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Los crímenes de guerra alemanes se refieren a los innumerables crímenes de guerra ordenados, organizados o tolerados por distintos gobiernos de Alemania, tanto en la Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial.
Entre los crímenes de guerra Alemanes, el más notable de ellos es el Holocausto, en el que millones de personas fueron asesinadas o murieron a causa de abusos y malos tratos. El 60% de ellos (aproximadamente 6 millones)[cita requerida] eran judíos. Además, millones de otras personas no judías también murieron como resultado de acciones alemanas en los dos conflictos. El verdadero número de víctimas nunca se sabrá, ya que gran parte de las evidencias fueron destruidas por los perpetradores, ya por la quema de los cuerpos, el asesinato de testigos y la destrucción de la documentación, en un intento de ocultar los crímenes.
El genocidio herero y namaqua es considerado el primer genocidio del siglo XX.[2][3][4][5][6] Tuvo lugar entre 1904 y 1907 en África del Sudoeste Alemana, actual Namibia, durante la llamada carrera por África.
El 12 de enero de 1904, los herero, dirigidos por Samuel Maharero, se rebelaron contra el dominio colonial alemán. En agosto, el general alemán Lothar von Trotha los derrotó en la batalla de Waterberg y fueron llevados al desierto de Omaheke, donde la mayoría de ellos murieron de sed. En octubre, los nama también se rebelaron contra los alemanes solo para sufrir un destino similar.
En total, murieron de 24 000 a 100 000 hereros y 10 000 namas.[7][8][9][10][11] El genocidio se caracterizó por la muerte generalizada por el hambre y la sed, porque a los herero que huyeron de la violencia se les impidió regresar del desierto del Namib. Algunas fuentes también afirman que el ejército colonial alemán envenenó sistemáticamente los pozos.[12][13]
El gas venenoso fue introducido por la Alemania imperial, y utilizado posteriormente por todos los beligerantes en la guerra contra soldados enemigos, en violación de lo acordado en las Conferencias de la Haya de 1899 y 1907, que prohibían explícitamente el uso de «armas de envenenamiento o envenenadas» en guerra.[14][15]
En agosto de 1914, como parte del Plan Schlieffen, el ejército alemán invadió y ocupó la nación neutral de Bélgica sin advertencia previa explícita, violando así el Tratado de Londres de 1839, que el canciller alemán desestimó como un simple «trozo de papel», y la Convención de La Haya de 1907.[16] Durante los dos primeros meses de la guerra, los invasores alemanas aterrorizaron a los belgas, matando a miles de civiles y saqueando y arrasando decenas de ciudades, incluyendo Lovaina, que albergaba la universidad más importante del país, principalmente en represalia por la guerra de guerrillas belgas. Estos actos llevados a cabo por el ejército alemán violaban lo acordado por la Convención de 1907, que prohibía el castigo colectivo de civiles y el saqueo o destrucción de bienes civiles en territorio ocupado.[17]
El 16 de diciembre de 1914 tuvo lugar el ataque de la Marina Imperial alemana contra las ciudades portuarias inglesas de Scarborough, Hartlepool y Whitby, que resultó en 137 muertos y 592 heridos, y violó la sección novena de la Convención de La Haya de 1907, que prohibía bombardeos navales de ciudades indefensas sin previo aviso,[18] porque solamente Hartlepool se encontraba defendida por artillería costera.[19] Alemania era un firmante de la Convención.[20] Otro ataque tuvo lugar el 26 de abril de 1916 sobre Yarmouth y Lowestoft, pero en estos casos se trataban de bases navales importantes defendidas por artillería costera.[cita requerida]
Debido al bloqueo sobre las costas alemanas, las autoridades alemanas emprendieron en 1915 una guerra submarina sin restricciones en el mar del Norte. Así, se hizo caso omiso de las reglas de las presas navales, que habían sido reglamentadas por la Convención de La Haya de 1907, como las que requerían a aquellos que atacaban al transporte naval a advertirles para dar tiempo a la tripulación a abordar los botes salvavidas, la armada alemana no las tuvo en cuenta y hundía buques mercantes sin importar su nacionalidad, cargamento o destino. Tras el hundimiento del RMS Lusitania, el 7 de mayo de 1915, y la consiguiente reacción pública en varios países neutrales, incluyendo los Estados Unidos, los alemanes desistieron. Sin embargo, el 1 de febrero de 1917 reanudaron la estrategia y declararon que hundirían, sin previo aviso, a todo buque mercante, sin importar su nacionalidad. Tal fue la reacción de la opinión pública en los Estados Unidos, que dos días después el gobierno rompió relaciones diplomáticas con Alemania, lo que llevó, junto con el llamado telegrama Zimmermann, a declarar la guerra a Alemania a los dos meses.
Durante la Segunda Guerra Mundial, y tras ocupar Francia, los nazis incautaron la documentación de los Aliados sobre los crímenes de guerra alemanes perpetrados durante la Primera Guerra Mundial y también destruyeron monumentos que los conmemoraban.[21]
... debe trenerse en cuenta que, respecto las acciones contra ciudadanos de la fuerzas enemigas en tiempo de guerra, la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) prácticamente no añadió nada a lo que ya estaba cubierto por las leyes sobre guerras terrestres aceptadas a nivel internacional (desde la Convención de La Haya de 1899), las cuales requieren a una fuerza de ocupación a respetar «los honores y derechos de familia, las vidas individuales y la propiedad privada, además de las creencias religiosas y la libertad» de los ciudadanos enemigos. Sin embargo, las leyes no cubren, ni en tiempos de guerra ni de paz, las acciones de un gobierno en contra de sus propios ciudadanos (como en el caso de la persecución por parte de la Alemania nazi de los judíos alemanes). Y en los juicios de Núremberg, los tribunales desestimaron varios intentos de la fiscalía de elevar casos de atrocidades "domésticas" para poder juzgarlas como «crímenes contra la humanidad» según el derecho internacional. Telford Taylor[22]
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