Los propios insurgentes autodenominaron su alzamiento como Movimiento Nacional,[7] de donde derivó bando nacional.[8] De nacional se derivan nationalist, nationaliste y Nationalisten, de uso relativamente corriente en inglés, francés y alemán, no solo en publicaciones neutrales,[9][10] sino también, por ejemplo, en publicaciones antitotalitaristas[11] y antifascistas.[12]
Francisco Moreno Gómez considera que no debería usarse el calificativo de «nacionales», que estima tendencioso.[13] Esta denominación es considerada excluyente por el diario El País.[2] José Manuel Alonso Plaza considera que su uso es equívoco y prefiere los términos "faccioso" o "rebelde".[6] Sin embargo, según Vicenç Navarro, durante la etapa democrática una corriente historiográfica calificada como «centrista» —representada por Javier Tusell— ha venido hablando de «bando nacional» (interpretación que seguiría estando «muy extendida en grandes fórums políticos y mediáticos del país»),[14] a pesar de ser considerado por otros autores un término propagandístico.[15]
Otras denominaciones que recibe habitualmente son bando rebelde (en medios anglosajones de la época),[16] bando franquista (a partir del nombramiento de Francisco Franco como Generalísimo y jefe de gobierno),[2][17] bando insurrecto o tropas insurgentes.[18] Desde las filas republicanas, este bando fue denominado peyorativamente[cita requerida]bando faccioso, bando golpista[19] o bando fascista.[6][17][20] Fuera de España, la clasificación como "fascista" se puede encontrar junto con "nacionalista" en un mismo texto[21] y aparece en publicaciones institucionales.[22]
El recibimiento a la Segunda República Española fue negativo desde su advenimiento por parte de un sector del Ejército español. Las tramas y pronunciamientos se sucedieron desde su instauración, y algunas decisiones del gobierno republicano, especialmente la Ley Azaña, crearon un gran descontento en la jerarquía militar. Aunque los militares las aceptaron de forma disciplinada, incluso los llamados "africanistas" que eran a quien más afectaba, la posibilidad de una revuelta armada fue tomando cuerpo a lo largo del período republicano. El cuerpo más preparado de las fuerzas armadas era el Ejército Español de África, que fue el primero en rebelarse contra la república el 18 de julio de 1936. Generales de gran peso específico en el ejército como Emilio Mola, Francisco Franco, José Sanjurjo, Gonzalo Queipo de Llano y Manuel Goded participaron en la conspiración que provocó la guerra civil.[23]
Además de las Divisiones Militares donde triunfó la rebelión, los cuerpos de élite del Ejército de África, La Legión y Regulares participaron activamente en la guerra junto al bando sublevado. Se estima que este llegó a aglutinar a unos 800 000 soldados.[24]
Entre las fuerzas de la Guardia Civil existió una gran división tras la rebelión militar que se inició en el norte de África. Algunos autores sostienen que el 50 % de los guardias era partidario de la república, aunque debe tenerse en cuenta que a partir de 1937, el cuerpo dejó de existir en la zona republicana, al pasar sus miembros a formar la Guardia Nacional Republicana.
En la época, estaba organizada en 24 Tercios y 30 Comandancias, e integrada por 34 391 hombres.[25] En los primeros meses de la contienda, los guardias civiles leales al gobierno republicano portaban un brazalete rojo que les distinguía de los que se unieron al golpe militar.
