Carga tóxica

El ftalato de dibutilo también conocido como DBP (Dibutilftalato), es un compuesto orgánico usado en la industria química y cosmética. Fue prohibido en la Unión Europea en 1976

Se denomina carga tóxica a las condiciones de exposición en términos de concentración en aire y duración de la exposición que produce un nivel determinado de toxicidad en la población general.[1]

Carga tóxica o Carga química corporal son términos que se utilizan en Salud ambiental para referirse a la presencia y acumulación de químicos tóxicos en el cuerpo humano (en inglés, “Toxic load”, “body burden” o “Chemical body burden”). En este contexto, la carga tóxica de un cuerpo se calcula mediante la medición de la concentración de compuestos naturales y sintéticos en los fluidos corporales (sangre, orina y leche materna) o tejidos (pelo, uñas, grasa y hueso). Esta técnica científica se conoce como Biomonitorización o Biovigilancia humana (Biomonitoring, Human biomonitoring o por su acrónimo HBM).[2]

Definición

Se conoce como carga tóxica la cantidad de una sustancia exógena, o sus metabolitos, que se acumula en un individuo o población.[3]​ En la actualidad, la práctica totalidad de la raza humana está en contacto con productos de la industria química. Químicos sintéticos pueden encontrarse en el aire, el suelo, el agua y los productos de consumo como ropa, calzado, productos de limpieza e higiene, cosméticos, etc.

Historia

Desde finales del siglo XIX, tras la segunda revolución industrial, la industria química se desarrolló de manera creciente hasta nuestros días, dando lugar a un aumento de la producción agrícola, ganadera e industrial jamás conocido hasta entonces. La evolución de los descubrimientos científicos, y fundamentalmente aquellos realizados en la genética, la industria de los fertilizantes y la de los plaguicidas, aplicados de forma generalizada a la producción, dieron a su vez lugar a mediados del siglo XX a la llamada Revolución verde, gracias a la cual la producción agrícola se multiplicó hasta en un 250%. Paralelamente a estos beneficios, se han producido efectos no tan deseados. Desde hace algunas décadas, esta generalización de la presencia de sustancias químicas industriales, más o menos tóxicas, en el ambiente comenzó a preocupar a las agencias de salud de los principales países. A partir de entonces, varias agencias[4][5]​ realizan estudios periódicos de biomonitorización que han revelado la presencia de un gran número de sustancias químicas industriales en el organismo de amplias muestras de población.

Sustancias químicas tóxicas halladas en el cuerpo humano

El Centro para el control y prevención de enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, ha rastreado desde finales del siglo XX más de 300 productos químicos ambientales y sus metabolitos en amplias muestras de población estadounidense.[6]

Los principales de ellos son:

- Arsénico
- Cadmio
- Plomo
- Mercurio
  • Insecticidas y plaguicidas
  • Parabenos
  • Perclorato
  • Perflourochemicals (PFC)
  • Ftalatos
  • Difenil éteres polibromados (PBDEs) y polibromados de bifenilo (PBB)
  • Hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP)
  • Compuestos orgánicos volátiles (COV)
- Benzene3
- Metil terc -butil éter (MTBE)
- Estireno

Un estudio financiado y coordinado por la Unión Europea a través de DEMOCOPHES,[7]​ analizó entre 2010 y 2012 la presencia de sustancias químicas en cerca de 4.000 pares de madres e hijos de 17 países europeos.[8]​ Fueron cinco los químicos rastreados:

  • Mercurio
  • Cotinina (humo exhalado del tabaco)
  • Cadmio
  • Ftalatos
  • Bisfenol A

En todos los individuos se encontraron rastros de estos tóxicos. Si bien las conclusiones del estudio no analizan las consecuencias sobre la salud de los niveles de carga tóxica encontrados, sí revela que existe una mayor presencia de químicos en los niños de entre 6 y 8 años que en aquellos de edades comprendidas entre los 9 y los 11 años, lo que hace pensar que se ha producido un aumento de la exposición a los químicos en los últimos años.

Efectos sobre la salud humana

En las últimas décadas se han venido observando los efectos sobre la salud humana de algunas de las sustancias individuales que albergan nuestros cuerpos debido a la carga tóxica acumulada en ellos. Sin embargo existen muy pocas certezas acerca de su acción combinada y agregada.

Conocida es desde antiguo la toxicidad de los metales pesados como el mercurio y el plomo, cuya peligrosidad deriva en parte de la incapacidad de los organismos vivos para su metabolización y eliminación. Esto produce una acumulación progresiva (bioacumulación) que puede derivar en envenenamiento.

Pesticidas como el DDT, que está prohibido actualmente en la mayoría de países, fueron de uso común en la segunda mitad del siglo XX -incluso sobre las personas- y causaron serios problemas de contaminación que aún persisten años después de haber sido abandonado su uso.[9]

Según abundante literatura científica, los ftalatos utilizados en la fabricación de plásticos, están involucrados en el aumento de diversas afecciones como el asma infantil y las alergias.[10][11]

Los efectos sobre la salud del bisfenol A, usado también en la fabricación de plásticos, preocupan ya desde la primera mitad del siglo XX. En particular, la EFSA restringió en 2011 su uso en la fabricación de biberones de plástico, si bien, está permitido en el envasado de alimentos.[12]

Los parabenos presentes en cosméticos y productos de aseo personal han sido relacionados con problemas tan comunes como el cáncer de mama,[13]​ si bien no existen estudios concluyentes al respecto.

