Tras la muerte de Rönne, fue nombrado flügeladjutant del comandante de la caballería en Ucrania, el generalBauer, aunque poco después sería transferido a Mittau, donde residiría en la corte de la duquesa Ana Ioánovna. En 1719, el porúchik generalWeisbach fue enviado a Viena con una misión secreta y el barón Shafírov, que conocía las habilidades de Asch para organizar la correspondencia secreta, le recomendó al general y obersthofmeisterPiotr Bestúzhev-Riumin como un excelente oficial para ese tipo de correspondencia con Weisbach. Este conseguiría en Viena el acercamiento entre las dos cortes y persuadir al duque de Schleswig-Holstein, que visitaba la capital austriaca, de una alianza más estrecha con Rusia. Toda la correspondencia encriptada diplomática en estos asuntos fue llevada a cabo por Asch.[1]
El zar Pedro apreció la contribución de Asch al desarrollo del ámbito postal. Además de una recompensa monetaria de mil rublos,[1] el soberano le nombró en 1724 secretario de la oficina postal metropolitana.[5] Tomó el cargo de director en 1726 y se encargó entre otras cosas de la distribución del único periódico en el momento en Rusia[6]
Con el ascenso al trono de Ana Ioánovna, recibió numerosas tierras en Livonia y significativas sumas de dinero. Los 136.000 rublos que le transfirió la emperatriz fueron transferidos por Asch a un banco de Ámsterdam a nombre de una "persona desconocida" y nunca los usó.[7]
Asch era imprescindible para la diiplomacia rusa, por muchos años cuidadosamente abrió las misivas de los diplomáticos extranjeros y de los personajes que tenían interés en el gobierno ruso. Por ejemplo, durante el asunto Lopujiná, le fue ordenado dar todas las cartas dirigidas a los acusados en el caso a la Cancillería Secreta. Asch conocía como abrir la correspondencia y tras estudiarla y copiarla, conseguía coserla y sellarla de nuevo con un sello falso, de modo que el destinatario no tuviera sospechas. Las actividades del cabinet noir son conocidas por los informes de Asch al director de los correos Bestúzhev:
Humildemente informo que no fallaré al copiar cartas originales y advertiré los errores en las cartas o los números que a veces se hallan. Una vez halla tomado una muestra, es posible abrir la misivas selladas sin dañar el sobre en una manera advertible[8][9]
En julio de 1744 en ocasión de la conclusión de la paz con Suecia, se le otorgó el rango de coronel, y cinco años más tarde se le otorgó la posesión vitalicia de la muižaJotynitsi, en el uyezd de Yámburg.[1]
Catalina II, a principio de su reinado también apreció a Asch. La zarina le escribió cartas favorables y empatizaba con sus enfermedades en los ojos.[3] En 1762, con el consentimiento de Catalina, Asch y su hijo fueron elevados por el emperador Francisco I a la dignidad de barón del Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, pronto el nuevo barón caería en desgracia. Catalina consideró que no tenía una actitud suficientemente respetuosa hacia ella y encargó una auditoría sobre el departamento de correos metropolitano. En 1764, Asch fue acusado de desvío de enormes cantidades de dienro del Estado y el 26 de abril[10] fue despedido con la confiscación de sus propiedades.[11] Murió en 1771[12] o 1773[7] en la pobreza.
Familia
Asch tuvo tres hijas y cuatro hijos:
Piotr Fiódorovich Asch, doctor en medicina y miembro del Colegio de Medicina del Estado en Moscú durante el reinado de Catalina II. Era conocida como un experto médico.[4]
Iván Fiódorovich Asch (1726-1807[13]) fue famoso como un hábil diplomático. En 1749 entró en el servicio público y fue nombrado al puesto de júnker de colegio en el Colegio de Asuntos Exteriores. En 1754 fue enviado a la embajada rusa en Viena, ocupando un puesto en la corte imperial. En 1783, el hijo de Francisco I, el emperador José II, le otorgó un diploma y aprobó su escudo de armas con la dignidad de barón otorgada a su padre. Desde Viena, Asch fue trasladado a Polonia, donde hasta 1793 sería consejero del cargo de residente en la Mancomunidad, que él mismo ocuparía entre 1794 y 1795.
↑En ocasiones Asch lamentaba informar que los trucos de los diplomáticas eran superiores a sus habilidades: "el pegamento bajo los sellos no se disuelve. En consecuencia, para mi gran pesar, no puedo encontrar cartas que pueda copiar sin destruir completamente los sobres."