Se trata del quinto municipio más extenso de la región madrileña, con 128,4 km², y uno de los que reúne un mayor interés ecológico. Del total de su superficie, 6928 ha se encuentran integradas en el parque nacional de la Sierra de Guadarrama, mientras que el resto pertenece al parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares (territorio también ocupado en una pequeña parte por la zona periférica de protección del parque nacional nombrado).
El escudo heráldico que representa al municipio fue aprobado en 1974 con el siguiente blasón:
Escudo cuartelado en sotuer. Primero y cuarto, en campo de sinople, una banda de gules perfilada de oro. Segundo y tercero, en campo de oro, la salutación angélica «Ave Maria gratia plena», en azur. Timbrado de corona condal.
La descripción textual de la bandera, aprobada en 1993, es la siguiente:
Bandera, proporciones 2:3. Dividida en tres partes por dos líneas, una de las cuales a desde el ángulo inferior del asta al primer tercio del borde superior. La otra, desde el ángulo superior del batiente hasta el segundo tercio del borde inferior.La franja central, amarilla, y los triángulos laterales, verdes. Cargada al centro del escudo municipal.
Para conocer el patrimonio histórico de Manzanares el Real es preciso remontarse a los asentamientos prehistóricos acaecidos en la zona, conocidos gracias al reciente descubrimiento de ciertos hallazgos arqueológicos, entre los que cabe destacar unas pinturas rupestres de valor incalculable.
Se cree que quedan reminiscencias de ritos indoeuropeos en una fiesta religiosa de la localidad, la de la Virgen de la Peña Sacra (cf. infra).
No hay prácticamente restos de época romana, aunque sin duda aquí debió de haber algún asentamiento. Tras el período visigodo y de conquista árabe, el pueblo renace en 1248, tiempo en que muchos madrileños durante la Reconquista fueron a la toma de Sevilla y los segovianos repoblaron Manzanares, tal y como se desprende del testimonio que consta en una misiva expedida por Fernando III.
Debido al asentamiento y expansión hacia el sur de los segovianos en estas tierras, comienza en aquellos días una pugna entre estos y los madrileños que se solventó, pasados los años, cuando Alfonso X incorporó estos lugares a la Corona, pasando entonces a denominarse El Real de Manzanares.
Juan I cedió el territorio a Pedro González de Mendoza a fines del siglo XIV, siendo precisamente con la saga de los Mendoza cuando El Real de Manzanares vive su máximo esplendor, durante los siglos XV y XVI.
Posteriormente, pasó por matrimonio a manos de otros miembros de la nobleza, hasta que en el siglo XVIII regresa a los dominios de los Mendoza, a quienes Felipe V concedió la posesión perpetua.
Por último, destacar que Manzanares es la cuna de la Autonomía Madrileña, siendo su castillo el emplazamiento elegido en 1982 para la celebración del acto de constitución de la Asamblea de Parlamentarios de Madrid y para el nombramiento de la ponencia redactora del Estatuto de Autonomía. Las Instituciones Públicas y Privadas y, lo que es más importante, los vecinos de Manzanares, conscientes de su fortuna ante el enclave natural privilegiado y la herencia cultural de que disfrutan, han sido, son y serán siempre los perfectos anfitriones en la que es su casa, pero logran que uno sienta como suya.
En el municipio hay tres líneas de autobús, una de ellas tiene como cabecera el intercambiador de Plaza de Castilla. Las tres líneas están operadas por la empresa Interbus.
Entre los centros educativos se encuentra el Virgen de la Peña Sacra (público, de educación infantil y primaria). También están Los Abetos (infantil, primaria y secundaria) y Mis primeros pasos (infantil), ambos privados.
Erigido sobre una ermita románico-mudéjar que hoy se mantiene erguida, el palacio-fortaleza de los Mendoza es el mejor conservado de la Comunidad de Madrid. Sus obras dieron comienzo en 1475.
Este bellísimo conjunto de grandes ventanales de arcos de mediopunto consta de patio rectangular y dos galerías sobre columnas octogonales. El edificio del castillo tiene cuatro torres en sus vértices, adornadas con unas bolas del más puro estilo isabelino. Sobre el adarve meridional la galería es de traza flamígera sobre antepechos decorados a base de punta de diamante.
Todo el castillo está circundado por una barbacana cuyas saeteras llevan esculpidas en bajo relieve la cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén, por el título que gozó Pedro González de Mendoza.
El castillo consta de un patio porticado, de un sótano y de seis plantas: planta baja, entreplanta primera, planta principal, entreplanta segunda, galería alta y galería de cubiertas. La galería gótica del primer piso está considerada como la más bella de la geografía nacional. Su construcción fue iniciada por el primer Duque del Infantado y finalizada por su hijo, Don Íñigo López de Mendoza, participando Juan Guas de su construcción.
El castillo alberga un museo de los castillos españoles y es sede de una colección de tapices.
Además del castillo de los Mendoza, la localidad conserva los restos de una fortaleza anterior, conocida como castillo viejo o Plaza de Armas. Sólo se mantienen en pie dos muros, integrados dentro de un recinto ajardinado. Fue construido en estilo mudéjar, en piedra de granito, con encintado de ladrillo.
Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves
Por la información existente, parece que fue fundada a principios del siglo XIV, bajo la protección del primer Marqués de Santillana.
Sin embargo, a fines del siglo XV o principios del siglo XVI, fue reedificada, modificando el pórtico, trasladándolo del lado norte al lado sur.
Su estilo arquitectónico no es definido, por las modificaciones sustanciales de que ha sido objeto, mezclando el románico con el gótico sin formar unidad. Se trata de una iglesia de tres naves, separadas por arcos sobre columnas de piedra. La nave central, de estilo románico, está encabezada por el presbiterio, de forma pentagonal.
La torre es de tres cuerpos, separados entre sí por medio de impostas. Su reforma se llevó a cabo a principios del siglo XVI.
La sacristía, de construcción posterior, se cubre con crucería gótica de terceletes.
En cuanto al pórtico, sito al sur del edificio, es construcción de mediados del siglo XVI y su estilo es renacentista purista, constando de ocho arcos carpaneles y uno de medio punto.
Tanto el coro como el retablo han desaparecido; encontrándose las columnas de aquel en el jardín de la iglesia, junto con unas estelas mortuorias vascas del siglo XII, de estilo visigótico.
Ermita de Nuestra Señora de la Peña Sacra
La ermita está situada sobre la Peña Sacra, como su propio nombre indica, desde donde se domina una amplia panorámica de La Pedriza. La construcción es del siglo XVI, a la que fueron adosadas dependencias posteriores en el siglo XVII. La Virgen de la Peña Sacra es copia moderna de la imagen del siglo XIX desaparecida, a excepción del Niño, que es antiguo. Quizá su culto sea sucesor de otros indoeuropeos durante el i milenio a. C., centrados en ritos al aire libre.
Se ignora con exactitud el momento en que empezó el culto cristiano a la Virgen de la Peña Sacra, dadas las dificultades de hallar documentos anteriores al siglo XVI. Sin embargo, sí hay que reseñar que su importancia va en aumento a medida que nos acercamos al siglo XVIII. Actualmente existe mucha devoción por esta Virgen, aunque no es patrona de la localidad.
En 1769, durante la celebración de su festividad, la falta de cuidado con las velas que rodeaban a la Virgen hizo que se prendiera fuego en la iglesia, salvándose sólo la sacristía y quedando el edificio sin torre, techumbre, ni imágenes sagradas. La propia Virgen también se quemó. Asimismo, cuenta Bernaldo de Quirós, narrando los hechos que le describió en su día el antiguo posadero de Manzanares, que la ermita fue objeto de ataque por parte de los bandidos que poblaban la zona, siendo valientemente defendida por la guardesa de Peña Sacra. En épocas más recientes, la ermita se ha visto envuelta en nuevos acontecimientos. Así, durante la Guerra Civil, fue parcialmente destruida, produciéndose la desaparición de la antigua imagen de la Virgen.
Cultura
Museos
El Museo Etnológico y Arqueológico dispone igualmente de una sala destinada a los restos arqueológicos que se vienen hallando en los diferentes yacimientos del Municipio de Manzanares. Entre el sinfín de tesoros expuestos, se encuentran hachas de piedra, sílex, cuencos de barro, un calco de pinturas rupestres, molinos de piedra, restos de tumbas visigodas, cerámica medieval y moderna y ciertos manuscritos.
Fiestas
Dos son las fiestas religiosas locales que se celebran a lo largo del año: La Fiesta del Cristo de la Nave en septiembre, y la Fiesta de Nuestra Señora Virgen de Peña Sacra en Pentecostés. En ambos casos se llevan a cabo bellas procesiones de notable fervor religioso. La festividad de la Virgen culmina con una fraternal y pintoresca comida en La Pradera, en la que prácticamente todos los vecinos de Manzanares y sus amigos forasteros intercambian sus viandas.
Como fiestas profanas cabe destacar los carnavales, con el tradicional entierro de la sardina en la plaza del pueblo. Sin embargo, las auténticas fiestas de Manzanares son las de agosto. Tras el agotamiento fruto de los días de competiciones deportivas, atracciones, baile en la Plaza del Pueblo, actuaciones musicales, encierros y corridas, tiene lugar la célebre cena de toro con patatas en las inmediaciones de la Plaza.
Gastronomía
La exquisita cultura gastronómica de la zona se remonta a mucho tiempo atrás, a los días en que la Cuenca Alta del Manzanares era fundamentalmente ganadera. La incomparable calidad de los pastos de este entorno natural fue ya entonces una de las claves del sabor y la ternura de sus carnes. Asimismo, de antaño provienen sus célebres platos de pescado, procedentes en su día de las serpenteantes aguas del río y del pantano.
Otras especialidades que, a juicio de expertos gastrónomos, no han de dejar de probarse, son las patatas en caldero con cabrito, la sopa de cocido con hierbabuena y el conejo en escabeche o caldereta, aderezado en este último caso con romero, lo que le da un gusto único.