De familia modesta, a Plínio Marcos no le gustaba el estudio y únicamente finalizó el curso primario. Fue calderero, quiso ser jugador de fútbol (llegó a jugar en la Portuguesa Santista), y sirvió en la fuerza aérea, pero fueron sus incursiones en el mundo del circo, desde los 16 años, las que definieron su camino. Actuó en la radio y también en la televisión, en Santos.
En 1958, influenciado por la escritora y periodista Pagu, comenzó a implicarse en el teatro de aficionados en Santos. Ese mismo año, impresionado por el caso real de un joven apaleado en la cárcel, escribió su primera obra teatral, Barrela. Por su lenguaje crudo, permanecería prohibida durante 21 años después de la primera representación.
En 1960, com 25 años, se trasladó a São Paulo, donde inicialmente trabajó como vendedor ambulante. Más tarde, trabajó en teatro, como actor (apareció en la serie Falcão Negro (Halcón Negro) de la TV Tupi de São Paulo), administrador y hombre para todo, en grupos como el Arena, la compañía de Cacilda Becker y el teatro de Nydia Lícia. A partir de 1963, produjo textos para la TV de Vanguarda, programa de la TV Tupi, donde también trabajó como técnico. En el año del golpe militar, participó en la gira del espectáculo Nossa gente, nossa música. En 1965, consiguió representar Reportagem de um tempo mau, miscelánea de textos de varios autores, y que sólo permaneció un día en cartel.
En 1968, participó como actor de la telenovelaBeto Rockfeller, interpretando al cómico motorista Vitório. El personaje sería repetido en el cine y también en la telenovela de 1973, A volta de Beto Rockfeller, con menor éxito. Todavía en los años 1970, Plínio Marcos volvería a invertir en el teatro, llegando a vender él mismo las entradas. Al final de las obras, como la de Jesus-Homem, subía al escenario y conversaba personalmente con el público.
Tras el fin de la censura, Plínio siguió escribiendo novelas y obras de teatro, tanto adulto como infantil. Se hizo conferenciante, llegando a representar 150 «conferencias-shows» por año, vestido de negro, llevando un bastón terminado en una cruz y con el aura mística de un lector de Tarot.
Murió a los 64 años, en la ciudad de São Paulo, por fallo multiorgánico a causa de un derrame cerebral. Sus cenizas fueron esparcidas en el Océano Atlántico, frente a su ciudad natal Santos.