Era hijo de Theresa Garth, nacida en Ptičie, Imperio austrohúngaro, hoy en Eslovaquia, y de Arthur Samuel Newman, estadounidense, hijo de emigrantes eslovacos y polacos. Cursó sus estudios elementales en la Malvern School y en la Shaker Heights High School.
Tras servir en la Armada, volvió a Kenyon, donde se graduó en Ciencias Económicas y formó parte del equipo de fútbol americano. Estudió posteriormente artes escénicas en Yale con una beca del ejército y el método Stanislavski en el Actor's Studio, como oyente, durante una década.[3][4]
Carrera
Tras varios papeles de extra, figurante pésimo y secundario con ningún papel en varias series de la televisión norteamericana (Suspense en 1949, The Web en 1952), prueba suerte en el cine. Su primera película fue The Silver Chalice (El cáliz de plata 1954), de Víctor Saville, cinta bíblica de lujosa producción y regulares resultados a nivel de crítica y público en su estreno, donde compartía cartel con Pier Angeli y Virginia Mayo. Fue descrita por el propio Newman como «la peor película de la década».
Su primer éxito le llegó dos años después con un filme de enorme repercusión a nivel internacional: Marcado por el odio (1956), de Robert Wise, en el que encarnó al boxeador Rocky Graziano en un papel al que también optaba Steve McQueen, y brillaba con una interpretación bastante notable al lado de dos jovencísimos Pier Angeli y Sal Mineo.
En 1957 repite con el director Robert Wise en un melodrama criminal donde comparte cartel con dos bellísimas Joan Fontaine y Jean Simmons: se trata de Mujeres culpables, en su momento no estrenada en cines en Europa pese a su indudable atractivo. Ese mismo año estrena la biografía musical de la cantante Helen Morgan (quien luchó por salir del alcoholismo estando en la cumbre de su carrera) titulada Para ella un solo hombre, (de Michael Curtiz), al lado de la recordada actriz Ann Blyth.
Tras esta cinta, Newman rueda cuatro filmes importantes que se estrenan en 1958: La gata sobre el tejado de zinc, de Richard Brooks, adaptación de la espléndida obra teatral de Tennessee Williams que marcó toda una época y que pone al actor en el "mapa" de la industria cinematográfica estadounidense por su impecable encarnación del atormentado hijo de un rico empresario enfermo, por su perfecta química en pantalla con una turbadora Elizabeth Taylor, y por no dejarse robar ningún plano frente a actores del talento de Burl Ives o Jack Carson.
Luego vendría El zurdo, de Arthur Penn, revisión desmitificadora del legendario Billy the Kid que solo triunfó en Europa, pero que es considerada película de culto, donde el actor realiza una composición bastante acertada.
Más tarde, El largo y cálido verano, drama sureño basado en El Villorrio, de William Faulkner, y de generoso presupuesto, donde Newman trabaja por primera vez con Martin Ritt –uno de sus directores favoritos y cómplice de buena parte de su carrera profesional– y con Joanne Woodward, que acababa de ganar el Óscar a la mejor actriz dramática por una memorable interpretación de mujer con desdoblamiento de personalidad en el clásico Las tres caras de Eva (1957, de Nunnally Johnson), de la que se enamora, además de compartir secuencias con sólidos compañeros como Orson Welles, Tony Franciosa, Angela Lansbury y Lee Remick.
Por último, filmó Un marido en apuros (Rally 'Round the Flag, Boys!), de Leo McCarey; comedia fresca y agradable pero no muy redonda, no especialmente recordada hoy, a no ser por la presencia de una exuberante Joan Collins.
En 1959 estrena en Broadway la obra Dulce pájaro de juventud, que años más tarde interpretaría en la gran pantalla. Ese mismo año, rueda una historia equilibrada aunque poco vista sobre las presiones de la alta sociedad conservadora, en el personaje de un abogado joven y talentoso que lucha por abrirse camino, con el inevitable conflicto de amor, y para los seguidores del cine de tribunales, el desenlace electrizante en un juicio final breve e inesperado (La ciudad frente a mí, de Vincent Sherman, basada en la novela The Philadelphian de Richard P. Powell).
