Ernst Zürcher inició su formación profesional como ingeniero forestal en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH), antes de completar una tesis sobre la morfología de los árboles y la anatomía de la madera.[1][2]
Ernst Zürcher, jubilado, sigue dando conferencias para defender los bosques y demostrar su impacto en la humanidad, especialmente en la salud humana. Explica las conexiones entre fauna y flora.[5] Populariza los conceptos de bioacústica y silvosfera.[6]
Científico atípico que vincula el pragmatismo con la espiritualidad, a veces se le considera un poeta.[6]
Obra
Ernst Zürcher destaca los vínculos que, según él, unen a los seres humanos y a los árboles, haciendo énfasis en los beneficios que provienen de estos últimos. Su planteamiento despertó el escepticismo de algunos de sus colegas, frente al espiritualismo que promovía, pero contó con el apoyo, por ejemplo, del botánico Francis Hallé.[7]
Para Ernst Zürcher la salud de la humanidad es inseparable de la de los bosques.[5]
Ernst Zürcher explora así durante sus investigaciones los vínculos que pueden unir la proporción áurea y la forma de los conos de las coníferas,[8] los estados del agua y el organismo en sí mismo que podría constituir el bosque en su conjunto,[9] tanto en sus publicaciones como en sus apariciones públicas, sobre todo en la radio, aunque a costa de invocar conceptos pseudocientíficos (como la antroposofía de Rudolf Steiner). Aboga por la necesidad de devolver a los árboles un lugar sensible en nuestras vidas, incluso en la ciudad.[10]
Ernst Zürcher defiende la idea del respeto mutuo entre todos los seres vivos del ecosistema, es decir, la fauna y la flora, para una mejor vida conjunta.[11] Y el bosque es una auténtica fuente de inspiración para conseguirlo.[12]
Ernst Zürcher afirma que los árboles son beneficiosos para la salud y menciona los baños de bosque y las nociones de silvoterapia procedentes de las tradiciones japonesas Shinrin-Yoku.[13]