La ficción filosófica es cualquier ficción que dedica una parte significativa de su contenido al tipo de cuestiones que aborda la filosofía. Puede explorar cualquier faceta de la condición humana, incluyendo la función y el papel de la sociedad, la naturaleza y motivación de los actos humanos, el propósito de la vida, la ética o la moral, el papel del arte en la vida humana, el papel de la experiencia o la razón en el desarrollo del conocimiento, si existe el libre albedrío, o cualquier otro tema de interés filosófico. La ficción filosófica incluye la novela de ideas (cuya historia expone y explora una determinada perspectiva filosófica del mundo), que también puede pertenecer al género de la ciencia ficción, la ficción utópica y distópica y el bildungsroman.
No existe una definición universalmente aceptada de ficción filosófica, pero una muestra de obras notables puede ayudar a esbozar su historia. Por ejemplo, un diálogo platónico podría considerarse ficción filosófica.[1]
Al parecer, el género surge con el nombre de cuento filosófico (conte philosophique) en la Francia del siglo XVIII, siendo un relato de ficción que critica a la sociedad y a los poderes para transmitir ideas y conceptos de carácter filosófico: las costumbres de la nobleza, los regímenes políticos, el fanatismo religioso y ciertas corrientes filosóficas. Retoma la construcción del cuento y utiliza algunas de sus formulaciones, como el "érase una vez", para evitar la censura imperante en la época. Al igual que éste, pertenece al género del apólogo, relato breve alegórico y argumentativo del que se extrae una moraleja, y que también incluye a las fábulas y utopías, entre otros. Voltaire es el máximo exponente de este género, siendo Cándido, Micromegas y Zadig sus obras más representativas.
La monarquía absoluta consolidada con Luis XIV, que trajo el apogeo del poder real y la vuelta al orden moral, censuró numerosas publicaciones literarias. Herederos de los libertinos del siglo XVII, pensadores críticos como Voltaire y Diderot fueron conocidos como los "filósofos de la Ilustración". En nombre de la Razón y los valores morales, denunciaron las opresiones de su época. La mayoría de ellos sufrieron la censura o la cárcel. Como consecuencia, algunos publicaron en la clandestinidad, mientras que otros recurrieron a gobernantes extranjeros conocidos como "déspotas ilustrados". En un intento de sortear las prohibiciones, estos filósofos idearon nuevos géneros literarios, entre ellos el cuento filosófico.
El cuento filosófico es un género híbrido. Se toman las características de los cuentos de hadas y se abordan cuestiones filosóficas. En Cándido de Voltaire, por ejemplo, están presentes los rasgos tradicionales del cuento: la acción transcurre en un castillo, el tiempo es indeterminado (aunque hay paralelismos históricos, sobre todo con el terremoto de Lisboa de 1755) y los personajes son en su mayoría nobles. También hay ciertas características de la novela de aventuras, como las numerosas peripecias y los largos viajes. Voltaire escribía sus cuentos de la misma manera que los cuentos tradicionales, pero los modificaba a su manera insertando una tesis filosófica; era una forma de comunicar sus ideas.[2] Añadía recursos cómicos, como la ironía, y a veces se acercaba al género de la farsa. También incluye una moraleja y elementos de la sociedad contemporánea, para que el lector pueda reflexionar sobre el cuento y la cuestión que plantea. El cuento filosófico también incluye ciertos atributos del género picaresco, como el hecho de que el héroe atraviese varias clases sociales, o que se burlen de sentimientos elevados como el amor.
El cuento filosófico toma la mayor parte de su estructura de los cuentos de hadas, pero parodia este género exagerando algunas de sus características.[3] Suele incluir aspectos maravillosos, como personajes que mueren y luego vuelven a la vida sin más explicaciones, mientras que otros mueren para siempre. Además, los personajes suelen ser caricaturas: se definen por un único rasgo de carácter. El personaje de Cándido, por ejemplo, puede entenderse simplemente por su nombre. Pero el mundo es real, y a menudo choca con la sociedad contemporánea del autor. Esta discrepancia se crea mediante la parodia, un recurso literario que utiliza la desviación, la inversión, la reducción, la amplificación, el anacronismo y el calambur, torciendo las reglas del género parodiado.[4]
El cuento filosófico utiliza a menudo la sátira como recurso literario. La sátira es una buena forma de denunciar y criticar a la sociedad. La sátira utiliza varias técnicas, como la caricatura, la ironía y el humor negro. La caricatura permite al lector reírse al ofrecer una imagen exagerada de la realidad, que es el propósito mismo de la literatura satírica. Voltaire utiliza esta técnica para criticar a la nobleza, muy presente en Cándido. También denuncia el pensamiento de ciertos filósofos. Pangloss, por ejemplo, es una caricatura del filósofo alemán Leibniz. El humor negro también hace que muchas cosas despreciables e inmorales parezcan completamente banales. Por ejemplo, en el capítulo 9 del mismo libro, Voltaire escribe: "Enterramos a mi señor en una hermosa iglesia, y tiramos a Isacar a la basura".
El cuento filosófico debe su fama a Voltaire, cuyos ensayos se concretan mediante el uso de personajes y registros cómicos o satíricos. La argumentación siempre ha estado ligada a la literatura: la ligereza de la narración permite llegar a un mayor número de lectores y difundir así las tesis de los filósofos. El objetivo de la argumentación es presentar el desarrollo de determinadas ideas u opiniones de forma constructiva, utilizando argumentos. Para defender las ideas de la Ilustración, "los temas de los escritos eran ficticios porque la ficción seduce al lector y funciona como cebo: hechiza a través del relato, haciendo la moral (o la tesis defendida) más 'digerible'".[5]
Todo texto tiene un tema, es decir, un asunto que trata. Pero un texto argumentativo también incluye una tesis, es decir, una opinión o juicio que el orador defiende. Por tanto, hay que identificar (y distinguir) el tema y la tesis. A la tesis defendida por el autor se opone la tesis contraria, tesis refutada o antítesis. En Cándido de Voltaire, Pangloss encarna el pensamiento de Leibniz, cuya tesis es atacada por el autor a lo largo del relato. Para defender su tesis y transmitir sus ideas, el autor del texto utiliza argumentos: ideas, causas, referencias. Los apoya y los concreta con ejemplos.
El cuento filosófico es necesariamente un texto de argumentación indirecta, es decir, la historia y las situaciones pueden seducir al lector, pero la lección que el texto imparte (implícita o explícitamente) debe instruir al lector aportándole un contenido moral. En lugar de proceder a una demostración basada en la alternancia de argumentos y ejemplos, el autor opta, con este género, por convencer al lector mediante una historia que le sirve de único argumento y mediante ejemplos desarrollados ampliamente.
Algunos filósofos han escrito novelas, obras de teatro o relatos cortos para demostrar o presentar sus ideas. Los ejemplos comunes incluyen al ya mencionado Voltaire, Fiódor Dostoyevski, Friedrich Nietzsche, Thomas Mann, Hermann Hesse, Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Ayn Rand.
Los autores que admiran a ciertos filósofos pueden incorporar sus ideas en los temas principales o narrativas centrales de sus obras. Algunos ejemplos incluyen El cinéfilo de Walker Percy (con influencia de Kierkegaard), y Lancha rápida de Renata Adler (postestructuralismo).
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