Durante su gobierno de facto se continuó el proceso de modernización de Uruguay; resalta la aprobación del Código de Comercio (1865) y el Código Civil (1868), además de la realización de la primera conexión telegráfica con Buenos Aires (1865), la inauguración de la primera línea de tranvías a tracción de caballo y las primeras concesiones para la construcción de ferrocarriles (1867).[1][2]
La dictadura de Flores terminó con su renuncia, el 15 de febrero de 1868. Cuatro días después, en medio de una revuelta armada encabezada por el expresidente Bernardo Berro, fue asesinado en las calles de Montevideo por un grupo de desconocidos.[1]
Infancia y juventud
Venancio Flores nació el 18 de mayo de 1808 en villa Porongos, actual ciudad de Trinidad.
Era hijo de Felipe Flores, quien era dueño de grandes extensiones de tierra en el entonces departamento de San José, y de Cecilia Barrios, nativa de Víboras, en el actual departamento de Colonia.[2]La pareja tuvo tres hijos: Manuel, Cecilia y Venancio; siendo este último el más joven.[3]
Las circunstancias de la época impidieron que Flores recibiera una educación sistemática, pero sus padres se encargaron personalmente de que tuviera por lo menos los rudimentos de una enseñanza elemental mientras transcurría su vida a "a monte".[2]
Era habitual en las familias pudientes del siglo XIX que los progenitores impulsaran que uno de sus hijos hiciera una opción de vida a favor del sacerdocio. Venancio era el elegido, pero su vida da un cambio con el desembarco de los Treinta y tres orientales el 19 de abril de 1825.[4]
Durante el conflicto fue nombrado como alférez del 2.º escuadrón de línea que comandaba Bernabé Rivera, sobrino de Fructuoso Rivera. Luego sería teniente y más tarde capitán, grado con el que después de terminado el conflicto juró la Constitución de 1830, la primera Constitución de Uruguay, en San Pedro de Durazno, alineado en la compañía N.º 4, en la que ejercía como mayor en forma provisoria.
Rebeliones lavallejistas
En 1831 Flores se retira a los campos de su padre, para dedicarse a tareas rurales. No duraría mucho tiempo allí, ya que al año siguiente vuelve al ámbito militar para colaborar con el gobierno de Fructuoso Rivera, primer presidente constitucional de Uruguay, contra una sublevación militar urdida por Juan Antonio Lavalleja. En 1833 también colabora para sofocar contra otra insurrección lavallejista.[2]
Nuevamente dedicado a actividades rurales, en 1836, cuando Rivera se levanta en armas contra Manuel Oribe, segundo presidente constitucional de Uruguay, es encarcelado por el gobierno por sospechas de conspiración. Encarcelado en Montevideo, logra escapar para unirse a las fuerzas riveristas. Combate en la batalla de Palmar, en julio de 1838, que significa una fuerte derrota para el bando gubernamental oribista.
El 1 de marzo de 1839, electo Rivera por tercera vez como presidente de Uruguay por la Asamblea General, una de sus primeras medidas fue declararme formalmente la guerra a Juan Manuel de Rosas, dictador de Argentina, formalizando la Guerra Grande. Además, Rivera designa a Flores como Jefe Político y de Policía de San José. En ese mismo año derrota a las fuerzas del coronel Pascual Echagüe en el arroyo La Virgen, y en diciembre está presente en la importante victoria en los campos de Cagancha.
En diciembre de 1842, ya cuando Flores era Comandante de San José, las fuerzas riveristas sufren una dura derrota en la batalla de Arroyo Grande, comenzando una retirada hacia Uruguay que termina en el Sitio de Montevideo en febrero de 1843. El bando de las fuerzas riveristas (coloradas), sitiadas en Montevideo, sería conocido como el gobierno de la Defensa, mientras que las fuerzas oribistas (blancas) se situaron en el Cerrito, siendo denominado como el gobierno del Cerrito.
