Conjuntamente con el escultor Carcassó, montó un taller en el que realizaban esculturas religiosas policromadas, como las de San Agustín y San Félix (1872).
Participó en la Exposición Nacional de Madrid de 1882, presentando El genio herido, y en la de 1884 con la escultura El mal ladrón.
Conocido principalmente por su escultura de Cristóbal Colón que corona el monumento barcelonés dedicado al almirante. Realizó para la fachada de la Catedral de Santa Eulalia de Barcelona una escultura de san Francisco de Paula y otra de San Sebastián en el año 1890. Para el edificio de la Real Academia de Ciencias, en la Rambla de la ciudad condal, hizo los bustos del P. Canyelles y de Carbonell, así como la decoración para el reloj.