La guerra de independencia paralizó el desarrollo científico. A finales del siglo XIX, comenzó el proceso de industrialización. Con la influencia de los positivistas y de los pensadores científicos, el gobierno mexicano comenzó a ofrecer educación pública.[cita requerida]
Una de las culturas más desarrolladas de Mesoamérica en cuestión de ciencia fueron los mayas. Las lenguas mayas, al igual que otras lenguas de Mesoamérica, tienen un sistema vigesimal para contar. Los mayas fueron los primeros en desarrollar una notación vigesimal compacta que, además, usaba un signo especial para el numeralcero. Los mayas también crearon un sistema de escritura, utilizado principalmente para la documentación y con fines religiosos. Crearon un calendario basado en sus creencias.[cita requerida]
Los olmecas tuvieron gran influencia en el desarrollo de la escritura maya y el sistema de notación vigesimal para la numeración, ya que se integraba el principio aditivo y el valor posicional. Esta cultura también desarrolló un calendario, la escritura y la epigrafía. Se caracteriza sobre todo por la creación de las cabezas olmecas, hechas de basalto y alfarería.[cita requerida]
Los calendarios establecidos por los aztecas lograron una precisión mayor incluso que la del calendario gregoriano de 1582. El calendario civil azteca, llamado xihuitl y basado en el calendario maya, tenía 360 días, mientras que su calendario religioso, el tonalpohualli o 'cuenta de los días', tenía 260 días. El siglo azteca se componía de 52 años y la última reforma fue llevada a cabo por Moctezuma Ilhuicamina. Para los mayas, en cambio, su calendario civil, el Haab tenía 365 días y el Tzolkin, su calendario religioso, tenía 260. La astronomía maya fue una de las más avanzadas de su tiempo y logró estudiar las características de Venus.[cita requerida]
Los zapotecas tuvieron desarrollos científicos y tecnológicos, como un sistema de escritura que era en parte ideográfico y en parte fonético. Igualmente, se reconoce su gran construcción de Monte Albán.[cita requerida]
Después de que se fundó el Virreinato de la Nueva España, España llevó la cultura científica que predominó en ese país a la Nueva España.[1] El gobierno municipal (cabildo) de la Ciudad de México (hoy Ciudad de México) solicitó formalmente a la Corona española, en 1539, la creación de una universidad.[2] La Real y Pontificia Universidad de México abrió sus puertas en 1551. La administraba el clero, y fue la universidad oficial del imperio. Ofreció educación de calidad a la población, y fue una red de desarrollo intelectual y religioso en la región. Se impartían en ella cursos de física y de matemáticas desde una perspectiva aristotélica. El filósofo agustinianoAlonso Gutiérrez escribió una Physica speculatio, el primer texto científico del continente americano, en 1557. Para fines del siglo XVIII, la universidad ya había entrenado a 1162 doctores, 29882 ya habían egresado de la licenciatura y muchos estudiosos del derecho ya habían obtenido su diploma.[1]
Ilustración mexicana
Durante la Ilustración mexicana, la ciencia puede dividirse en cuatro periodos: el periodo inicial (1735 a 1767), el periodo criollo (de 1768 a 1788), el periodo oficial o español (de 1789 a 1803) y el periodo de síntesis (de 1804 hasta el inicio del movimiento independentista en 1810).[3]
Durante los siglos XVI y XVII, la ciencia moderna se desarrolló en Europa, pero quedó muy rezagada en México. Las nuevas ideas científicas desarrolladas en Europa no eran de relevancia en México.[4] En 1767, la expulsión de los jesuitas, que habían introducido las nuevas ideas en México, ayudó a antagonizar a los criollos y también promovió sentimientos nacionalistas entre los naturales.[3][5] Después de la expulsión de los jesuitas, los criollos autodidactas fueron los primeros científicos en México. Tiempo después, se unieron a ellos los científicos españoles, y llevaron a cabo investigaciones, actividades de docencia, elaboraron publicaciones y tradujeron textos. Las ideas de Francis Bacon y de René Descartes se discutían libremente en los seminarios, lo que provocó que el escolasticismo perdiese adeptos. Durante la Ilustración, México hizo muchos avances en minería, astronomía, ingeniería y otras áreas. En 1792, se fundó el Seminario de Minería. Más adelante, se convertiría en el Colegio de Minería, donde se fundó el primer laboratorio de física moderna en México.[3]
A fines del siglo XIX, comenzó en México el proceso de industrialización. Bajo la influencia de los positivistas y de los pensadores científicos, el gobierno mexicano comenzó a ofrecer educación pública. En 1867 Gabino Barreda, que había sido alumno del filósofo francés Auguste Comte, quedó a cargo de la comisión que reformaría la educación. Materias como la física, la química y las matemáticas se incluyeron en el programa de estudios de las escuelas secundarias. Se fundó la Escuela Nacional Preparatoria. La influencia de los positivistas generó un renacimiento de las actividades científicas en el país.[8]
El 8 de abril de 1943 el entonces presidente de la República, general Manuel Ávila Camacho, emitió, a iniciativa del secretario de Educación Pública, el licenciado Octavio Véjar Vázquez, un decreto a instancia del cual se inauguraría, el 15 de mayo de ese mismo año, El Colegio Nacional, institución dedicada principalmente a la divulgación que reúne a muchos personajes distinguidos de la ciencia, la educación, el arte y, en general, la cultura de México.