En esta nueva etapa de la Guerra Grande, Flores se destacaría el 18 de julio de 1843, triunfando en el combate de la Horqueta de Rosario a Ángel Núñez, y en sus triunfos de febrero y marzo de 1844 en el Cerro, esta última junto a Giuseppe Garibaldi, que le valieron el cargo de Comandante Generales de Armas de Montevideo, a partir de octubre de 1844.[2]
Herido en el antebrazo en 1845 cerca de Durazno, tuvo que huir a Brasil luego de la derrota en la batalla de India Muerta, que significó el alejamiento de Rivera de la toma de decisiones del bando de la Defensa y un mayor predominio del sector "doctoral" en este gobierno. En septiembre de ese año, Flores vuelve a Montevideo, en donde no se harían esperar las discrepancias con la clase doctoral de la Defensa. Resultó arrestado en su domicilio a inicios de 1846, pero fue rehabilitado tras el motín militar de abril de ese año y nombrado como Jefe del Estado Mayor, en cuyo carácter intervino en varias escaramuzas militares en a campaña.[5]
Intentó negociar con Oribe en agosto de ese año, pero ante la falta de apoyo renunció a sus responsabilidades y viajó a Rio Grande. Retorna al país en agosto de 1851, como Jefe de escolta en la invasión del Gobernador de Entre RíosJusto José de Urquiza. En octubre de 1851, se da por finalizada la Guerra Grande en Uruguay con la "Paz de octubre" que estableció que no habría "ni vencidos, ni vencedores".[2]
Con el final de la Guerra Grande, el presidente pactado por ambos bandos sería el general Eugenio Garzón, pero su fallecimiento hizo que se eligiera a Juan Francisco Giró, de origen blanco pero que llevaría un gobierno acorde a lo que se conocería como "política de fusión", gobernando con miembros de ambas divisas.
Giró nombró a Flores como Jefe Político de Montevideo y posteriormente como Ministro de Guerra, pero fue sucedido en el ministerio por José Brito del Pino. Sin embargo, debido a presiones que sufrió el presidente Giró por un grupo de colorados antifusionistas (Partido Conservador) en julio de 1853, llevaron a que Giró nombrada como Ministro de Hacienda al colorado Manuel Herrera y Obes y a Venancio Flores nuevamente como Ministro de Guerra.[6]
En septiembre de 1853, Giró renuncia al reconocer que su gobierno se encontraba sin apoyos y sin intenciones de otorgar más jefaturas como intentaban los colorados conservados. El vacío de poder deja a Flores, el ministro de Guerra, como dueño de la situación en el país por un breve período de tiempo.[6]
Triunvirato de 1853 y presidente de la República
Triunvirato de 1853
En 1853, tras la renuncia de Giró, Flores queda como "dueño" de la situación como Ministro de Guerra. Ante esto, convoca a los ya veteranos Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera para completar un «triunvirato» de gobierno.
El manifiesto que lleva la firma de los tres triunviros y de sus ministros (Juan Carlos Gómez, Lorenzo Batlle y Santiago Sayago, todos ellos colorados conservadores) acusaba a Giró de haber quebrado el equilibrio de la Paz de octubre 1851.
