La escultura fue hallada en unas excavaciones encabezadas por Jacques de Morgan, en Susa, antigua capital del imperio elamita, situada a unos 240 km al este del río Tigris, en el sudoeste del actual Irán a donde se cree que llegó después del saqueo de obras de arte realizado en el siglo XII a. C. por el rey elamita Shutruk-Nahhunte.
La escultura se creía en un principio que representaba el rostro de Hammurabi, un rey de Babilonia de la estirpe de los amorreos, sexto de la primera dinastía babilónica y sucedido por Samsu-iluna, aunque posteriormente se descartó debido a que la pieza se talló en una época anterior al reinado del mismo, siendo la hipótesis actual que la figura representaba a un rey o príncipe babilonio que reinó antes de Hammurabi.