1961 parece dar un revés a la joven estrella, al estrenar dos cintas que pasan sin pena ni gloria: por un lado, la célebre pero en su momento algo incomprendida The Hustler, de Robert Rossen, una de las mejores muestras del llamado "cine de perdedores" en la que tanto Newman como Piper Laurie, George C. Scott y Jackie Gleason logran magistrales actuaciones; por el otro, su segundo filme con Martin Ritt, donde encarna a un joven músico de jazz que viaja a París con un compañero (Sidney Poitier) y ve actuar al mismísimo Louis Armstrong: Un día volveré, filme de poca solidez narrativa y dramática pero que conserva cierto encanto.
Pero, desde 1962 en adelante, Newman va encadenando un éxito tras otro, en títulos destacados como Dulce pájaro de juventud, una nueva adaptación de Tennessee Williams que supone para Newman reencontrarse con el gran director y guionista Richard Brooks y que, pese a las imposiciones de la censura norteamericana para con el texto original, le permite ofrecer una de sus mejores interpretaciones, sin desmerecer a sus compañeros de reparto –entre los que sobresalen Shirley Knight, Geraldine Page y Ed Begley–.
También fueron exitosas Cuando se tienen veinte años (de nuevo a las órdenes de Ritt, en una de sus colaboraciones más famosas, donde el actor comparte protagonismo con Richard Beymer); Hud (1963, otra vez bajo las órdenes de Martin Ritt y acompañado de los consagrados Patricia Neal y Melvyn Douglas en un drama psicológico enclavado en un ambiente rural y enmarcado en el mundo de los perdedores que tiene alcance); Samantha (comedia ligera dirigida por Melville Shavelson donde vuelve a coincidir con su ya esposa Joanne Woodward, y con Thelma Ritter en esta especie de versión del clásico de Vincente MinnelliDesigning Woman (1958).
Ese mismo año, Newman rueda su único filme con Alfred Hitchcock: Cortina rasgada, al lado de Julie Andrews, que supone un fracaso comercial bastante inmerecido y que cuenta una interesante trama al hilo de la Guerra Fría. De aquí en adelante, la carrera del actor se consolida con películas de renombre y otras menos logradas pero de buena acogida.
Posteriormente participó en Un hombre de Martin Ritt, un western psicológico donde Newman tiene un inolvidable duelo interpretativo con Fredric March y Richard Boone. En La leyenda del indomable, de Stuart Rosenberg, participa por primera vez en un filme de este director, que será uno de sus talismanes en los años 1970, y todo un clásico del género carcelario de todos los tiempos, donde el actor queda inmortalizado para la historia del cine junto a George Kennedy, Jo Van Fleet o Strother Martin
Rachel, Rachel supone su debut en la dirección, y es una de las mejores radiografías de la condición femenina en la Norteamérica profunda. Otorga a Joanne Woodward una de sus mejores creaciones. Dos hombres y un destino 1969, de George Roy Hill es la primera reunión de Newman con este director y con Robert Redford y uno de los filmes clave de los años 1960 que revisitaba e innovaba en el western crepuscular. Logra uno de los mayores taquillazos de la década con Katharine Ross y arrasaba en la entrega de los Óscar.
También de este periodo son El juez de la horca, de John Huston (en su primer encuentro con este director, en un remake de la legendaria y El forastero, de William Wyler, de 1940, en compañía de una madura pero todavía sensual Ava Gardner); Los indeseables, de Stuart Rosenberg (western otoñal infravalorado por la crítica, donde Newman trabajaba con Wayne Robson y Lee Marvin en un filme luego imitado hasta la saciedad); El golpe, de George Roy Hill (que supone la segunda película de Newman-Redford y todo un fenómeno social en el momento de su estreno, basado en una obra teatral de prestigio), y El hombre de Mackintosh, de John Huston (thriller casi británico, redimido por la actuación de Newman, de James Mason y Dominique Sanda).