Los conservadores habían conseguido de ese modo quebrar la política de fusión e imponer una situación que los dejaba con el poder en sus manos. El triunvirato fue posiblemente una forma de neutralizar a los caudillos, otorgándoles poder nominal mientras, por detrás, la acción efectiva del gobierno quedaba en manos del gabinete.[7]
Pero circunstancias fortuitas vinieron a complicar esos planos y a acrecentar el poder de Flores, ya abiertamente resistido por los conservadores, quienes comenzaron a ver en él una amenaza a sus pretensiones de conducir el rumbo de la administración. Antes de que los veteranos caudillos llegaran a Montevideo, en octubre de 1853 falleció Lavalleja y en enero de 1854 Rivera, dejando a Flores como el único titular del gobierno.[8]
A consecuencias del inicio de un levantamiento blanco en octubre de 1853, Flores salió al interior del país para socavar personalmente la sublevación. Dejó interinamente al mando a César Díaz, quien decretó una serie de medidas represivas que Flores se había cuidado de no establecer. Entre los decretos de Díaz estaba la orden de capturar y fusilar sumariamente a Bernardo Berro.[7]
Quinto presidente constitucional de la República
Flores logró un éxito fulminante neutralizando la revuelta en enero de 1854 y regresó a la capital habiendo obtenido la rendición de los insurrectos. El caudillo quedó dueño de la situación, con apoyo en campaña y con los blancos, conservadores y fusionistas neutralizados. En las elecciones legislativas celebradas en febrero, en la que los blancos se abstuvieron, los floristas consiguieron una amplia mayoría que le aseguró a Flores, además de ser ascendido a brigadier general, ser electo el 12 de marzo de 1854 por la Asamblea General, con 45 años, como presidente del Uruguay hasta el 1 de marzo de 1856, para completar el período del presidente Giró. [2][7]
Según el historiador Pivel Devoto, Flores «encarnaba, en estos momentos, la tradición caudillista del país, que era la tradición de la patria [...] personificaba los sentimientos de las multitudes cuyos sencillos anhelos traducía».[6]
En los primeros meses de 1855 hubo un rebrote del fusionismo, esta vez alentado por el manifiesto de Andrés Lamas que desde el Brasil atacaba duramente al caudillismo y a los partidos de divisa. Publicado en junio en Rio de Janeiro, llegó rápidamente a Uruguay y tuvo impacto político casi inmediatamente. Los seguidores de Flores reaccionaron con un contramanifiesto impugnando las ideas de Lamas y fundando la organización de la Sociedad de la Paz.[7]
Sin embargo, el sector colorado del Partido Conservador, conformado por doctores y de talante anticaudillista, ya se había enemistado con Flores. El 28 de agosto de 1855 un nuevo motín orquestado por los conservadores estalló en Montevideo, conocido como la Rebelión de los Conservadores. La insurrección, que tenía a su frente a Lorenzo Batlle y José María Muñóz, logró tomar el Fuerte, sede del gobierno. Los conservadores impusieron un gobierno provisorio con Luis Lamas al frente, pero Venancio Flores, en una demostración de astucia política, renunció a la presidencia en favor del titular del Senado, Manuel Basilio Bustamanete. Los revolucionarios aceptaron al nuevo gobernante interino y depusieron las armas, así Flores abandonó la presidencia pero el "florismo" se mantuvo en el poder.[7]
A comienzos de octubre se fundó la Unión Liberal, una agrupación basada en los postulados del manifiesto de Lamas. Fue un intento de formar un partido de fusión, pero tuvo escasa vida.
Para enfrentar nuevos impulsos fusionistas así como la acción siempre hostil de los conservadores, Flores buscó un acercamiento con Manuel Oribe, recién regresado de España. Ambos caudillos suscribieron a un acuerdo el 11 de noviembre de 1855 conocido como el "Pacto de la Unión", también llamado como "Pacto de los Generales". En él, ambos caudillos declaraban que no aspirarían a la presidencia y llamaban a la unión "en un solo partido de la familia oriental". Era la respuesta caudillista a la Unión Liberal de los doctores: la realización de la concordia nacional no necesitaba de la extinción de las divisas blanca y colorada, sino de una coparticipación basada en el reconocimiento recíproco de ellas mediante acuerdos y concesiones. Además, en el pacto se acordó apoyar a un candidato en común a la presidencia que fue Gabriel Antonio Pereira, quien finalmente fue elegido el 1 de marzo de 1856.[7]
A fines de ese mismo mes hubo un nuevo intento de levantamiento conservador que fue sofocado por Flores, que ocupaba el cargo de Comandante de Armas.
