Era hijo de Fernando III y de su primera mujer María Ana de España, hija del rey Felipe III de España. Como rey de Hungría reunificó las tres partes del reino (que había estado dividido cerca de 150 años tras la invasión otomana) después de expulsar a los turcos, asunto que ratificó con la Paz de Karlowitz de 1699.
Vida pública
Su gobierno se caracterizó en materia exterior por contrapesar la preponderancia política de la Francia de Luis XIV (su primo hermano por vía femenina) en Europa y por rechazar por el este la amenaza del Imperio otomano. Esta segunda cuestión se solucionó en 1683 en la Batalla de Viena, con la derrota turca a manos de un ejército cristiano coaligado (formado por austriacos, bávaros, sajones y polacos), al mando del rey polaco Juan III Sobieski y del duque Carlos V de Lorena.
Posteriormente en 1686 avanzaron los ejércitos hacia los territorios húngaros para expulsar a los turcos que ya se hallaban en esa región desde 1526 y, de esta forma, comenzaron a asediar la ciudad de Buda. Luego de tres meses consiguieron tomarla y siguieron presionando a los otomanos hasta obligarlos a salir de Hungría. Dichas campañas húngaras fueron coordinadas por el mariscal austriaco Eugenio de Saboya, las cuales continuaron hasta 1690, cuando los ejércitos imperiales tomaron el Principado de Transilvania, antiguamente parte del reino húngaro. En 1690 se promulgó el Diploma Leopoldinum, que contenía la nueva situación político-jurídica de Transilvania, declarando que era parte del Sacro Imperio Romano Germánico[cita requerida] y debía pagar un alto impuesto. Leopoldo permitió igualmente que en ese mismo año el noble húngaro Miguel Apafi II fuese elegido príncipe a la muerte de su padre, continuando brevemente a la cabeza del Estado transilvano.
El rey Leopoldo de Hungría trajo hábilmente a su corte en Viena al joven príncipe húngaro Miguel Apafi II, donde en 1701 le otorgó el título de Príncipe Imperial Germánico y lo alentó a renunciar oficialmente al trono transilvano. De esta manera el control absoluto sobre los territorios húngaros pasó a manos de Leopoldo, sin existir ninguna figura noble que se opusiese frontalmente.
Dirigió la ocupación de Lombardía el año 1701, en el marco de la Guerra de Sucesión Española. Aprovechando que Leopoldo luchaba en dicho conflicto, el noble húngaro Francisco Rákóczi II había intentado aliarse con el rey francés y movilizó tropas húngaras para atacar al poder germánico. Rákóczi deseaba liberar al reino de Hungría de su propio monarca, Leopoldo, pues consideraba que la casa de los Habsburgo era ilegítima. Si bien fracasó la guerra independentista de Rákóczi, Leopoldo no vivió para verla terminar. Fue su hijo José I de Habsburgo, quien la concluyó forzando a los nobles húngaros a que firmaran la paz.
En el interior fomentó el catolicismo, siendo, al igual que su padre, tolerante con el protestantismo.
