Para ajuares depositados en dólmenes y tumbas, véase ajuar funerario.
El ajuar es el conjunto de bienes (mobiliario, ropa, etc.) que conforman un hogar.[2] Tradicionalmente, era la familia de la esposa la que aportaba el ajuar al matrimonio,[3] siendo responsabilidad de la madre ir preparando el ajuar de sus hijas antes de su boda y de acuerdo con su posición económica. Era preceptivo que la confección y especialmente el bordado de determinadas prendas (manteles, sábanas...) fuesen obra de la novia.[4]
ajuar funerario o de enterramiento (asociado a la muerte).[6]
En Occidente, en el marco de la sociedad de consumo metropolitana, prácticamente ha desaparecido. No obstante, durante siglos, el ajuar de la novia tuvo como receptáculo casi sagrado el arca de novia, también llamada "baúl o arcón nupcial", "arca de ajuar" o "arcón de boda o de esponsales". Recibían tales títulos porque solían enviarse por el esposo a su prometida en la víspera de la boda. Por sus figuras en relieve, su marquetería y pinturas, destacan los venecianos y florentinos del Renacimiento.
↑"El día de la boda, la comitiva está formada por los novios, padrinos e invitados. Al frente van a caballo los novios y los padrinos, tras ellos un carro del país, tirado por dos bueyes o vacas, con un arca o baúl con ropa blanca; a su alrededor varios sacos de trigo y los enseres que comprenden el ajuar. Encima se lleva la cama matrimonial en la que destacan los encajes de las sábanas, de los almohadones y los primores de la colcha. Por último, encima de todo va la cesta de la madrina adornada de lazos y llena de pan, huevos, manteca y dulces. El final del cortejo lo forman los invitados." Folclore asturiano en Valdés. Luis Fernando Rodríguez Suárez (ficha de la imagen).