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La botarga es un arquetipo de la Antigüedad,[1] procedente de la mitología ibera, que fue incorporado a las festividades católicas como representación del jolgorio y de la lujuria. Son tradicionales en distintos lugares del Norte de Guadalajara, España, y como festividad cristiana fue trasladada a México y otros enclaves de Hispanoamérica.
Aparece en las fechas que anteceden al Carnaval, si bien hay algunas desplazadas al periodo estival, posiblemente debido a la trashumancia, dado el carácter rural de estos personajes. La botarga baila al compás de la música y persigue a los vecinos para golpearles con un garrote.
Sus atributos varían según las zonas, pero suelen consistir en una máscara, traje de colores vivos, rabo y genitalesbovinos. En ocasiones, llevan cuernos, y en la mano portan siempre un instrumento de azote, sea látigo, cachiporra o, en ocasiones, castañuelas. Calza unas albarcas y suele acompañarse de un bastón en la otra mano, con el que marcan el ritmo cuando se presentan conjuntamente con danzantes. A veces, porta una sarta de cencerros que le cuelgan del cinto. Otras veces, aparece jorobado.[1] El investigador costumbrista José Ramón López de los Mozos conjetura que se trata de una "festividad vegetal", un espíritu del bosque, cuya intervención, a través de sus danzas, permitía lograr buenas cosechas.[2] La fiesta de Valdenuño Fernández, con su "danza de paloteo", de la que se tiene constancia documental desde 1721, ha sido reconocida como de "interés turístico regional".[3]
Etimología
El término es un antroponímico procedente del actor italiano del siglo XVI, representante de la Commedia dell'Arte, Stefanello Bottarga, que se vestía con máscaras y atuendos estridentes y muy coloristas.[4]