Pereira, electo ya como presidente, elimina el cargo de Comandante de Armas que Flores ocupaba. Disgustado, Flores emigra entonces a Entre Ríos, Argentina, en agosto de 1856.[2][6]
Gabinete de la presidencia
Ministerios y ministros de la presidencia de Venancio Flores
Radicado en Entre Ríos en 1856, es llamado pero decide no participar del que fuera la última revolución conservadora colorada, que terminó con el conocido hecho de la "Hecatombe de Quinteros" donde Pereira ordena el fusilamiento de todos los sublevados capturados.[2]
El 1 de marzo de 1860, Pereira termina su mandato y es sucedido por otro gobierno fusionista, esta vez encabezado por el político de raíces blancas: Bernardo Prudencio Berro. Luego de la asunción de Berro al gobierno de Uruguay, el Estado llevó a cabo una política de abierta hostilidad hacia las divisas políticas tradicionales y la Iglesia católica. Berro, de marcada tendencia anticlerical al igual que su antecesor, Pereira, consideraba al cristianismo un «instrumento de iniquidad y vehículo de esclavitud» y se valió del Derecho de Patronato, heredado del Imperio español pero rechazado por la jerarquía en Uruguay, para desterrar del país al arzobispo Jacinto Vera y expropiar los cementerios pertenecientes a las iglesias. Por otra parte, el gobierno había impedido la realización de actos políticos y prohibido el porte de las divisas tradicionales. Buscando distanciarse del federalismo argentino (hasta ese momento asociado al nacionalismo de Berro) el presidente se mostró contrario a las figuras de Oribe y de Rosas, lo que le ganó la desconfianza de varios sectores tradicionalistas de su partido. El gobierno se enmarcaba dentro de la política de fusión predominante entre sectores intelectuales de la época.[8]
Inicio en 1863
El 19 de abril de 1863 Flores encabezó una revolución que dio inicio a una guerra civil, que bautizó «Cruzada Libertadora» (en reminiscencia a la Cruzada Libertadora de los Treinta y tres orientales, también realizada un 19 de abril), proclamándose defensor de las libertades vulneradas de la Iglesia católica y de los partidos. Desembarcó desde Argentina y se unió a los caudillos Fausto Aguilar y Gregorio Suárez. Enfatizando el carácter religioso del alzamiento, Flores utilizó banderas blancas con cruces rojas imitando las de los cruzados medievales.[9] A pesar de que solo contaba con 3000 hombres mal armados, logró durante dos años tomar la mayoría del interior venciendo al ejército gubernista de 10.000 soldados. La mayoría de caudillos rurales blancos no apoyaron al presidente, que debió luchar únicamente con el ejército profesional. [8]
Apoyado por Mitre, ya presidente argentino, y por hacendados riograndenses perjudicados por algunas medidas tomadas por Berro, el bando de Flores triunfó sobre el gobierno en las Batallas de Coquimbo (junio de 1863) y Cañas (julio de 1863).
El perro Coquimbo
Al final de la batalla de Coquimbo, un perro se puso al lado de Flores. Acariciado por él, adoptó al animal y de allí en adelante lo acompañó en sus batallas, incluso en el Paraguay, en su casa montevideana e incluso en el gobierno. Bautizado por Flores con el nombre "Coquimbo" por el lugar donde lo encontró, años después murió en brazos del gobernante. Flores, encariñado, manda a embalsamar a su compañero. Después de la muerte del caudillo, el cuerpo embalsamado de Coquimbo pasa a ser propiedad de Julio Herrera y Obes, quien después también será presidente y se lo queda incluso cuando el exmandatario cae en la quiebra económica. Hoy en día, Coquimbo está en el Museo de la Casa de Gobierno, que se encuentra en el Palacio Estévez.[10]
1864 y 1865
Aceptó apoyo del gobierno liberal del Imperio de Brasil en los conflictos en la campaña generados por la purga nacionalista aliada al gobierno del Paraguay. También recibió apoyo del gobierno liberal de Mitre de Buenos Aires para la campaña hacia Montevideo. A principios de 1864, asume interinamente Atanasio Aguirre, al no poder realizarse elecciones. Flores ocupó Florida el 4 de agosto de 1864, donde murió su hijo tocayo, apodado "Venancito". En enero de 1865 tomó Paysandú, sitiada por los brasileños (véase el artículo Defensa de Paysandú), y separó al Goyo Jeta por desobedecer sus órdenes y ejecutar a Leandro Gómez habiéndole prometido varias veces respetar su vida si se rendía. El 20 de febrero de 1865 entró en Montevideo.[8]
Gobernador provisorio
Asunción
Ganado el conflicto, asumió la jefatura del Estado Uruguayo en febrero de 1865 con el título de «Gobernador Provisorio» durante tres años.