Punto y aparte merece su tercera película detrás de las cámaras: El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas, de nuevo con Joanne Woodward como protagonista absoluta, supone el reconocimiento de crítica y público a nivel internacional y su entrada en la historia del séptimo arte en labores de autoría.
Fort Apache, The Bronx, de Daniel Petrie, es un mero vehículo de lucimiento para el actor, de convencional trazado pero con un par de escenas memorables y excelente interpretación de Edward Asner; el telefilme La caja oscura, que continúa su línea de cine comprometido en la dirección, esta vez tratando la historia de las personas que sufren enfermedades mentales, y Ausencia de malicia (1981), de Sydney Pollack, drama político donde Newman borda en un cambio de registro un papel de (presunto) cínico-liberal-corrupto emparejado a Sally Field.
En 1982 el cotizado actor resurge para ofrecer una de las mejores interpretaciones de toda su carrera, nominación al Óscar incluida, en The Verdict, de Sidney Lumet. Basada en un guion de David Mamet y con estructura teatral, Lumet construyó una pieza de enorme solidez, contundente y patética que deslumbra por su sencillez narrativa, los grandes trabajos de los inmensos Charlotte Rampling, Jack Warden, James Mason y Milo O´Shea y su confeso coqueteo con el eterno cine de perdedores, tan querido por el cine estadounidense clásico.
La historia de un abogado fracasado que se encuentra con un caso fácil en apariencia, pero con trasfondo de poder, logra conmover de principio a fin. Tras este alabado papel, Newman reactiva su carrera y logra la respetabilidad definitiva con Harry e hijo (parcial autobiografía en sus relaciones con su hijo mayor, con el que salda cuentas a través de la realización del filme) y, sobre todo, con la revisitación de The Hustler que Martin Scorsese le brinda en 1986: El color del dinero le hace ganar un Óscar al mejor actor, a la par que su último gran trabajo en pantalla.
En 1987 rueda su último filme como director: una adaptación de El zoo de cristal de Tennessee Williams que recibió buenas críticas y que, ciertamente, se ve con interés por resultados y reparto (Joanne Woodward, Karen Allen y John Malkovich).
Por su destacable apostura y sus hermosos ojos azules, Newman fue un sex symbol junto a Robert Redford y Marlon Brando en los 60 y pudo haber sido un importante actor de cine encasillado en el cine romántico; pero buscó diversificarse en papeles de otros géneros de cine. Newman fue uno de los pocos actores que tuvieron una buena transición entre el cine convencional y moralista de los 50, y el cine más libre y comprometido de finales de los 60 y 70 y que aún pudo estar vigente en los años 90.
Una de sus últimas apariciones corresponde al filme de animación de la productora PixarCars, en la cual aporta voz a Doc Hudson, uno de los personajes,además de interpretarse a sí mismo en el episodio The blunder years perteneciente a la decimotercera temporada de la popular telecomedia de dibujos animados,Los Simpson, en un pequeño cameo.
El 25 de mayo de 2007, a sus 82 años, anunció su retirada definitiva del mundo del cine.[5]
Muerte
Aquejado de un cáncer de pulmón desde principios de 2008, se sometió al tratamiento de quimioterapia, que no fue efectivo. Paul Newman tomó la decisión de pasar sus últimos meses junto a su familia y amigos íntimos, hasta su fallecimiento, ocurrido el 27 de septiembre de 2008 en su granja cerca de Westport (Connecticut).[6] Fue incinerado y sus cenizas entregadas a la familia.[7]
Galardones
Paul Newman fue nominado nueve veces al Óscar de la Academia como actor: La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958), The Hustler (1961), Hud, el más salvaje entre mil (1963), La leyenda del indomable (1967), Ausencia de malicia (1981), The Verdict (1982), El color del dinero (1986), Nobody's Fool (1994) y Camino de perdición (2002) (candidato al Óscar al mejor actor de reparto).
