La calima o calina[1] es un fenómeno meteorológico consistente en la presencia en la atmósfera de partículas muy pequeñas de polvo, cenizas, arcilla o arena en suspensión.[2] Cuando esta ocurre por efectos del polvo, sales (sodio) o elementos propios del ambiente, se conoce como calima tipo "A"; cuando se produce por episodios especiales, tales como incendios forestales u otros sucesos de carácter contaminante, se le denomina calima tipo "B".[3]
Origen
Su origen está en las partículas de vapor de agua con partículas de sales procedentes de las aguas marinas[4] y, en muchos casos, por el humo y cenizas de los incendios. También puede deberse a las tormentas de arena, fenómeno frecuente en los países del Mediterráneo, en las Islas Canarias y otras zonas.[5]
En el caso de las tormentas de arena, las partículas tienen unas dimensiones muy heterogéneas, precipitándose las de mayor tamaño no muy lejos de la fuente y continuando las más finas a grandes distancias transportadas por el viento Siroco hasta las Islas Canarias. Ocasionalmente remanentes de estas tormentas alcanzan América del Norte, en la región del Caribe y este de los Estados Unidos, llegando con los anticiclones veraniegos y por los vientos alisios. Puerto Rico y las Antillas Menores son los más afectados por estas tormentas cada verano.[5]
En algunos casos se debe a la emisión de contaminantes en las zonas urbanas, este fenómeno se conoce como esmog.
Tormenta de arena y polvo, procedente del Sáhara, llegando a las islas de Cabo Verde
Calima en la Vega de Granada
Calima por humo de incendios forestales en Monterrey, México
Produce una disminución en mayor o menor medida de la visibilidad. Si es persistente o abundante puede afectar al sistema respiratorio.[3]
Monte Lentiscal con el cielo despejado.
Monte Lentiscal con calima.
Fotografías tomadas en el mismo sitio (barrio de Las Meleguinas de Santa Brígida, Gran Canaria, Canarias) a la misma hora y con 5 días de diferencia (enero de 2005).