"Orientales todos, contemos este día como el primero de una nueva era de felicidad y de ventura para toda la familia oriental; para que la paz que alumbra no sea como otras veces una tregua para volver de nuevo con más rencor a la pelea que rompe los vínculos queridos de la familia separando a los padres de los hijos, al esposo de la tierna esposa y al amigo del compañero de la infancia, [...] Honor a todos los que han contribuido con su esfuerzo a la obra de paz, pero sobre todo al bravo ejército imperial que confundiendo su sangre con la de los orientales ha sabido deponer justos resentimientos para ayudarnos a cimentar el triunfo de las instituciones sin nueva efusión de sangre..."
(Proclama al asumir como Gobernador Provisorio en febrero de 1865).[2]
Fue uno de los firmantes del Tratado secreto de la Triple Alianza, que fuera redactado por el Vizconde de Rio Branco y daría inicio a la Guerra de la Triple Alianza contra el Gobierno del mariscal López en Paraguay. El presidente paraguayo había declarado recientemente la guerra al Imperio del Brasil e invadido la provincia argentina de Corrientes con la intención de llegar a Uruguay con 25.000 soldados para apoyar al gobierno de Berro.
Flores debió atender la participación de Uruguay en la guerra, a partir de junio de 1865, dejando interinamente el gobierno a Francisco Antonino Vidal. Lideró personalmente el ejército del Uruguay durante la guerra, resultando uno de los vencedores de la Batalla de Yatay a 42 kilómetros de la frontera. Habiendo llegado hasta el territorio paraguayo, Flores abandonó tempranamente la guerra y regresó a Uruguay en octubre de 1866, ya que el ejército uruguayo fue prácticamente aniquilado en la Batalla de Curupayty.
La guerra favoreció el comercio de tránsito por el puerto de Montevideo, aumentando las exportaciones de tasajo, algunas dificultades obligaron al gobierno a decretar en 1865 un decreto de libertad bancaria, por lo que ya no se precisaba autorización del Poder Ejecutivo para fundar bancos, tan solo necesitaban la aprobación de sus estatutos, exigiendo que la emisión de moneda debería convertirse en oro (primer curso forzoso de papel moneda) y que no excediera el triple del capital en efectivo. Muy pocos bancos cumplieron esto.[11]Esto incentivó la lucha entre "cursistas" y "oristas".
Administración
Ejerciendo el cargo provisorio se aprobó el Código de Comercio en 1866. En 1867 se realizó la primera conexión telegráfica con Buenos Aires y al año siguiente se aprobó el Código Civil y se inauguró la primera línea de tranvías de tracción a caballo. [8]Además, se impulsó la concreción de caminos macadamizados y el empedrado de numerosas calles, además de nuevos edificios, como la inauguración de la Bolsa de Comercio (hoy desaparecido) y el edificio central de la Administración del Correo.[2][8]
Se realizó el otorgamiento de las primeras concesiones para la construcción de las líneas de ferrocarriles con capitales nacionales (la primera fue instalada entre Montevideo y Las Piedras en 1872), que serían entregados a inversores ingleses en 1872. También se derogó el decreto de expulsión de los jesuitas, buscando promover una política conciliadora con la Iglesia católica.[8]
Flores es uno de los pocos gobernantes orientales homenajeados durante su mandato con el bautismo de un lugar público. En 1866 se denominó como "Plaza General Flores" el espacio en donde hoy se encuentra el Palacio Legislativo.[2]
En 1867 se inauguró el primer monumento público de Montevideo, la Estatua de la Paz, obra de José Livi, que aún se encuentra presente en la Plaza de Cagancha.[2]
El gobierno provisorio vivió una época de gran prosperidad económica, marcada por un gran crecimiento de la industria textil, un aumento notable de las exportaciones ganaderas y una inmigración europea sostenida. Durante el período instaló en Fray Bentos la planta industrial Liebig, posteriormente convertida en el Frigorífico Anglo, y se equipó a la ciudad con alumbrado eléctrico un año antes que a la capital. En 1865 se creó la Unión de Tipógrafos, el primer sindicato del país. El ingreso per cápita de los uruguayos bajo Flores representaba más del doble del estadounidense.[8]
