La educación sobre el Holocausto se refiere a las iniciativas emprendidas en entornos formales y no formales para impartir enseñanza sobre dicho crimen. La enseñanza y el aprendizaje sobre el Holocausto (EAH) aborda la didáctica y la instrucción, bajo la égida general de la educación sobre
el Holocausto, que engloba asimismo los planes de estudios y los estudios sobre libros de texto. La expresión “enseñanza y aprendizaje sobre el Holocausto” la utiliza la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto.[1]
Contextos para impartir enseñanza sobre el Holocausto
Existen múltiples oportunidades para impartir enseñanza sobre el Holocausto. A continuación, se examina el papel que puede desempeñar la enseñanza y el aprendizaje sobre el Holocausto en tres contextos específicos: la prevención del genocidio, la promoción de los derechos humanos y el tratamiento de pasados traumáticos.[1]
La prevención del genocidio
Instruir acerca de las particularidades del Holocausto constituye una oportunidad para enseñar sobre la naturaleza y la dinámica de las atrocidades masivas, como el genocidio, los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra. El Marco de Análisis para Crímenes Atroces de las Naciones Unidas establece que los “crímenes atroces se consideran los delitos más graves contra la humanidad. Su condición de crímenes internacionales se basa en la creencia de que los actos asociados a los mismos afectan a la dignidad esencial de los seres humanos”. Desde una perspectiva humana, pero también desde un punto de vista social, político y económico, los costes y consecuencias de estos delitos son inconmensurables, y se extienden más allá de los límites de los territorios en los que se perpetraron. En este sentido, la comunidad internacional ha identificado a la prevención como una necesidad para la paz y la estabilidad internacionales. La prevención requiere esfuerzos continuos y una sensibilización al respecto tanto a corto como a largo plazo, en el ámbito local, nacional y mundial. Tales medidas pueden incluir iniciativas institucionales que consolidan el Estado de derecho y protegen los derechos humanos, garantizan una mejor gestión de sociedades diversas y refuerzan la sociedad civil y los medios de comunicación independientes. La educación puede desempeñar un papel esencial en este contexto, porque permite plantear cuestiones sobre las señales de alerta, los efectos en la sociedad, y la gama de conductas humanas necesarias para que ocurran tales eventos. Asimismo, la educación puede contribuir a inculcar el conocimiento y la valoración de la diversidad y los derechos humanos. La educación sobre el Holocausto, así como la que se imparte de manera más general sobre el genocidio y las atrocidades masivas, brinda la oportunidad de facilitar la adquisición de destrezas para el pensamiento crítico, de potenciar las respuestas resilientes y efectivas frente a las ideologías extremas y excluyentes, y de instruir a los alumnos respecto al modo en que se ven a sí mismos en el contexto del pasado, el presente y el futuro de su país.[1]
El Holocausto comenzó con abusos de poder y graves violaciones de los derechos humanos por parte de la Alemania nazi que, con el tiempo, desembocaron en situaciones de guerra y genocidio. Aunque no todas las violaciones referidas dan lugar a genocidios, el Holocausto sí representa un caso importante que ha de considerarse en el contexto de los derechos humanos. Las políticas y prácticas discriminatorias que deshumanizaron y marginaron a los judíos y otros grupos minoritarios o políticos (como la de privar a las personas de su nacionalidad) ilustran el modo en que las violaciones de los derechos humanos, cuando se combinan con factores como el abuso de poder y las ideologías excluyentes, pueden normalizarse en una sociedad, incluso en aquellas conformadas por el Estado de derecho. Que tales políticas acabarán convirtiéndose con el tiempo en un sistema de asesinato patrocinado por el Estado subraya el entorno peligroso que puede plantearse cuando se reniega de los derechos humanos. Tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, se formularon diversas normas internacionales para el fomento de los derechos humanos, incluyendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. El examen de estas medidas constituye una fase crucial en la comprensión de la evolución de los conceptos relativos a los derechos humanos.[1]
En cualquier caso, la educación sobre el Holocausto y la educación sobre los derechos humanos constituyen dos campos diferenciados, ricos y plenos cada uno de ellos per se. El modo en que los educadores pueden crear el marco para que los alumnos examinen la historia de una manera que respete los principios de cada uno de estos campos requiere cierta reflexión. Varias organizaciones han considerado estos puntos de intersección, incluyendo la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA), en asociación con Yad Vashem,[2] y la Fundación alemana “Memoria, Responsabilidad y Futuro” (EVZ). Integrar con prudencia el examen del Holocausto en un marco de análisis de los derechos humanos puede constituir una dimensión importante de la educación que promueva el pensamiento crítico acerca de las funciones y las responsabilidades de los miembros de la sociedad y sus líderes en el contexto de tales derechos.[3]
