Aunque el beato era iluminado con imágenes, los fragmentos conservados no contienen ninguna. En su largo recorrido desde el scriptorium señalado como punto de origen, el del Monasterio de San Martín de Castañeda hasta su ubicación actual, que data de 1961, hay un paso por un uso menos digno, el de ser reutilizado para encuadernar un libro de escrituras.[3]