Guerras contra Francia
La expansión francesa amenazaba cada vez más al Imperio, especialmente la toma del estratégico Ducado de Lorena en 1670, seguida de la Guerra franco-holandesa de 1672. A mediados de junio, la República Holandesa se encontraba al borde de la destrucción, lo que llevó a Leopoldo a acordar una alianza con Brandeburgo-Prusia y la República el 25 de junio.[1] Sin embargo, también estaba sopesando una revuelta en Hungría y consideraba que las conquistas francesas en Renania eran más prioritarias que ayudar a los holandeses. Su comandante, Raimondo Montecuccoli, recibió la orden de permanecer a la defensiva y evitar un conflicto directo. La caótica logística hizo imposible mantener las tropas y Brandeburgo abandonó la guerra en junio de 1673 en virtud del Tratado de Vossem.[2][3]
En agosto se formó una Cuádruple Alianza antifrancesa, formada por la República, el España, el emperador Leopoldo y el duque de Lorena, mientras que en mayo de 1674, la Dieta Imperial la declaró Guerra Imperial. El Tratado de Nimega de 1678 se considera generalmente una victoria francesa, aunque la Alianza consiguió limitar sus ganancias.[4]
Casi inmediatamente después de la conclusión de la paz, Luis renovó sus agresiones en la frontera alemana a través de la política de Réunions. Enzarzado en una seria lucha con el Imperio Otomano, el emperador volvió a actuar con lentitud, y aunque se unió a la Liga de la Asociación contra Francia en 1682, se alegró de hacer una tregua en Ratisbona dos años más tarde. En 1686, el emperador y los príncipes imperiales formaron la Liga de Augsburgo para preservar los términos de los tratados de Westfalia y de Nimega. Toda la posición europea estaba ahora ligada a los acontecimientos en Inglaterra, y la tensión duró hasta 1688, cuando Guillermo III de Orange ganó la Corona inglesa a través de la Revolución Gloriosa y Luis invadió Alemania. En mayo de 1689 se formó la Gran Alianza, que incluía al emperador, los reyes de Inglaterra, España y Dinamarca, el elector de Brandeburgo y otros, y se libró una encarnizada lucha contra Francia en casi toda Europa occidental. En general, las diversas campañas fueron favorables a los aliados, y en septiembre de 1697, Inglaterra, España y la Provincias Unidas firmaron la paz con Francia en el Tratado de Rijswijk.[3]
Leopoldo se negó a asentir al tratado, ya que consideraba que sus aliados habían descuidado un poco sus intereses, pero al mes siguiente llegó a un acuerdo y varias plazas fueron transferidas de Francia a Alemania. La paz con Francia duró unos cuatro años y entonces Europa se vio envuelta en la Guerra de Sucesión Española. El rey de España, Carlos II, era un Habsburgo por descendencia y estaba emparentado por matrimonio con la rama austriaca, mientras que un vínculo similar le unía a la casa real de Francia. Era débil y sin hijos, y las potencias europeas habían intentado organizar una división pacífica de su extenso reino. Leopoldo se negó a consentir cualquier división, y cuando en noviembre de 1700 Carlos murió, dejando su corona a Felipe de Francia, duque de Anjou, nieto de Luis XIV, todas las esperanzas de un acuerdo pacífico se desvanecieron. Bajo la dirección de Guillermo III se formó una poderosa liga, una renovada Gran Alianza, contra Francia; de la que el emperador era un miembro destacado, y en 1703 transfirió su derecho sobre la monarquía española a su segundo hijo, Carlos. El curso inicial de la guerra no fue favorable a los imperialistas, pero la marea de la derrota había sido frenada por la gran victoria de la Blenheim antes de que Leopoldo muriera el 5 de mayo de 1705.[5]
María Margarita (1690-1691), archiduquesa de Austria.
Perpetuada entre los Habsburgo debido a la endogamia, Leopoldo sufría una malformación congénita caracterizada por un exagerado prognatismo (de hecho, él y Carlos II de España mostraron el tipo más grave),[7] lo que le ganó el apodo entre sus enemigos de «Leopoldo, boca de camello». Le sucedió su hijo José.
Crankshaw, Edward, The Habsburgs: Portrait of a Dynasty (New York, The Viking Press, 1971).
Frey, Linda; Frey, Marsha (1978). «A Question of Empire: Leopold I and the War of Spanish Succession, 1701–1715». Austrian History Yearbook14: 56-72. S2CID143446372. doi:10.1017/s0067237800009061.
Frey, Linda; Frey, Marsha (1978). «The Latter Years of Leopold I and his Court, 1700–1705: A Pernicious Factionalism». Historian40 (3): 479-491. doi:10.1111/j.1540-6563.1978.tb01904.x.
Frey, Linda and Marsha Frey. A Question of Empire: Leopold I and the War of Spanish Succession, 1701–1705 (1983)
Goloubeva, Maria. The Glorification of Emperor Leopold I in Image, Spectacle and Text (Mainz, 2000) (Veröffentlichungen des Instituts für Europäische Geschichte. Abteilung für Universalgeschichte, 184).
Kampmann, Christoph (2012). «The English Crisis, Emperor Leopold, and the Origins of the Dutch Intervention in 1688». Historical Journal55 (2): 521-532. S2CID162523435. doi:10.1017/S0018246X1200012X.