La importancia de Juana de Austria estriba en sus relaciones familiares, ya que fue nieta, hija, madre y hermana de reyes. Juana de Austria, nacida en la corte real de Madrid, era hija de Carlos I y de Isabel de Portugal. Por tanto, sus abuelos por línea paterna fueron Felipe I y Juana I de Castilla y por línea materna el rey Manuel I de Portugal y María de Aragón.
Además fue hermana del rey Felipe II de España, sirviéndole de regente durante su viaje a Inglaterra para casarse con María I de 1554 a 1556 y de 1556 a 1559.
Primeros años y matrimonio
Llamada así por la onomástica del día de su nacimiento y en honor a su abuela paterna, Juana de Castilla, Juana de Austria quedó huérfana de madre a los cuatro años y fue encomendada a doña Leonor de Mascareñas. A los ocho años ya entendía el latín y sabía tocar instrumentos musicales. El 11 de enero de 1552, con diecisiete años, se casó por poderes en Toro con su primo hermano, el príncipe heredero de Portugal, Juan Manuel de Portugal, que contaba solamente con quince años.[1] Este matrimonio fue crucial para la historia de los dos países ibéricos, dentro de la política de España de acercamiento a Portugal, que supondría la subida al trono portugués de Felipe II (como Felipe I de Portugal) y que Portugal fuera regida por la Casa de Austria en unión dinástica. A fines de noviembre de 1552, llegó a la corte lusitana.[2]
El matrimonio fue corto debido a la prematura muerte de Juan de Portugal el 2 de enero de 1554 por diabetes juvenil. Sin embargo, para esa fecha, Juana estaba embarazada[1] y el 20 de enero de ese mismo año, nace el futuro rey portugués Sebastián I. A petición de su padre, que tenía intención de abdicar, regresó a España, dejando Lisboa el 17 de mayo de 1554 y confiando el cuidado de su hijo recién nacido a su suegra (que también era su tía), la reina portuguesa Catalina de Austria.
Regencia de España
Una vez en España, y tras una visita a su abuela la reina Juana I de Castilla en Tordesillas, en la corte asumió la regencia del país el 12 de julio de 1554, debido a la ausencia del emperador así como de su hermano y sucesor al trono, que marchó a los Países Bajos e Inglaterra para casarse con su tía segunda María Tudor. Ésta duró hasta 1559, en que Felipe II vuelve definitivamente a España.
Desempeñó admirablemente este cargo con entrega personal y sagacidad, dando respuestas atinadas y justas a los graves problemas militares, religiosos y políticos de esos años. De enérgico carácter, Juana supo rodearse de personas de confianza, muchas de ellas de origen portugués, que habían partido a Castilla en el séquito de su madre, la emperatriz Isabel, como el futuro príncipe de Éboli, Ruy Gómez de Silva, el cual sería una de las figuras punteras del llamado "partido ebolista", junto a la infanta, una de las dos facciones dentro de la corte de Felipe II —por oposición al "partido albista" ligados a su tío cuarto Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba— caracterizado por su tolerancia y conciliación, sobre todo en temas religiosos.
Juana de Austria no volvió a casarse, ni tampoco regresó a Portugal para ver a su hijo Sebastián, con el que mantuvo una amplia correspondencia y del que se conservan en España diferentes cuadros pintados a distintas edades para que la princesa conociera de su evolución.
En 1559, a la vuelta de Felipe II, se retiró de la vida política para dedicarse aún más a la vida religiosa, aunque siguió siendo un robusto apoyo para el partido ebolista. Juana de Austria conservó hasta la muerte el género de vida que llevó desde ese año: mitad religiosa y mitad de corte. Falleció en el monasterio de El Escorial, en 1573; pero fue enterrada en el convento de las Descalzas Reales de Madrid, en un sepulcro realizado por Pompeo Leoni.[3]
Juana, la mujer jesuita
La importancia de Juana en la historia, además de como regente de España en un momento en que la política le estaba vetada a las mujeres,[cita requerida] tiene que ver con su papel dentro de la Compañía de Jesús, al ser la única mujer que ingresara en dicha orden religiosa masculina. Juana de Austria estaba muy vinculada con dicha orden a través de su confesor y primo segundo san Francisco de Borja y también mantuvo una relación epistolar con san Ignacio de Loyola.[4]
En los meses del verano de 1554, una vez nombrada regente y bajo el influjo de su primo segundo Francisco de Borja, creció en ella la idea de entrar en la nueva orden de la Compañía de Jesús. Borja le comunicó a Ignacio de Loyola la resolución de la regente. Esto les causó un enorme problema debido a la imposibilidad de las mujeres de ingresar en la orden recién fundada. En la frecuente correspondencia respecto a este asunto, la regente figuró bajo el seudónimo de Mateo Sánchez (aunque en cartas muy posteriores usara el seudónimo de Montoya) para que no se conocieran públicamente sus propósitos.
