La ciudad de Oporto, construida en las colinas que dominan la desembocadura del río Duero, es un ejemplo de paisaje urbano con más de diez siglos de historia. Su crecimiento continuo, ligado siempre al mar (de ahí proviene su nombre, fue su puerto el principal equipamiento que fomentó el desarrollo de la ciudad) puede ser visto en numerosos monumentos, de la Catedral con su coro románico, al neoclásico Palacio de la Bolsa o a la típicamente portuguesa iglesia de Santa Clara, en estilo manuelino.
La zona clasificada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad incluye la parte del centro de la ciudad en la ruta de la antigua Muralla Fernandina y algunas zonas limítrofes de similares características, como la zona ribereña de Vila Nova de Gaia, donde se encuentran las bodegas de Vino de Oporto, un total de cerca de 49 hectáreas. Los monumentos más destacados de esta zona son: