Aunque el origen de esta colección proviene en buena medida de la herencia de los mecenas Thyssen, pues es complementaria a la anterior, el gusto coleccionista de la baronesa es previo. Con sensibilidad artística desde niña, es en torno a la década de 1960 cuando empieza a coleccionar de forma esporádica. Coincidiendo con el matrimonio con el barón Thyssen, Carmen Thyssen empieza a respaldar con su apoyo y opinión los proyectos de su marido, que giran en torno a una serie de exposiciones internacionales y a la compra de más obras, que los marchantes les ofrecen.
El punto de inflexión, a la hora de comenzar de forma seria su actividad coleccionista, se produce con el interés por el pintor norteamericano George Brown (1831-1913) y por Manuel Wssel de Guimbarda (1833-1907), nacido en Cuba y activo en Sevilla.[2] Álvarez Lopera apunta que es en 1987 cuando decide lanzarse al coleccionismo a gran escala.[3] Hasta entonces fueron solo compras casuales, siendo en su mayoría pintura de paisaje y costumbrista española del siglo XIX y comienzos del XX como Darío de Regoyos y Raimundo de Madrazo; o de su entorno como Josep Amat y el retratista Ricardo Macarrón. No se deja de lado el ya conocido criterio coleccionista del barón, de modo que la pareja adquiere obras de Jan Brueghel el Viejo, Constable y Monet. Esta implicación fue el germen de la trayectoria de Carmen como coleccionista.
La nueva Colección Carmen Thyssen toma como base un grupo de obras de arte que había quedado fuera del repertorio inaugural del Museo Thyssen-Bornemisza. Los barones Thyssen y el gobierno español habían seleccionado en 1987-88 un total de 775 obras de arte para la creación del museo de Madrid, que se inauguró el 8 de octubre de 1992. Este conjunto artístico se depositó inicialmente en el museo en régimen de alquiler, y en su selección se excluyeron múltiples obras: algunas por deseo de los prestadores, que deseaban reservarlas para sus casas, como el importante óleo Mata Mua de Paul Gauguin, y otras porque se entendió que -a pesar de su calidad- no resultaban imprescindibles.
Tras la cesión definitiva del repertorio del Museo Thyssen-Bornemisza a España en 1993, que suponía la estabilidad del núcleo fundamental de la colección, la familia Thyssen retuvo este segundo conjunto de pinturas y demás antigüedades, que (según relata la propia baronesa) se tasó para su reparto entre los diversos herederos del barón. Tras largos litigios el barón consiguió cerrar, poco antes de morir, un acuerdo de reparto, incluyendo como beneficiarios a Carmen y al hijo de esta, que él había adoptado (Borja Thyssen-Bornemisza). Ya antes del acuerdo Carmen había dado prioridad a las obras de arte, renunciando según relataría a joyas y otros bienes para obtener piezas artísticas en manos de otros herederos. Carmen Thyssen recordaba en 1998 que la herencia supuso una toma de conciencia a la hora de tomar el relevo del coleccionismo familiar, pues había miembros que no deseaban continuar con la labor de mecenazgo.[4] En este reparto pasan a la colección de la baronesa unas 125 pinturas, además de muebles, tapices, alfombras y esculturas, entre ellas cuatro grupos escultóricos de Rodin elaborados en mármol: La muerte de Atenas, Cristo y la Magdalena, El Sueño y El Nacimiento de Venus. Se exhiben actualmente en el atrio del museo de Madrid.[5]
A partir de 1994 se sucedieron las exposiciones con obras propiedad de Carmen Thyssen, tanto en España como en Europa y Asia. Esta política expositiva ha permitido conocer de forma exhaustiva la colección desde sus diferentes vertientes, a la vez que han jugado un papel fundamental en la preservación y difusión de la memoria histórica, preocupaciones del barón.[5] El perfil de la nueva colección insiste en algunas preferencias de los Thyssen, como los paisajes, aunque también da gran énfasis al Costumbrismo español, lo cual marca una clara diferencia respecto de la colección Thyssen clásica, formada en Holanda y Suiza según un gusto más ecléctico e internacional y en la cual el arte español era minoritario hasta Picasso.
Junto al perfil internacionalista de las obras adquiridas entre 1993 y 1996, la principal aportación de la baronesa fue su preocupación por recuperar la pintura española del siglo XIX y XX. Su interés por autores españoles figurativos como Sorolla, Ignacio Zuloaga, Romero de Torres, Darío de Regoyos y Olga Sacharoff coincidió con un repunte de éstos en el mercado del arte, fenómeno al que ella misma contribuyó. Así, pinturas adquiridas por ella a precios razonables en la década de 1990 vieron dispararse su estimación apenas diez años después. Pero a pesar de dicho éxito como inversión, la importancia de la colección es matizada por algunos expertos, quienes consideran que es más interesante como conjunto que por la calidad de cada pieza.