Falangistas
Falange Española fue una de las fuerzas políticas más activas contra la república, practicando el asesinato y el terrorismo. Durante el conflicto, paramilitares falangistas participaron activamente en la represión ejercida por los sublevados.[26] Numerosas unidades quedaron en la retaguardia encargadas de esta labor y, aunque en gran medida operaron como mero brazo ejecutor de los mandos militares, también ejercieron acciones de forma autónoma, principalmente durante los años 1936 y 1937.[27]
Los requetés eran las fuerzas paramilitarescarlistas y, estructurados por José Enrique Varela y dirigidos por Ricardo Rada, tomaron parte activa en favor de los rebeldes. En la noche del día 18 al 19 de julio se concentraron en Pamplona 6000 requetés, lo que le garantizó el éxito de la sublevación en Navarra.[30] Se calcula que alrededor de 60 000 participaron en la guerra civil española, organizados en 41 tercios.[31] Tuvieron una notable actuación en las primeras semanas de la guerra en Navarra, Álava y La Rioja.[32] Se distinguieron también como una de las facciones más violentas del conflicto.[33]
Las dos potencias que se distinguieron por su apoyo a la causa franquista fueron la Alemania nazi y la Italia fascista. La participación militar de estos dos países resultó decisiva para decantar la victoria del lado rebelde, sobre todo gracias al dominio del espacio aéreo logrado.[34]
Alemania
Adolf Hitler apoyó a los sublevados mediante el envío a España de la Legión Cóndor, y miles de técnicos y asesores militares. Esta participación alemana constituyó una prueba para sus nuevos modelos de armas y tácticas. Se probaron los cazas Messerschmitt Bf 109 y Junkers Ju 87 A/B y los bombarderos Junkers Ju 52 y Heinkel He 111. Estas unidades pusieron en práctica sus tácticas de bombardeo sobre ciudades, que tuvieron como culmen el bombardeo de Guernica.[35]
La Legión hizo su último desfile oficial en España el 22 de mayo de 1939; cuatro días después 5136 oficiales y soldados alemanes salieron en barco hacia Alemania, llevándose con ellos unas 700 toneladas de equipo y la mayor parte de los aviones que quedaban.
Italia
Benito Mussolini envió a España al Corpo Truppe Volontarie y la Aviación Legionaria. Aportó cuatro «submarinos legionarios» a la flota de Franco y le vendió cuatro destructores y dos submarinos. Italia tenía en España tres divisiones completas y, mientras la Alemania nazi cobraba inmediatamente la ayuda material, Italia ofrecía la ayuda prácticamente gratuita. Además, Mussolini colaboró con cerca de 300 aviones a la causa rebelde.[36] La aviación legionaria italiana realizó 782 ataques aéreos en la costa mediterránea española controlada por los republicanos, lanzando 16.558 bombas.[37] En cuanto a fuerzas de tierra, casi 45 000 soldados italianos participaron en la guerra española.
Otros
Además del importante apoyo alemán e italiano, otros dos contingentes participaron en la guerra apoyando al bando sublevado, procedentes de Portugal e Irlanda:
El Estado Nuevo portugués del dictadorAntónio de Oliveira Salazar simpatizó con la rebelión desde el primer momento. Dado que una intervención directa en la guerra del lado sublevado podría acarrear problemas internos a Salazar,[38] se llevó a cabo el reclutamiento de voluntarios, que bajo el apodo de Os Viriatos participaron integrados en unidades nacionales. El número de portugueses que participaron en el conflicto oscila entre los 8 000 y los 12 000, según versiones. No obstante, según muchos autores, estos voluntarios en realidad eran soldados regulares de su país, al igual que en los casos italiano y alemán.
Desde el Estado Libre Irlandés llegó la Irish Brigade, reclutada por el militar profascista Eoin O'Duffy, general del Ejército Republicano Irlandés. Esta brigada, que llegó a España en diciembre de 1936, llegó a reunir unos 700 voluntarios, que tuvieron un papel meramente simbólico en la guerra. Debido a su indisciplina, quedaron relegados a operaciones irrelevantes, y en abril de 1937 retornaron a Irlanda.[39] También, desde Francia y Bélgica, al mando del ultraderechista Lavigne-Delville, llegaron unos 500 voluntarios del Batallón Jeanne d'Arc.
La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) era una alianza de partidos políticos católicos de derechas, gestada durante el bienio progresista de la II República.[40] Liderada por José María Gil-Robles, era el gran partido de masas de la derecha española durante la República, presentada desde su fundación como una alternativa no solo al Frente Popular, sino a la República en general.[41]
Falange Española, partido político de ideología fascista, fue fundado por José Antonio Primo de Rivera en 1933. Nació apoyada por las fuerzas reaccionarias y partidos de la derecha que la utilizaron como fuerza de choque. No consiguió un apoyo popular significativo, pero sus frecuentes razias y enfrentamientos con los grupos más radicales de la izquierda, sus actos violentos y asesinatos contribuyeron a crear un clima de inseguridad y violencia propicio para las intentonas militares.[42]
Tanto Primo de Rivera como Ramiro Ledesma Ramos, cofundador de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, fueron arrestados por el gobierno republicano pocos meses antes del levantamiento militar y fusilados durante los primeros meses de la guerra, mientras que el otro alto dirigente, Onésimo Redondo, murió en un enfrentamiento al comienzo de la guerra. El sucesor como líder de la FE de las JONS, Manuel Hedilla, fue arrestado por orden del general Franco en 1937, por intentar mantener cierta autonomía de la organización.
