El 27 de febrero de 1988, grandes bandas formadas por personas de etnia azerí formaron grupos para atacar a los armenios tanto en las calles como en sus apartamentos dando suceso a saqueos generalizados. La falta general de interés de los agentes de policía permitió empeorar la situación. No se tuvo el correcto respeto sobre todo a la persona y a su seguridad, ya sea de cualquier edad; la ausencia de autoridades que fomenten el orden o cuiden a la familia como los máximos afectados en la masacre, estos movimientos aprovecharon y por medio de actos violentos querían imponer sus ideas.
Los actos violentos de Sumgait no tenían precedentes en la Unión Soviética y atrajeron una gran atención de los medios de comunicación de Occidente.
El 28 de febrero, un pequeño contingente de Tropas soviéticas entraron en la ciudad y trataron de sofocar sin éxito los disturbios. Unidades militares profesionales, acompañadas de tanques y otros vehículos blindados entrarían a la ciudad un día más tarde.
Las fuerzas enviadas por el gobierno impusieron el estado de Ley marcial en Sumgait, estableciendo un toque de queda que condujo a la crisis a su fin.
El número de muertos oficiales según la Procuraduría General y los recuentos sobre la base de listas nominativas de las víctimas fue de 32 personas (26 armenios y 6 azeríes).[1] Muchos insisten en que fueron por lo menos 200, no 32, las personas que murieron.[2]
Gorbachov fue criticado por lo que se percibió como una reacción lenta a la crisis y debido a las numerosas teorías de conspiración que surgieron después de los hechos.
Los dieciocho mil (18.000) habitantes armenios del área, abandonaron la ciudad en las semanas siguientes hacia Bakú, Armenia, Rusia y EE. UU. Muchos refugiados establecidos en el norte de Armenia fueron víctimas del terremoto en diciembre de 1988.