”Tanto la apelación a la lágrima como a la risa se cumplen con medios directos, lo que sí puede ser adecuado para la audiencia infantil le resta comunicatividad para el espectador adulto.”[1]
Manrupe y Portela escriben:
”Aburrido film para niños…con el protagonista de Marcelino, pan y vino (Ladislao Wajda, España, 1954) y final lacrimógeno. En su momento se lo reconoce en Festival de Cine Infantil de Venecia y en la Feria de Vicenza.”[1]