Monárquicos
Pese a formar dos facciones antagónicas y enfrentadas desde su misma formación, dos movimientos monárquicos se alinearon contra la República desde su proclamación: los Carlistas y los Alfonsinos. Estos dos grupos se integraron en el bando rebelde y tuvieron desigual protagonismo en la guerra civil española.
En abril de 1936, los carlistas planificaron su propio levantamiento armado contra la República, bajo la dirección de Manuel Fal Conde y José Luis Zamanillo, que habían formado la Junta Suprema Militar Carlista. El plan fue descubierto y detenido por las autoridades de la república.[44] No obstante, la facción paramilitar carlista, los Requetés, tuvieron un importante papel en la guerra, distinguiéndose por su extrema violencia.[32]
Los alfonsinos no se distinguieron por una importante actividad en este período, pero apoyaban a los diversos movimientos desestabilizadores que surgieron.[cita requerida]Juan de Borbón, hijo del rey exiliado Alfonso XIII, pretendió unirse a las filas sublevadas en agosto de 1936, pero los generales al mando de la rebelión rechazaron su participación,[n. 1] ante el temor de una división entre los dos grupos monárquicos.[45]
↑Algunos autores sostienen que la decisión de impedir a don Juan de Borbón participar en la guerra partió de Mola, mientras que otros apuntan directamente a Franco.
↑ abcartículo no firmado. «Rebeldes, sublevados o franquistas; no nacionales». El País ("Domingo-Lectura) (22/10/2006). Consultado el 24 de enero de 2012. Si "Lecturas" y "esta obra" indica que se trata de una crítica literaria, no aparece el nombre de la autora, ni se clarifica si el título de la obra coincide con el título del artículo
↑US Holocaust Memorial Museum. «Spanish Civil War». Holocaust Encyclopedia(en inglés). Consultado el 02/06/2022. «"The Nationalist rebels' initial efforts“ [...] "both the Republic and the Nationalists" [...] "The Nationalists also tried to combat Basque and Catalan nationalism" [..., etc.]».
«Por cierto, nos sorprende la denominación de "nacional", propia de otros tiempos. Para el autor, los franquistas ni son rebeldes ni golpistas ni sublevados ni antidemócratas, sino simplemente "nacionales"».
↑editorial (26 de enero de 2022). «remembering the Spanish civil war: the work must go on». The Guardian(en inglés). Consultado el 02/06/2022. «summarily executed by fascist forces. [...] the fascist terror unleashed across the country [...] a street which memorialises a nationalist ship that shelled civilians in 1937 [...] Vox party has emboldened parts of the right which aim to rehabilitate the Franco era and the nationalist cause in the civil war.»
↑Bundeszentrale für politische Bildung, ed. (14 de julio de 2016). «Vor 80 Jahren: Beginn des Spanischen Bürgerkriegs»(en alemán). Consultado el 02/06/2022. «Ab 1936 kämpften faschistische Truppen drei Jahre lang gegen die Zweite Spanische Republik [...] Anfang 1939 erkannten Frankreich und England die Faschisten als offizielle Regierung an.»
↑"No hay un aspecto aislado en la historia de la Falange que oscurezca tanto su reputación y su papel –ciertos o supuestos- como la represión en la zona nacional, particularmente durante los años 1936 y 1937". Payne 1997. Pg. 387
↑Thomàs, Joan Maria. La Falange de Franco: fascismo y fascistización en el régimen franquista, 1937-1945. Plaza & Janés, 2001. ISBN 84-01-53052-0. p. 98, 101, 102