La RAE define temporal, como sustantivo, tanto como una tempestad como un «tiempo de lluvia persistente».[1] Si el viento, que es el fundamento del concepto cuando es generalizado y persistente, transporta o realza otro meteoro (lluvia, nieve, etc.), calificaría al temporal («temporal de lluvia», «temporal de nieve», etc.).[2]
Empieza a existir un temporal cuando el viento sopla a más de 60 km/h. Su fuerza desgaja entonces las ramas de los árboles y se vuelve más difícil para el hombre la marcha contra ese viento. En el mar, la altura de las olas pasa de 4 m y el viento arranca rociones a sus crestas, en tanto que se forman estelas de espuma orientadas en la dirección del viento. Si la fuerza de este aumenta aún más, se pasa del temporal a la tempestad.
La tempestad en alta mar puede ser peligrosa si no se toman medidas y medios suficientes.