenés un amigo enfermo: aunque no te guste el hospital tenés que ir. Porque pese a todo el bullshit, los pibes que estaban peleando eran reales y bien podría haber sido uno mismo Estar en ese festival era una forma de hacerles el aguante a ellos y no a los milicos. Había que estar.
Creo que fue una propuesta a todos los grupos en general, que nosotros sentimos como muy desagradable. No tenía nada que ver con nada, de repente éramos enemigos de los Beatles. Se trató de hacernos creer que era para ayudar a la recuperación de las Malvinas, pero terminó siendo un fraude.
Nosotros queríamos que se terminara la guerra, que no tenía sentido más allá de que creyéramos que las islas son argentinas. Mandar a los chicos allá y subirte a un escenario para especular, era horroroso... Lamentablemente, el momento no dio para decir todo esto, porque si decías algo, te daban un palazo en la cabeza.
Era todo muy confuso: uno también pensaba que a lo mejor los chicos podían zafar y sacarlos a la mierda a los ingleses, y tampoco éramos tan consciente como ahora de lo que pasaba.
Lo mejor que pudo pasar es que se terminara la guerra. Pero entiendo que a más de uno le vino bien aquel festival porque no tocaba ni en la cocina de su casa, y cuando les ofrecieron tocar se transformaron en los ‘héroes de Malvinas’. (Sánchez Fernando y Riera Daniel (1994). Virus una generación. Buenos Aires: Sudamericana.)[5]
Daniel Grinbank, uno de los organizadores dijo lo siguiente:
El de Malvinas, contrario a lo que se supone fue un festival pacifista. Ningún músico habló de soberanía ni de imperialismo.
Yo sabía que querían utilizarlo, y sabía lo que podía ganar y lo que podía perder. Pero acceder a la Cadena Nacional diciendo `Algo de paz ́ en plena euforia belicista me pareció muy valioso. (Sánchez Fernando y Riera Daniel (1994). Virus una generación. Buenos Aires: Sudamericana.)[5]
↑ abcFlachsland, Cecilia (marzo de 2007). «Una banda de sonido para Malvinas». Comisión Provincial por la Memoria (Revista Puentes Año 7, Número 20, marzo 2007. Archivado desde el original el 21 de febrero de 2014. Consultado el 17 de septiembre de 2012.