«La Llorona» es una canción popular mexicana originada en la región del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. No existe una versión única de la canción y su fecha de creación es desconocida. Aunque a menudo se asocia con la leyenda de la Llorona, su relación es incierta.[nota 1] Sobre su armonía muchos autores han creado o derivado versos que la convierten en una historia de amor y dolor representativa de la música tradicional.
Junto con «La Adelita» y «La cucaracha», se convirtió en un canto popular muy utilizado pero, a diferencia de las demás, existen muchas versiones, cada una con letra distinta.[4]
Descripción
En su versión más común «La Llorona» pertenece al género de los sones istmeños, con un compás de 3/4 con cierta semejanza al vals.[5]
Derivado de su carácter folclórico, la canción carece de una letra fija y las coplas que conforman la letra de «La Llorona», se han llegado a calcular por cientos. En 1992, Flora Botton-Burlá llegó a recopilar hasta 121 coplas, muchas de las cuales fueron tomadas del trabajo antológico previo coordinado por Margit Frenk, Cancionero folklórico de México.[6] Dicho cancionero consigna como las coplas más viejas las provenientes de Tehuantepec datadas en 1932:[7]
La mariposa anhelante buscaba un cáliz de rosa, y en tus mejillas de grana (Llorona) se fue a posar amorosa.
Andrés Henestrosa ponía de relieve la influencia de la lírica española en algunas coplas populares de «La Llorona» y otros sones istmeños como «La Petenera» o «La Sandunga», con lo que sustentaba la hipótesis que muchas de ellas debieron llegar al istmo en tiempo de la colonización española integrándose a la tradición oral.[8] Ponía como ejemplo de esto, el paralelismo entre la letrilla de Luis de Góngora, «Aprended, flores, en mí» y una de las coplas más comunes de «La Llorona»:[9]
La Llorona
Ay de mí, Llorona, Llorona de ayer y hoy; ayer maravilla fui, ay Llorona, y ahora ni mi sombra soy.
Luis de Góngora
Aprended, flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aun no soy.
En lo que refiere a su métrica, las coplas se componen, en su mayoría, de cuartetos octosílabos que se repiten dos veces para formar una pequeña estrofa de 4 versos.[5] Por excepción, cuando una copla comienza con la frase «Ay de mí, Llorona» el primer verso es hexasílabo. A los versos primero y tercero se agrega al final el vocativo «Llorona» lo que agrega tres sílabas más, dando un total de once en esos versos y nueve en las excepciones mencionadas.[5]
Her-mo-so-hui-pil-lle-va-bas-Llo-ro-na (11)
Que-la-Vir-gen-te-cre-í (7+1) (+1, por acabar en aguda)
En la cultura popular
El poeta oaxaqueño Andrés Henestrosa, a través de sus publicaciones en el diario El Nacional, fue uno de los primeros en publicar algunas compilaciones de las coplas populares dispersas de «La Llorona»,[10] tanto aquellas antiguas que él reconoce haber escuchado desde su niñez, como aquellas él mismo aportó desde su propia inspiración.[11]
La canción aparece en la película Frida (2002), sobre la vida de la artista plástica mexicana Frida Kahlo, dirigida por Julie Taymor y protagonizada por la actriz mexicana Salma Hayek.[15] Chavela Vargas apareció como invitada especial, y cantó su versión de la pieza. Chavela era amiga muy cercana de Frida y Diego Rivera e incluso solían invitarla a menudo a su casa. Se especula con que Chavela tuvo un romance con Frida.[16]
↑Mientras algunos vinculan la canción con la leyenda homónima, otros afirman que no hay relación.[1] Existen varias hipótesis sobre de la identidad de esta «Llorona», por ejemplo:[2][3] 1) que está relacionada en la leyenda colonial de la Llorona, 2) que está basada en una tehuana ahogada en un río, o 3) que está inspirada en diosas prehispánicas.
↑Henestrosa, Andrés (2011). «La llorona (13 de diciembre de 1964)». Alacena de minucias (1962-1969). Miguel Ángel Porrúa. p. 233. ISBN978-607-401-501-0. Consultado el 11 de octubre de 2020. «Atento a esas circunstancias, quiero darlas [las coplas de La Llorona] a partir de esta Alacena; no todas las que puedan ser, sino nada más aquellas que oí desde mi niñez a personas que no sabían improvisar, ni leer, y que las repetían de la tradición oral. [...] Pondré primero –ya lo dije– las que oí desde siempre; luego, las que agregué, tomadas de la poesía popular; finalmente, las que he improvisado en fandangos y 'huateques'.»