Su Óscar conseguido por el filme de 1986 llegó un año después de que recibiese el Óscar honorífico por sus "múltiples y memorables interpretaciones en pantalla", y el actor reconociese perder la esperanza de obtener uno "de verdad" por una sola interpretación. Además fue candidato en una ocasión como productor por Rachel, Rachel. También se le concedió el premio especial de la Academia, Premio Humanitario Jean Hersholt, en 1994.
También fue nominado en 2003 al Emmy por su interpretación en Our Town, y en 2005 ganó el Premio Emmy al mejor actor de reparto por su papel en la lujosa miniserie Empire Falls. En 2006, ganó el Globo de Oro como mejor actor de reparto por la misma actuación.
Actividad como director cinematográfico
Su debut detrás de las cámaras como director se produce con el corto 'On the Harmfulness of Tobacco' (1961), al que siguieron seis largometrajes ya comentados anteriormente: Rachel, Rachel (1968), Casta invencible (1971), El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas (1972), La caja oscura (1980, para TV), Harry e hijo (1984) –en memoria de su hijo Scott, muerto por sobredosis en 1978 a los 28 años–, y la adaptación de 1987 de The Glass Menagerie de Tennessee Williams. En cinco de ellas dirigió a su mujer, Joanne Woodward, con quien se casó en Las Vegas en 1958 y con quien tuvo otros tres hijos: Eleanor, Melissa y Claire.
Newman apostó casi siempre por su mujer, Joanne Woodward, como protagonista, apareciendo él mismo en algunos de sus filmes. También acudió varias veces al Festival de Cannes y escribió el guion de una de ellas.[8]
Aficiones
Automovilismo
Newman se interesó por el deporte del motor por primera vez, a pesar de ser daltónico, durante el rodaje de la película Winning en 1968. Su primera competición profesional se produjo en 1972, en Thompson, Connecticut. Participó en las 24 Horas de Le Mans de 1979, terminando segundo con un Porsche 935, siendo compañero del alemán Rolf Stommelen.
Se mantuvo siempre ligado al mundo de la competición, participando activamente. Entre los años 1970 y 1990, condujo para el equipo Bob Sharp Racing, sobre todo en carreras de Fórmula Nissan, logrando numerosas victorias y campeonatos.
A los 70 años, se convirtió en el piloto más longevo que formaba parte del equipo ganador en una carrera de alto nivel, en 1995 en las 24 Horas de Daytona. En marzo de 2005 declaró: "probablemente participe otro año".[9]
En 1982, Paul Newman fundó una línea de productos alimenticios, llamada Newman's Own, que se hizo famosa por una marca especial de aliño para ensaladas. Todos los beneficios obtenidos a través de la misma fueron donados a caridad. A fecha de 2006, se estima que la franquicia ha superado los 200 millones de dólares en donaciones. Poseía un restaurante de comida ecológica cerca de su casa de Westport, en Connecticut, llamado Dressing Room.
Actividad social y política
Casado dos veces. Hombre de gran conciencia política y social, impulsó en memoria del hijo de su primer matrimonio, Alan Scott Newman (1950-1978), fallecido de sobredosis[3], el Centro Scott Newman, dedicado a auxiliar y proteger a personas víctimas de la droga. Perteneció a la Alianza para la Defensa del Medio Ambiente.
En 1978 representó a su país ante la Organización de las Naciones Unidas en la Conferencia para el Desarme. En 1990 fue nombrado "padre del año" por UNICEF y propuesto como candidato a gobernador de Connecticut por el congresista demócrata Benjamin de Zino.
Además, fundó una serie de campamentos de verano para niños con enfermedades graves, donde utilizan la diversión y la sonrisa como tratamiento para sus dolencias. Gracias a esta iniciativa, 15 000 niños disfrutan cada año del ocio y bienestar que ofrecen Hole in the Wall Camps. Son gratuitos, subvencionados por más de 42 000 entidades y personas de todo el mundo. Desde que comenzaron su actividad más de 114 000 niños han pasado por estos campamentos, en los que cada verano colaboran más de 7500 voluntarios.