A diferencia de los gobiernos que tuvieron lugar tras la Revolución de Mayo la autoridad era ejercida por una sola persona en lugar de un grupo de personas, procurándose así hacer frente a la amenaza del Ejército Realista, agravada por enfrentamientos internos patriotas. El título no tenía las características propias de un sistema presidencial.
Comúnmente conocido como el nombre institucional de Directorio, con el fin de evitar los abusos de poder, debía estar integrado además por un Consejo de Estado compuesto por 7 personas, y responder ante un Congreso destinado a ejercer funciones legislativas.
Creación del Directorio
En septiembre de 1813, la Asamblea del Año XIII decidió suspender sus sesiones, facultando
al Poder Ejecutivo de obrar con absoluta independencia, con plenos poderes, con la única obligación de dar cuenta a la Asamblea en su primera sesión de las medidas extraordinarias que hubiese tomado.
El 1.º de octubre se facultó a cinco diputados para convocar a la Asamblea solo en caso de gravedad y por asuntos urgentes, manteniendo así las facultades otorgadas al Poder Ejecutivo.
A pedido del Poder Ejecutivo, en enero de 1814, se convocó a los diputados para sesionar. El Triunvirato, dirigiéndose a la Asamblea expresó:
La experiencia de mando y el conocimiento inmediato de nuestras transacciones han enseñado a este gobierno a dar el impulso que requieren nuestras empresas, y el tono de nuestros negocios exigen, la concentración del poder en una sola mano (...).
Triunvirato, 1814.
Luego de extensos debates, la Asamblea reformó -el 26 de enero de 1814- el Poder Ejecutivo creando el Directorio.
A partir de allí, con la carencia de una constitución que regulara la organización del país, la conducción de la Provincias Unidas del Río de la Plata fue ejercida en forma fáctica por los gobernadores bonaerenses. Legalmente solo se encargaron de las relaciones exteriores, pero el manejo del puerto de Buenos Aires les permitió ejercer una fuerte presión política sobre las provincias del interior.