Flores llevó a cabo una fuerte defensa de las tierras fiscales, que habían iniciado un proceso de privatización rápido y gradual por el gobierno de Berro. El 11 de marzo de 1865 fueron derogados los decretos de enajenación de terrenos públicos promovidos por el gobierno anterior y suspendidas las ventas de tierras estatales tramitadas. Con la intención de establecer un catastro nacional y recuperar las tierras públicas se creó la Comisión de Tierras, cuya obra se enfocó principalmente en la regularización de terrenos ocupados.[12]
Flores promovió una fuerte descentralización y regionalización del poder entre los caudillos locales, lo que construyó un fuerte entramado de complejas redes sociales que aseguró el apoyo al gobierno de parte de los peones y pequeños propietarios. La iniciativa respondía en parte a un deseo de revitalizar el caudillismo, debilitado luego de los gobiernos de fusión. La política de fortalecimiento de las relaciones de dependencia tradicionales en las zonas rurales llevado adelante por el gobierno a través de jerarquías institucionalizadas ha sido comparado con el feudalismo medieval.[13]
La presidencia de Flores se vio marcada por un fuerte militarismo y unipartidismo colorado. Si bien no se llevó a cabo persecución política violenta y se respetó la vida y libertad de sus antiguos opositores, todos los funcionarios gubernamentales y políticos del Partido Nacional perdieron sus cargos. El mandato provisorio acabó en febrero de 1868 tras la celebración de las elecciones democráticas prometidas durante el alzamiento.[8]
"Orgulloso y satisfecho de mi obra, yo me retiro al hogar doméstico: Al entrar en él, no voy dominado por el temor de que algún remordimiento pueda venir a turbar esas horas solitarias de reposo que son el pobre consuelo del hombre público cuando se aleja del mando, porque como lo sabéis, compatriotas, la dictadura no se ha manchado con una sola gota de sangre, no ha hecho derramar una sola lágrima, no ha perseguido a nadie, ni ha establecido la prepotencia de los unos en perjuicio del abatimiento de los otros. Para mí todos eran orientales. Como a tales los he tratado, estableciendo el ejercicio de esa justicia distributiva que hace imposibles los resentimientos que engendra la cólera y que produce el contento que ocasiona la satisfacción de todos".
(Manifiesto de Venancio Flores el 15 de febrero de 1868, publicado al entregar el gobierno).[9]
En julio de 1867 fue desbaratado un plan para matar a Flores, por medio de una mina colocada debajo del Fuerte de Gobierno (antigua sede del Poder Ejecutivo), desde un túnel desde una casa de enfrente. Había sido ideado el mecanismo por Neumayer, un ingeniero alemán, pero detrás de los hechos había militares que fueran compañeros de armas de Flores, los que tildados de sospechosos terminaron siendo liberados poco después por falta de pruebas.[2]
Rebelión de los hijos
Pocos días antes de renunciar a su cargo, a principios de febrero de 1868 surgió un levantamiento inesperado: sus propios hijos querían que su padre se mantuviera en el poder. Eduardo y Fortunato Flores, ambos militares, intentaron obligar a su padre a presentarse como candidato a la presidencia, sublevando al batallón "Libertad", al mando del nombrado en segundo término. El episodio terminó con el destierro de sus hijos, pese a la pena de la esposa de Flores. [2]
Gabinete del gobierno provisorio
Ministerios y ministros del gobierno provisorio de Venancio Flores
El gabinete de Flores, caudillo rural por excelencia, en su "gobierno provisorio" resalta por su composición heterogénea que brindaba la idea de "unidad nacional". Como Ministro de Gobierno se desempeñó el médico Vidal, hombre de confianza de Flores, pero resaltan las presencias de los otros: [3]
Gral. Lorenzo Batlle, en la cartera de Guerra y Marina, siendo un "doctor" opositor al caudillismo y antiguo miembro del Partido Conservador.
