La arquidiócesis de Bari-Bitonto (en latín: Archidioecesis Barensis-Bituntina y en italiano: Arcidiocesi di Bari-Bitonto) es una circunscripción eclesiástica de la Iglesia católica en Italia. Se trata de una arquidiócesis latina, sede metropolitana de la provincia eclesiástica de Bari-Bitonto. Desde el 29 de octubre de 2020 su arzobispo es Giuseppe Satriano.[1][2]
La arquidiócesis tiene 1265 km² y extiende su jurisdicción sobre los fieles católicos de rito latino residentes en parte de la región de Apulia, comprendiendo 21 comunas de la ciudad metropolitana de Bari: Adelfia, Bari, Binetto, Bitetto, Bitonto, Bitritto, Capurso, Casamassima, Cassano delle Murge, Cellamare, Gioia del Colle, Grumo Appula, Modugno, Mola di Bari, Noicattaro, Palo del Colle, Sammichele di Bari, Sannicandro di Bari, Toritto, Triggiano y Valenzano.
La arquidiócesis limita al oeste con la diócesis de Molfetta-Ruvo-Giovinazzo-Terlizzi, al sur con la diócesis de Altamura-Gravina-Acquaviva delle Fonti, al sureste con la diócesis de Castellaneta y al este con la diócesis de Conversano-Monopoli.
La sede de la arquidiócesis se encuentra en la ciudad de Bari, en donde se halla la Catedral basílica de San Sabino. En Bitonto se halla la Concatedral de la Asunción de María. En la arquidiócesis existen además los siguientes santuarios y basílicas:
En 2022 en la arquidiócesis existían 127 parroquias agrupadas en 13 vicariatos: I vicariato (8 parroquias), II vicariato (11 parroquias), III vicariato (10 parroquias), IV vicariato (8 parroquias), V vicariato (7 parroquias), VI vicariato (10 parroquias), VII vicariato (7 parroquias), VIII vicariato (10 parroquias), IX vicariato (11 parroquias), X vicariato (12 parroquias), XI vicariato (9 parroquias), XII vicariato (8 parroquias) y XIII vicariato (13 parroquias).
La arquidiócesis tiene como sufragáneas a la arquidiócesis de Trani-Barletta-Bisceglie y a las diócesis de: Altamura-Gravina-Acquaviva delle Fonti, Andria, Conversano-Monopoli y Molfetta-Ruvo-Giovinazzo-Terlizzi.
La primera noticia históricamente fiable sobre la diócesis de Bari se remonta al siglo IV, cuando el obispo Gervasio (o Geroncio[3])[nota 1] participó en el Concilio de Sárdica en el 342/344.[4] En el año 465 su sucesor Concordio participó en el sínodo romano: según Lanzoni, Concordio fue el único obispo históricamente seguro de Bari en los primeros seis siglos cristianos.[5]
En 530, con el obispo Pietro, se especula que la diócesis fue elevada al rango de arquidiócesis metropolitana sujeta al patriarcado de Constantinopla bajo Epifanio, obispo de Constantinopla y patriarca ecuménico.[nota 2] Sin embargo, en el siglo VI, los obispos de Apulia estaban sujetos directamente al pontífice romano. No sería hasta después de que los patriarcas bizantinos recuperaran su control de Calabria y Apulia, cuando Bari se convertiría en arzobispado, y esa situación cambió cuando los normandos invadieron Calabria y Apulia en el siglo XI y devolvieron las iglesias de Calabria y Apulia a la obediencia romana.[6][7]
Desde el siglo VIII al XI, la arquidiócesis de Bari, bajo el dominio directo de Constantinopla, adoptó el rito bizantino, del que quedaron huellas hasta el siglo XVI. Junto con el rito bizantino, el calendario litúrgico de la Iglesia de Bari recordaba y celebraba a los santos de Oriente según el calendario bizantino. En la catedral de Bari estuvo en uso el latín y el griego hasta el siglo XX para enunciar el Evangelio y las Epístolas.
En 780 el obispo Leoncio estuvo presente en el Concilio de Nicea II.[8]
En el siglo IX, tras la devastación llevada a cabo en Apulia por los sarracenos, la ciudad de Canosa (Canusium) fue destruida y Angelario, obispo de esa ciudad en 844, llegó a Bari llevando consigo las reliquias de los santos Rufino, Memore y Sabino. Este último se convirtió más tarde en patrono de la diócesis de Bari. El papa Sergio II confirió a Angelario el título de obispo de Bari y Canosa, título que los arzobispos de Bari mantuvieron hasta la reciente reorganización de las diócesis en 1986.[9][10]
En 933 el papa Juan IX concedió el uso del palio al arzobispo de Bari, y en el plazo de un siglo se cortaron todos los lazos con Constantinopla, en favor de aquellos con Roma.
El arzobispo Bisanzio (1025-1035) obtuvo del papa el privilegio de consagrar a los obispos de las sedes sufragáneas. También se inició la construcción de la nueva catedral dedicada a san Sabino, y continuada por sus sucesores, Nicolo (1035), Andreas (1062) y Elías (1089) de la Orden de San Benito, hasta que fue destruida en 1156 por Guillermo de Sicilia. En el siglo XI se celebraron dos sínodos en Bari: el primero, en 1064, fue presidido por Arnoldo, vicario del papa Alejandro II.
En aquellos mismos años, Ursone era arzobispo de Bari pero, al preferir la sede de Canosa, se había ganado enemigos entre la población. Por eso, cuando en 1087 unos marineros trasladaron las reliquias de san Nicolás a Bari, las confiaron a la custodia de un monasterio benedictino. Recién en 1089, con la muerte de Ursone y la elección del abad benedictino Elia como arzobispo, se inició la construcción de la basílica de San Nicolás, consagrada ese mismo año por el papa Urbano II, con obras todavía en gran parte en curso. En esa ocasión el propio papa enterró en la catedral las reliquias de san Nicolás de Bari, recién llegadas de Oriente.