El 26 de octubre de 1554, por órdenes de Ignacio de Loyola, se reunió una consulta para deliberar sobre la posibilidad de admitir a Mateo Sánchez. La petición de la regente era altamente irregular, pero no se podía desatender por su importancia dentro del Estado y ante la posibilidad de que esta viuda llegara a ser un instrumento de la política matrimonial de los Austria —para lo que sería un obstáculo definitivo la emisión de votos religiosos, debido a que la competencia sobre los votos religiosos estaban en poder de los reyes de España— los padres jesuitas decidieron autorizar a Mateo Sánchez a pronunciar los votos de escolar de la Compañía de Jesús, en el sentido indicado en la Parte V de las Constituciones. A la regente, todavía de 19 años, le dirigió Ignacio de Loyola la autorización oficial el 3 de enero de 1555.
Entre todo el empeño que puso Juana de Austria en defender y promover a la Compañía de Jesús destaca:
Intervino para impedir que Francisco de Borja fuera nombrado cardenal, ante la prohibición de los jesuitas a aceptar dignidades eclesiásticas.
Por las repetidas relaciones enviadas a Roma sobre sus progresos, se ve que los jesuitas tomaron en serio la pertenencia de la infanta a su Orden, aun siendo única en su género y mantenida en secreto.
Promotora de arte
La hija menor de Carlos V e Isabel de Portugal pasó su infancia entre varias ciudades castellanas, manteniendo estrecha relación con su hermana mayor, María, hasta 1551, cuando María se traslada a Centroeuropa y Juana a Portugal. En estas fechas es cuando ambas heredan buena parte de los bienes maternos, entre los que destacan joyas, que se unen a la incipiente colección de la infanta Juana. Muestra de ello es la cintura de orfebrería con columnas de Hércules del emperador, que luce en su retrato atribuido a Pantoja de la Cruz, similar a los botones de la saya de su hermana en el retrato del mismo año, realizado por Antonio Moro.[6]
En 1552, para contraer matrimonio, Juana se traslada a Lisboa, donde se data el primer inventario de sus bienes, estando ya casada con el príncipe Juan Manuel. Previas nupcias, ya fue retratada por Cristóbal de Morales. En la corte lusa se familiarizó con objetos de lujo exóticos, como porcelanas orientales, de los que se haría muy aficionada y que apreciaría ya durante toda su vida.[6]
Tras enviudar, tuvo que regresar a España unos meses en 1554 para ocuparse del gobierno en ausencia de su hermano, por motivo del viaje a Inglaterra para casarse con María Tudor. Desde 1554 hasta 1559 reside en Valladolid, donde mantiene estrecha relación con sus tías Leonor y María de Hungría hasta el fallecimiento de ambas en 1558, tras el que queda como usufructuaria de gran parte de los bienes de su tía María, entre los que destacan los tapices flamencos, como los de la serie de la Conquista de Túnez, que estaba colgada en las Descalzas Reales. En esta etapa vallisoletana, protege a artistas como Alonso Sánchez Coello o Pompeo Leoni. Cuando su hermano regresó en 1559, lo hizo acompañado de Antonio Moro, quien la retrató hacia 1560.[6]
↑ abc«Joana de Áustria (D.).». Portugal - Dicionário Histórico, Corográfico, Heráldico, Biográfico, Bibliográfico, Numismático e Artístico(en portugués)III. p. 1036. Consultado el 1 de noviembre de 2011.