Costanilla es el nombre que se le da en España a un tipo de calle corta y en cuesta.[1]
Forma parte del rico conjunto léxico del callejero urbano,[2] y aunque es término en desuso cuenta con una singular presencia en la literatura española entre los siglos XVI y XX.[3][nota 1]
Etimología y usos
La Real Academia Española anota que "costanilla" es diminutivo de «costana», vía breve pero con mayor inclinación o vertiente que las que la rodean.[4]
En la nomenclatura del callejero tradicional en lengua castellana, "costanilla" está relacionada con "cuesta", siendo esta una vía principal y con mayor declive o vertiente.[5]
Placa de azulejos en la Costanilla de San Andrés en Madrid
Placa de azulejos en la Costanilla de los Ángeles en Madrid
Puede tomarse como partida el dato de que el tercer amo del Lazarillo de Tormes, escudero venido a pobre de solemnidad, naciera en la Costanilla de Valladolid —luego calle de la Platería de la capital pucelana— (de ello presume ante Lázaro en el "Tratado tercero" de la obra),[8] y luego ir subiendo por entre novelas, dramas y tragedias hasta Luces de bohemia, umbral de los esperpentos de Valle-Inclán:
"Rinconada en costanilla y una iglesia barroca por fondo. Sobre las campanas negras, la luna clara. Don Latino y Max Estrella filosofan sentados en el quicio de una puerta. A lo largo de su coloquio, se torna lívido el cielo. En el alero de la iglesia pían algunos pájaros. Remotos albores de amanecida. Ya se han ido los serenos, pero aún están las puertas cerradas. Despiertan las porteras".[9]
Ramón María del Valle-Inclán
También figura con su doble valor de término musical y evocación visual en el género de la poesía, como lo recuerda el octosílabo del poeta del 27Jorge Guillén: «calles, agrios, costanillas». Y lo escogió para titular sus memorias el hispanista inglés Charles David Ley, en una imaginaria Costanilla de los Diablos.[10]
Notas
↑Igual olvido han sufrido otros términos en desuso como alameda, adarve, altozano, espolón, portillo, travesía o travesera,... Interesado por el tema, en 1840, Fermín Caballero, siendo alcalde de Madrid, reunió una lista de los nombres genéricos de las vías urbanas, recopilando un total de catorce maneras de denominar una calle: carrera, corredera, callejón, cuesta, costanilla, pretil, portal, arco, pasadizo, plaza, plazuela, campillo, puerta y postigo. En el siglo XXI, el callejero de Madrid añade a la lista del alcalde romántico otros diecisiete términos de urbanismo: avenida, cañada, cava, escalinata, glorieta, galería, gran vía, pasaje, paseo, paso, plazoleta, ribera, ronda, senda, vereda y vía".