La anécdota se recoge por primera vez en uno de los exempla del Ci nous dit (1313-1330 obra anónima, de un fraile mendicante): cuando el obispo de Chalon visitó Cîteaux, Bernardo, entonces un joven monje, fue encargado por el abad de predicar. Temiendo defraudarles, se puso a rezar ante una imagen de la Virgen hasta quedarse dormido. En sueños se le apareció la Virgen, que le otorgó el don de la elocuencia al ponerle en la boca leche de su propio pecho. También aparece en el Cancionero de Úbeda (1588). Un milagro similar es reflejado anteriormente en las Cantigas de Santa María: la resurrección de un monje cisterciense tras recibir en la boca leche de la propia Virgen.