En 1959 se fundó la Academia de la Investigación Científica (posteriormente llamada Academia Mexicana de Ciencias, AMC), una entidad no gubernamental y no lucrativa conformada por un extenso grupo de distinguidos científicos. La AMC ha crecido en número de miembros y en influencia, y es una de las voces más representativas del mundo científico en numerosos ámbitos, sobre todo en el de las políticas científicas.[14] Para 1960, la ciencia ya había sido institucionalizada en México. Era considerada producto legítimo del esfuerzo de los mexicanos.[11]
En 1960, se fundó el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), perteneciente al Instituto Politécnico Nacional. Fue concebido como un centro de estudios de posgrado en temas tales como la biología, las matemáticas y la física. En 1961, el IPN inauguró sus programas de estudio de posgrado en física y en matemáticas, y también se crearon escuelas de ciencias en los estados de Puebla, San Luis Potosí, Monterrey, Veracruz y Michoacán.
En diciembre de 1970 se crea el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), encargado de formular y proponer las políticas científicas al gobierno nacional. El CONACyT se encarga de financiar proyectos de investigación a través de subsidios y de financiar becas para doctorados y posdoctorados.
Décadas de 1980 y 1990
En los años 1980, la empresa Probiomed, que había iniciado su trayectoria produciendo sulfamidas da un giro hacia la biotecnología. De esta manera producen proteínas recombinantes, eritropoyetina para el tratamiento de la insuficiencia renal crónica y la vacuna de hepatitis B.36
En 1984 se crea el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) para reconocer la labor de las personas dedicadas a producir conocimiento científico y tecnológico. EL SNI otorga distinciones y estímulos económicos que certifican la calidad, productividad, trascendencia e impacto del trabajo de los investigadores seleccionados. Las tres categorías en las que brinda premios son: Candidato a Investigador Nacional, Investigador Nacional e Investigador Nacional Emérito.
En el área de la biotecnología nace el Instituto Bioclon en 1990, que se convierte en líder mundial en la fabricación, investigación y desarrollo de antivenenos.17
El Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República es un órgano asesor creado en 1994 por el presidente de México para aspectos relativos a la planeación nacional y a la formulación de política y programas para el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Está formado por 97 investigadores o tecnólogos de reconocida trayectoria.
El 22 de noviembre del 2006 se inauguró el Gran Telescopio Milimétrico. Es el telescopio más grande del mundo en su rango de frecuencia, y se construyó para captar las ondas de radio en un rango de entre 0.85 y 4 mm. Localizado en la punta de la Sierra Negra, en el estado de Puebla, se trata de una obra científica binacional: 70 por ciento mexicana y 30 por ciento estadounidense.
Muchos científicos han denunciado que la Ley de Ciencia y Tecnología, publicada en el 2002,[19] reformada en ocho ocasiones, ha permitido el desvío (la privatización y liberalización) de los recursos públicos, la mercantilización de luz sujetos y productos del conocimiento, la administración de los fondos a través de 65 fideicomisos.[20] Se han denunciado también millonarias transferencias a fondo perdido que el Conacyt hizo a empresas, corporaciones y universidades privadas. Un gran número de investigadores especializados trabajan al servicio de los intereses económicos de las grandes corporaciones, sin pensar en las implicaciones éticas ni los riesgos para la humanidad o para el planeta.[21]
Reconocimientos a la ciencia y la tecnología mexicanas
Otorgados en México
Algunos de los reconocimientos más relevantes que se entregan en México para la actividad científica y tecnológica son los siguientes:
↑Cintas, Pedro (2004). «The Road to Chemical Names and Eponyms: Discovery, Priority, and Credit». Angewandte Chemie International Edition43 (44): 5890. doi:10.1002/anie.200330074.
↑Lida García, Clara E.; Matesanz, J. A., Vázquez Vera, J. Z. (2000). La Casa de España y El Colegio de México: Memoria 1938-2000. México: El Colegio de México. pp. 21-113. ISBN968-12-0993-1.