Unos años más tarde, en 1098, Urbano II regresó a Bari para celebrar un sínodo destinado al acercamiento entre la Iglesia oriental y la sede apostólica de Roma. En la elección de Bari tuvo un peso significativo el papel asumido por la Iglesia local, que, por la presencia de las reliquias de san Nicolás, constituyó el terreno natural de diálogo entre cristianos orientales y occidentales. Asistieron al sínodo unos 183 obispos, entre ellos san Anselmo de Aosta, que se distinguió por las posiciones que asumió sobre el uso del pan con levadura en la Eucaristía y la procesión del Espíritu Santo (la llamada disputa sobre el Filioque). Sin embargo, el sínodo no dio los resultados deseados y se agudizaron las distancias doctrinales.
Después del arzobispo Rainaldo, que impulsó la reconstrucción de la catedral destruida por Guillermo el Malo, el arzobispo Romualdo Grisoni (1280) también se distinguió por la restauración y construcción de iglesias. En 1377 Bartolomeo Prignano fue arzobispo de Bari, y más tarde se convirtió en el papa Urbano VI.
El arzobispo de Bari, el español Esteban Gabriel Merino, tuvo una destacada intervención en el acuerdo de paz entre los comuneros de Castilla, ya derrotados en la Batalla de Villalar en 1521 y el bando realista de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico.
Dos arzobispos del siglo XVII desempeñaron un papel importante en la historia de la arquidiócesis: Diego Sersale (1638), que renovó la catedral por su cuenta y promovió la construcción del palacio episcopal y el seminario, mientras que el dominico Tommaso Maria Ruffo (1684) murió en olor de santidad.
Tras el concordato de 1818 entre la Santa Sede y el Reino de las Dos Sicilias, las diócesis de este último fueron objeto de fusiones y agregaciones. En esa ocasión, la suprimida diócesis de Bitetto fue agregada a la arquidiócesis de Bari mediante la bula De utiliori del papa Pío VII del 27 de junio de 1818.[11]
Según la tradición, tanto la diócesis de Bitonto, como la de Bari, tienen un origen que se remonta a la época de la plena conversión de Apulia. Aunque existe información confusa sobre un obispo llamado Anderano que vivió alrededor del 742 (y probablemente pertenecía a la Iglesia de Bisignano), la mención más antigua de la diócesis se remonta al siglo XI y el primer obispo de Bitonto del que se dispone de información detallada fue Arnolfo, en 1087.[12]
En 1151 y 1172 la sede de Bitonto fue confirmada como sufragánea de la arquidiócesis de Bari por los papas Eugenio III y Alejandro III, respectivamente.
Posteriormente, la sede de Bitonto fue ocupada, entre otros, por Enrico Minutolo (1382), que más tarde sería cardenal; Cornelio Musso (1544), un fraile menor conventual que se distinguió en el Concilio de Trento, donde pronunció el sermón inaugural; el siervo de Dios Girolamo (nacido como Bernardino) Pallantieri (1603-1619),[13] Fabrizio Carafa (1622), fundador de una academia literaria; y Alessandro Crescenzi (1652), perteneciente a una importante familia romana, que fue creado cardenal en 1675.
En 1703 el cabildo catedralicio proclamó a la Inmaculada Concepción como patrona principal de la ciudad y de la diócesis. El santo patrón del capítulo era san Valentín, cuyo culto fue introducido en Bitonto por el obispo Guglielmo da Viterbo en el siglo XII.
Con la bula De utiliori del papa Pío VII del 27 de junio de 1818, la diócesis de Bitonto se unió aeque principaliter con la de Ruvo.
En 1885 la diócesis de Bitonto estaba formada por 15 parroquias, todas incluidas en el territorio comunal de Bitonto, excepto la de Palombaio.[14]
La unión de las diócesis de Bitonto y Ruvo duró hasta 1982; de hecho, el 30 de septiembre de ese año la Santa Sede procedió a nombrar dos obispos separados para las dos sedes. A la diócesis de Bitonto fue destinado Andrea Mariano Magrassi, que ya era arzobispo de Bari: de este modo Bari y Bitonto quedaron unidas in persona episcopi.
El 30 de septiembre de 1986, mediante el decreto Instantibus votis de la Congregación para los Obispos, en el marco más amplio de la revisión de las circunscripciones eclesiásticas en Italia, las dos sedes se unieron con la fórmula plena unione y la nueva circunscripción eclesiástica asumió su nombre actual.[15] Al mismo tiempo, la comuna y el territorio de Santeramo in Colle fueron cedidos por la nueva arquidiócesis a la diócesis de Altamura-Gravina-Acquaviva delle Fonti.
Con ocasión del XXIV Congreso Eucarístico Nacional, celebrado del 21 al 29 de mayo de 2005, en el que estuvo presente como legado papal el cardenal Camillo Ruini, la arquidiócesis de Bari-Bitonto fue la meta del primer viaje apostólico del papa Benedicto XVI después de su elección como papa.
Según el Anuario Pontificio 2023 la arquidiócesis tenía a fines de 2022 un total de 757 506 fieles bautizados.
La cronología relativa al primer milenio (hasta Giovanni III en el 952) es la referida por Michele Garruba en su obra Serie critica de' Sacri Pastori Baresi (1844). De estos obispos, el estudio Cronotassi iconografia e araldica dell'Episcopato pugliese (1984) considera auténticos sólo dos, Concordio (465) y Andrea (siglo VI).