Entre las deidades menores de los griegos se encontraban los vientos, unos desfavorables para los humanos y otros propicios o regulares, entre los que se encontraba el dios del frío viento invernal Bóreas.[1]
Su representación más frecuente es la narrada en Las metamorfosis de Ovidio: el secuestro de la princesa Oritía, hija de Erecteo, mientras esta jugaba con el río Iliso[2] para hacerla su esposa y con ella concebir a sus hijos.[3]
El dios del viento invernal, alado, con barba y cabello helado y una túnica, acompañado de varios amorcillos jugueteando con bolas de nieve, secuestra a la princesa ateniense, a la que trasladará a su tierra, Tracia que para los griegos, era la región fría por antonomasia.[4]