Miguel Fernández Cid a propósito de la colección manifestaba:«Carmen Cervera se detiene en el siglo XIX, pero su aportación es determinante: mira hacia lo español, rescata obras de primerísima importancia y la fuerza de su empeño sugiere que sin duda estamos ante el nacimiento de esa gran colección de arte español del XIX, tantas veces reivindicaba como postergada. Dicho con claridad: si durante años se habló de completar la oferta museística madrileña con un museo que redescubriese el XIX español, esta colección está llamada a realizar esa función»[6]
La extensión del Museo Thyssen-Bornemisza a dos palacios anejos pertenecientes a la familia Goyeneche se acometió en 2002-04 para albergar una selección de la colección de la baronesa en régimen de préstamo; si bien aportó también una planta entera más adecuada para muestras temporales. El propósito real de la ampliación era fusionar en una sola ordenación ambas colecciones, la Thyssen clásica y la nueva de la baronesa; pero la hijastra de Carmen Cervera, Francesca Thyssen-Bornemisza, miembro del Patronato del museo, se opuso y se optó por una solución intermedia: exhibir las colecciones separadas, y dejar para más adelante su posible fusión. Tras diversas prórrogas del plazo de préstamo y complejas negociaciones, en febrero de 2022 Carmen, su hijo Borja y el ministro de Cultura Miquel Iceta suscribieron un nuevo acuerdo de cesión, en forma de arrendamiento pagado (6,5 millones de euros anuales), que asegura para 15 años la permanencia de 330 obras de la colección [1]. Al hilo de este acuerdo, un despliegue de las mejores obras de este depósito se ha reubicado en la planta baja del Palacio de Villahermosa.
Paralelamente, y con mayor celeridad, se negoció y culminó la apertura del Museo Carmen Thyssen de Málaga. Inaugurado en 2011, este centro muestra una selección de obras españolas, en su mayoría andaluzas y de los siglos XIX y XX.
Contenido
La Colección Carmen Thyssen-Bornemisza no es tan sólida ni variada como la Thyssen histórica, si bien incluye piezas de épocas muy dispares que refuerzan notablemente esta última al exhibirse conjuntamente.[7]
De Simone Martini a 1600
Entre las piezas más antiguas e importantes, destaca la tabla San Pedro de Simone Martini, único ejemplo de dicho autor en España y acaso el último que subsiste en manos privadas en todo el mundo.[8] Se exhibe en el edificio principal, junto con la colección Thyssen de propiedad pública, al igual que un tapiz italiano del siglo XV, del taller de Rubinetto di Francia (Lamentación por Cristo muerto), y un relieve de Andrea della Robbia: San Agustín, realizado en terracota esmaltada.
La colección también incluye varias esculturas de madera, anónimas, francesas e italianas, y arcones italianos (cassone) tanto góticos como manieristas.
La pintura española de esta época tiene una presencia corta; a destacar una Santa Marina de Zurbarán, una pareja de lienzos religiosos de José Antolínez, La coronación de la Virgen de Bernardo Lorente Germán, una serie de cuatro lienzos de Francisco Barrera sobre Las estaciones del año y otros cuatro de tema religioso del menos conocido Jerónimo Ezquerra, de los que tres se exhiben en el museo de Málaga.
La estatua San Sebastián de Bernini, obra juvenil de 1615, se exhibe en el museo de Madrid de manera intermitente. Tras mencionarse durante años como perteneciente a Carmen Thyssen, en la exposición temporal Lágrimas de Eros (2009) esta escultura fue catalogada como prestada por Omicron Collections Ltd, sociedad radicada en el extranjero que consta como perteneciente a la misma baronesa; pero en diciembre de 2021 el director artístico del museo madrileño, Guillermo Solana, mencionó este mármol como «perteneciente a un hijo del barón» [2].
El mayor atractivo de toda la colección es, acaso, el lote de obras de Paul Gauguin, que incluye ocho pinturas como el lienzo Mata Mua y otras de diversas etapas. A ellas se suman un boceto en papel para el famoso Cristo amarillo y una cabeza modelada en gres por el mismo artista, de modo que conforman un repertorio que complementa la colección Thyssen principal, que solo cuenta con una pintura juvenil de Gauguin.
Tristemente una de las obras capitales de la colección, el gran paisaje La esclusa de John Constable, fue vendido por la baronesa, que alegó supuestas necesidades financieras, a pesar de que, según se ha publicado, figura entre las mayores fortunas de Suiza, con un patrimonio de entre 1.500 y 2.000 millones de dólares.[9] Se supone que dicha fortuna está mayormente invertida en arte, lo cual explica que la baronesa argumentara necesidades de liquidez. El lienzo de Constable, que había marcado un récord en pintura británica cuando lo adquirieron los barones en 1990, fue subastado el 4 de julio de 2012 por la firma londinense Christie's, alcanzando la cifra de 20 millones de libras esterlinas, unos 24,8 millones de euros (comisiones aparte).
siglo XX: del expresionismo a Morandi
El repertorio del siglo XX es más bien desigual y se detiene (al menos en su parte conocida) a mediados de siglo, aunque es generoso en artistas extranjeros muy cotizados, sobre todo de las tres primeras décadas.