Se ha estudiado el carácter de disruptores endocrinos de muchas de estas sustancias, es decir, su capacidad de alterar los procesos controlados por las hormonas humanas. Estas alteraciones podrían conllevar graves consecuencias para la salud. Por señalar sólo algunos de estos efectos, preocupa su implicación en el aumento de la diabetes,[14]​ el cáncer de cólon,[15]​ o la infertilidad.[16]

Neurotoxicidad

Según un estudio publicado en The Lancet en 2014, varias de las sustancias halladas en niños de todo el mundo, tienen carácter neurotóxico y afectan al desarrollo neuronal infantil. Esta toxicidad se ha relacionado con dolencias y alteraciones como el autismo, el trastorno de hiperactividad, el déficit de atención y la dislexia. Las sustancias supuestamente causantes de estos efectos son, entre otras, plomo, metilmercurio, bifenilos policlorados, arsénico y tolueno.[17]

Control y erradicación

La acción de los gobiernos ha dado lugar ya a una notable disminución de algunas de estas sustancias contaminantes como la cotinina (presente en el humo exhalado del tabaco), gracias a la prohibición de fumar en lugares públicos; el plomo, gracias a la restricción de su uso en los carburantes o la práctica eliminación del uso del ya mencionado DDT.

Véase también

Referencias

  1. «Toxicity levels of chemicals». 
  2. What is Human Biomonitoring?. «Human Biomonitoring (HBM) is a scientific technique that allows us to assess whether and to what extent these environmental substances have entered our bodies and how exposure may be changing over time.» 
  3. Thornton, J.W. et. al. (2002). Biomonitoring of Industrial Pollutants: Health and Policy Implications of the Chemical Body Burden. Public Health Reports. «The quantity of an exogenous substance or its metabolites that accumulates in an individual or population is defined as a "body burden."». 
  4. [1]
  5. [2]
  6. National Biomonitoring Program.. «Currently, more than 300 environmental chemicals or their metabolites are measured in human samples (e.g. urine, blood, serum, breast milk, and meconium). CDC's National Biomonitoring Program provides information on human health effects, national surveillance data, and additional learning resources for each chemical and chemical group studied.» 
  7. DEMOCOPHES-COPHES
  8. Human Biomonitoring on an European scale. 
  9. Sudharshan, S., et al. (2012). DDT remediation in contaminated soils: a review of recent studies.. «The latest reports on human toxicity shows that DDT intake is still occurring even in countries that banned its use decades ago.”». 
  10. Braun, JM, et al. (2013). Phthalate exposure and children's health.. «Several epidemiological studies suggest fetal and childhood exposure to some phthalates may perturb normal development, with several studies consistently reporting increased risk of allergic diseases with DEHP and BBzP exposure.» 
  11. Tsai, MJ (2012). The association between phthalate exposure and asthma.. «Earlier experimental studies focused on inflammatory cells, demonstrating the adjuvant effects, immunomodulatory effects, or immunosuppressive effects related to phthalate exposure.» 
  12. Página web EFSA. «BPA is permitted for use in food contact materials in the European Union (EU) under Regulation 10/2011/EU, relating to plastic materials and articles intending to come into contact with foodstuffs. In January 2011, the European Commission adopted Directive 2011/8/EU, prohibiting the use of BPA for the manufacture of polycarbonate infant feeding bottles.» 
  13. Bledzka, D, et al. (2014). Parabens. From Environmental studies to human health.. «Parabens are a group of substances commonly employed as preservatives, mainly in personal care products, pharmaceuticals and food. Scientific reports concerning their endocrine disrupting potential and the possible link with breast cancer raised wide discussion about parabens' impact and safety.» 
  14. Sargis, RM (2014). The Hijacking of Cellular Signaling and the Diabetes Epidemic: Mechanisms of Environmental Disruption of Insulin Action and Glucose Homeostasis.Program.. «Recent epidemiological evidence implicates endocrine disrupting chemicals in the pathogenesis of metabolic diseases. These compounds represent a diverse array of chemicals to which humans are exposed via multiple routes in adulthood and during development.» 
  15. Marino, M (2014). Xenoestrogens challenge 17β-estradiol protective effects in colon cancer.. «Several epidemiological, cellular, and molecular studies demonstrate the role of environmental chemicals with endocrine disrupting activities, typical of Westernized societies, in the pathogenesis of numerous diseases including cancer.» 
  16. Knez, J (2013). Endocrine-disrupting chemicals and male reproductive health.. «Endocrine-disrupting chemicals are substances present in the environment that can interfere with normal hormonal balance and thus exert potentially adverse health effects on the human organism. Male reproductive system development and function may be susceptible to the effects of such environmental toxicants.» 
  17. Grandjean P, et al. (2014). Neurobehavioural effects of developmental toxicity. «Neurodevelopmental disabilities, including autism, attention-deficit hyperactivity disorder, dyslexia, and other cognitive impairments, affect millions of children worldwide, and some diagnoses seem to be increasing in frequency. Industrial chemicals that injure the developing brain are among the known causes for this rise in prevalence. In 2006, we did a systematic review and identified five industrial chemicals as developmental neurotoxicants: lead, methylmercury, polychlorinated biphenyls, arsenic, and toluene». 


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