En 2005, por iniciativa local, se propuso renombrar a Aracataca, pueblo natal de García Márquez, como Macondo con el fin de reactivar la economía de la población, sumida en tal pobreza que se ha declarado en quiebra. Sin embargo, un referéndum realizado en Aracataca mostró escaso interés por parte de sus habitantes y la medida no fue aprobada. En 2006, Macondo fue nominado como símbolo cultural de Colombia en el concurso organizado por la revista Semana con el apoyo de Caracol TV, el Ministerio de Cultura y Colombia es pasión.[1]
La primera, y al parecer la más importante, señala que Macondo era el nombre de la hacienda Nuestra Señora del Espíritu Santo de Aracataca, propiedad de Manuel Dávila García, ubicada sobre el río Sevilla, cerca del pueblo homónimo.
Del mismo modo, se señala que Macondo, y al parecer este sería el origen de la palabra en tierras americanas, es un fitónimo de origen bantú para plátano. Macondo provendría de makonde, que es el plural de likonde, voz con la que se designa al fruto prenominado en la milenaria lengua centroafricana y que literalmente significa ‘alimento del diablo’.
Sin embargo, en la región del Caribe colombiana este nombre pasó con el tiempo a designar a un tipo de árbol (Cavanillesia platanifolia), de madera muy apreciada en la región y que fue sometido a sobreexplotación, habiéndosele confinado en la Sierra Nevada de Santa Marta para comienzos del siglo XX. Al respecto, el nombre de la hacienda de la United Fruit se debió a la presencia de dos famosos ejemplares de este árbol en dicha finca.
Asimismo, se afirma que existía un poblado en el municipio de Pivijay con el nombre Macondo. Saldívar no es claro al respecto de señalar si existe una relación entre la hacienda de ese nombre y el pueblo que se formó en Pivijay, pero deja entrever que existe una relación de proximidad física entre poblado y finca, lo que podría insinuar una traslación del nombre del uno para la otra; ya que afirma que el asentamiento humano es anterior a la hacienda (pág. 116).
Finalmente, Macondo es el nombre de un juego de azar común en las fiestas de la región. Se lo describe como una suerte de bingo que se jugaba con un trompo o pirinola que llevaba grabadas seis figuras en sus costados, una de ellas, y con la que se vencía en el juego, era justamente el grabado de un árbol macondo, de ahí el origen del nombre del juego.
La más acertada podría referirse a la descrita por el mismo Gabriel García Márquez en su autobiografía Vivir para contarla (2002) señala que «Macondo» era el nombre de una finca bananera cercana a Aracataca y que, sin tener certeza de su origen, le llamó la atención desde niño, pero solo de adulto descubrió que era por su sonoridad poética.[5]
Referencias literarias
Historia
La población de Macondo fue fundada por José Arcadio Buendía y los miembros de su expedición; formada por varios amigos, sus esposas e hijos.[6] Su objetivo era cruzar las montañas en dirección del occidente en busca de una salida al mar. El sitio de fundación fue aquel lugar donde una noche, tras haber deambulado durante 26 meses, José Arcadio Buendía soñó con una ciudad ruidosa con casas de paredes de espejo cuyo nombre era Macondo.[7]
Ubicación
Macondo fue construido a orillas de un río «con un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos».[8] Está al occidente de Riohacha, separada por una sierra casi impenetrable. Al sur la villa limita con las ciénagas y pantanos cubiertos «de una eterna nata vegetal»; al oeste se encuentra la Ciénaga Grande, que según los relatos de los gitanos que visitan Macondo cada año, es una extensión acuática sin horizontes y está habitada por cetáceos de piel delicada con torso y cabeza de mujer y causan la ruina de los marineros. Al norte, una expedición formada por su fundador primero se encontró con un terreno dócil, pero luego por mucho tiempo caminaron por pantano y selva tupida, hasta que encontraron agua, por lo que se llegó a creer que Macondo era una península.
Lugares de interés
La casa de los Buendía, donde se desenvuelve gran parte de la trama del libro, ampliada sucesivas veces para albergar a los descendientes, sus cónyuges y también a visitantes. En ella está situado el laboratorio de alquimia.
El laboratorio de alquimia de José Arcadio Buendía, que contiene la instrumentación traída por el gitano Melquíades después de recorrer los siete mares. En él pasa gran parte del día José Arcadio Buendía, primero y posteriormente algunos de sus descendientes, en trabajos de alquimia y platería.
El cementerio, construido para enterrar al primer muerto de Macondo.
El cuartel tomado por las fuerzas del gobierno en una de las treinta y dos guerras en las que participó el coronel Aureliano Buendía.
La mala hora, es un pueblo cerca de Macondo, ya que el padre Ángel dice que él antes había negado la cristiana sepultura a un doctor y ese doctor fue quien se suicidó en el libro de "La Hojarasca».
Cien años de soledad, el libro que cuenta la historia de la familia Buendía en el pueblo de Macondo.
Después de aparecer en las librerías en 1967, Cien años de soledad tuvo muchas aportaciones culturales, en cuanto a música se refiere. Existen diversos temas que tienen su base en la novela, tal es el caso de «Macondo», «Los cien años de Macondo» y también «Yo me voy pa’ Macondo».
La canción «Macondo» se adjudica al cantautor Óscar Chávez, quien la presenta en su álbum Enjaulado: Óscar Chávez canta a América Latina, en 1972. La canción habla sobre los personajes que aparecen en la obra literaria de Gabriel García Márquez; dentro de ese estilo latino y de protesta, narra también los elementos que están desarrollados dentro de la novela.[9]
Pero en realidad la canción «Macondo» es de la autoría del peruano Daniel Camino Díez Canseco que, interpretada por Johnny Arce, ganó el Festival de Ancón en 1969.[9]
Además, se hace referencia a Macondo en la canción «Renacimiento» de Café Guancasco, escrita por Pável Cruz, en la que se dice: «Si naciera y soñara de nuevo, pasaría una noche en Macondo».[10]
En la canción «Peces de ciudad», interpretada por Ana Belén, escrita y también interpretada por Joaquín Sabina, hace mención de la ciudad al decir «En Macondo comprendí / que al lugar donde has sido feliz / no debieras tratar de volver». La versión cantada por Sabina intercambia Macondo por Comala. La canción se supone basada también en la poesía de Federico García Lorca, de la época de su estancia en Nueva York.
Macondo también se referencia en la canción "Höstsonaten» del grupo español Viva Belgrado, cuya frase reza: «Y tal vez, cuando los cerezos florezcan en mi propio Macondo, negro y cautivo, pueda volver a buscarme en las constelaciones de tu espalda.»
En la canción «Hispano», de Jorge Fandermole, también se hace mención a la ciudad, en el momento en el que el autor dice: «Y va dibujando el sueño de Macondo a un llano en llamas». Esta canción es un himno a la lengua y cultura hispana.
La periodista rusa afincada en España Inna Afinogenova tiene un programa titulado Macondo donde trata la actualidad de Latinoamérica junto al sociólogo argentino Marco Teruggi y el psicólogo uruguayo Leandro Grille.[11][12]
↑García Márquez, Gabriel (9 de noviembre de 2002). Vivir para contarla (1 edición). Bogotá: Carvajal Soluciones Educativas S.A.S. ISBN978-958-04-7016-8.
↑Cien años de soledad. Ediciones Orbis, 1982. Página 32
↑Cien años de soledad. Ediciones Orbis, 1982. Página 33
↑Cien años de soledad. Ediciones Orbis, 1982. Página 9