Las Extremaduras (Estremaduras) es el término utilizado para referirse a dos entidades territoriales que comprendían un amplio espacio histórico conocido como Extremadura (siglos XI-XII), correspondientes a las regiones de la Extremadura leonesa del Reino de León y a la Extremadura castellana del Reino de Castilla; integrándose sendos territorios con la unión de ambos reinos en 1230.
Con la creación de la Provincia de Extremadura (con las Cortes de Toro de 1371, recuperando jurídicamente su independencia en 1653), y la disolución administrativa de la denominada Extremadura castellana, surgirá el precedente institucional de la actual Comunidad Autónoma de Extremadura (España), retomando el topónimo y la memoria de las antiguas Extremaduras, con orígenes como entidad territorial en el siglo XII.
En historiografía se utiliza el término de las Extremaduras históricas para referirse a uno de los ejes geopolíticos de la historia medieval peninsular que se desplegó desde Portugal hasta Aragón, pasando por León y Castilla; haciendo referencia a diferentes espacios dentro de los territorios de frontera.[1]
Toponimia
Sobre los orígenes del nombre de Extremadura hay varias hipótesis:
El nombre de Extremadura deriva del latínExtrema Durii[2] ('Extremos del Duero', o más bien 'en el otro extremo' del Duero, haciendo referencia a su posición al sur de este río), con el que se designaban los territorios situados al sur de la cuenca del ríoDuero (y sus afluentes). Según Luis A. García Moreno el nombre de extrema Durii comenzó a usarse tras la estratégica victoria de Simancas, que permitió al rey Ramiro II de León asegurar la línea defensiva del río Duero, para referirse al glacis defensivo comprendido entre el río y la cordillera del Sistema Central. Así mientras el rey Ramiro se ocupaba de repoblar la zona occidental (Salamanca, Ledesma y otros lugares) el conde castellanoFernán González repoblaba en la zona oriental la antigua fortaleza romana de Sepúlveda.[3]
El vocablo Extremadura se usaba, en general, durante la Reconquista para denominar a las tierras situadas en los «extremos»,[4] la frontera, de los reinos cristianos del norte (en particular, de los reinos de León y Castilla) con Al-Ándalus. Así, Extremadura es el nombre que reciben las tierras de frontera de Castilla, en torno a la actual provincia de Soria (recordemos que el escudo de su capital dice Soria pura cabeza de Estremadura): se trataría de la Extremadura castellana; y Extremadura es el nombre que reciben también los territorios «extremos», más alejados y en primera línea de defensa frente al enemigo islámico durante la Reconquista, del Reino de León, que ocuparía inicialmente buena parte de la actual provincia de Cáceres, para extenderse hacia el sur tras la conquista del Reino Taifa de Badajoz: se trataría ésta, pues, sensu stricto, de la Extremadura leonesa.
Zona de Aragón utilizada en Calatayud, Daroca, Teruel y Albarracín -localidades con fuero.[6] A veces se extiende la denominación a otras zonas más orientales, como el Bajo Aragón histórico y el Maestrazgo. Con el nombre de la Extremadura aragonesa y castellana, utilizado habitualmente para designar al conjunto de ambas Extremaduras, podría denominarse también el espacio fronterizo disputado entre ambos reinos (zonas de Soria y el Moncayo, el valle del río Jalón (Santa María de Huerta), Molina de Aragón, etc.).
La Extremadura catalana, no es de uso historiográfico, ya que se tiende a usar más la denominada Tierra Nueva Catalana o Cataluña Nueva. Se tiende a incluir dentro de la Extremadura aragonesa.
Se ha señalado la especial relación de esta zona con una actividad económica característica y determinante: la transhumancia de la cabaña ovina.[8] La continuidad de la asociación entre Extremadura y la invernada de los ganados se mantiene, por ejemplo, en la canción popular Ya se van los pastores a la Extremadura / ya se queda la Sierra triste y oscura... (procedente de la Sierra de Cameros, en la actual Comunidad de La Rioja).
↑García Moreno, Luis A. (1982). «Las invasiones y la época visigoda. Reinos y condados cristianos». En Juan José Sayas Abengochea y Luis A. García Moreno, ed. Romanismo y germanismo. El despertar de los pueblos hispánicos (siglos IV-X). Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara II. Barcelona: Labor. pp. 441-442. ISBN84-335-9422-2.