El encinar se refiere al bosque de encinas (Quercus ilex), que es el árbol más representativo del clima mediterráneo y que domina en prácticamente todo el territorio de la cuenca de este mar formando parte del llamado bosque mediterráneo. Se trata de un bosque siempreverde que forma un estrato arbóreo continuo y sombrío, no muy alto. El estrato arbustivo es muy rico y espeso y, por el contrario, el estrato herbáceo es poco desarrollado.[1]
Desde un punto de vista fitosociológico, también son encinares los llamados carrascales (bosques de carrasca) y los alcornocales (bosques de alcornoques).
La encina es un árbol de talla mediana, no suele superar los 15 metros de altura, con el tronco robusto y de hojas pequeñas, de color verde oscuro, con la cara inferior grisácea, coriáceas, persistentes y muy abundantes. Tiene raíces muy potentes. Se adapta a varias condiciones climáticas diferentes y a la vez que en estado adulto es capaz de aguantar la plena insolación, crea una sombra extraordinariamente densa, que él mismo necesita para su primer desarrollo y que es a su vez generadora de un microclima apto para unas determinadas especies. Aparece por toda la península ibérica, exceptuando áreas del norte por encima de los 100 metros. En el sur aparece hasta los 2000 metros. Tampoco aparece en el dominio subdesértico del sureste de la península.[2]
Además, estos bosques resultan ser el mejor hábitat para la fauna mediterránea, lo que los convierte en ideales cotos de caza e incluso en áreas de reserva naturales con mayor protección. También forma a menudo bosques mixtos, mezclándose como especie arbórea con otras, generalmente pinos (especialmente carrasco, piñonero y resinero) o enebros.[3] En aquellos lugares en los que el encinar ha sido sustituido por monocultivos de otras especies como pinos o eucaliptos, presentan una biodiversidad mucho más baja que en los bosques de encinas.
Actualmente, los encinares maduros escasean debido al hecho de que han tenido un sistema de explotación en régimen de monte bajo, para producción de leña. La actividad humana que, con los incendios y ciertas políticas de reforestación, han hecho que los pinares o los matorrales, pertenecientes a estadios más tempranos de la sucesión ecológica, sean muy abundantes. La talla arbórea de un bosque desarrollado debería alcanzar hasta 20 metros de altura, en cambio, actualmente es difícil encontrar encinares con el estrato arbóreo superior a 12 metros. Los encinares normalmente se explotan por el sistema de monte bajo, caracterizado por la regeneración por rebrote de las cepas cortadas, y cortadas en diámetros pequeños/medios.
Sin embargo, en la península ibérica se ha desarrollado un tipo de ecosistema de convivencia entre el encinar y la actividad humana que es la dehesa. Estos son bosques de encinas u otras especies, con estrato inferior de pastizales o matorrales, donde la actividad del ser humano ha sido intensa en prácticamente la totalidad del bosque y generalmente están destinados al mantenimiento del ganado, a la actividad cinegética y al aprovechamiento de otros productos forestales (leñas, corcho, setas, etcétera).
Existen distintas especies asociadas a otras especies vegetales dando paisajes diferentes y entonces se habla de sectores, hay dos sectores dentro del encinar:
↑Glossari de Termes Ambientals. Barcelona: Fundació Bancaixa, 1996, p. 30. ISBN 84-88715-60-9 [Consulta: 29 de noviembre de 2014].
↑Geografía General de España. Manuel de Terán. L. Solé Sabarís. J. Vilá Valentí. Editorial Ariel. pag 204; ISBN 84-344-3444-X
↑Ceballos y Fernández de Córdoba, L. & Ruiz de la Torre, J., 1971. Árboles y Arbustos de la España Peninsular. ETSI Montes, Madrid. ISBN 978-84-600-1541-3