Su primer maestro fue su padre, el también pintor Francisco Martínez Yago. Entre sus primeras obras realizó algunas como Baile de labradores y La visita del novio, la primera fue presentada a la Exposición Nacional de 1864. Hacia 1867 remitió el lienzo titulado Los Carvajales, que compró el conde de Pinohermoso, que, según parece, también le encargó el cuadro titulado La herida de don Jaime en la conquista de Valencia, que presentó a la Exposición Aragonesa de 1868. Pero de su primera etapa principalmente destacan obras como La vuelta del torneo que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Valencia o Guzmán el Bueno arrojando su daga en el cerco de Tarifa.
Se dedicó al retrato, alcanzando fama entre la aristocracia madrileña. Recibió diversos galardones con sus óleos, entre los que destacan La educación del príncipe Juan de 1878 y Doña Inés de Castro, pintado en 1887. Martínez se dedicó también a la restauración de obras de arte, llegando a ser considerado como el mayor experto en pintura de la época. En 1869 se convirtió en el primer restaurador del Museo del Prado, estando inicialmente bajo la dirección de Antonio Gisbert. Siguió ejerciendo su cargo durante veintiséis años, hasta 1895, también bajo los mandatos de Francisco Sans Cabot y Federico de Madrazo. Destacó tanto en la restauración de obras que incluso creó una escuela de restauradores, que tuvo vigencia hasta principios del siglo XX.
Entre las restauraciones que realizó destaca la del lienzo de MurilloSan Antonio de Padua, o las de algunos cuadros de El Greco.
Especialmente hay que resaltar que se encargó de trasladar a lienzo las 14 Pinturas negras de Francisco de Goya que se encontraban en las paredes de la Quinta del Sordo. Su arranque lo efectuó a partir del año 1874, en un lento proceso. En 1875 ya había conseguido trasladar cuatro pinturas, entre ellas El aquelarre, que la prensa madrileña describió como "Asamblea de brujos y brujas".[2]
El arranque de las pinturas de la Quinta de Goya fue un encargo del entonces propietario de la casa: el barón de Erlanger, un banquero de París. El trabajo fue completado con éxito, a pesar de las dificultades. Como novedad, previamente se realizó una serie de fotografías de las pinturas, que sirvieron como guía en el traslado a lienzo. El fotógrafo J. Laurent, en el año 1874, obtuvo una completa serie de negativos en el interior de la casa, cincuenta años después de la marcha de Goya a Francia.[3] Martínez Cubells intervino en unas pinturas —que según las fotografías de Laurent— presentaban importantes deterioros, como grandes grietas, arrastres de color, repintes y faltas rellenadas con yeso.
Como decorador destacó su participación en la ornamentación de la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid, en la que siguió las directrices de Carlos Luis Ribera.
↑Periódico El Globo, Madrid, 26 de julio de 1875. Artículo titulado: "Los frescos de Goya". En este periódico se reseñó que el Sr. Martínez Cubells había conseguido trasladar con éxito El Aquelarre, que es nombrado como «Asamblea de brujos y brujas» (...), «un hermoso lienzo de más de cinco metros de largo». Esta cita prueba que el restaurador Martínez Cubells trasladó la pintura completa, y que fue posteriormente cuando sufrió recortes en los lados, quizás para encajarla en un espacio limitado en París. (Este número del periódico El Globo puede consultarse en Internet en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España).
↑Teixidor, Carlos. «Fotografías de Laurent en la Quinta de Goya.» Descubrir el Arte, nº 154, diciembre de 2011, págs. 48-54.
José Santiago Garnelo y Alda, «Necrología: Excmo. Sr. D. Salvador Martínez-Cubells», Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, n.º 32, Madrid, 1914.