Hacer frente al pasado
Educar sobre el Holocausto constituye un deber principalmente para los países europeos, en los que segmentos considerables de sus sociedades colaboraron con la Alemania nazi, o se mantuvieron al margen. Tras un período inicial de silencio y/o minimización, numerosos países han desarrollado una comprensión de la necesidad de educar sobre el Holocausto, y la obligación de investigar y afrontar su pasado nacional. En cualquier caso, las responsabilidades nacionales, profesionales o individuales siguen siendo objeto de un intenso debate en el seno de los países donde tuvo lugar el Holocausto, y entre estas naciones. Incluso más de 70 años después de los sucesos, una visión autocrítica de la historia en la que se tenga en cuenta el conjunto de responsabilidades existentes en el asesinato de los judíos y otros grupos como los romaníes no se ha adoptado aún en muchos lugares. Las ideologías nacionalistas continúan influyendo en el modo en que se recuerda y se enseña la historia.[1]
Numerosas comunidades en períodos posteriores a la atrocidad en todo el mundo se enfrentan a sociedades divididas. La cohesión social permanece fracturada, y al progreso lo bloquea el rechazo de los países de tratar su historia nacional de genocidio y atrocidades masivas, y el trauma a largo plazo que causan tales crímenes. Tal reto se agrava cuando los partidos en conflicto o los supervivientes y sus torturadores han de coexistir en la misma sociedad en el período posterior a la comisión de los crímenes atroces. Mientras que algunas sociedades optan por adoptar un enfoque de silencio, otras han observado que, en su condición de sociedad, las transiciones hacia vías no violentas y humanitarias de abordar el conflicto y afrontar el pasado pueden constituir un elemento importante de la narrativa nacional.[1]
Enseñar sobre una historia polémica que involucra la comisión de atrocidades que siguen afectando al presente representa una tarea especialmente compleja, especialmente cuando la educación sobre la historia es uno de los segmentos de los sistemas educativos más difíciles de reformar. Por otra parte, abordar la historia de abusos pasados a través de la educación requiere a menudo un consenso mínimo en la sociedad y, por tanto, apoyo institucional, antes de que nuevas narrativas históricas de los delitos perpetrados puedan integrarse en los planes de estudios y los libros de texto, o ser abordados por los profesores en entornos educativos formales.[1]
Educar sobre el antisemitismo
La “educación sobre el genocidio” aborda el fenómeno que representa este crimen, mientras que la educación sobre el Holocausto se centra, principalmente, en las causas y la dinámica del genocidio del pueblo judío y las respuestas al mismo. Sin embargo, ambos campos se encuentran cada vez más interconectados. De cualquier modo, hasta la fecha, el Holocausto ha sido el caso de genocidio más investigado, documentado y ampliamente enseñado.[1]
Contribución a la educación para la ciudadanía mundial
La educación para la ciudadanía mundial (ECM) tiene por objeto el desarrollo de los alumnos para su alfabetización crítica, para que estén informados y socialmente conectados, y para que respeten la diversidad y actúen de manera éticamente responsable y comprometida. Existen notables oportunidades para adecuar la educación sobre el Holocausto a los fines de la ECM. De hecho, comprender cómo y por qué sucedió el Holocausto puede ayudar a los alumnos a reflexionar sobre su papel como ciudadanos del mundo, a desarrollar sus destrezas en cuanto a la interpretación histórica respecto a los motivos por los que las personas y los Estados actuaron como lo hicieron en sus circunstancias dadas y, posiblemente, emprender acciones respecto a cuestiones cívicas importantes para su escuela y sociedad. Por tanto, la enseñanza del Holocausto puede brindar oportunidades para el desarrollo de destrezas contemporáneas, la toma de decisiones, y la autorreflexión crítica sobre el papel que uno desempeña en la sociedad. El estudio del Holocausto es compatible en gran medida con la ECM por al menos tres razones clave:[1]
- El Holocausto aborda temas que constituyen preocupaciones centrales de la ECM, incluidos los derechos humanos y la discriminación.
- El Holocausto constituye el contexto histórico que fundamentó el desarrollo de los principios consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que pueden comprenderse concretamente mediante su vinculación con las violaciones específicas cometidas antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
- Una revisión de los estudios sobre la enseñanza y el aprendizaje del Holocausto pone de relieve que ciertos enfoques pueden producir resultados que se procuran en el marco de la ECM.[1]
La enseñanza sobre cuestiones relativas al Holocausto y la prevención del genocidio forman parte de los esfuerzos que lleva a cabo la Organización UNESCO para promover la Educación para la Ciudadanía Mundial (ECM), que es una de las prioridades de la Agenda 2030 de Educación.[4]
Fuentes
Véase también
Referencias