En esta sección hay que citar las cuatro esculturas en mármol de Auguste Rodin que se exhibían en el atrio del museo madrileño[10] hasta su reciente reubicación en otras salas. Junto con otras dos piezas de Rodin ahora pertenecientes a Francesca Thyssen, fueron compradas por el II barón en 1956 a la otra rama de la saga Thyssen que las había heredado. Pertenecen a un lote de siete encargado directamente al artista por el patriarca August Thyssen hacia 1906-11.
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En junio de 2012, la baronesa y el MNAC de Barcelona anunciaron una significativa ampliación del préstamo de obras visible en dicho museo; pero en 2014 se rumoreaba que el proyecto no avanzaba debido a problemas de financiación. El vecino Palacio de Victoria Eugenia, uno de los pabellones de la exposición de 1929 que venían siendo utilizados por la Fira de Barcelona, iba a ser acondicionado para albergar pinturas de la baronesa; se supone que uniendo más a las actualmente visibles en el edificio principal.
También el proyecto de un museo con obras catalanas de Carmen Thyssen en San Felíu de Guixols parece estancarse. El 7 de enero de 2008, el Ministerio de Cultura de España anunció formalmente que la sección catalana de la colección se instalará en un recinto del Monasterio de Sant Feliu de Guíxols. A día de hoy, algunas pinturas catalanas se exhiben temporalmente en el MNAC de Barcelona, al igual que otras de siglos anteriores cedidas por el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. El 12 de enero de 2010 se presentó una recreación en 3D del futuro museo del monasterio, en un acto al que acudieron Carmen Cervera y el entonces Presidente de la Generalidad de Cataluña, José Montilla. Sin embargo, en 2012 se asumía públicamente que este proyecto se está ralentizando por falta de financiación, a pesar de lo cual la baronesa ha prestado unas 60 obras para una exposición temporal en el monasterio: De Gauguin a Delvaux.[11]
Tras la inauguración del Museo Carmen Thyssen Málaga en abril del 2011 se confirmó que se prolongaba el préstamo de obras de la sección española y andaluza de la colección al museo hasta el año 2025.
En 2016 se abrió una pequeña subsede de la colección en Andorra, principado donde la baronesa ha establecido su residencia habitual. Este museo (o más bien, sala de exposiciones) irá rotando muestras temporales de duración anual.[1]
Galería de obras
Simone Martini, San Pedro
Zurbarán, Santa Marina
Jerónimo Ezquerra, La Visitación
Goya, Mujer y dos niños junto a una fuente
Corot, El baño de Diana o La fuente
Renoir, Campo de trigo (1879)
Pissarro, El huerto en Éragny
Raimundo de Madrazo, Travesuras de la modelo
Paul Gauguin, Mata Mua
Paul Gauguin, Idas y venidas (Martinica)
Claude Monet, El puente de Charing Cross en Londres
Romero de Torres, La buenaventura
Ramón Casas, Retrato de Julia
Juan Gris, Mujer sentada
Todos los autores de la colección
El listado de los artistas que componen la colección.
[12] Incorporados en el listado las autorías atribuidas y excluidas aquellas obras anónimas y los siguientes grupos:
↑López Manzanares, Juan Ángel (junio de 2005). «Aproximación a la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza». mus-A revista de los museos de Andalucía (5): 91.|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
↑Álvarez Lopera, José (octubre de 2002). «Una pasión contagiosa». Descubrir el Arte (Madrid) (44).|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
↑Álvarez Lopera, José (octubre de 2002). «Una pasión contagiosa». Descubrir el Arte (Madrid) (44). «<<[...]cuando se hizo la selección para el Museo Thyssen, se hizo otra para la familia de lo que cada uno disponía en cuadros. Entonces algunos familiares no querían seguir coleccionando, yo sí que quería continuar la obra de mi marido, de su padre, y elegí entonces algunas obras que habíamos ido adquiriendo juntos mi marido y yo, y, además, en vez de dinero yo opté por las obras de arte. Por esa razón, yo tengo más cuadros, mientras ellos poseen otras cosas.[...]>>».|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
↑ abLópez Manzanares, Juan Ángel (junio de 2005). «Aproximación a la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza». mus-A revista de los museos de Andalucía (Junta de Andalucía) (5): 95.
↑Arias Serrano, Laura (Noviembre-Diciembre de 2002). «El coleccionismo entendido como un acto de creación: la Colección Thyssen-Bornemisza». Goya (Madrid) (291).