Después de tres años de gobierno convocó elecciones, celebradas en noviembre de 1867 (resultando electo Lorenzo Batlle para el período 1868-1872) y dimitió de su cargo el 15 de febrero de 1868, antes de asumir Batlle, por lo que el gobierno fue asumido de manera interina por Pedro Varela, presidente del Senado.
Los blancos no se habían presentado a las elecciones de noviembre de 1867 argumentando que “no existían garantías” y, ese mismo año, Flores se había salvado de un atentado fallido contra su vida conocido como la conspiración de la mina, presuntamente urdida por el "Partido Conservador", un sector del Partido Colorado al que pertenecía "Goyo Jeta", con quien, en ese momento, estaba fuertemente enemistado por haber negado apoyo a su pretendida candidatura presidencial.[14]
La muerte de Flores llegaría el 19 de febrero de 1868, el mismo día que el también expresidente Bernardo Prudencio Berro, ambos asesinados.
Ese día, miércoles 19 de febrero, a las dos de la tarde, Berro inició un levantamiento que llevaba preparando en secreto. Al frente de 25 hombres ocupó El Fuerte, sede de la Casa de Gobierno, al grito de: “¡Abajo Brasil!” y “¡Viva la independencia oriental y del Paraguay!”.[14] El Fuerte era un sólido edificio de dos plantas que ocupaba una manzana en el lugar donde hoy está ubicada la Plaza Zabala.
El presidente interino, Pedro Varela, junto al encargado de negocios de Brasil, escaparon por una puerta del fondo. Con El Fuerte ocupado, Berro proclamó la "revolución", pero un batallón gubernamental avanzó sobre la Casa de Gobierno. Berro huyó, pero el bote que habían pactado para su huida, el cual debía llevarlo a una fragata española, no estaba. Además, su pariente, Pedro Berro no le abrió la puerta cuando le pidió refugio. Finalmente, es detenido por el comisario Leonardo Mayabre y el comandante Manuel Lasota y llevado al Cabildo-Jefatura.
Mientras tanto, Venancio Flores, enterado de la insurrección, se dirigía junto a algunos acompañantes en un carruaje hacia el lugar de los acontecimientos. Las versiones dicen que iba acompañado por Antonio Márquez, Alberto Flangini y Amadeo Errecart, y que cuando estaban en la calle Rincón, entre Ciudadela y Juncal, se encontraron que la calle había sido cortada con un carro. Aquí la versiones difieren, pero todas concluyen que Flores fue asesinado. Se habla de que aparecieron en el lugar 5 o 6 encapuchados que atacaron el carruaje a tiros y cuchillazos. Se dice que Flores tuvo dificultades con una portezuela atascada y fue alcanzado por los atacantes, quienes lo mataron a puñaladas en un episodio que sería recreado dramáticamente en un conocido óleo de Juan Manuel Blanes.[15]
Muerto Flores, Berro se entera de este hecho en la Jefatura y niega estar involucrado. No obstante, es asesinado en represalia. El asesino difiere según la versión, algunas fuentes indican que fue el mismo carcelero que lo mató a puñaladas mientras que otras versiones dicen que fue asesinado disparándole con una pistola.[14] El tiro que mata a Berro se suele atribuir o a un policía o a Segundo Flores, uno de los hijos de Venancio Flores.[15]
En la actualidad, no está confirmado si el asesinato de Flores fue planeado por Berro. Algunas fuentes, como varias personas de la época, como la viuda de Flores, María García Zamora, acusaron como responsable a Gregorio Suárez, el "Goyo Jeta".
