El realismo mágico es un movimientoliterario y pictórico que surge a principio del siglo XX, como parte de las vanguardias y se define por su preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común.
Historia
El término fue usado por el crítico de arte alemánFranz Roh, para describir una pintura que demostraba una realidad alterada, y llegó al idioma español con la traducción en 1925 del libro Realismo mágico (Revista de Occidente, 1925).
En 1948, fue introducido a la literatura por el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, quien leyó el ensayo de Franz Roh en los años 20, y lo utiliza en su ensayo Letras y hombres de Venezuela (1948).[1] Señala Uslar:
Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico.[2]
Se trata de una sensibilidad estética que surge en la década de los 20 y 30, cuando los escritores Arturo Uslar Pietri, Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias comienzan a tener discusiones sobre la realidad indígena, negra y mestiza de América Latina,[3] todo esto en el contexto de las vanguardias latinoamericanas y europeas.[4][5] En esta época surgen tres obras precursoras del género: Leyendas de Guatemala (1930) de Asturias, Las lanzas coloradas (1931) de Uslar Pietri y ¡Ecué-Yamba-O! (1933) de Carpentier.[4]
En Las lanzas coloradas, Uslar utiliza una prosa rítmica, sensorial, que sumerge al lector en una especie de trance, que le permite revivir las acciones de los personajes y que evoca una consciencia como “un flujo irrepetible de experiencia difusa en el cual todas las fronteras claras del yo individual parecen estar sumergidas”.[6] Esta intención de evocar las profundidades de la consciencia o del inconsciente "se plasman en el popular inicio de la novela donde se establece un patrón rítmico con la aliteración de sonidos y la presencia de interjecciones:[6]
¡Noche oscura! Venía chorreando el agua, chorreando, chorreando, como si ordeñaran el cielo. La luz era de lechuza y la gente del mentado Matías venía enchumbada hasta el cogollo y temblando arriba de las bestias. Los caballos planeaban, ¡zuaj! Y se iban de boca por el pantanero. El frío puyaba la carne, y a cada rato se prendía un relámpago amarillo, como el pecho de un Cristofué. ¡Y tambor y tambor y el agua que chorreaba!
En 1934 el ecuatoriano José de La Cuadra publica Los Sangurimas, texto en que se incluyen los elementos fantásticos que envuelven la historia de una familia ubicada en la costa ecuatoriana; la obra de la Cuadra se considera influencia de otros textos como la mismísima Cien Años de Soledad. Luego, en 1935, Uslar Pietri publica su cuento La Lluvia, en el que relata de forma realista y misteriosa, la llegada y la desaparición, con la lluvia, de un extraño visitante. Aun a pesar de la obra de De la Cuadra, el texto de Pietri es considerado por algunos como el primer ejemplo claro de realismo mágico.[7]
Más tarde, en 1949, el escritor cubano Alejo Carpentier, radicado en Caracas desde 1948, introdujo la noción de lo real maravilloso y del neobarroco latinoamericano en el prólogo de su novela El reino de este mundo.
El crítico venezolano Víctor Bravo señala que la noción de realismo mágico nació casi de manera simultánea con la de real maravilloso: "La formulación inicial de una y otra noción —como referencia a un modo de producción literaria latinoamericana— se hace casi de manera simultánea. En 1947, Arturo Uslar Pietri introduce el término "realismo mágico" para referirse a la cuentística venezolana; en 1949 Alejo Carpentier habla de "lo real maravilloso" para introducir la novela El reino de este mundo".[8]
Ese mismo año Miguel Ángel Asturias publicó en Buenos Aires su novela Hombres de maíz, también considerada una precursora del realismo mágico. En el caso de Chile, la obra de la escritora chilena María Luisa Bombal también tuvo una influencia en el movimiento.[9]
Como referente literario previo al uso del término realismo mágico por parte de Uslar Pietri, debe citarse a Massimo Bontempelli quien, en 1919, "conquista gran popularidad al publicar sus novelas del ciclo la 'Vida intensa', iniciándose en una literatura —según nota de Nino Frank en el 'Dictionnaire des Auteurs', de Laffont-Bompiani— que sacrifica la corriente convencional de la época, a la manera de Anatole France, convirtiéndose en una especie de apóstol de lo que se conoció como realismo mágico".[10]
Exponentes
Es frecuente citar a Alejo Carpentier como uno de los primeros autores en utilizar el realismo mágico como recurso literario en sus obras. Fue Carpentier quien en el prólogo de su novela El reino de este mundo (1949) alude y expone esta forma de narrar, a la que denomina "lo real maravilloso". No obstante, podemos hallar ciertos precursores, tales como el guatemalteco Miguel Ángel Asturias con sus Leyendas de Guatemala (1930) o el venezolano Arturo Uslar Pietri, con su novela Las lanzas coloradas (1931).