Tras la muerte de Flores, el cadáver fue llevado al Cabildo, donde estaban presentes Pedro Varela, José Bustamante, Julio Herrera y Obes, José Ellauri, Eduardo Flores. El cuerpo permaneció en el Cabildo desde el 19 de febrero hasta el 30 de marzo, cuando que llega el Dr. Estrada desde Buenos Aires para su embalsamamiento.[15]
Se difundió el rumor que el cuerpo estaba en tan avanzada descomposición que el Dr. Fleury solo habría conservado la cabeza en formol. Por lo que el embalador solo habría embalsamado la cabeza, así que en la exhibición del cuerpo se la colocó arriba de un monigote (dependiendo de la versión de madera o relleno de trapo y paja) vestido de uniforme militar. Eso fue lo que se exhibió en la Matriz por varios días y finalmente fue enterrado en la Catedral.[14][15]
Consecuencias de su muerte
La muerte de Flores y Berro desencadena una serie de venganzas en todo el país. Varela da de baja a todos los oficiales blancos y el cuerpo de Berro es degollado, paseado por las calles y puesto en una fosa común para muertos por la peste, sin ataúd, en el Cementerio Central.[14][15]
Desde Montevideo se enviaron mensajes urgentes a los jefes políticos colorados de los otros departamentos informándoles: “Mataron a nuestro querido general D. Venancio Flores: reúna su gente y véngase”, pidiendo que mandaran refuerzos a la capital. De este evento es recordado como el caudillo de Soriano, Máximo Pérez, ordena a ejecutar a varios jefes blancos por leer erróneamente “vénguese” en lugar de “véngase”.[14][15]
Versiones dicen que dentro de las venganzas que siguieron al asesinato de Flores, el almacén de la esquina de Florida y Mercedes, donde habrían estado los asesinos del general, fue saqueado y asesinados el dueño y su ayudante.[15]
La necesidad de poner orden llevó al gobierno a pedir el desembarco de la marina militar de las estaciones navales dependientes de los consulados en Montevideo (Inglaterra, Francia, España, Piamonte, Portugal, Brasil, Estados Unidos, Argentina, etc.). Para el 21 de febrero, según el diario “Progreso” los asesinados se calculan en 500, otros llevan la cifra a mil. La situación empeoró aún más cuando se comenzó a difundir el rumor de que muchas de las muertes causadas por la epidemia de cólera o por fiebre amarilla eran causadas porque los blancos habían envenenado el agua con estricnina.
En la película uruguaya filmada en 1982 titulada Mataron a Venancio Flores, dirigida por Juan Carlos Rodríguez Castro, se muestra el asesinato de Venancio Flores y los hechos posteriores a su muerte.
En 2021 el escritor Fernando Klein publicó un libro titulado Mataron a Flores: Intriga y poder en los albores del Uruguay moderno. Una novela narrada con rigurosidad histórica y ritmo de thriller sobre el fatídico día del 19 de febrero de 1868, día en el que murieron asesinados los dos expresidentes de la República, Venancio Flores y Bernardo Prudencio Berro, uno de los episodios más enigmáticos y violentos que vivió el Uruguay.
Familia
Casado con María García Zamora, fue padre de siete hijos: Fortunato, Eduardo, Segundo, Ricardo, Agapita, Máximo y Venancio. Tuvo un hermano: Manuel.
↑ abcdeBuquet, Daniel; Chasquetti, Daniel; Monestier, Felipe (2021). «Fructuoso Rivera y Venancio Flores». En Rilla, José; Yaffé, Jaime, eds. PARTIDOS Y MOVIMIENTOS POLÍTICOS EN URUGUAY - COLORADOS. Montevideo: Crítica. pp. 291-300. ISBN9789915657837.
↑ abcdefBuquet, Daniel; Chasquetti, Daniel; Monestier, Felipe (2021). «El ascenso del florismo». En Rilla, José; Yaffé, Jaime, eds. Partidos y movimientos políticos en Uruguay - Colorados. Montevideo: Crítica. pp. 216-219. ISBN978-991565783-7.
↑Duffau, Nicolás (2022). Breve Historia sobre la propiedad privada de la tierra en el Uruguay (1754-1912). Montevideo, Uruguay: Ediciones de la Banda Oriental.
↑de los Santos, Clarel (2022). «Escenarios y redes conservadoras en las primeras décadas del Estado oriental (1830-1876)». En Broquetas, Magdalena; Caetano, Gerardo, eds. Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay: De la contrarrevolución a la Segunda Guerra Mundial. Montevideo: Banda Oriental. pp. 54-69. ISBN978-9974-1-1261-2.