El hecho de que el realismo mágico como movimiento literario surgiese en Latinoamérica,[11][12] sumado a la popularidad que obtuvo el Boom de la literatura latinoamericana de los años sesenta, ha llevado a que mucha gente asocie a la región con este movimiento literario.[13] Aun así, hay autores de otras regiones que han desarrollado una obra que formaría parte de dicho movimiento, como es el caso de Haruki Murakami, que es su exponente más reconocido en la literatura japonesa contemporánea.[14][15] El alemán Günter Grass, el indobritánico Salman Rushdie, el checo Milan Kundera y el portugués José Saramago han sido, en numerosas ocasiones, catalogados dentro de esta tendencia por la crítica especializada. En España, podría considerarse la novela Industrias y andanzas de Alfanhuí, de Rafael Sánchez Ferlosio, como un ejemplo de realismo mágico.
Características del realismo mágico
Los siguientes elementos están presentes en muchas obras del realismo mágico, pero no necesariamente todos se encuentran en ellas. Además, algunas obras pertenecientes a otros géneros también pueden presentar características muy similares:
Predominio de "narrador impasible". El narrador presenta los hechos generando una atmósfera de normalidad aunque se trate de sucesos extraordinarios.
Contenido de elementos mágicos/fantásticos percibidos por los personajes en general como parte de la "normalidad".
Elementos mágicos tal vez intuitivos, pero (por lo general) nunca explicados.
Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad.
Presencia del paisaje y/o climas reforzando las emociones de los personajes.
Alusión a referencias socioculturales de los ámbitos más populares y/o pobres de las comunidades.
Los hechos son reales pero tienen una connotación fantástica, ya que algunos no tienen explicación, o es muy improbable que ocurran.
Lo verídico: ciertos hechos precisos ocurridos en Latinoamérica participan de la irrealidad y constituyen la base de muchas narraciones.
Los personajes pueden sufrir ciertas metamorfosis como lo hacen en los cuentos maravillosos.
Tiempo
Encontramos cinco posturas:
Temporalidad no lineal: las acciones no siguen el curso lógico del tiempo.
Ruptura de planos temporales: mezcla de tiempo presente con tiempo pasado (regresiones) y tiempo futuro (adelantos). Además, se fragmenta el texto en secuencias que no concuerdan en tiempo ni espacio.
Tiempo estático: el tiempo cronológico se detiene, es como si no trascendiera. En cambio, fluyen los pensamientos de los personajes.
Tiempo invertido: es el más contradictorio. Se trastoca el curso del tiempo y se cambia la secuencia natural del día hacia la noche o viceversa. Por ejemplo: "Era el amanecer. Se hizo la noche".
Narrativa circular: el final lo pasa al principio.
El realismo mágico y la literatura fantástica
Ambos son producto de la transgresión del límite entre lo real y lo irreal. El realismo mágico forma parte de la literatura fantástica y a la vez se diferencia. Forma parte porque muchos de los procedimientos que emplea son los mismos: la metamorfosis, tratar lo desconocido como real, la visión subjetiva de los hechos, la irrupción de lo inverosímil, etc. Es decir, lo fantástico es la irrupción de lo irreal en lo real y funciona como una advertencia; el realismo mágico es lo irreal en el mundo real como espectáculo.
Se diferencia de la literatura fantástica porque esta tiene su poderosa manifestación romántica en el siglo pasado en Europa; en Latinoamérica tiene caracteres propios. El realismo mágico no tiene sus mayores referentes en Europa, es casi exclusivo de Latinoamérica. También podríamos considerar que la literatura fantástica, Garmendia, Borges y Cortázar, es urbana; el realismo mágico pertenece a los poblados, al campo, a la montaña.
Referencias
↑Arturo Uslar Pietri, El cuento venezolano en 'Letras y hombres de Venezuela', Madrid, Editorial Mediterráneo (3.ª edición: 1974)
↑Citado por Víctor Bravo en Magias y maravillas en el continente literario (Caracas, Ediciones de la Casa de Bello, 1991), pp.14-15
↑Guenther, Irene (1995). «Magic Realism, New Objectivity, and the Arts during the Weimar Republic». En Zamora, Lois Parkinson & Faris, Wendy B., eds. Magical Realism: Theory, history, community(en inglés). Duke University Press. p. 61. ISBN978-0-8223-9721-2. doi:10.1215/9780822397212-003.
↑Leal, Luis (1995). «Magical Realism in Spanish American Literature». En Zamora, Lois Parkinson & Faris, Wendy B., eds. Magical Realism: Theory, history, community(en inglés). Duke University Press. pp. 119-124. ISBN978-0-8223-9721-2. doi:10.1215/9780822397212-007.
↑Matthew C. Strecher, Magical Realism and the Search for Identity in the Fiction of Murakami Haruki, Journal of Japanese Studies, Volume 25, Number 2 (Summer 1999), pp. 263-298, at 267.